En el
territorio actual de Estados Unidos no existían imperios comparables al
azteca o al inca y, además, los colonizadores tenían formas diferentes
de entender el cristianismo y tuvieron que aprender a convivir a pesar
de sus diferencias religiosas. La libertad de cada uno para profesar la
religión que quisiera se convirtió en un elemento fundamental de la
identidad estadounidense.
El
barco Mayflower, en el que viajaban los llamados «padres peregrinos»,
que escapaban de las persecuciones religiosas en Europa, se convirtió en
el símbolo de lo que deseaban: una tierra de libertad y diversidad,
también en la religión.
Los
colonizadores norteamericanos en un primer momento convivieron en
algunos casos con los nativos. Pero, en general, no se mezclaron con los
indígenas y, como los europeos cada vez eran más numerosos, terminaron
exterminándolos o expulsándolos hacia el oeste.
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