Esta palabra se usa en el AT en referencia a cualquier
iniquidad tal como es considerada por Dios. También designa lo que no
era apropiado para el servicio de Dios, como animales con taras
presentados como sacrificio. Indica el sentimiento de repulsión que
provocaba cualquier acto en contra del sistema religioso establecido. De
esto último tenemos un ejemplo en que para los egipcios era abominación
comer con los hebreos (Gn. 43:32). El mismo servicio religioso venía a
ser una abominación a Dios al caer en una mera observancia externa o al
asociarse con la iniquidad (Is. 1:13; Pr. 28:9). Pero es específicamente
la idolatría que es declarada abominación para Jehová. Los mismos
ídolos son designados así (2 R. 23:13; Is. 44:19); en Ez. 8 vemos la
secreta práctica de la idolatría, y la gran abominación de introducirla
en el atrio mismo de la casa del Señor. Esta palabra se usa en pocas
ocasiones en el NT, y se aplica entonces a la maldad de manera general
(p. ej., Lc. 16:15; Ap. 17:4).
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