(Etim. Latín addicere, dar consentimiento a algo.)La
adicción a la droga, el juego, alcohol, etc. lleva a la persona a
perder la libertad sobre su propio comportamiento, a la destrucción de
la familia y a la ruina social. La
Iglesia está comprometida en la recuperación de los adictos. Soy
testigo de la recuperación de muchos hermanos una vez que se entregan al
Jesucristo y participan asiduamente en el proceso de curación.
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