Como “cuerpo”, también “carne” (gr. sarx) significa cosas muy distintas de lo que entendemos por ella en nuestra lengua. La palabra “carne” tiene para nosotros un sentido obvio de “masa muscular”, de comestible y, en sentido moral, una referencia a la sexualidad, que es ajena al sentido propio del término tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Por supuesto, en el AT, “carne” puede designar la carne del hombre (Gn 2,21; Ez 37,6.8) y la de los animales (Gn 41,2; Nm 1,33; Dt 14,8) o el cuerpo humano en su totalidad (1 Re 21,27). Sin embargo, en su significado principal, “la carne” no es solamente un componente del hombre, sino ante todo el hombre como tal (Sal 63,2; cf. 54,3).
De hecho, para el AT, el hombre, en su esencia, “es carne” (para los griegos, “tiene carne”); la “carne” significa el hombre en cuanto transitorio, vulnerable, sujeto a enfermedad, miedo, muerte (debilidad física) (Sal 78,39: “Recordando que eran de carne, un aliento fugaz que no torna”; Is 40,6: “Toda carne es hierba, y su belleza como flor campestre”). “Toda carne” designa a toda la humanidad en cuanto mortal, todos y cada uno (Job 34,15: “Expirarían todos los vivientes [toda carne], y el hombre tornaría en polvo”; cf. Is 66,23: “Cada luna y cada sábado vendrá todo mortal [toda carne] a postrarse ante mí”). En los escritos rabínicos, para designar al hombre en su transitoriedad, se le llama “carne y sangre” (primera vez en Eclo 14,18).
Veamos ahora que sucede en el NT. Como en el Antiguo, los autores del Nuevo utilizan “carne” en varios sentidos. Según el contexto, el gr. sarx puede denotar:
a) La carne de un cuerpo animal o humano (1 Cor 15, 39: “Todas las carnes no son lo mismo: una cosa es la carne del hombre, otra la del ganado, etc.”) o el organismo del hombre(Gál 4,13, lit.: “debilidad/enfermedad de la carne”, es decir, “enfermedad corporal”).
b) El ser humano, acentuando más o menos, según los contextos, su condición débil y caduca (Mc 10,8 par.: “Serán los dos un solo ser [una sola carne]”; 13,20: “No salvaría ningún mortal [toda carne]”; Jn 17,2: “Ya que le has dado esa capacidad para con todo hombre [toda carne]”; Hch 2,17: “Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal [toda carne]”).
c) En oposición a “espíritu”, significa la condición humana débil (Mc 14,38 par.: “El espíritu es animoso, pero la carne [la condición del hombre] es débil”), y, en los escritos paulinos, la debilidad moral, los bajos instintos que inducen al hombre al pecado (Rom 8,6: “Los bajos instintos [la carne] tienden a la muerte; el Espíritu, en cambio, a la vida y a la paz”; Gál 5,17: “Los objetivos de los bajos instintos [de la carne] son opuestos al Espíritu”).
Este uso de sarx es muy frecuente en las cartas de Pablo. Citemos algunos ejemplos
donde la traducción por “carne” induce a confusión:
- Rom 6,19: “Hablo a modo humano, por la debilidad de vuestra carne”/”por lo débiles que sois”, “por lo flojos que estáis”;
- Rom 7,5: “Cuando estábamos en la carne”/ “cuando estábamos sujetos a los bajos instintos”;
- 1 Cor 1,26: “No muchos sabios según la carne”/”no muchos sabios en lo humano” (“intelectuales”).
- 2 Cor 1,17: “¿O los planes que hago los hago según la carne?”/”¿O hago mis planes con miras humanas?” (“carne” peyorativo, en relación con la ambición, “los bajos instintos”);
- Gál 5,13: “Que la libertad no dé pie a la carne”/”a los bajos instintos”; lo mismo en 5,16ss.
- Col 2,23: “Sirve para cebar el amor propio [la carne].”
d) La locución “carne y sangre” designa al hombre en su condición terrena, como el español “carne y hueso” (Mt 16,17: “Eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso [una carne y sangre], sino mi Padre del cielo”; 1 Cor 15,50: “Quiero decir, hermanos, que esta carne y hueso [carne y sangre] no puede heredar el reino de Dios”).
Hay que considerar aparte el Evangelio de Juan, que integra en un marco teológico
particular el concepto de hombre en cuanto “carne”. Para Juan, “el hombre-carne”, es decir, el hombre débil y mortal, es la primera etapa del plan creador de Dios; “la carne” no es un principio malo, sino solamente un estadio inacabado.
En efecto, el designio de Dios sobre el hombre no se limita a dar existencia a una criatura débil y destinada a la muerte (“carne”), sino que se propone infundirle una vida capaz de superar lamuerte (Jn 3,16: “para que todo el que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca”). De por sí, “la carne” es un principio vital que no puede superar su propia condición y que engendra su misma debilidad (Jn 3,6: “de la carne nace carne”).
Jesús es el proyecto de Dios hecho “carne” (Jn 1,14), es decir, realizado en un hombre cuya debilidad se mostró al sufrir la muerte.
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