Hoy
es muy frecuente encontrarse con personas que dicen que no
creen. Está de moda, y en algunos ambientes bien
visto declararse agnósticos. Las última estadística de la
sociología, si bien apuntan que han disminuido los ateos
militantes, señalan que ha crecido la increencia y
los indiferentes.
Una
indiferencia de nuevo cuño, en algunos aspectos más allá
del ateísmo, ya que ni les interesa ni se hacen la
pregunta por Dios, porque lo consideran algo sin sentido. No
rechazan a Dios, pero tampoco les preocupa lo más mínimo.
Es algo de lo que "pasan". Tomás es de los que,
si no toca con la mano, no cree. También en nuestros días
hay muchos que, bajo capa de rigor científico, no
quieren admitir la fe.
Es una
actitud humana, como la de Tomás, que está ahí y habrá
que tenerla en cuenta. La mejor apologética frente a
estas actitudes es la presencia de Jesús, el testimonio de
los verdaderos cristianos que hacen realidad en sus
vidas los rasgos auténticos de la fe cristiana.
MARCOS
MARTÍNES DE VADILLO
DABAR 1988, 24
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