Elegido el 17 de septiembre, 530; murió en octubre de, 532. Al
llamarlo hijo de Segibaldo, el “liber Pontificalis” hace por primera vez
mención de un papa de origen germánico. Bonifacio sirvió a la iglesia
de Roma desde el principio de su juventud. Durante el reinado del papa
Félix V, era archidiácono y un personaje de considerable influencia con
las autoridades civiles y eclesiásticas. Su elevación al papado es un
ejemplo incuestionable de que fue nombrado por su predecesor, hasta sin
la formalidad de la elección.
Félix IV punto de morir y temiendo la lucha por el papado entre las facciones gótica y romana reunió un cierto número de sus clérigos, de senadores romanos y de patricios y en su presencia confirió el pallium de la soberanía papal a su archidiácono, ya entrado en edad, y le declaró sucesor y amenazando con la pena de excomunión a quienes se negaran a reconocerle y obedecer a Bonifacio como papa elegido válidamente. A la muerte de Félix Bonifacio asumió la sucesión, pero de entre los clérigos romanos unos sesenta de setenta rehusaron reconocerle y aceptarle y eligieron a Dioscorus. Temían la influencia indebida de el rey de los ostrogodos, Atalarico, en los asuntos papales, cuyo abuelo, Teodorico I había ayudado a elegir papa a Félix IV, circunstancia que hacía más odiosa el nombramiento de Bonifacio.
Ambos papas fueron consagrados el 22 de septiembre, 530, Bonifacio en la Basílica de Julio y Dioscorus en la Luterana. Así pues la iglesia romana se veía envuelta en el séptimo cisma antipapal. Afortunadamente sólo duró 22 días porque Dioscorus murió el 14 de octubre, dejando a Bonifacio en posesión. Pronto reunió un sínodo y presentó un decreto de anatema contra su rival muerto para lo que se aseguró las firmas de los sacerdotes que habían sido seguidores de Dioscorus (diciembre, 530), que lamentaron haber participado en la elección irregular y prometieron obediencia futura. Bonifacio reconcilió a muchos con su administración amable y conciliatoria, pero algunos no dejaron el resentimiento, por no haber sido una elección formal por aquellos que a pesar de haberse sometido habían impugnado la validez del nombramiento. Cinco años después un papa de su elección quemó solemnemente el anatema contra Dioscurus (ver AGAPITO I).
En un segundo sínodo (en 531) en S. Pedro, Bonifacio presentó una constitución atribuyéndose el derecho de nombrar sucesor. El clero romano lo suscribió y prometió obediencia. Bonifacio propuso como su electo al diácono Virgilio y fue ratificado por el clero y el pueblo. Esta situación provocó amargos resentimientos y la pérdida del favor real, por que en el tercer sínodo (631) renunció a ello. La constitución fue quemada ante el clero y el senado anulando el nombramiento de Virgilio.
En su pontificado, Bonifacio mostró interés activo por distintos asuntos de la Iglesia Oriental y Occidental. Al principio de su reinado confirmo las actas del Concilio de Orange, uno de los más importantes del siglo sexto que terminó con las controversias semipelagianas. Lo presidió Cesario de Arlés, un amigo íntimo de Bonifacio, que había enviado al sacerdote Armenius a Roma para pedir a Bonifacio que se asegurara de la confirmación papal del concilio. Cuando llegó el mensajero era papa Bonifacio que envió una carta de confirmación a Cesario ( 25 enero 531) en la que condenaba ciertas doctrinas semipelagianas. Recibió una apelación de los obispos africanos que trabajaban en reorganizar la iglesia después de las devastaciones de los vándalos, pidiendo que confirmara en los derechos de primado al arzobispo de Cartago. En oriente aseguró los derechos del papa para tener jurisdicción en el Ilírico (ver BONIFACIO I) En 531, Epifanio, Patriarca de Constantinopla, declaró irregular la elección de Esteban al arzobispado de Larissa en Tesalia. A pesar de las presiones de Constantinopla para que no lo hiciera, Esteban apeló a Roma sobre la base de que Epifanio no era competente en la decisión del caso, manteniendo este punto en términos que revelan una concepción clara de la primacía Romana.
Bonifacio reunió un cuarto sínodo romano el 7-9 de dic. De 531 en el que adujeron alrededor de 25 documentos a favor de la jurisdicción romana en el Ilírico. No se sabe el resultado del sínodo. Bonifacio era estimado por su caridad, particularmente respecto a los pobres de Roma que sufrían un año de hambruna. Fue enterrado en S. pedro el 17 de octubre de 532, donde aún puede verse un fragmento de su epitafio.
JOHN B. PETERSON.
Transcrito por William G. von Peters, Ph.D.
Traducido por Pedro Royo
Félix IV punto de morir y temiendo la lucha por el papado entre las facciones gótica y romana reunió un cierto número de sus clérigos, de senadores romanos y de patricios y en su presencia confirió el pallium de la soberanía papal a su archidiácono, ya entrado en edad, y le declaró sucesor y amenazando con la pena de excomunión a quienes se negaran a reconocerle y obedecer a Bonifacio como papa elegido válidamente. A la muerte de Félix Bonifacio asumió la sucesión, pero de entre los clérigos romanos unos sesenta de setenta rehusaron reconocerle y aceptarle y eligieron a Dioscorus. Temían la influencia indebida de el rey de los ostrogodos, Atalarico, en los asuntos papales, cuyo abuelo, Teodorico I había ayudado a elegir papa a Félix IV, circunstancia que hacía más odiosa el nombramiento de Bonifacio.
Ambos papas fueron consagrados el 22 de septiembre, 530, Bonifacio en la Basílica de Julio y Dioscorus en la Luterana. Así pues la iglesia romana se veía envuelta en el séptimo cisma antipapal. Afortunadamente sólo duró 22 días porque Dioscorus murió el 14 de octubre, dejando a Bonifacio en posesión. Pronto reunió un sínodo y presentó un decreto de anatema contra su rival muerto para lo que se aseguró las firmas de los sacerdotes que habían sido seguidores de Dioscorus (diciembre, 530), que lamentaron haber participado en la elección irregular y prometieron obediencia futura. Bonifacio reconcilió a muchos con su administración amable y conciliatoria, pero algunos no dejaron el resentimiento, por no haber sido una elección formal por aquellos que a pesar de haberse sometido habían impugnado la validez del nombramiento. Cinco años después un papa de su elección quemó solemnemente el anatema contra Dioscurus (ver AGAPITO I).
En un segundo sínodo (en 531) en S. Pedro, Bonifacio presentó una constitución atribuyéndose el derecho de nombrar sucesor. El clero romano lo suscribió y prometió obediencia. Bonifacio propuso como su electo al diácono Virgilio y fue ratificado por el clero y el pueblo. Esta situación provocó amargos resentimientos y la pérdida del favor real, por que en el tercer sínodo (631) renunció a ello. La constitución fue quemada ante el clero y el senado anulando el nombramiento de Virgilio.
En su pontificado, Bonifacio mostró interés activo por distintos asuntos de la Iglesia Oriental y Occidental. Al principio de su reinado confirmo las actas del Concilio de Orange, uno de los más importantes del siglo sexto que terminó con las controversias semipelagianas. Lo presidió Cesario de Arlés, un amigo íntimo de Bonifacio, que había enviado al sacerdote Armenius a Roma para pedir a Bonifacio que se asegurara de la confirmación papal del concilio. Cuando llegó el mensajero era papa Bonifacio que envió una carta de confirmación a Cesario ( 25 enero 531) en la que condenaba ciertas doctrinas semipelagianas. Recibió una apelación de los obispos africanos que trabajaban en reorganizar la iglesia después de las devastaciones de los vándalos, pidiendo que confirmara en los derechos de primado al arzobispo de Cartago. En oriente aseguró los derechos del papa para tener jurisdicción en el Ilírico (ver BONIFACIO I) En 531, Epifanio, Patriarca de Constantinopla, declaró irregular la elección de Esteban al arzobispado de Larissa en Tesalia. A pesar de las presiones de Constantinopla para que no lo hiciera, Esteban apeló a Roma sobre la base de que Epifanio no era competente en la decisión del caso, manteniendo este punto en términos que revelan una concepción clara de la primacía Romana.
Bonifacio reunió un cuarto sínodo romano el 7-9 de dic. De 531 en el que adujeron alrededor de 25 documentos a favor de la jurisdicción romana en el Ilírico. No se sabe el resultado del sínodo. Bonifacio era estimado por su caridad, particularmente respecto a los pobres de Roma que sufrían un año de hambruna. Fue enterrado en S. pedro el 17 de octubre de 532, donde aún puede verse un fragmento de su epitafio.
JOHN B. PETERSON.
Transcrito por William G. von Peters, Ph.D.
Traducido por Pedro Royo
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