Autor cristiano que vivió alrededor de los comienzos del siglo III. Se conoce poco de su historia personal. Eusebio lo menciona varias veces y nos dice (Historia de la Iglesia, VI.20) que sostuvo una disputa con Proclo, un líder montanista de Roma en tiempos del Papa San Ceferino (199-217), y lo llama erudito y eclesiástico. Esta última designación no necesariamente implica que fuera un sacerdote.
Eusebio provee (Hist. Eccl., II.25, III.31 y VI.20) varios extractos
del diálogo contra Proclo. Cayo también es mencionado por San Jerónimo (de Vir. Ill., 59), Teodoreto
(Haer. Fab., II, III), y Nicéforo Calixto (Hist. Eccl., IV, XII-XX),
todos los cuales derivan su información de Eusebio. Focio (Bibl. Cod.,
48) da alguna información adicional extraída de una nota marginal en una
copia manuscrita de la obra sobre la “Naturaleza del Universo” en la cual se dice que Cayo fue un presbítero de la Iglesia Romana y que había sido electo “Obispo de los Gentiles” Estas indicaciones, descansando, como lo hacen, en una confusión del anti-montanista Cayo con San Hipólito,
son absolutamente faltas de valor. Se ha arrojado luz adicional sobre
el carácter del diálogo de Cayo contra Proclo por la publicación de
Gwynne de algunos fragmentos del trabajo de Hipólito "Contra Cayo"
(Hermathena, VI, p. 397 ss.); de estos parece claro que Cayo sostenía
que el Apocalipsis de San Juan era una obra del gnóstico Cerinto.
Le debemos a Cayo una muy valiosa evidencia de la muerte de San Pedro y San Pablo en Roma, y la pública veneración de sus reliquias en Roma alrededor del año 200. La misma es tomada de la antes mencionada disputa con Proclo, y lee como sigue (Euseb., Hist. Eccl., II.25): “Pero yo puedo mostrar los trofeos de los Apóstoles. Pero si ustedes fueran al Vaticano o a la Vía Ostiana encontrarían los trofeos de quienes colocaron los cimientos de esta Iglesia”. Por “trofeos” se entiende, por supuesto, la capilla conmemorativa que conserva, en cada caso, el cuerpo del Apóstol (cf. Barnes, San Pedro en Roma, Londres, 1900, p 145).
Bibliografía: Los fragmentos de Cayo son impresos en ROUTH, Reliquiae Sacrae (Oxford, 1846), II, 125-58, y en P.G., X, 25-36. Cf. ZAHN, Geschichte des neutestamentl. Kanons, II, 985-991; HARNACK, Chronologie, II, 206, 223, 226; BARDENHEWER, Geschichte der altchristlichen Litteratur (Freiburg, 1901), I, 525.
Fuente: Healy, Patrick. "Caius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/03144a.htm>.
Traducido por Luis Alberto Alvarez Bianchi. L H M.
Le debemos a Cayo una muy valiosa evidencia de la muerte de San Pedro y San Pablo en Roma, y la pública veneración de sus reliquias en Roma alrededor del año 200. La misma es tomada de la antes mencionada disputa con Proclo, y lee como sigue (Euseb., Hist. Eccl., II.25): “Pero yo puedo mostrar los trofeos de los Apóstoles. Pero si ustedes fueran al Vaticano o a la Vía Ostiana encontrarían los trofeos de quienes colocaron los cimientos de esta Iglesia”. Por “trofeos” se entiende, por supuesto, la capilla conmemorativa que conserva, en cada caso, el cuerpo del Apóstol (cf. Barnes, San Pedro en Roma, Londres, 1900, p 145).
Bibliografía: Los fragmentos de Cayo son impresos en ROUTH, Reliquiae Sacrae (Oxford, 1846), II, 125-58, y en P.G., X, 25-36. Cf. ZAHN, Geschichte des neutestamentl. Kanons, II, 985-991; HARNACK, Chronologie, II, 206, 223, 226; BARDENHEWER, Geschichte der altchristlichen Litteratur (Freiburg, 1901), I, 525.
Fuente: Healy, Patrick. "Caius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/03144a.htm>.
Traducido por Luis Alberto Alvarez Bianchi. L H M.
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