Esta superstición comenzó tras la muerte de Beethoven al poco de componer su novena sinfonía. Leyenda o casualidad, lo de que "ningún compositor vivirá para crear una décima sinfonía" ha sucedido con grandes músicos.
Ludwig van Beethoven falleció el 26 de marzo de 1827, poco después de que un rayo hubiera iluminado cegadoramente la habitación en que yacía enfermo, tras finiquitar su famosa novena.
Uno de sus más brillantes herederos estilísticos, Fran Schubert, moriría tempranamente de fiebre tifoidea en 1828 cuando había escrito la novena sinfonía, número nueve, aunque hay confusión en torno a la numeración de obras de este compositor.
No había terminado su novena Anton Bruckner cuando moría en 1896 por una crisis de hidropesía.
Una congestión cerebral acabó con Antonín Leopold Dworák, quien sí había completado tres años antes su más conocida sinfonía, precisamente la novena, conocida como la del Nuevo Mundo, que compuso en EE.UU.
Por su parte, el gran Gustav Mahler se despidió de esta vida en 1911 sin haber acabado su décima sinfonía.
Gustav Mahler creía en el maleficio del nueve, y murió en Viena por un problema coronario.
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