(LORENZO CORSINI).
Nació en Florencia el 7 de abril de 1652; electo (v. Elecciones Papales) el 12 de julio de 1730; murió en Roma el 6 de febrero de 1740. El pontificado del santo Papa Orsini, Benedicto XIII, desde el punto de vista de los intereses espirituales de la Iglesia, no dejó nada que desear. Sin embargo, él había entregado los asuntos temporales en las manos de ministros voraces; de ahí que las finanzas de la Santa Sede se encontraban en mala condición;
hubo un incremento en el déficit, y los asuntos papales se encontraban
en una situación desesperada. No era una tarea fácil el seleccionar a un
hombre
que poseyera todas las cualidades que demandaba esta emergencia.
Después de deliberar por cuatro meses, el Sacro Colegio fue unánime para
escoger al Cardenal Corsini, la mejor elección posible, si no fuera por sus setenta y ocho años y su desfalleciente visión.
Un Corsini por parte del padre y Strozzi por parte de la madre, la mejor sangre de Florencia corría por sus venas. Fueron innumerables los miembros de su casa que habían llegado a posiciones altas en el estado e Iglesia, pero su principal ornamento era San Andrés Corsini, el canonizado (v. beatificación y canonización) obispo de Fiesole. Lorenzo realizó una brillante carrera de estudios, primero en el Colegio Romano, luego en la Universidad de Pisa, donde, después de cinco años, recibió el grado de doctor en leyes. Regresando a Roma, se dedicó a la práctica de la ley bajo la hábil dirección de su tío, Cardenal Neri Corsini, un hombre de la más alta cultura. Después de la muerte de su tío y su padre en el 1685, Lorenzo, ahora con treinta y tres años de edad, renunció a su derecho de primogenitura y entró al estado eclesiástico (v. clero). Desde Inocencio XI el compró, según la costumbre en ese tiempo, por 30,000 scudi (dólares) una posición de rango prelaticio, y dedicó su riqueza (v. Uso de la riqueza) y su tiempo libre a la ampliación de la biblioteca que heredó de su tío. En el 1691 fue hecho Arzobispo titular de Nicomedia y fue electo nuncio en Viena. El no se dirigió a la corte imperial porque Leopoldo apresuró la nueva exigencia, la cual el Papa Alejandro VIII se negó a admitir, de seleccionar un nuncio de una lista de tres nombres a ser provista por el Papa. En el 1696 Corsini fue designado al arduo puesto de tesorero general y gobernador del Castillo Sant’ Angelo. Su buena suerte aumentó durante el pontificado de Clemente XI, quien empleó sus talentos en asuntos que requerían tacto y prudencia. El 17 de mayo de 1706 se convirtió en Cardenal Diácono del Título de Santa Susana, reteniendo el puesto de tesorero papal. Estuvo ligado a varias de las más importantes congregaciones y fue elegido como protector de muchas instituciones religiosas. Avanzó aún más lejos bajo las órdenes de Benedicto XIII, quien lo asignó a la congregación del Santo Oficio y lo hizo prefecto del tribunal judicial conocido también como Signatura di Giustizia. Fue sucesivamente cardenal- sacerdote de S Pietro in Vincoli y cardenal obispo de Frascati.
Así había tenido con el aplauso universal todos los puestos importantes de la Corte Romana, y no fue sorpresa que su ascensión al papado llenara de felicidad a los romanos. Como muestra de su gratitud a su benefactor, Clemente XI, y como promesa de que ese pontífice iba a ser su gran modelo, asumió el nombre de Clemente XII. Desafortunadamente él carecía de cualidades importantes tales como juventud y fuerza física. Las dolencias de la vejez le pesaban grandemente. En el segundo año de su pontificado se quedó completamente ciego; en sus años posteriores fue obligado a quedarse en cama, desde la cual daba audiencias y negociaba asuntos de estado. A pesar de su decrepitud física, él desplegaba una maravillosa actividad. Exigía restitución de los bienes mal habidos a los ministros que abusaron de la confianza de su predecesor. El principal culpable, Cardenal Coscia, fue multado con una fuerte suma y se le sentenció a diez años de prisión. Clemente se rodeó de oficiales competentes, y se ganó el afecto de sus súbditos al aminorar sus gravámenes, impulsando el comercio y las artes, e inculcando un espíritu moderno en las leyes que se relacionaban al comercio. La Lotería pública, la cual había sido suprimida por la severa moralidad de Benedicto XIII, fue revivida por Clemente, y traía a su tesorería una cantidad anual ascendente a casi medio millón de scudi (dólares), permitiéndole emprender la construcción de los muchos edificios que distinguieron su reinado. El comenzó la majestuosa fachada de San Juan de Letrán y construyó en esa basílica la magnífica capilla de San Andrés Corsini. Restauró el Arco de Constantino y construyó el palacio gubernamental de la Consulta en el quirinal. Le compró al Cardenal Albani por la suma de 60,000 scudi una fina colección de estatuas, inscripciones, etc., con los cuales adornó la galería del Capitolio. Pavimentó las calles de Roma y los caminos que llegaban a la ciudad, y amplió el Corso. Comenzó la gran Fuente de Trevi, una de los más destacados ornamentos de Roma.
Para poder facilitar la reunión de los griegos, Clemente XII fundó en Ullano, en Calabria, el Colegio Corsini para los estudiantes griegos. Con un intento similar el llamó a los monjes griego- melquitas del Monte Líbano, y les encargó la antigua iglesia de Santa María en Dominica. Envió a José Simeón Assemani hacia el oriente con el doble propósito de continuar su búsqueda de manuscritos y presidir como legado en el concilio nacional de maronitas. No intentamos enumerar todas las actividades que dirigió este anciano azotado por la ceguera y postrado en cama. Su nombre está asociado en Roma con la fundación y embellecimiento de todo tipo de instituciones. La gente de Ancona lo tenían en una muy merecida veneración y le erigieron en la plaza pública una estatua en su honor. Les dio un puerto que causó la envidia de Venecia, y construyó una carretera que les dio fácil acceso hacia el interior. Drenó los pantanos de Chiana cerca del Lago Trasimeno, al encausar las aguas a través de una zanja de catorce millas de largo hacia el Tiber. Desautorizó las acciones arbitrarias de su legado, Cardenal Alberoni, al incautarse de San Marino, y le devolvió su independencia a esa pequeña república. Su actividad en los aspectos espirituales de la Iglesia fue igualmente sobresaliente. Sus esfuerzos estuvieron dirigidos a elevar el bajo tono de moralidad prevaleciente y asegurar la disciplina, especialmente en los claustros. Emitió el primer decreto papal contra los francmasones (1738). Apadrinó la nueva Congregación de los Pasionistas y dio a su conciudadano toscano, San. Pablo de la Cruz, la iglesia y el monasterio de Santos Juan y Pablo, con un hermoso jardín que da vista al Coliseo. Canonizó a los santos Vicente de Paúl, Juan Francisco Regis, [[Catalina Fieschi Adorni], Juliana Falconieri y aprobó el culto a Santa Gertrudis. Procedió con vigor en contra de los jansenistas (v. Jansenio y Jansenismo) franceses y tuvo la alegría de recibir la sumisión de los mauristas a la Constitución Unigenitus. Gracias a los esfuerzos de sus misioneros en Egipto diez mil coptos, con su patriarca, regresaron a la unidad de la Iglesia. Clemente persuadió al patriarca armenio (v. Armenia) a remover de los dípticos el anatema contra el Concilio de Calcedonia y San León I. En sus tratos con los poderes de Europa, logró gracias a la unión de dureza y moderación el preservar y restaurar la armonía; pero fue incapaz de mantener los derechos de la Santa Sede sobre los ducados de Parma y Piacenza. Como consecuencia de su ceguera, se rodeó de parientes confiables; pero sólo los promovía cuando probaban (v. prueba) su mérito, e hizo muy poco por su familia excepto el comprar y expandir el palacio construido en Trastevere para los Riarii, ahora conocido como el Palazzo Corsini (comprado en el año 1884 por el gobierno de Italia, que ahora es lugar de la Regia Accademia dei Lincei). En el 1754, su sobrino, Cardinal Neri Corsini, fundo ahí la famosa Biblioteca Corsini, la cual en el 1905 tenía aproximadamente setenta mil libros y folletos, 2,288 incunabula u originales y trabajo impresos en los primeros cincuenta o sesenta años después del descubrimiento de la imprenta, 2,511 manuscritos, y 600 autógrafos. Manteniendo sus extraordinarias facultades y su alegre resignación hasta el final, murió en el Quirinal a los ochenta y ocho años de edad. Sus restos fueron trasladados a su magnifica tumba en el Letrán el 20 de julio del 1742.
Fuente: FABRONIUS, De vita et rebus gestis Clementis XII (Rome, 1760), also in FASSINI, Supplemento to the Historia Ecclesiastica of NATALIS ALEXANDER (Bassano, 1778); PASSERINI, Genealogia e Storia della famiglia Corsini (Florence, 1858); VON REUMONT, Gesch. d. Stadt Rom (Berlin, 1867), III, iii, 653-55; NOVAES, Elementi della storia de' sommi pontefici (Rome, 1821-25); HERGENR…THER-KIRSCH, Kirchengeschichte (4th ed., Freiburg, 1907) III (bibliography); ARTAUD DE MONTOR, History of the Roman Pontiffs (New York, 1867), II.
Loughlin, James. "Pope Clement XII." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04030a.htm> Transcrito por Gerald Rossi Traducido por Lourdes P. Gómez. Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.
Un Corsini por parte del padre y Strozzi por parte de la madre, la mejor sangre de Florencia corría por sus venas. Fueron innumerables los miembros de su casa que habían llegado a posiciones altas en el estado e Iglesia, pero su principal ornamento era San Andrés Corsini, el canonizado (v. beatificación y canonización) obispo de Fiesole. Lorenzo realizó una brillante carrera de estudios, primero en el Colegio Romano, luego en la Universidad de Pisa, donde, después de cinco años, recibió el grado de doctor en leyes. Regresando a Roma, se dedicó a la práctica de la ley bajo la hábil dirección de su tío, Cardenal Neri Corsini, un hombre de la más alta cultura. Después de la muerte de su tío y su padre en el 1685, Lorenzo, ahora con treinta y tres años de edad, renunció a su derecho de primogenitura y entró al estado eclesiástico (v. clero). Desde Inocencio XI el compró, según la costumbre en ese tiempo, por 30,000 scudi (dólares) una posición de rango prelaticio, y dedicó su riqueza (v. Uso de la riqueza) y su tiempo libre a la ampliación de la biblioteca que heredó de su tío. En el 1691 fue hecho Arzobispo titular de Nicomedia y fue electo nuncio en Viena. El no se dirigió a la corte imperial porque Leopoldo apresuró la nueva exigencia, la cual el Papa Alejandro VIII se negó a admitir, de seleccionar un nuncio de una lista de tres nombres a ser provista por el Papa. En el 1696 Corsini fue designado al arduo puesto de tesorero general y gobernador del Castillo Sant’ Angelo. Su buena suerte aumentó durante el pontificado de Clemente XI, quien empleó sus talentos en asuntos que requerían tacto y prudencia. El 17 de mayo de 1706 se convirtió en Cardenal Diácono del Título de Santa Susana, reteniendo el puesto de tesorero papal. Estuvo ligado a varias de las más importantes congregaciones y fue elegido como protector de muchas instituciones religiosas. Avanzó aún más lejos bajo las órdenes de Benedicto XIII, quien lo asignó a la congregación del Santo Oficio y lo hizo prefecto del tribunal judicial conocido también como Signatura di Giustizia. Fue sucesivamente cardenal- sacerdote de S Pietro in Vincoli y cardenal obispo de Frascati.
Así había tenido con el aplauso universal todos los puestos importantes de la Corte Romana, y no fue sorpresa que su ascensión al papado llenara de felicidad a los romanos. Como muestra de su gratitud a su benefactor, Clemente XI, y como promesa de que ese pontífice iba a ser su gran modelo, asumió el nombre de Clemente XII. Desafortunadamente él carecía de cualidades importantes tales como juventud y fuerza física. Las dolencias de la vejez le pesaban grandemente. En el segundo año de su pontificado se quedó completamente ciego; en sus años posteriores fue obligado a quedarse en cama, desde la cual daba audiencias y negociaba asuntos de estado. A pesar de su decrepitud física, él desplegaba una maravillosa actividad. Exigía restitución de los bienes mal habidos a los ministros que abusaron de la confianza de su predecesor. El principal culpable, Cardenal Coscia, fue multado con una fuerte suma y se le sentenció a diez años de prisión. Clemente se rodeó de oficiales competentes, y se ganó el afecto de sus súbditos al aminorar sus gravámenes, impulsando el comercio y las artes, e inculcando un espíritu moderno en las leyes que se relacionaban al comercio. La Lotería pública, la cual había sido suprimida por la severa moralidad de Benedicto XIII, fue revivida por Clemente, y traía a su tesorería una cantidad anual ascendente a casi medio millón de scudi (dólares), permitiéndole emprender la construcción de los muchos edificios que distinguieron su reinado. El comenzó la majestuosa fachada de San Juan de Letrán y construyó en esa basílica la magnífica capilla de San Andrés Corsini. Restauró el Arco de Constantino y construyó el palacio gubernamental de la Consulta en el quirinal. Le compró al Cardenal Albani por la suma de 60,000 scudi una fina colección de estatuas, inscripciones, etc., con los cuales adornó la galería del Capitolio. Pavimentó las calles de Roma y los caminos que llegaban a la ciudad, y amplió el Corso. Comenzó la gran Fuente de Trevi, una de los más destacados ornamentos de Roma.
Para poder facilitar la reunión de los griegos, Clemente XII fundó en Ullano, en Calabria, el Colegio Corsini para los estudiantes griegos. Con un intento similar el llamó a los monjes griego- melquitas del Monte Líbano, y les encargó la antigua iglesia de Santa María en Dominica. Envió a José Simeón Assemani hacia el oriente con el doble propósito de continuar su búsqueda de manuscritos y presidir como legado en el concilio nacional de maronitas. No intentamos enumerar todas las actividades que dirigió este anciano azotado por la ceguera y postrado en cama. Su nombre está asociado en Roma con la fundación y embellecimiento de todo tipo de instituciones. La gente de Ancona lo tenían en una muy merecida veneración y le erigieron en la plaza pública una estatua en su honor. Les dio un puerto que causó la envidia de Venecia, y construyó una carretera que les dio fácil acceso hacia el interior. Drenó los pantanos de Chiana cerca del Lago Trasimeno, al encausar las aguas a través de una zanja de catorce millas de largo hacia el Tiber. Desautorizó las acciones arbitrarias de su legado, Cardenal Alberoni, al incautarse de San Marino, y le devolvió su independencia a esa pequeña república. Su actividad en los aspectos espirituales de la Iglesia fue igualmente sobresaliente. Sus esfuerzos estuvieron dirigidos a elevar el bajo tono de moralidad prevaleciente y asegurar la disciplina, especialmente en los claustros. Emitió el primer decreto papal contra los francmasones (1738). Apadrinó la nueva Congregación de los Pasionistas y dio a su conciudadano toscano, San. Pablo de la Cruz, la iglesia y el monasterio de Santos Juan y Pablo, con un hermoso jardín que da vista al Coliseo. Canonizó a los santos Vicente de Paúl, Juan Francisco Regis, [[Catalina Fieschi Adorni], Juliana Falconieri y aprobó el culto a Santa Gertrudis. Procedió con vigor en contra de los jansenistas (v. Jansenio y Jansenismo) franceses y tuvo la alegría de recibir la sumisión de los mauristas a la Constitución Unigenitus. Gracias a los esfuerzos de sus misioneros en Egipto diez mil coptos, con su patriarca, regresaron a la unidad de la Iglesia. Clemente persuadió al patriarca armenio (v. Armenia) a remover de los dípticos el anatema contra el Concilio de Calcedonia y San León I. En sus tratos con los poderes de Europa, logró gracias a la unión de dureza y moderación el preservar y restaurar la armonía; pero fue incapaz de mantener los derechos de la Santa Sede sobre los ducados de Parma y Piacenza. Como consecuencia de su ceguera, se rodeó de parientes confiables; pero sólo los promovía cuando probaban (v. prueba) su mérito, e hizo muy poco por su familia excepto el comprar y expandir el palacio construido en Trastevere para los Riarii, ahora conocido como el Palazzo Corsini (comprado en el año 1884 por el gobierno de Italia, que ahora es lugar de la Regia Accademia dei Lincei). En el 1754, su sobrino, Cardinal Neri Corsini, fundo ahí la famosa Biblioteca Corsini, la cual en el 1905 tenía aproximadamente setenta mil libros y folletos, 2,288 incunabula u originales y trabajo impresos en los primeros cincuenta o sesenta años después del descubrimiento de la imprenta, 2,511 manuscritos, y 600 autógrafos. Manteniendo sus extraordinarias facultades y su alegre resignación hasta el final, murió en el Quirinal a los ochenta y ocho años de edad. Sus restos fueron trasladados a su magnifica tumba en el Letrán el 20 de julio del 1742.
Fuente: FABRONIUS, De vita et rebus gestis Clementis XII (Rome, 1760), also in FASSINI, Supplemento to the Historia Ecclesiastica of NATALIS ALEXANDER (Bassano, 1778); PASSERINI, Genealogia e Storia della famiglia Corsini (Florence, 1858); VON REUMONT, Gesch. d. Stadt Rom (Berlin, 1867), III, iii, 653-55; NOVAES, Elementi della storia de' sommi pontefici (Rome, 1821-25); HERGENR…THER-KIRSCH, Kirchengeschichte (4th ed., Freiburg, 1907) III (bibliography); ARTAUD DE MONTOR, History of the Roman Pontiffs (New York, 1867), II.
Loughlin, James. "Pope Clement XII." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04030a.htm> Transcrito por Gerald Rossi Traducido por Lourdes P. Gómez. Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.
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