Casi doscientos años llevan los expertos
estudiando a la Venus de Milo y todavía no han averiguado en qué postura
fue esculpida esta mujer. No saben si sujetaba algo con las dos manos o si con
una se apoyaba en una columna y con la otra se agarraba las faldas. Sigue siendo
un misterio, y el misterio arrancó el 8 de marzo de 1820, cuando un labrador
arreó un golpe de azada y apareció una cabeza de mujer que sólo era la punta del
iceberg. El campesino y la escultura eran griegos, pero la Venus se la quedaron
los franceses.
La Venus salió a la luz en Plakas, un pueblo
de la isla de Milo, y por allí se afanaban en excavar arqueólogos franceses a ver
qué podían llevarse para seguir rellenando el Museo del Louvre. Era una época,
a principios de aquel siglo XIX, en que ingleses y franceses andaban a tortas
por rapiñar el patrimonio de las civilizaciones antiguas de Europa y Egipto
para exhibirlo en París y Londres, y la Venus de Milo era un tesoro de
primer orden.
Cuando la escultura terminó de ser
desenterrada, se descubrió un pedazo de mujer de dos metros que o había perdido
los brazos y lo que demonios sujetara con las manos, o empezó comiéndose las uñas
y se quedó en los muñones.
A Francia no le costó mucho hacerse con la
propiedad de la Venus. Pagó unos francos al agricultor que la encontró, otro puñado
a las autoridades locales de Plakas y una multa que impuso Turquía por haber
sacado la estatua de la isla de Milo. Porque los turcos, que en 1820 ejercían la
dominación sobre la isla, ya tenían vendida la Venus por otro lado y los
franceses se la birlaron en el último momento. Pero el caso es que la isla era griega, la
Venus la esculpió un griego y también un griego la encontró. Pero como en Grecia
mandaban los turcos, les importaba un pito que se expoliara el patrimonio
arqueológico.
Los griegos del siglo XXI se consuelan ahora con
una réplica exacta de la Venus, que han instalado justo en el sitio en donde fue
desenterrada. Pero, además, albergan una esperanza: encontrar los brazos que
nunca hallaron los franceses. Por eso siguen excavando. Como los encuentren, los
franceses tendrán que negociar.
NIEVES CONCOSTRINA
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