Distinguido arqueólogo cristiano, mejor conocido por su trabajo en conexión con las catacumbas romanas, nació en Roma el 23 de febrero de 1822; murió en Castel Gandolfo en el Lago Albano el 20 de septiembre de 1894. De Rossi, el fundador moderno de la ciencia de la arqueología cristiana era muy hábil en arqueología secular, un maestro en epigrafía, una autoridad en la topografía antigua y medieval
de Roma, un excelente historiador, y un autor muy productivo e
interesado en varias materias. Además de su relación profesional con la
arqueología, De Rossi poseía un amplio conocimiento en leyes, filolofía y teología.
Era hijo del Comendador Camillo Luigi De Rossi y Mariana Marchesa
Bruti, su esposa, los cuales tenían dos hijos, Giovanny y Michele
Stefano. A los dos días de nacido Giovanni fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María sopra Minerva y, según la costumbre romana, fue confirmado cuando era muy joven, por el cardenal Franzoni, Prefecto de la Propaganda.
Hasta 1838 De Rossi asistió al departamento preparatorio de la muy
conocida institución jesuita, el Colegio Romano, y durante todos sus
cursos fue el estudiante más aventajado. De 1838 a 1840 estudió filosofía allí, y jurisprudencia
(1840-44) en la Universidad Romana (Sapienza) donde fue discípulo de
los famosos profesores Villani y Capalti. Al cierre de sus estudios
universitarios recibió, después de un examen muy estricto, el grado de
doctor utriusque juris ad honorem.
De Rossi mostró un interés tan fuerte en la antigüedad cristiana que en su undécimo cumpleaños su padre le regaló la gran obra de Antonio Bosio “La Roma Sotterranea”. En 1843, antes de recibir el grado doctoral, maduró un plan para una colección sistemática y crítica de todas las inscripciones cristianas. En 1841, a pesar de las protestas de su ansioso padre, visitó por primera vez, bajo la guía del jesuita padre Marchi, una de las entonces más descuidadas catacumbas. Después de esto De Rossi y Marchi prosiguieron sus estudios arqueológicos juntos, de modo que se volvieron amigos inseparables, a pesar de la gran diferencia en edades. Tan pronto terminó sus estudios De Rossi fue nombrado scriptor en la Biblioteca del Vaticano y llevó este modesto pero honorable título toda su vida, en el cual tenía gran orgullo. Se le debe gran crédito por catalogar tan cuidadosamente los cientos de manuscritos del Vaticano. El uso libre de los tesoros de la Biblioteca del Vaticano fue una rica fuente de desarrollo para sus poderes intelectuales, especialmente en el sentido de la amplitud y catolicidad de interés. Sus deberes oficiales no eran pesados, y podía realizar sus estudios privados sin obstáculos. En 1838, en compañía de sus padres, fue en su primer viaje a Toscana donde los innumerables tesoros de arte absorbieron su atención completamente. Durante los veranos de 1844-50 visitó el territorio de la antigua Hernici en Lacio y también Nápoles; de este modo el conocimiento que obtuvo del período de la república romana no fue puramente teórico. En 1853 viajó solo por primera vez y fue de nuevo a Toscana, también a la Romaña, Lombardía y Venecia. En 1856 visitó Liguria, Piamonte, Suiza, Francia y Bélgica; en 1858 fue de nuevo a Piamonte, visitó la parte occidental de Suiza y el distrito del Rin tan lejos como Colonia; de Colonia se fue vía Aquisgrán, Trier y Frankfort a Bavaria y Austria y de vuelta a Roma vía Venecia y la Romaña. En un segundo viaje a Francia en 1862 visitó la parte norte del país, y después de un corto tiempo en Londres regresó vía París y Suiza a Roma. En 1864 fue a Nápoles por segunda vez, y en 1865 fue a Francia por tercera vez, visitando particularmente las ciudades del sur. En 1868 estuvo de nuevo en Francia, y en 1869 y 1870 fue a Toscana y Umbría; en 1872-75 exploró la vecindad de Roma; en 1876 y 1879 investigó los tesoros de Nápoles y el país de alrededor, y en 1878 viajó de nuevo a Venecia y Lombardía.
Estos viajes de De Rossi son de mucha importancia para la debida apreciación de su trabajo científico. Tales largas y fatigosas expediciones fueron realizadas sólo para inspeccionar museos, bibliotecas, galerías, archivos y otras instituciones de aprendizaje y arte, para formar relaciones personales con los estudiosos de los países visitados, y para aumentar el alcance de su panorama mental, siempre fijo en el tema como una totalidad. El extraordinario conocimiento de De Rossi de los más obscuros monumentos de los países civilizados de Europa, y su minuciosa familiaridad con las fuentes de manuscritos, le hicieron posible, como maestro y líder indiscutible, guiar la ciencia de la arqueología cristiana por nuevos caminos durante varias décadas. Estos viajes ayudan a explicar la notable productividad literaria de De Rossi, cuando se consideran en conexión con su menuda investigación de todos los monumentos, tanto en la superficie como en el subterráneo de la ciudad de Roma y de la Campaña romana. Estas investigaciones cubrieron la antigua vida pagana de Roma, el período cristiano temprano, y también la Edad Media.
Las relaciones personales de De Rossi con los principales estudiosos de Italia y otros países comenzaron en su adolescencia. Cuando tenía catorce años el famoso cardenal Angelo Mai, Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, lo encontró copiando inscripciones griegas en la galería de inscripción del Vaticano y se interesó mucho en el chico; la relación luego maduró en una cálida amistad. En 1847 comenzó su conexión como un estudiante con el famoso epigrafista Bartolomeo Borghesi de San Marino; en fecha posterior las obras de Borghesi fueron publicadas a expensas de Napoleón III bajo la dirección de De Rossi. Unos pocos años después de conocer a Borghesi, De Rossi comenzó correspondencia con el benedictino Dom Pitra, de Solesmes, luego cardenal, y bibliotecario del Vaticano, que culminó en una gran amistad con Pitra. Sin embargo, esto condujo a un alejamiento entre León XIII y De Rossi. El Padre Bruzza, el erudito barnabita, también fue íntimo amigo de De Rossi. Wilhelm Henzen, por largo tiempo director del Instituto Arqueológico Alemán en Roma, vivió en amistad y comunicación diaria con De Rossi por cuarenta años. Cuando la Academia de Ciencias de Berlín, apremiada por Teodoro Mommsen, emprendió su monumental publicación, el Corpus Inscriptionum Latinarum, le envió una carta halagadora a De Rossi pidiendo su cooperación. Esto lo llevó a una buena amistad con Mommsen. Los numerosos colaboradores de éste sobre el “Corpus”, entre ellos Edwin Bormann, la famosa autoridad en epigrafía, siempre encontraron a De Rossi listo para asistirlos y guiarlos. Joseph-Alexander Martigny, el editor de el Bullettino (vea más abajo), así como Paul Allard, editor de la edición francesa de “Roma Sotterranea”, y Desbassyns de Richemont, estaban cercanamente unidos a De Rossi por los intereses de su trabajo en común. A éstos se debe añadir Louis Duchesne, el brillante director de la Escuela de Roma, y colaborador con De Rossi en la reciente edición (1894) del “Martyrologium Hieronymianum". Léopold Delisle, el famoso hombre de ciencias, paleógrafo e historiador, por muchos años cabeza de la Biblioteca Nacional de París, fue un hombre de los mismos gustos intelectuales que De Rossi; su encuentro llevó a una muy activa correspondencia científica, y más tarde a una gran amistad, basada en sus intereses intelectuales. Cuando, cerca de 1850, Edouard Le Blant conoció a De Rossi, él era totalmente ignorante sobre arqueología, pero un señalamiento accidental de De Rossi lo llevó a iniciarse en dicha ciencia; eventualmente se convirtió en un distinguido arqueólogo y el director de la Escuela de Roma.
Entre los católicos alemanes la amistad más cercana de De Rossi como estudiante fue con Franz Xaver Kraus. No estableció una relación duradera con Döllinger, debido al frío recibimiento que tuvo de éste, a quien conoció en Munich. Desde 1884 Joseph Wilpert se relacionó más cercanamente con De Rossi, quien, hasta su muerte, le dio a este estudioso toda la ayuda posible y le demostró siempre la más profunda amistad. Lo mismo se puede decir de Johann Peter Kirsh, arqueólogo, patrólogo e historiador. De Rossi también alentó las labores de Anton de Waal, el fundador y editor de "Römische Quartalschrift", y fue un amigo muy útil para numerosos otros eruditos alemanes. Por muchos años las relaciones de De Rossi fueron especialmente íntimas con Giuseppe Gatti, su ayudante en varias clases de trabajo intelectual. La aguda erudición de Gatti capacitaron a De Rossi para llevar a cabo discusiones confidenciales diarias sobre asuntos de intelectuales, la cual, después de la muerte de Henzen, aparentemente llegaron a su fin. Gatti continuó las obras de De Rossi en el campo de inscripciones antiguas. Henry Stevenson, quien murió muy pronto, Mariano Armellini, un entusiasta de la arqueología, Luigi Scagliosi, el numismático, Orazio Marucchi, un popularizador de la arqueología cristiana, Cosimo Stornaiolo, el “griego”, entre muchos otros italianos, entre los cuales estaba Gennaro Aspreno Galante de Nápoles, encontraron en De Rossi un amigo paternal y un consejero. Entre sus amigos y discípulos ingleses estaban especialmente James Spencer Northcote y W. R. Brownlow, quienes dieron a conocer al mundo angloparlante los resultados de las investigaciones y publicaciones de De Rossi. Por años Northcote y Brownlow, y Lewis de Oxford, estuvieron en constante correspondencia con De Rossi.
Se recalca en las importantes relaciones y amistades de De Rossi para enfatizar con cuanta destreza él estimuló el interés en la arqueología cristiana en todas las direcciones. Igualmente importante, quizás, fueron las relaciones establecidas por él en los años 1850-70, durante los cuales el condujo a muchos extraños, a veces de alto rango, a través de las catacumbas, o actuó como su guía entre las monumentales ruinas de Roma. Las amistades así formadas le ayudaron a poder tomar prestados documentos y monumentos que de otra forma nunca se hubiesen enviado, aun temporalmente a países extranjeros, pero que fueron traídos a Roma por los mensajeros diplomáticos de todos los países, sin exceptuar Rusia, usando su oportunidad para examinar estos objetos en su tiempo libre. Los superiores inmediatos de De Rossi en los Archivos Vaticanos siempre lo trataron como un amigo y un igual, y le permitían entera libertad en todos sus estudios. El Papa Pío IX lo honró con un afecto paternal, de lo cual dio evidencia contundente en varias ocasiones. Aunque la ciencia de la arqueología cristiana era más bien desconocida para el temple mental del Papa León XIII, dicho Papa mostró en la debida ocasión, que él podía hacer justicia a la gran reputación de De Rossi. En Roma, De Rossi era sumamente popular; casi todos los ciudadanos educados, así como los residentes extranjeros, lo conocían y lo honraban. Sin el conocimiento de estos hechos, las labores eruditas y el extraordinario éxito de De Rossi sólo pueden ser entendidos superficialmente.
Por lo tanto, el adiestramiento peculiar de De Rossi fue muy apropiado para entender la literatura cristiana primitiva, así como el ascenso y desarrollo del estado romano según se muestra en los monumentos que dejó. Respecto al estado romano, él nunca sostuvo la algo mecánica y no más disputada teoría de Mommsen. Penetró con maravillosa visión en el crecimiento de la jerarquía cristiana primitiva. Entre sus libros y papeles De Rossi reflexionó acerca de las ruinas de los templos y palacios de la antigüedad; revisó sus propias exploraciones subterráneas; siguió a los primeros cristianos en sus pensamientos, deseos, esperanzas e ideales; contempló el triunfo de la Iglesia, liberada por Constantino el Grande y entró triunfalmente a las basílicas; juntó de manuscritos amarillentos las tradiciones que una sabia multitud de piadosos y meticulosos monjes habían escrito respecto al pasado cristiano, y además los relatos que nos dejaron de sus propios tiempos. De este modo De Rossi fue reconocido universalmente, incluso en vida, como el príncipe de los arqueólogos cristianos.
Debido a su extraordinaria productividad literaria, la cual fue el resultado natural de las condiciones descritas arriba, se debe distinguir entre sus obras mayores y menores. La lista de sus obras menores (monografías) comienza en 1849 con la memoria: "Inscrizione onoraria di Nicomaco Flaviano", que apareció en el Annali dell Instituto di corrispondenza archeologica (pp. 283-363). Estos trabajos arqueológicos y eclesiástico-históricos totalizan 203, sin incluir las llamadas cartas literarias, en las cuales De Rossi contestaba las preguntas que le dirigían varios estudiosos. Muchos de los destinatarios de estas cartas las publicaron en libros o periódicos. Este total tampoco incluye incontables series de inscripciones latinas, expresiones de homenaje literario, epigramas de felicitación, etc. La mayoría de las monografías, a menudo bastante extensas, aparecieron en "Bulletino dell Instituto di corrispondenza archeologica"; "Bullettino archeologico Napolitano"; "Revue archéologique"; "Bullettino della commissione archeologica communale di Roma"; "Bibliothèque de l'école des chartes"; "Ephemeris epigraphica"; "Studi e documenti di storia e diritto"; "Dissertazioni dell accademia romana pontificia di archeologia"; "Mélanges d'archéologie et d'histoire de l'école française de Rome"; "Römische Quartalschrift", y en otros periódicos y revistas italianos y extranjeros. Unos pocos de estos trabajos aparecieron como volúmenes separados o como sabios tributos en ocasión de algún aniversario. Varían en extensión desde una a ciento treinta y dos páginas impresas.
Los títulos de sus obras más extensas y monumentales son como sigue:
El padre de De Rossi murió en 1850 y su madre en 1861. En este último año se casó con Constanza, hija del conde Pietro Bruno di San Giorgio Tornafort de Piamonte, con quien tuvo dos hijas; Mariana, la mayor, murió en 1864. La segunda, Natalia, nació en 1866, se casó con el marchese Filippo Ferraioli. El hermano de De Rossi Michele Stefano fue su celoso ayudante en la exploración de las catacumbas; las cuestiones geológicas relacionadas con estos lugares de entierros subterráneos y todos los temas afines son tratados por Michele en papeles separados en “Roma Soterranea”. También preparó los planos precisos de las catacumbas.
De Rossi fue un hombre corpulento de fina apariencia, de estatura mediana. Su cara llena y bien proporcionada estaba rodeada por una barba gris que dejaba libre la barbilla. Sus ojos claros y calmados perdieron mucha de su fuerza, de modo que no siempre podía supervisar propiamente la obra de sus pintores y esto explica las numerosas ilustraciones imprecisas en sus obras, las cuales Wilpert ha corregido. El suavemente peinado cabello le daba gran prominencia a su frente alta. Caminaba un poco inclinado hacia el frente, cuyo manerismo le dio a su paso una apariencia de mucha deliberación. En la calle estaba siempre ocupado con un libro o un panfleto. Participaba en la Misa todos los días y recibía la Sagrada Comunión casi semanalmente. Su generosa y discreta caridad era una segunda naturaleza en él. Todas las tardes reunía a todos los miembros de su familia alrededor de él para rezar el Santo Rosario. Aunque a menudo recibió ofertas tentadoras para desertar la causa de la Santa Sede y unirse al partido de Italia Unida, rechazó todas esas propuestas, aun cuando venían de las más altas autoridades. Sobre este punto era completamente inflexible.
Unos cuantos meses después de la celebración internacional de su septuagésimo cumpleaños en 1892, De Rossi tuvo un ataque de apoplejía del que nunca se recuperó. Después de esto no pudo usar su mano derecha pero continuó escribiendo con la izquierda para el “Bullettino” y haciendo las correcciones al “Martirologio”. Pero sus días estaban contados. En el verano de 1894 el Papa León XIII le ofreció el uso de un apartamento en el palacio papal de Castel Gandolfo, donde murió pacíficamente, un verdadero hijo de la Iglesia. Fue enterrado en el Agro Verano (cementerio general) en Roma.
Fuente: Baumgarten, Paul Maria. "Giovanni Battista de Rossi." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04739c.htm>.
Traducido por Mauricio Acosta Rojas. L H M
De Rossi mostró un interés tan fuerte en la antigüedad cristiana que en su undécimo cumpleaños su padre le regaló la gran obra de Antonio Bosio “La Roma Sotterranea”. En 1843, antes de recibir el grado doctoral, maduró un plan para una colección sistemática y crítica de todas las inscripciones cristianas. En 1841, a pesar de las protestas de su ansioso padre, visitó por primera vez, bajo la guía del jesuita padre Marchi, una de las entonces más descuidadas catacumbas. Después de esto De Rossi y Marchi prosiguieron sus estudios arqueológicos juntos, de modo que se volvieron amigos inseparables, a pesar de la gran diferencia en edades. Tan pronto terminó sus estudios De Rossi fue nombrado scriptor en la Biblioteca del Vaticano y llevó este modesto pero honorable título toda su vida, en el cual tenía gran orgullo. Se le debe gran crédito por catalogar tan cuidadosamente los cientos de manuscritos del Vaticano. El uso libre de los tesoros de la Biblioteca del Vaticano fue una rica fuente de desarrollo para sus poderes intelectuales, especialmente en el sentido de la amplitud y catolicidad de interés. Sus deberes oficiales no eran pesados, y podía realizar sus estudios privados sin obstáculos. En 1838, en compañía de sus padres, fue en su primer viaje a Toscana donde los innumerables tesoros de arte absorbieron su atención completamente. Durante los veranos de 1844-50 visitó el territorio de la antigua Hernici en Lacio y también Nápoles; de este modo el conocimiento que obtuvo del período de la república romana no fue puramente teórico. En 1853 viajó solo por primera vez y fue de nuevo a Toscana, también a la Romaña, Lombardía y Venecia. En 1856 visitó Liguria, Piamonte, Suiza, Francia y Bélgica; en 1858 fue de nuevo a Piamonte, visitó la parte occidental de Suiza y el distrito del Rin tan lejos como Colonia; de Colonia se fue vía Aquisgrán, Trier y Frankfort a Bavaria y Austria y de vuelta a Roma vía Venecia y la Romaña. En un segundo viaje a Francia en 1862 visitó la parte norte del país, y después de un corto tiempo en Londres regresó vía París y Suiza a Roma. En 1864 fue a Nápoles por segunda vez, y en 1865 fue a Francia por tercera vez, visitando particularmente las ciudades del sur. En 1868 estuvo de nuevo en Francia, y en 1869 y 1870 fue a Toscana y Umbría; en 1872-75 exploró la vecindad de Roma; en 1876 y 1879 investigó los tesoros de Nápoles y el país de alrededor, y en 1878 viajó de nuevo a Venecia y Lombardía.
Estos viajes de De Rossi son de mucha importancia para la debida apreciación de su trabajo científico. Tales largas y fatigosas expediciones fueron realizadas sólo para inspeccionar museos, bibliotecas, galerías, archivos y otras instituciones de aprendizaje y arte, para formar relaciones personales con los estudiosos de los países visitados, y para aumentar el alcance de su panorama mental, siempre fijo en el tema como una totalidad. El extraordinario conocimiento de De Rossi de los más obscuros monumentos de los países civilizados de Europa, y su minuciosa familiaridad con las fuentes de manuscritos, le hicieron posible, como maestro y líder indiscutible, guiar la ciencia de la arqueología cristiana por nuevos caminos durante varias décadas. Estos viajes ayudan a explicar la notable productividad literaria de De Rossi, cuando se consideran en conexión con su menuda investigación de todos los monumentos, tanto en la superficie como en el subterráneo de la ciudad de Roma y de la Campaña romana. Estas investigaciones cubrieron la antigua vida pagana de Roma, el período cristiano temprano, y también la Edad Media.
Las relaciones personales de De Rossi con los principales estudiosos de Italia y otros países comenzaron en su adolescencia. Cuando tenía catorce años el famoso cardenal Angelo Mai, Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, lo encontró copiando inscripciones griegas en la galería de inscripción del Vaticano y se interesó mucho en el chico; la relación luego maduró en una cálida amistad. En 1847 comenzó su conexión como un estudiante con el famoso epigrafista Bartolomeo Borghesi de San Marino; en fecha posterior las obras de Borghesi fueron publicadas a expensas de Napoleón III bajo la dirección de De Rossi. Unos pocos años después de conocer a Borghesi, De Rossi comenzó correspondencia con el benedictino Dom Pitra, de Solesmes, luego cardenal, y bibliotecario del Vaticano, que culminó en una gran amistad con Pitra. Sin embargo, esto condujo a un alejamiento entre León XIII y De Rossi. El Padre Bruzza, el erudito barnabita, también fue íntimo amigo de De Rossi. Wilhelm Henzen, por largo tiempo director del Instituto Arqueológico Alemán en Roma, vivió en amistad y comunicación diaria con De Rossi por cuarenta años. Cuando la Academia de Ciencias de Berlín, apremiada por Teodoro Mommsen, emprendió su monumental publicación, el Corpus Inscriptionum Latinarum, le envió una carta halagadora a De Rossi pidiendo su cooperación. Esto lo llevó a una buena amistad con Mommsen. Los numerosos colaboradores de éste sobre el “Corpus”, entre ellos Edwin Bormann, la famosa autoridad en epigrafía, siempre encontraron a De Rossi listo para asistirlos y guiarlos. Joseph-Alexander Martigny, el editor de el Bullettino (vea más abajo), así como Paul Allard, editor de la edición francesa de “Roma Sotterranea”, y Desbassyns de Richemont, estaban cercanamente unidos a De Rossi por los intereses de su trabajo en común. A éstos se debe añadir Louis Duchesne, el brillante director de la Escuela de Roma, y colaborador con De Rossi en la reciente edición (1894) del “Martyrologium Hieronymianum". Léopold Delisle, el famoso hombre de ciencias, paleógrafo e historiador, por muchos años cabeza de la Biblioteca Nacional de París, fue un hombre de los mismos gustos intelectuales que De Rossi; su encuentro llevó a una muy activa correspondencia científica, y más tarde a una gran amistad, basada en sus intereses intelectuales. Cuando, cerca de 1850, Edouard Le Blant conoció a De Rossi, él era totalmente ignorante sobre arqueología, pero un señalamiento accidental de De Rossi lo llevó a iniciarse en dicha ciencia; eventualmente se convirtió en un distinguido arqueólogo y el director de la Escuela de Roma.
Entre los católicos alemanes la amistad más cercana de De Rossi como estudiante fue con Franz Xaver Kraus. No estableció una relación duradera con Döllinger, debido al frío recibimiento que tuvo de éste, a quien conoció en Munich. Desde 1884 Joseph Wilpert se relacionó más cercanamente con De Rossi, quien, hasta su muerte, le dio a este estudioso toda la ayuda posible y le demostró siempre la más profunda amistad. Lo mismo se puede decir de Johann Peter Kirsh, arqueólogo, patrólogo e historiador. De Rossi también alentó las labores de Anton de Waal, el fundador y editor de "Römische Quartalschrift", y fue un amigo muy útil para numerosos otros eruditos alemanes. Por muchos años las relaciones de De Rossi fueron especialmente íntimas con Giuseppe Gatti, su ayudante en varias clases de trabajo intelectual. La aguda erudición de Gatti capacitaron a De Rossi para llevar a cabo discusiones confidenciales diarias sobre asuntos de intelectuales, la cual, después de la muerte de Henzen, aparentemente llegaron a su fin. Gatti continuó las obras de De Rossi en el campo de inscripciones antiguas. Henry Stevenson, quien murió muy pronto, Mariano Armellini, un entusiasta de la arqueología, Luigi Scagliosi, el numismático, Orazio Marucchi, un popularizador de la arqueología cristiana, Cosimo Stornaiolo, el “griego”, entre muchos otros italianos, entre los cuales estaba Gennaro Aspreno Galante de Nápoles, encontraron en De Rossi un amigo paternal y un consejero. Entre sus amigos y discípulos ingleses estaban especialmente James Spencer Northcote y W. R. Brownlow, quienes dieron a conocer al mundo angloparlante los resultados de las investigaciones y publicaciones de De Rossi. Por años Northcote y Brownlow, y Lewis de Oxford, estuvieron en constante correspondencia con De Rossi.
Se recalca en las importantes relaciones y amistades de De Rossi para enfatizar con cuanta destreza él estimuló el interés en la arqueología cristiana en todas las direcciones. Igualmente importante, quizás, fueron las relaciones establecidas por él en los años 1850-70, durante los cuales el condujo a muchos extraños, a veces de alto rango, a través de las catacumbas, o actuó como su guía entre las monumentales ruinas de Roma. Las amistades así formadas le ayudaron a poder tomar prestados documentos y monumentos que de otra forma nunca se hubiesen enviado, aun temporalmente a países extranjeros, pero que fueron traídos a Roma por los mensajeros diplomáticos de todos los países, sin exceptuar Rusia, usando su oportunidad para examinar estos objetos en su tiempo libre. Los superiores inmediatos de De Rossi en los Archivos Vaticanos siempre lo trataron como un amigo y un igual, y le permitían entera libertad en todos sus estudios. El Papa Pío IX lo honró con un afecto paternal, de lo cual dio evidencia contundente en varias ocasiones. Aunque la ciencia de la arqueología cristiana era más bien desconocida para el temple mental del Papa León XIII, dicho Papa mostró en la debida ocasión, que él podía hacer justicia a la gran reputación de De Rossi. En Roma, De Rossi era sumamente popular; casi todos los ciudadanos educados, así como los residentes extranjeros, lo conocían y lo honraban. Sin el conocimiento de estos hechos, las labores eruditas y el extraordinario éxito de De Rossi sólo pueden ser entendidos superficialmente.
Por lo tanto, el adiestramiento peculiar de De Rossi fue muy apropiado para entender la literatura cristiana primitiva, así como el ascenso y desarrollo del estado romano según se muestra en los monumentos que dejó. Respecto al estado romano, él nunca sostuvo la algo mecánica y no más disputada teoría de Mommsen. Penetró con maravillosa visión en el crecimiento de la jerarquía cristiana primitiva. Entre sus libros y papeles De Rossi reflexionó acerca de las ruinas de los templos y palacios de la antigüedad; revisó sus propias exploraciones subterráneas; siguió a los primeros cristianos en sus pensamientos, deseos, esperanzas e ideales; contempló el triunfo de la Iglesia, liberada por Constantino el Grande y entró triunfalmente a las basílicas; juntó de manuscritos amarillentos las tradiciones que una sabia multitud de piadosos y meticulosos monjes habían escrito respecto al pasado cristiano, y además los relatos que nos dejaron de sus propios tiempos. De este modo De Rossi fue reconocido universalmente, incluso en vida, como el príncipe de los arqueólogos cristianos.
Debido a su extraordinaria productividad literaria, la cual fue el resultado natural de las condiciones descritas arriba, se debe distinguir entre sus obras mayores y menores. La lista de sus obras menores (monografías) comienza en 1849 con la memoria: "Inscrizione onoraria di Nicomaco Flaviano", que apareció en el Annali dell Instituto di corrispondenza archeologica (pp. 283-363). Estos trabajos arqueológicos y eclesiástico-históricos totalizan 203, sin incluir las llamadas cartas literarias, en las cuales De Rossi contestaba las preguntas que le dirigían varios estudiosos. Muchos de los destinatarios de estas cartas las publicaron en libros o periódicos. Este total tampoco incluye incontables series de inscripciones latinas, expresiones de homenaje literario, epigramas de felicitación, etc. La mayoría de las monografías, a menudo bastante extensas, aparecieron en "Bulletino dell Instituto di corrispondenza archeologica"; "Bullettino archeologico Napolitano"; "Revue archéologique"; "Bullettino della commissione archeologica communale di Roma"; "Bibliothèque de l'école des chartes"; "Ephemeris epigraphica"; "Studi e documenti di storia e diritto"; "Dissertazioni dell accademia romana pontificia di archeologia"; "Mélanges d'archéologie et d'histoire de l'école française de Rome"; "Römische Quartalschrift", y en otros periódicos y revistas italianos y extranjeros. Unos pocos de estos trabajos aparecieron como volúmenes separados o como sabios tributos en ocasión de algún aniversario. Varían en extensión desde una a ciento treinta y dos páginas impresas.
Los títulos de sus obras más extensas y monumentales son como sigue:
- "Inscriptiones christianae Urbis Romae septimo saeculo antiquiores" (vol. I, Roma, 1861; parte I de vol. II, Roma, 1888); Giuseppe Gatti está completando esta obra (cf. "Archivio dell R. SocietàRomana di storia patria", 1887, 696 sqq.; también la misma de la sociedad "Conferenze pel corso di metodologia della storia", part III, Rome, 1888).
- "La Roma Sotterranea Cristiana" (vol. I con un atlas de cuarenta láminas, Roma, 1864; vol. II con un atlas de sesenta y dos y A, B, C, D láminas, Roma, 1867; vol. III con un atlas de cincuenta y dos láminas, Roma, 1877). Las laminas para el cuarto volumen ya estaban impresas cuando De Rossi murió (vea "Bullettino di archeologia cristiana", 1864, I, 1864, 63-64; 1867, II, 89-90; 1876, III, 155--57).
- "Bullettino di archeologia cristiana"; las primera series, en cuarto, aparecieron en números mensuales (1863-69), con ilustraciones en el texto y laminas de colores; consistía de ciento veintiséis monografías y comunicaciones. La segunda serie, en octavo, apareció trimestralmente (1870-75), con doce láminas litográficas en cada volumen, y contenía en total cincuenta y tres papeles. La tercera serie, también en octavo, apareció (1876-81), en números trimestrales, cada volumen contenía doce placas litográficas, las páginas numeradas juntas sumaban cincuenta y una. La cuarta serie, en octavo, apareció en volúmenes anuales (1882-89), cada volumen tenía doce placas litográficas; los seis volúmenes contenían juntos cuarenta y tres papeles. La quinta serie, en octavo, aparecía anualmente (1889-94), con placas de cincotipia e ilustraciones en el texto; el último número fue emitido en 1894 por Giuseppe Gatti. El volumen final de cada serie contenía un índice completo que De Rossi preparó con el mayor cuidado.
- "Musaici delle chiese di Roma anteriori al secolo XV" (Rome, 1872), un folio imperial que consistía de placas cromolitográficas con texto en francés e italiano. La obra cerró con el número veinticinco, publicado póstumamente.
- "Codicum latinorum bibliothecae Vaticanae", vol. X, Pt. I, Nos. 7245-8066, Pt. II, Nos. 8067-8471; vol. XI, Nos. 8472-9019; vol. XII, Nos. 9020-9445; vol. XIII, Nos. 9446-9849. Los índices a los vols. XI, XII, XIII, "Codicum lat. Vat." son: Pt. I, índice de autores; Pt. II, índice de lugares, cosas y personas. Estos manuscritos son usados como libros de referencia en la Biblioteca del Vaticano.
- "Inscriptiones Urbis Romae latinae. Collegerunt Gulielmus Henzen et Johannes Baptista de Rossi. Ediderunt Eugenius Bormann et Gulielmus Henzen" (Berlín, 1876--). Esta constituye el sexto volumen del "Corpus Inscriptionum Latinarum consilio et auctoritate academiae litterarum regiae Borussicae editum" (Berlín). La invitación de De Rossi para actuar como uno de los principales editores fue dada el 22 de enero de 1854.
- Los cinco informes anuales (1854-58), respecto a la obra preparatoria para la antedicha "Corpus Inscriptionum", los cuales aparecieron en los boletines mensuales de la Academia Real de Ciencia de Berlín. Los otros informes anuales no han sido publicados; este también es el caso con los sinopsis de De Rossi de los manuscritos epigráficos en las bibliotecas de Italia, Francia, Alemania, Suiza y Austria. Los últimos resúmenes mencionados son de la mayor importancia.
- "Oeuvres complètes de Bartolommeo Borghesi" (9 vols., París, 1862-84). Napoleón III le confió la tarea de coleccionar y editar las obras y cartas del famoso Borghesi a un comité de eruditos franceses, alemanes e italianos, entre los cuales se puede decir que De Rossi fue el más importante y asiduo.
- "Martyrologium Hieronymianum", preparado y editado en colaboración con Louis Duchesne en vol. 1, noviembre, del Acta SS. (Bruselas, 1894). Esta edición es una obra de arte y la mayoría de las objeciones levantadas contra ella por los estudiosos alemanes son de poca importancia.
El padre de De Rossi murió en 1850 y su madre en 1861. En este último año se casó con Constanza, hija del conde Pietro Bruno di San Giorgio Tornafort de Piamonte, con quien tuvo dos hijas; Mariana, la mayor, murió en 1864. La segunda, Natalia, nació en 1866, se casó con el marchese Filippo Ferraioli. El hermano de De Rossi Michele Stefano fue su celoso ayudante en la exploración de las catacumbas; las cuestiones geológicas relacionadas con estos lugares de entierros subterráneos y todos los temas afines son tratados por Michele en papeles separados en “Roma Soterranea”. También preparó los planos precisos de las catacumbas.
De Rossi fue un hombre corpulento de fina apariencia, de estatura mediana. Su cara llena y bien proporcionada estaba rodeada por una barba gris que dejaba libre la barbilla. Sus ojos claros y calmados perdieron mucha de su fuerza, de modo que no siempre podía supervisar propiamente la obra de sus pintores y esto explica las numerosas ilustraciones imprecisas en sus obras, las cuales Wilpert ha corregido. El suavemente peinado cabello le daba gran prominencia a su frente alta. Caminaba un poco inclinado hacia el frente, cuyo manerismo le dio a su paso una apariencia de mucha deliberación. En la calle estaba siempre ocupado con un libro o un panfleto. Participaba en la Misa todos los días y recibía la Sagrada Comunión casi semanalmente. Su generosa y discreta caridad era una segunda naturaleza en él. Todas las tardes reunía a todos los miembros de su familia alrededor de él para rezar el Santo Rosario. Aunque a menudo recibió ofertas tentadoras para desertar la causa de la Santa Sede y unirse al partido de Italia Unida, rechazó todas esas propuestas, aun cuando venían de las más altas autoridades. Sobre este punto era completamente inflexible.
Unos cuantos meses después de la celebración internacional de su septuagésimo cumpleaños en 1892, De Rossi tuvo un ataque de apoplejía del que nunca se recuperó. Después de esto no pudo usar su mano derecha pero continuó escribiendo con la izquierda para el “Bullettino” y haciendo las correcciones al “Martirologio”. Pero sus días estaban contados. En el verano de 1894 el Papa León XIII le ofreció el uso de un apartamento en el palacio papal de Castel Gandolfo, donde murió pacíficamente, un verdadero hijo de la Iglesia. Fue enterrado en el Agro Verano (cementerio general) en Roma.
Fuente: Baumgarten, Paul Maria. "Giovanni Battista de Rossi." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04739c.htm>.
Traducido por Mauricio Acosta Rojas. L H M
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