Desde el más destacado hasta el menos trascendente de los dioses hindúes es objeto de veneración tanto en cultos públicos como en el ámbito de la intimidad familiar. Dadas las bases sociales del hinduismo, los actos más relevantes son aquellos en los que se incluyen ritos de transición (samskaras), como son el nacimiento y en el momento en que el niño come por inicial ocasión comida sólida (arroz). Entre los ritos que vienen a continuación, se incluye el primer corte de pelo (para un niño) y la purificación tras la primera menstruación (para una niña), el casamiento, y la bendición para las embarazadas, para que tengan un hijo varón y para asegurar así un parto sin impedimentos y que el niño sobreviva los seis primeros días tras e nacimiento, que son los más amenazadores (para lo cual se encomiendan a Shashti, la diosa del Seis). Los últimos cultos son los del fallecimiento (cremación y, si es posible, que las cenizas sean esparcidas por el Ganges, el río sagrado) y la ofrenda anual a los antepasados muertos. De estos últimos, el más notable es el del pinda, una bola de arroz y de semillas de sésamo que parte el hijo mayor del difunto, para que el fantasma de su padre pueda salir del limbo y revivir. Como parte del ritual diario (por lo general producido por la esposa, quien se supone tiene más poder para interceder ante los dioses), los hindúes ofrecen (puja) frutas y flores ante un pequeño altar instalado en la residencia. Igualmente ella se encarga de hacer ofrendas a serpientes locales, árboles o a espíritus oscuros (benevolentes y malévolos) que moran en su propio jardín, en cruces de caminos o en otros lugares del pueblo considerados mágicos. Muchos poblados y ciudades de diferentes tamaños tienen templos donde los sacerdotes conmemoran cultos durante todo el día: rezan al amanecer y emiten ciertos tipos de sonidos para despertar al dios que es santo entre los santos (la garbagriha o casa matriz); lavan, visten y abanican al dios, lo alimentan y distribuyen los restos de la comida (prasada) entre sus devotos. El templo igualmente constituye un centro cultural donde se cantan canciones, se leen las escrituras sagradas en voz alta (tanto en sánscrito como en lengua común) y se conmemoran rituales al anochecer. A los laicos se les permite estar presentes en la mayoría de los cultos. En muchos templos, en especial en los que están dedicados a diosas (como el templo a Kali, el Kalighat en Calcuta) y en ciertas ocasiones especiales, se sacrifican cabras. Por lo general, los sacrificios son llevados a cabo por una casta especial de sacerdotes, de bajo nivel, y se realizan fuera de los límites del templo. Existen miles de templos locales, que pueden consistir en una pequeña cavidad de piedra en la que se guarda una efigie sin forma, envuelta en telas, o en edificaciones un poco más grandes, con un pequeño estanque para bañarse. Asimismo, la India cuenta con muchos templos de grandes dimensiones e, incluso, con algunas ciudades templo. Igualmente los hay excavados en la roca (como los de Elefanta y Ellora) y construidos en grandes bloques monolíticos, como los de Mahabalipuram. Hay otros que están levantados con bloques de piedra importados y que han sido esculpidos con esmero, como los templos de Khajurāho, Bhubaneswar, Madurai y Kanjeevaram. Por lo general, una vez al año y durante ciertos días especiales, la imagen del dios recorre todo el complejo de culto sobre unas admiradas carrozas de madera tallada (ratha). Muchos enclaves sagrados o santuarios, como el de Rishikesh en el Himalaya o el de Benarés en el Ganges, son objeto del peregrinaje de devotos provenientes de todas las zonas de la India; otros no son más que santuarios locales. Ciertos enclaves sagrados se visitan más que otros, según los festivales especiales que se conmemoren en él durante el año. Por ejemplo Prayaga (el lugar donde se unen los ríos Ganges y Yamuna en Allahābād) es siempre sagrado, sin embargo cada mes de enero se llena de peregrinos durante el festival de Kumbha Mela, y llega a saturarse con los millones de visitantes que acuden a la ceremonia especial que se celebra cada 12 años. En Benceremonia, la visita que hace la diosa Durga a su familia y luego su retorno al lado de Siva, su marido, se celebra cada año en Durgapuja. Se reproducen imagenes de la diosa en papel maché, figuras a las que se les rinde culto por diez días, y que después, en un trágico culto que se celebra a medianoche, son arrojadas al Ganges. Todo esto va acompañado del sonido de tambores y la luz de las velas. Algunos festivales se conmemoran en toda la India: Dīvālī, el festival de las luces a comienzos del invierno, y Holi, el carnaval de la primavera, en el que los diferentes miembros de todas las castas se mezclan, sueltan sus cabellos y se mojan unos a otros con cascadas de polvo rojo y agua, lo que seguramente simboliza la sangre que quizás utilizaban siglos atrás.
Fuente original: Escuelapedia.com
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