Se denomina así una serie de documentos históricos en los que se recogen los sufrimientos experimentados por los mártires cristianos con motivo de las persecuciones. Quasten ha dividido estas fuentes en tres grupos. El primero vendría formado por los procesos verbales ante el tribunal v. gr.: Las Actas de san Justino y compañeros, las Actas de los mártires escilitanos en África o las Actas proconsulares de san Cipriano, y constituirían las "actas de los mártires" en el verdadero sentido del término. El segundo estaría constituido por las "pasiones" o "martyria," relatos de testigos oculares o contemporáneos, v. gr.: El martirio de Policarpo, la Carta de las iglesias de Viena y de Lyón a las iglesias de Asia y Frigia, la Pasión de Perpetua y Felicitas, las Actas de los santos Carpo, Papilo y Agatónica, las Actas de Apolonio. El tercero contendría las leyendas de mártires redactadas con mucha posterioridad al martirio con fines de edificación, v. gr.: Las actas de los martirios de santa Inés, santa Cecilia, san Cosme y san Damián, etc., cuyo valor histórico es prácticamente nulo.
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