El Papa Juan Pablo
II ha escrito tres grandes encíclicas sobre las tres Personas de la Trinidad:
sobre el Hijo (Redemptor Hominis), sobre el Padre (Dives in
misericordia) y sobre el Espíritu Santo (Dominum et Vivificantem).
Esta última
encíclica sobre el Espíritu Santo, data del 18 de Mayo de 1986 y se divide en
tras partes.
En la primera,
titulada "El Espíritu del Padre y del Hijo dado a la Iglesia", hace un recorrido
sobre la importancia del Espíritu Santo en la vida y misterio de Jesucristo y en
la vida misma de la Iglesia.
En la segunda
parte, "El Espíritu que convence al mundo del pecado", nos descubre cómo sin el
Espíritu Santo es fácil perder la conciencia y noción de pecado y, por lo mismo,
la necesidad de salvación, purificación y limpieza.
La tercera parte,
"El Espíritu que da la vida" nos habla de la alegría del Jubileo 2000, que ya se
anuncia, y de la importancia de la Tercera Persona de la Trinidad para hacer
posible la unión de cada hombre con Dios y la unión de la propia Iglesia
(Esposa) con Jesucristo (Esposo).
Gracias al
Espíritu, cada bautizado, y la Iglesia, pueden esperar y vivir a Dios "en
intimidad y en relación personal", como Esposo.
BIBL. – JUAN PABLO
II, Encíclicas, Edibesa, Madrid 1995.
Raúl Berzosa
Martínez
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