El
más brillante e importante líder del humanismo alemán, nacido en
Rotterdam, Holanda, el 28 de octubre, probablemente de 1466; muerto en
Basilea Suiza, el 12 de julio de 1536, hijo ilegitimo de Gerardo, un
ciudadano de Gouda y de Margarita Rogers. Más tarde latinizó su nombre
como Desiderio Erasmo. Su padre, con el tiempo, se ordenó de sacerdote.
Con Nuevo años fue enviado a la conocida escuela del humanista Fegius
en Deventer, donde se despertó su gusto por el humanismo y sus
capacidades mentales fueron orientadas de por vida. La más asombrosa de
sus cualidades, una maravillosa memoria y un poder de comprensión
extraordinariamente rápido ya se mostraron a tan temprana edad. Su madre
murió cuando tenía trece años y un poco después también su padre; Sus
guardianes lo enviaron durante dos años, que él llamo dos años perdidos,
a la escuela del monasterio de Hertogenbosch. Más tarde sus guardianes
debido a la necesidad insistieron en que entrara, en 1846, al
monasterio de Emaús, cerca de Gouda, una casa de los canónigos
regulares. El no sentía una verdadera vocación religiosa y más tarde
llamó a este paso en su vida como la más grande de las desgracias de su
vida. En realidad el principio de su indiferentismo religioso y de su
debilidad de carácter hay que buscarlos en su juventud carente de
alegría y en los años pasados bajo compulsión en el monasterio. Se le
liberó para que siguiera sus estudios y se dedicó sobre todo a los
clásicos antiguos, cuyos contenidos y belleza formal admiraba
apasionadamente. Las enseñanzas religiosas las adquirió en el estudio de
S. Jerónimo y Lorenzo Valla. En 1491 un afortunado accidente le liberó
de la vida monástica. El obispo de Cambrai quería visitar Italia y
eligió a Erasmo como secretario y compañero de viaje, por los logros
lingüísticos del joven; le ordenó sacerdote en 1492. El viaje no se
realizó, pero Erasmo permaneció al servicio del obispo que en 1946 le
envió a París a completar sus estudios.
El método escolástico de enseñanza que era el más común en Paris le repugnaba tanto que usó mucho de su tiempo para viajar a través de Francia y los Países Bajos, recibiendo de vez en cuando ayuda de sus amigos; durante un tiempo estuvo en Orleans donde trabajó en su colección de proverbios, los “Adagia”. El dinero para su viaje a Inglaterra lo ganó como tutor de tres ingleses, de los que además obtuvo valiosas cartas de presentación.
Durante su estancia en Inglaterra (1498-99) conoció en Oxford a Colet, Tomás Moro, Latimer y otros conocimiento que se convirtió con el tiempo en una amistad de por vida. Colet le mostró como reconciliar al antigua fe con el humanismo, abandonando el método escolástico y la dedicación al estudio profundo de las Escrituras. Al volver al continente timó con renovado interés el estudio del griego, en París y Lovaina. Las primeras publicaciones de Erasmo se dieron en este temprano período. En 1500 publicó los Adagia, una colección de proverbios latinos y griegos y en 1508 otra edición muy aumentada de los mismos; en 1502 apareció en "Enchiridion militis christiani", en el que describía la naturaleza de la verdadera religión y de la verdadera piedad, pero con comentarios mordientes contra la Iglesia.; en 1505, las "Annotationes"de Lorenzo Valla Al Nuevo testamento, cuya manuscrito había encontrado en un monasterio en Bruselas. Su introducción a esta obra es importante, porque en ella aparecen sus primeras manifestaciones sobre la Escritura, en las que pone un interés especial en la necesidad de una nueva traducción, una vuelta al texto original y respecto por el sentido literal.
En 1506 pudo, por fin conseguir, con la ayuda de unos amigos ingleses, lo que más deseaba: un viaje a Italia. En su viaje recibió, en Turín, el título de doctor en Teología; en Bolonia Padua y Venencia, que eran los centros académicos del norte de Italia fue saludado con entusiasmo por los humanistas más distinguidos, quedándose algún tiempo en cada una de eses ciudades. En Venecia se hizo amigo íntimo de Aldo Manucio. En Roma fue también recibido de forma muy halagadora. Los cardenales, especialmente Giovanni de Medici (después Leo X), y Domenico Grimani, fueron especialmente acogedores. Pero no pudieron convencerle de que fijara su residencia en Roma y rehusó las ofertas de promociones eclesiásticas.
Enrique VIII acababa de ascender el trono de Inglaterra, con lo que Erasmus cobró la esperanza de que le ofrecieran un buen empleo en ese país, hacia el que partió inmediatamente. Saliendo e Italia (1509) escribió la sátira conocida como “El Elogio de la locura” ("Moriæ Encomium", o "Laus Stultitiæ"), que en unos pocos meses consiguió siete ediciones. Originalmente estaba pensado par que se distribuyera de una forma privada, por sus críticas a los abusos y locuras de las varias clases de la sociedad, especialmente la Iglesia. Es un intento frío y bien pensado de desacreditar a la Iglesia y su sátira y mordientes comentarios sobre las condiciones eclesiásticas no se proponen como una medicina sanadora sino como un veneno mortal.
Se puede decir que en esto momento Erasmo estaba en la cumbre de su fama; era altamente respetado en toda Europa y considerado como un oráculo por los príncipes y los intelectuales. Todos sentían que era un honor tener correspondencia con él. Así pues su vanidad natural y su auto complacencia se incrementaron hasta el punto de convertirse casi en una enfermedad; al mismo tiempo el trataba de conseguir, a veces por medio de la más basta adulación, el favor ayuda material de sus protectores o asegurarse la continuidad de tales beneficios. También fue este el período de su mayor productividad literaria. Escribió por entonces obras destinadas a influenciar profundamente en la revolución eclesiástica que estaba a punto de estallar. Pasó los cinco años siguientes en Inglaterra, aunque nunca aceptó un cargo permanente; así durante un tiempo fue profesor de griego en Cambridge. Cuando las esperanzas que había puesto en su amistad con Enrique VIII resultaron vanas y al ver que el dinero de Enrique era absolutamente necesario para los planes de guerra, volvió a Bravante, donde se convirtió en uno de los consejeros reales del archiduque Carlos, después emperador Carlos V, cargo que le consiguió un sueldo fijo. Escribió para su patrón "Institutio principis christiani", una descripción humanística del gobernador ideal. El emperador pensó en hacer que se le ordenara obispo, por lo que con la ayuda del famoso y sabio legado papal Amonio, obtuvo un breve papal con el que se le liberaba de sus obligaciones monásticas así como de las censuras en las que había incurrido por no vestir el hábito de su orden sin permiso para ello. No teniendo ya obligación de tener una residencia permanente, Erasmo continúo cónsul vida de viajero, ocupado alternativamente en la composición y publicación de sus obras. Para asegurarse su libertad total, rehusó muchas ofertas brillantes, entre ellas una invitación del rey de Francia para residir en París, del archiduque Fernando para que lo hiciera en Viena y de Eduardo VIII para que volviera a Inglaterra.
Con frecuencia iba a Basilea a visitar a Froben, el famoso impresor, que en adelante publicó casi todas sus obras y le consiguió una amplia circulación de las mismas. Así se puso en contacto más estrecho con el humanismo alemán y su influencia aumentó el prestigio en n el suroeste de Alemania ya que los seguidores de la “ciencia nueva” en Basilea, Schlettstadt y Estrasburgo le consideraban su líder. Una de sus más importantes obras de este período es "Colloquia Familiaria", en 1518, publicada y aumentada en 1526 y reimpresa frecuentemente. Es una especie de libro de texto para el estudio del latín una introducción al aprendizaje puramente formal de la mente y un ejemplo típico del espíritu frívolo del Renacimiento. Los defectos de la vida monástica y eclesiástica se acentúan sin piedad y desciende demasiado frecuentemente a descripciones cínicas e indecentes.
Su edición del texto griego original del Nuevo Testamento "Novum Instrumentum omne" (Basilea, 1516), que no es precisamente un modelo de texto crítico, iba acompañado de una traducción en latín clásico, destinado a remplazar a la Vulgata. Entre las notas, que son en parte crítica textual y en parte comentarios exegéticos, intercalaba insultos sobre las condiciones eclesiásticas del período. En una introducción general discutía la importancia de las Escritura y el mejor método de estudiarlas. Aunque la edición Complutense ofrecía un texto mejor y ya estaba impresa, pero no publicada, en fechas anteriores, sin embargo la edición de Erasmo permaneció durante mucho tiempo como autoridad de referencia debido a su gran reputación y se convirtió en la base del textus receptus o texto recibido.
También fue importante instrumento en la preparación del camino de la Reforma futura, al arrinconar el método escolástico y minar al Autoridad tradicional de las Escrituras sus “Paráfrasis del Nuevo testamento (1517 y ss.), obra dedicada a varios príncipes y prelados; las paráfrasis de los evangelistas a Carlos V, Francisco I, Enrique VIII y Fernando I. En estas publicaciones, la actitud de Erasmo hacia el texto del Nuevo Testamento es extremadamente radical, aunque no siguiera sus consecuencias lógicas. Su opinión de la Epístola de Santiago da pocos signos del espíritu apostólico; la epístola a los Efesios no tiene el estilo de S. Pablo y la epístola a los Hebreos es para él, aunque con dudas, de Clemente Romano. En la exégesis mantiene el racionalismo y trata las narraciones bíblicas de la misma manera que a los antiguos mitos clásicos, interpretándolas de forma subjetiva y figurativa o, como él decía, en un sentido alegórico.
Las obras literarias editadas por Erasmo hasta entonces le hacían el padre intelectual de la Reforma. Lo que la Reforma destruyó en la vida orgánica de la iglesia Erasmo ya lo había subvertido implícita o explícitamente en un sentido moral en su “Elogio de la Locura”, “Adagia” y “Colloquia” con su sarcasmo sin piedad o su frío escepticismo. Como su maestro Lorenzo Valla, veía la Escolástica como la gran perversión del espíritu religioso; según él esta degeneración venía de las primeras controversias cristológicas en las que se perdió la simplicidad evangélica de la iglesia y la convirtieron en la víctima de una filosofía pedante que culminó en la Escolástica, con la que apareció en la iglesia el farisaísmo que basaba lo correcto en las buenas obras y la santidad monástica y en un conjunto de ceremonias bajo el cual se ahogaba el espíritu cristiano y en vez de dedicarse a la salvación eterna de las almas, la escolástica repelía a los inclinados a la religión con las excesiva y ridículas especulaciones metafísicas y la inclinación morbosa a la discusión de los misterios insondables. Erasmo decía que la vida religiosa no se fomentaba con las discusiones sobre la procesión del Espíritu Santo o sobre la causa formalis efficiens, el character indelebilis del bautismo, la gratia gratis data o acquisita; y lo mismo podría decirse de la doctrina del pecado original. Hasta su concepto sobre la Eucaristía era muy racionalista que recuerda las enseñanzas de Zuinglio. Así mismo rechazaba el origen divino del Primado papal, o de la confesión, la indisolubilidad del matrimonio y otros principios fundamentales de la vida cristiana y de las constituciones eclesiásticas. El remplazaba estas traditiunculæ y constitutiunculæ hominum por las simples palabras de las escrituras, cuyas palabras quedaban a la interpretación del individuo. Las ordenanzas disciplinares de la Iglesia aún le merecían menos consideración: ayunos, peregrinajes, veneración de los santos y las reliquias, oraciones del Breviario, celibato y órdenes religiosas en general eran clasificados por él entre las perversidades de la escolástica formalística. Contra la “santidad de las buenas obras”, él presentaba su “filosofía de Cristo”, in ideal ético puramente natural, guiado por la sagacidad humana. Naturalmente, este estándar natural de la moralidad eliminaba casi completamente las diferencias entre la moralidad pagana y la cristiana de manera que Erasmo podía hablar de San Virgilio o San Horacio. En su edición del Nuevo Testamento griego y en sus “Paráfrasis” del mismo anticipaba la postura Protestante sobre las Escrituras.
Lutero no se expresó ni interpretó las Escrituras de forma más racionalista que Erasmo. La única diferencia está en que Lutero dijo clara y expresamente lo que Erasmo sugería con dudas y que Lutero buscaba en las Escrituras, sobre todo la certeza de la justificación por Cristo, mientras que Erasmo, casi con una convicción pelagiana, buscaba en ellas el modelo de vida moral. Los representantes de la Ilustración del siglo dieciocho presentaron principios y argumentos substancialmente iguales.
Pero hay que añadir, sin embargo, que la actitud de Erasmo hacia las cuestiones religiosas de su tiempo estaba condicionada más por los intereses literarios que por sus profundas convicciones. Sus posturas podían sufrir las influencias de su ansiedad por la paz y sus consideraciones personales. Más aún, en contraste con Lutero, él trataba de influir con sus escritos en un público refinado e intelectual y no en la gente común. Trabajaba por una reforma de la Iglesia que no fuera antagónica al papa y a los obispos ni que produjera una ruptura violenta, sino que, con la extensión de una mayor ilustración, acabara gradualmente produciendo la reorganización deseada. Y eso era tarea no de la gente común sino de los intelectuales y de los príncipes. Así que trató de contener más tarde el movimiento luterano con alguna clase de compromisos pacíficos. Por su amor intelectual de la paz evitó entrar en las disputas religiosas. Durante algún tiempo pareció que sus ideas de reforma iban a tener éxito, pero en cuanto se vio que el movimiento luterano iba a producir una separación definitiva de la Iglesia, pareció claro que la única actitud lógica era adherirse rigurosamente a ella y que eso era lo que había que defender. En los primeros años de la reforma hubo muchos que pensaron que Lutero estaba aplicando el programa de Erasmo: esta era la opinión de cuantos católicos y desde el principio incluyeron a Erasmo en sus ataques a Lutero. Esos ataques, debido a su carácter dubitativo, provocaron en él una actitud equívoca, si no un doble juego. Hizo creer a Lutero que estaba de acuerdo con él y únicamente exigía maneras menos violentas y más consideración hacia el papa y los dignatarios eclesiásticos. Al mismo tiempo adoptaba en público una actitud de estricta neutralidad, aunque poco a poco se fue alejando de Lutero. En 1519 escribió a Lutero: “Observo una neutralidad lo más estricta posible, para fomentar el estudio que parece que comienza a florecer de nuevo, más que con la pasión o la violencia”. La estrecha relación entre estos dos caracteres tan distintos se mantuvo hasta la Dieta de Worms, gracias a Melanchton, aunque ambos veían claramente la diferencia entre sus puntos de vista y sus actitudes.
Aunque Erasmo le había preparado el camino, Lutero estaba muy insatisfecho con él por sus conceptos racionalistas del pecado original y la doctrina de la gracia. Ya en 1517 se expresó sobre Erasmo: ”Mi gusto por Erasmo desaparece día tras día…Lo humano es para él más importante que lo divino…Los tiempos son ahora peligrosos y veo que un hombre no es más sincero o un cristiano mejor porque sea un sabio en griego o hebreo”. Lutero estaba molesto por la fría y reservada manera en que Erasmo juzgaba sus escritos y acciones. Sin embargo Erasmo siempre se opuso a que se persiguiera a Lutero y con frecuencia condenó en términos menos ecuánimes la Bula de excomunión. Pero al mismo tiempo rehusó cualquier asociación con Lutero, aduciendo no conocer bien sus escritos y afirmando su completa sumisión a la autoridad eclesiástica. Pero con todo ello, se puso de parte de Lutero en su correspondencia con el Elector Federico de Sajonia. Resumió sus puntos de vista sobre la doctrina de Lutero en veintidós “Axiomata” dirigidos al capellán de la corte del Elector, Spalatinus, y que para su disgusto fueron impresos después. En este memorial y en otros dirigidos al emperador y a amigos de Roma, Erasmo proponía un arbitraje por un tribunas de universitarios; se quejaba de los violentos ataques que le dirigían los monjes uy afirmaba su absoluta neutralidad y su fidelidad a Roma. Y esto era muy necesario entonces porque le legado papal, Alejandro, en sus informes a Roma ponía en guardia a las autoridades contra Erasmo y le acusaba de ser cómplice de la revolución religiosa. “El veneno de Erasmo tiene un efecto más peligroso que el de Lutero, que son sus conocidas cartas satíricas y sus insultos ofende a sus propias enseñanzas”,
Mientras Erasmo, gracias a sus relaciones en la Curia romana, lograba neutralizar en Roma estas y otras quejas hostiles parecidas; en Alemania se le siguió viendo con desconfianza y hasta con odio, sentimientos que se exaltaron cuando, a pesar de los repetidos ruegos, rehusó manifestarse en público contra Lutero. Insinuaciones y acusaciones de este tipo aparecían contra él, especialmente por los teólogos de Lovaina, así que en 1521 se trasladó a Basilea donde la presencia de numerosos humanistas de Alto Rin parecía asegurarle una existencia pacífica. Hasta en este lugar su actitud siguió siendo incierta durante un considerable tiempo.
Al duque de Sajonia se expresó de forma muy favorable a Lutero, culpando tanto a la bulla de excomunión como al edicto imperial contra el reformador, aunque en su correspondencia con el emperador y el papa Adriano VI negaba cualquier clase de asociación con Lutero, volviendo a su plan de reconciliación por medio de una corte arbitral. También defendió con calor su propia ortodoxia contra López Estúñiga (Stunica) que escribió "Erasmi Rotterdami blasphemiæ et impietates" (Roma, 1522), para demostrar que los errores luteranos se hallaban en la mencionada "Annotationes" al Nuevo Testamento. El mismo año (1522) el fugitivo Von Hutten, de camino a Zurich, intentó sin éxito encontrarse en Basilea con su antiguo amigo. Von Hutten se vengó en su "Expostulatio cum Erasmo" (1523), donde desnudó apasionadamente todas las debilidades, toda la parvitas et imbecillitas animi de su antiguo protector. Erasmo replicó desde Basilea con su "Spongia Erasmi adversus adspergines Hutteni", con igual violencia atacó el carácter y vida de su ponente defendiéndose del reproche de duplicidad. Trataba, escribió, de mantenerse alejado de los partidos en conflicto. En efecto había atacado los abusos romanos pero nunca había atacado a la Sede Apostólica o sus enseñanzas.
Con esto cesó toda apariencia de simpatía de Erasmo con los reformadores, aunque Melanchton intentó evitar la ruptura final. Los líderes del movimiento religioso anti-romano fueron abandonando uno tras otro de su relación con el famoso humanista, especialmente Zuinglio y Ecolampadio. Este mismo año Erasmo resolvió por fin atender a las numerosas voces que reclamaban, especialmente Adriano VI y Enrique VIII, que escribiera contra Lutero.
Por primera vez tomó una postura decidida, movido, sin duda por el miedo de perder la confianza de ambos bandos. Eligió hábilmente en punto de ataque a Lutero: Erasmo se había quejado mucho antes de que el nuevo movimiento religioso causaba solamente conmoción desorganización moral y la interrupción, si no la ruina completa, de los estudios académicos. Lo relacionaba con la negación luterana de la libre voluntad, así que escribió en defensa de la voluntad libre, contra Lutero la "Diatribe de libero arbitrio" (1524). La obra estaba escrita en un estilo digno y tranquilo, aunque de ninguna manera suficientemente profunda en su razonamiento teológico. La respuesta de Lutero fue "De servo arbitrio" (1524), que en adelante se convirtió en el programa oficial del nuevo movimiento. Comenzando por el tercer capítulo de la Epístola a los Romanos, enseña la absoluta incompetencia del hombre en su estado caído para realizar actos morales.
No podía imaginarse una antítesis can clara al ideal humanista. Erasmo respondió en su obra "Hyperaspistes" (1526), pero no tuvo efecto. Lutero le ignoró, excepto en cartas privadas en la que mostraba mucha irritación. Sin embargo, unos años después cuando apareció la "Explanatio Symboli" de Erasmo (1533), Lutero le atacó una vez más en una carta pública a la que Erasmo respondió en su "Adversus calumniosissimam epistolam Martini Lutheri". Estas disputas causaron en el reformador de Wittenberg un odio violento hacia Erasmo que le llamaba escéptico y epicúreo, pero los católicos pensaron que Erasmo se había rehabilitado, aunque los más extremistas no le creían. Erasmo no había dejado de insistir en la necesidad de reformas, aunque ahora hablaba más serenamente de muchas más cuestiones, como el celibato. Se puede decir que en sus últimos años se mantuvo alejado de todos los conflictos religiosos, dedicado a sus estudios humanísticos y a un círculo intimo de amigos como Boniface Amerbach, Beatus Rhenanus y Glareanus, aunque no permaneció indiferente ante los esfuerzos de reconciliación : él estaba a favor de la reunión eclesial.
Mientras tanto la reforma progresaba rápidamente en Basilea, donde adoptó la forma, muy detestada por Erasmo, de una violenta destrucción de imágenes. Se trasladó a Friburgo de Brisgovia, no lejos de Basilea en donde aún pudo encontrar un ambiente católico con el que congeniar. No dejó de esforzarse por la paz religiosa, en cuyo favor ejerció toda su influencia, especialmente en la corte imperial. A petición de Melanchton y Julius von Pflug, escribió "De sarcienda Ecclesiæ concordia" (1533), en la que pide la supresión de los abusos eclesiales de acuerdo con Roma y sin cambios en la constitución eclesial. A pesar de su ruptura con Lutero, subsistía una extensa desconfianza de Erasmo. En 1527 la Sorbona de París censuró 32 de sus proposiciones.
Es asombroso, sin embargo que la actitud de los papas hacia Erasmo nunca fuera desfavorable sino que, por el contrario, siempre mostraron una completa confianza en él. Paulo III quiso hacerlo cardenal, aunque Erasmo declinó el honor alegando su edad y mala salud.
De naturaleza débil y enfermiza sufrió toda de vida de cálculos, sus fuerzas fallaron al final. En estas condiciones decidió aceptar la invitación de María, regente de los Países Bajos, de vivir en Bravante y cuando estaba preparando el viaje un ataque repentino de disentería le causó la muerte. Murió con compostura y dando todos los signos de su confianza en Dios; no recibió los últimos sacramentos, aunque no se sabe por qué. Fue enterrado con gran pompa en la catedral de Basilea. Poco antes de morir se enteró con tristeza de la ejecución de sus dos amigos Sir Tomas More y el obispo Fisher.
Durante el último período en Basilea estuvo completamente ocupado con la edición de los clásicos y de los Padres de la Iglesia. En la edición de los Padres Erasmo dio forma a un medio de realizar el ideal teológico del Humanismo, que era hacer accesibles las fuentes originales del desarrollo eclesiástico y teológico para popularizar el concepto histórico de la Iglesia contra el punto de vista puramente especulativo de la Escolástica. Ya en 1516.18 Erasmo había publicado en nueve volúmenes las obras de S. Jerónimo, un teólogo por el que se sentía especialmente atraído. En 1523 apareció su edición de S. Hilario de Poitiers; en 1526 la de S. Ireneo de Lyon; en 1527 S. Ambrosio; en 1528 S. Agustín; en 1529 al edición de Epifanio; en 1530 S Juan Crisóstomo. No vivó para ver terminada su edición de Orígenes.
En el mismo período publicó los tratados pedagógicos y teológicos: "Ecclesiastes sive Concionator evangelicus" (1535), una obra homilética muy admirada; "Modus confitendi" (1525), una guía para confesarse bien; "Modus orandi Deum"; "Vidua christiana"; "De civilitate morum puerilium"; "De præparatione ad mortem", etc. Las opiniones sobre Erasmo varían mucho. Nadie le defiende si reservas, ya que sus defectos de carácter lo impiden. Su vanidad y egocentrismo no tiene límite y para satisfacerlas era capaz de perseguir a amigos anteriores con difamaciones e invenciones. Su adulación, allí donde pensaba conseguir ventajas materiales, era con frecuencia repulsiva y careció de un discurso claro y decidido precisamente en los momentos en que era necesario. Su ideal religioso era enteramente humanístico; la reforma de la Iglesia sobre la base de su constitución tradicional, la introducción de la ilustración humanística en la doctrina eclesiástica sin romper con Roma.
Era por naturaleza frío, de carácter intelectual y o tenía interés real en otros asuntos y temas y sobre todo no tenía ninguna simpatía ni afecto por las doctrinas y destinos de la Iglesia. Sin capacidad de iniciativa práctica no estaba dotado para tomar una actitud más activa en los movimientos religiosos violentos de su época ni siquiera para sacrificarse en defensa de la Iglesia.
Su amargo sarcasmo hizo en verdad mucho a favor de la llegada de la Reforma. No dejó títere con cabeza en los más sagrados elementos de la religión ni entre sus amigos anteriores. Tenía un cerebro absolutamente incapaz de especulación y le faltaba completamente el poder de la decisión filosófica aguda y no nos puede extrañar, por otra parte, que fuera incapaz de atrapar firmemente la doctrina eclesiástica o tratar con justicia su formulación escolástica, mientras que por la otra cargaba con extrema injusticia contra instituciones de la Iglesia. No se debe olvidar que sus graves defectos de carácter estaban compensados con brillantes cualidades. Sus espléndidas dotes explican su fama universal en Europa a largo de las décadas, una estima y admiración publicas que excedían de lejos en grado y extensión a las de otros intelectuales desde tu época. Tenía un talento sin parangón por la forma, grandes dones periodísticos y un sobresaliente poder de expresión. Ni tenía rival para los discursos fuertes y emotivos, la aguda ironía y un sarcasmo encubierto. El mundo veía en él a un sabio de muchos y variadas saberes, aunque no profundo ni meticuloso, un hombre de observación universal un escritor de elegante y brillante dicción en el grado más elevado En una palabra, Erasmo exhibía la quintaesencia del espíritu del Renacimiento. En él se reflejaban fielmente sus buenas como sus malas cualidades.
No se puede negar que Erasmo fue un facto poderoso en el movimiento educacional de su tiempo. Como el más famoso de los humanistas alemanes trabajaba constantemente y con efectividad por la difusión de la nueva ciencia que heredaba de educación del período renacentista su espíritu y sus contenidos. Debido a sus relaciones con universitarios y estudiantes sus sátiras publicas sobre los métodos e instituciones existentes y especialmente su trabajo al editar a los autores griegos y latinos, dio un gran impulso al estudio de los clásicos. Pero sus más directas contribuciones a la educación están llenas de la inconsistencia de su carácter. Algunos de sus escritos, como por ejemplo” El orden de los Estudios” (De ratione Studii, 1516) y su "Educación liberal de los niños" (De pueris statim ac liberaliter instituendis, 1529), contienen excelentes consejos a los padres y maestros sobre el cuidado de los niños, desarrollo de la individualidad y aprendizaje de la virtud y la práctica religiosa con énfasis sobre las cualidades morales del maestro y la selección sensata de los temas de estudio. En otros escritos, como los "Colloquia", el tono y el lenguaje son todo lo contrario, de hecho son tan ofensivos que hasta Lutero en los “Charlas de Sobremesa”, declara: ”Si muero prohibiré a mis hijos leer sus Coloquios…Ved ahora el veneno que suelta en sus Coloquios entre su falsa gente y que llega ocultamente a nuestra juventud para envenenarlos”.
Es muy sorprendente que su obra fuera condenada por la Sorbona (1526) como peligrosa para la moral y colocada después en el Índice. El hecho de que Erasmo ocupe un lugar tan importante en las obras de la historia de la educación, mientras otros que han contribuido mucho más al desarrollo de los métodos educativos (por ejemplo Vives) ni siquiera son mencionados, se debe sin duda a la simpatía que despierta su actitud anticlerical más que al valor intrínseco de su obra (ver Stöckl, Gesch. d. Pädagogik, Mainz, 1876).
Beatus Rhenanus publicó la obra completa de Erasmo a la que le añadió una biografía del mismo, en Basilea 1540-41) en nueve volúmenes. Le Clerc también la publicó completa (Leyden, 1703-06), 10 vols.; Ruelens, "Erasmi Rott. Silva carminum" (Bruselas, 1864). Las ediciones de las cartas de Erasmo han sido así: "Epistulæ familiares Erasmi" (Basilea, 1518); Herzog, "Epistulæ famil. ad Bon. Amerbachium" (Basle, 1779); Horawitz, "Erasmiana" en las Transacciones de la sección filosófica- histórica de la Academia de Viena vols. XC y XCV (1878-85); Horawitz, "Erasmus and Martin Lipsius" (1882); F. M. Nichols, "The Epistles of Erasmus" (London, 1901-04), 2 vols.; von Miaskowski, "Correspondenz des Erasmus mit Polen" (Breslau, 1901). Selecciones de sus escritos pedagógicos fueron publicado por Reichling, "Ausgew. pädagogische Schriften des Erasmus" (Friburgo, 1896).
Bibliografía: Sobre la vida de Erasmo, hay información en sus cartas a Servatius y Grunnius. DURAND DE LAUR, Erasme de Rotterd., précurseur et initiateur de l'esprit moderne (Paris, 1872), II; DRUMMOND, Erasmus, His Life and Character (London, 1873), II; FEUGÈRE, Erasme, étude sur sa vie et ses ouvrages (Paris, 1874); GILLY, Erasme (Arras, 1879); RICHTER, Erasmusstudien (Dresden, 1891); FR. SEEBOHM, The Oxford Reformers: John Colet, Erasmus, and Thomas More (London, 1899); EMERTON, Erasmus (London, 1899); PENNINGTON, Erasmus (London, 1901); CAPEY, Erasmus (London, 1902), con una buena bibliografía, pp. 196-220; sobre la politica de conciliación de Erasmo ver WOKER, De Erasmi studiis irenicis (Paderborn, 1872); KALKOFF in Zeitschrift für Reformationsgesch., I (1904), 1 ss.; HARTFELDER, Erasmus u. die Päpste in Histor. Taschenbuch, VI, Series XI, 148 ss.; PASTOR, Gesch. der Päpste, I, IV, 472 sqq.; LEZIUS, Zur Characteristik des relig. Standpunktes des Erasmus (1895); RICHTER, Desid. Erasmus u. seine Stellung zu Luther (Leipzig, 1907); HERMELINK, Die religiösen Reformbestrebungen des deutschen Humanismus (Tübingen, 1907); STICHART, Rasmus von Rotterd., seine Stellung zur Kirche und zu den relig. Bewegungen seiner Zeit (Leipzig, 1870); SCHOLZ, Die pädagogischen und didactischen Grundsätze des Erasmus (1880); BECHER, Die Ansichten des Erasmus über die Erziehung und den ersten Unterricht der Kinder (1890); GLÖCKNER, Das Ideal der Bildung und Erziehung bei Erasmus (1890); HOFFMANN, Essai d'une liste d'ouvrages concernant la vie et les écrits d'Erasme (Brussels, 1866); Erasmiana, editada por la universidad de Ginebra (Geneva, 1897-1901), I-III.
Fuente: Sauer, Joseph. "Desiderius Erasmus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05510b.htm>.
Traducido por Pedro Royo
El método escolástico de enseñanza que era el más común en Paris le repugnaba tanto que usó mucho de su tiempo para viajar a través de Francia y los Países Bajos, recibiendo de vez en cuando ayuda de sus amigos; durante un tiempo estuvo en Orleans donde trabajó en su colección de proverbios, los “Adagia”. El dinero para su viaje a Inglaterra lo ganó como tutor de tres ingleses, de los que además obtuvo valiosas cartas de presentación.
Durante su estancia en Inglaterra (1498-99) conoció en Oxford a Colet, Tomás Moro, Latimer y otros conocimiento que se convirtió con el tiempo en una amistad de por vida. Colet le mostró como reconciliar al antigua fe con el humanismo, abandonando el método escolástico y la dedicación al estudio profundo de las Escrituras. Al volver al continente timó con renovado interés el estudio del griego, en París y Lovaina. Las primeras publicaciones de Erasmo se dieron en este temprano período. En 1500 publicó los Adagia, una colección de proverbios latinos y griegos y en 1508 otra edición muy aumentada de los mismos; en 1502 apareció en "Enchiridion militis christiani", en el que describía la naturaleza de la verdadera religión y de la verdadera piedad, pero con comentarios mordientes contra la Iglesia.; en 1505, las "Annotationes"de Lorenzo Valla Al Nuevo testamento, cuya manuscrito había encontrado en un monasterio en Bruselas. Su introducción a esta obra es importante, porque en ella aparecen sus primeras manifestaciones sobre la Escritura, en las que pone un interés especial en la necesidad de una nueva traducción, una vuelta al texto original y respecto por el sentido literal.
En 1506 pudo, por fin conseguir, con la ayuda de unos amigos ingleses, lo que más deseaba: un viaje a Italia. En su viaje recibió, en Turín, el título de doctor en Teología; en Bolonia Padua y Venencia, que eran los centros académicos del norte de Italia fue saludado con entusiasmo por los humanistas más distinguidos, quedándose algún tiempo en cada una de eses ciudades. En Venecia se hizo amigo íntimo de Aldo Manucio. En Roma fue también recibido de forma muy halagadora. Los cardenales, especialmente Giovanni de Medici (después Leo X), y Domenico Grimani, fueron especialmente acogedores. Pero no pudieron convencerle de que fijara su residencia en Roma y rehusó las ofertas de promociones eclesiásticas.
Enrique VIII acababa de ascender el trono de Inglaterra, con lo que Erasmus cobró la esperanza de que le ofrecieran un buen empleo en ese país, hacia el que partió inmediatamente. Saliendo e Italia (1509) escribió la sátira conocida como “El Elogio de la locura” ("Moriæ Encomium", o "Laus Stultitiæ"), que en unos pocos meses consiguió siete ediciones. Originalmente estaba pensado par que se distribuyera de una forma privada, por sus críticas a los abusos y locuras de las varias clases de la sociedad, especialmente la Iglesia. Es un intento frío y bien pensado de desacreditar a la Iglesia y su sátira y mordientes comentarios sobre las condiciones eclesiásticas no se proponen como una medicina sanadora sino como un veneno mortal.
Se puede decir que en esto momento Erasmo estaba en la cumbre de su fama; era altamente respetado en toda Europa y considerado como un oráculo por los príncipes y los intelectuales. Todos sentían que era un honor tener correspondencia con él. Así pues su vanidad natural y su auto complacencia se incrementaron hasta el punto de convertirse casi en una enfermedad; al mismo tiempo el trataba de conseguir, a veces por medio de la más basta adulación, el favor ayuda material de sus protectores o asegurarse la continuidad de tales beneficios. También fue este el período de su mayor productividad literaria. Escribió por entonces obras destinadas a influenciar profundamente en la revolución eclesiástica que estaba a punto de estallar. Pasó los cinco años siguientes en Inglaterra, aunque nunca aceptó un cargo permanente; así durante un tiempo fue profesor de griego en Cambridge. Cuando las esperanzas que había puesto en su amistad con Enrique VIII resultaron vanas y al ver que el dinero de Enrique era absolutamente necesario para los planes de guerra, volvió a Bravante, donde se convirtió en uno de los consejeros reales del archiduque Carlos, después emperador Carlos V, cargo que le consiguió un sueldo fijo. Escribió para su patrón "Institutio principis christiani", una descripción humanística del gobernador ideal. El emperador pensó en hacer que se le ordenara obispo, por lo que con la ayuda del famoso y sabio legado papal Amonio, obtuvo un breve papal con el que se le liberaba de sus obligaciones monásticas así como de las censuras en las que había incurrido por no vestir el hábito de su orden sin permiso para ello. No teniendo ya obligación de tener una residencia permanente, Erasmo continúo cónsul vida de viajero, ocupado alternativamente en la composición y publicación de sus obras. Para asegurarse su libertad total, rehusó muchas ofertas brillantes, entre ellas una invitación del rey de Francia para residir en París, del archiduque Fernando para que lo hiciera en Viena y de Eduardo VIII para que volviera a Inglaterra.
Con frecuencia iba a Basilea a visitar a Froben, el famoso impresor, que en adelante publicó casi todas sus obras y le consiguió una amplia circulación de las mismas. Así se puso en contacto más estrecho con el humanismo alemán y su influencia aumentó el prestigio en n el suroeste de Alemania ya que los seguidores de la “ciencia nueva” en Basilea, Schlettstadt y Estrasburgo le consideraban su líder. Una de sus más importantes obras de este período es "Colloquia Familiaria", en 1518, publicada y aumentada en 1526 y reimpresa frecuentemente. Es una especie de libro de texto para el estudio del latín una introducción al aprendizaje puramente formal de la mente y un ejemplo típico del espíritu frívolo del Renacimiento. Los defectos de la vida monástica y eclesiástica se acentúan sin piedad y desciende demasiado frecuentemente a descripciones cínicas e indecentes.
Su edición del texto griego original del Nuevo Testamento "Novum Instrumentum omne" (Basilea, 1516), que no es precisamente un modelo de texto crítico, iba acompañado de una traducción en latín clásico, destinado a remplazar a la Vulgata. Entre las notas, que son en parte crítica textual y en parte comentarios exegéticos, intercalaba insultos sobre las condiciones eclesiásticas del período. En una introducción general discutía la importancia de las Escritura y el mejor método de estudiarlas. Aunque la edición Complutense ofrecía un texto mejor y ya estaba impresa, pero no publicada, en fechas anteriores, sin embargo la edición de Erasmo permaneció durante mucho tiempo como autoridad de referencia debido a su gran reputación y se convirtió en la base del textus receptus o texto recibido.
También fue importante instrumento en la preparación del camino de la Reforma futura, al arrinconar el método escolástico y minar al Autoridad tradicional de las Escrituras sus “Paráfrasis del Nuevo testamento (1517 y ss.), obra dedicada a varios príncipes y prelados; las paráfrasis de los evangelistas a Carlos V, Francisco I, Enrique VIII y Fernando I. En estas publicaciones, la actitud de Erasmo hacia el texto del Nuevo Testamento es extremadamente radical, aunque no siguiera sus consecuencias lógicas. Su opinión de la Epístola de Santiago da pocos signos del espíritu apostólico; la epístola a los Efesios no tiene el estilo de S. Pablo y la epístola a los Hebreos es para él, aunque con dudas, de Clemente Romano. En la exégesis mantiene el racionalismo y trata las narraciones bíblicas de la misma manera que a los antiguos mitos clásicos, interpretándolas de forma subjetiva y figurativa o, como él decía, en un sentido alegórico.
Las obras literarias editadas por Erasmo hasta entonces le hacían el padre intelectual de la Reforma. Lo que la Reforma destruyó en la vida orgánica de la iglesia Erasmo ya lo había subvertido implícita o explícitamente en un sentido moral en su “Elogio de la Locura”, “Adagia” y “Colloquia” con su sarcasmo sin piedad o su frío escepticismo. Como su maestro Lorenzo Valla, veía la Escolástica como la gran perversión del espíritu religioso; según él esta degeneración venía de las primeras controversias cristológicas en las que se perdió la simplicidad evangélica de la iglesia y la convirtieron en la víctima de una filosofía pedante que culminó en la Escolástica, con la que apareció en la iglesia el farisaísmo que basaba lo correcto en las buenas obras y la santidad monástica y en un conjunto de ceremonias bajo el cual se ahogaba el espíritu cristiano y en vez de dedicarse a la salvación eterna de las almas, la escolástica repelía a los inclinados a la religión con las excesiva y ridículas especulaciones metafísicas y la inclinación morbosa a la discusión de los misterios insondables. Erasmo decía que la vida religiosa no se fomentaba con las discusiones sobre la procesión del Espíritu Santo o sobre la causa formalis efficiens, el character indelebilis del bautismo, la gratia gratis data o acquisita; y lo mismo podría decirse de la doctrina del pecado original. Hasta su concepto sobre la Eucaristía era muy racionalista que recuerda las enseñanzas de Zuinglio. Así mismo rechazaba el origen divino del Primado papal, o de la confesión, la indisolubilidad del matrimonio y otros principios fundamentales de la vida cristiana y de las constituciones eclesiásticas. El remplazaba estas traditiunculæ y constitutiunculæ hominum por las simples palabras de las escrituras, cuyas palabras quedaban a la interpretación del individuo. Las ordenanzas disciplinares de la Iglesia aún le merecían menos consideración: ayunos, peregrinajes, veneración de los santos y las reliquias, oraciones del Breviario, celibato y órdenes religiosas en general eran clasificados por él entre las perversidades de la escolástica formalística. Contra la “santidad de las buenas obras”, él presentaba su “filosofía de Cristo”, in ideal ético puramente natural, guiado por la sagacidad humana. Naturalmente, este estándar natural de la moralidad eliminaba casi completamente las diferencias entre la moralidad pagana y la cristiana de manera que Erasmo podía hablar de San Virgilio o San Horacio. En su edición del Nuevo Testamento griego y en sus “Paráfrasis” del mismo anticipaba la postura Protestante sobre las Escrituras.
Lutero no se expresó ni interpretó las Escrituras de forma más racionalista que Erasmo. La única diferencia está en que Lutero dijo clara y expresamente lo que Erasmo sugería con dudas y que Lutero buscaba en las Escrituras, sobre todo la certeza de la justificación por Cristo, mientras que Erasmo, casi con una convicción pelagiana, buscaba en ellas el modelo de vida moral. Los representantes de la Ilustración del siglo dieciocho presentaron principios y argumentos substancialmente iguales.
Pero hay que añadir, sin embargo, que la actitud de Erasmo hacia las cuestiones religiosas de su tiempo estaba condicionada más por los intereses literarios que por sus profundas convicciones. Sus posturas podían sufrir las influencias de su ansiedad por la paz y sus consideraciones personales. Más aún, en contraste con Lutero, él trataba de influir con sus escritos en un público refinado e intelectual y no en la gente común. Trabajaba por una reforma de la Iglesia que no fuera antagónica al papa y a los obispos ni que produjera una ruptura violenta, sino que, con la extensión de una mayor ilustración, acabara gradualmente produciendo la reorganización deseada. Y eso era tarea no de la gente común sino de los intelectuales y de los príncipes. Así que trató de contener más tarde el movimiento luterano con alguna clase de compromisos pacíficos. Por su amor intelectual de la paz evitó entrar en las disputas religiosas. Durante algún tiempo pareció que sus ideas de reforma iban a tener éxito, pero en cuanto se vio que el movimiento luterano iba a producir una separación definitiva de la Iglesia, pareció claro que la única actitud lógica era adherirse rigurosamente a ella y que eso era lo que había que defender. En los primeros años de la reforma hubo muchos que pensaron que Lutero estaba aplicando el programa de Erasmo: esta era la opinión de cuantos católicos y desde el principio incluyeron a Erasmo en sus ataques a Lutero. Esos ataques, debido a su carácter dubitativo, provocaron en él una actitud equívoca, si no un doble juego. Hizo creer a Lutero que estaba de acuerdo con él y únicamente exigía maneras menos violentas y más consideración hacia el papa y los dignatarios eclesiásticos. Al mismo tiempo adoptaba en público una actitud de estricta neutralidad, aunque poco a poco se fue alejando de Lutero. En 1519 escribió a Lutero: “Observo una neutralidad lo más estricta posible, para fomentar el estudio que parece que comienza a florecer de nuevo, más que con la pasión o la violencia”. La estrecha relación entre estos dos caracteres tan distintos se mantuvo hasta la Dieta de Worms, gracias a Melanchton, aunque ambos veían claramente la diferencia entre sus puntos de vista y sus actitudes.
Aunque Erasmo le había preparado el camino, Lutero estaba muy insatisfecho con él por sus conceptos racionalistas del pecado original y la doctrina de la gracia. Ya en 1517 se expresó sobre Erasmo: ”Mi gusto por Erasmo desaparece día tras día…Lo humano es para él más importante que lo divino…Los tiempos son ahora peligrosos y veo que un hombre no es más sincero o un cristiano mejor porque sea un sabio en griego o hebreo”. Lutero estaba molesto por la fría y reservada manera en que Erasmo juzgaba sus escritos y acciones. Sin embargo Erasmo siempre se opuso a que se persiguiera a Lutero y con frecuencia condenó en términos menos ecuánimes la Bula de excomunión. Pero al mismo tiempo rehusó cualquier asociación con Lutero, aduciendo no conocer bien sus escritos y afirmando su completa sumisión a la autoridad eclesiástica. Pero con todo ello, se puso de parte de Lutero en su correspondencia con el Elector Federico de Sajonia. Resumió sus puntos de vista sobre la doctrina de Lutero en veintidós “Axiomata” dirigidos al capellán de la corte del Elector, Spalatinus, y que para su disgusto fueron impresos después. En este memorial y en otros dirigidos al emperador y a amigos de Roma, Erasmo proponía un arbitraje por un tribunas de universitarios; se quejaba de los violentos ataques que le dirigían los monjes uy afirmaba su absoluta neutralidad y su fidelidad a Roma. Y esto era muy necesario entonces porque le legado papal, Alejandro, en sus informes a Roma ponía en guardia a las autoridades contra Erasmo y le acusaba de ser cómplice de la revolución religiosa. “El veneno de Erasmo tiene un efecto más peligroso que el de Lutero, que son sus conocidas cartas satíricas y sus insultos ofende a sus propias enseñanzas”,
Mientras Erasmo, gracias a sus relaciones en la Curia romana, lograba neutralizar en Roma estas y otras quejas hostiles parecidas; en Alemania se le siguió viendo con desconfianza y hasta con odio, sentimientos que se exaltaron cuando, a pesar de los repetidos ruegos, rehusó manifestarse en público contra Lutero. Insinuaciones y acusaciones de este tipo aparecían contra él, especialmente por los teólogos de Lovaina, así que en 1521 se trasladó a Basilea donde la presencia de numerosos humanistas de Alto Rin parecía asegurarle una existencia pacífica. Hasta en este lugar su actitud siguió siendo incierta durante un considerable tiempo.
Al duque de Sajonia se expresó de forma muy favorable a Lutero, culpando tanto a la bulla de excomunión como al edicto imperial contra el reformador, aunque en su correspondencia con el emperador y el papa Adriano VI negaba cualquier clase de asociación con Lutero, volviendo a su plan de reconciliación por medio de una corte arbitral. También defendió con calor su propia ortodoxia contra López Estúñiga (Stunica) que escribió "Erasmi Rotterdami blasphemiæ et impietates" (Roma, 1522), para demostrar que los errores luteranos se hallaban en la mencionada "Annotationes" al Nuevo Testamento. El mismo año (1522) el fugitivo Von Hutten, de camino a Zurich, intentó sin éxito encontrarse en Basilea con su antiguo amigo. Von Hutten se vengó en su "Expostulatio cum Erasmo" (1523), donde desnudó apasionadamente todas las debilidades, toda la parvitas et imbecillitas animi de su antiguo protector. Erasmo replicó desde Basilea con su "Spongia Erasmi adversus adspergines Hutteni", con igual violencia atacó el carácter y vida de su ponente defendiéndose del reproche de duplicidad. Trataba, escribió, de mantenerse alejado de los partidos en conflicto. En efecto había atacado los abusos romanos pero nunca había atacado a la Sede Apostólica o sus enseñanzas.
Con esto cesó toda apariencia de simpatía de Erasmo con los reformadores, aunque Melanchton intentó evitar la ruptura final. Los líderes del movimiento religioso anti-romano fueron abandonando uno tras otro de su relación con el famoso humanista, especialmente Zuinglio y Ecolampadio. Este mismo año Erasmo resolvió por fin atender a las numerosas voces que reclamaban, especialmente Adriano VI y Enrique VIII, que escribiera contra Lutero.
Por primera vez tomó una postura decidida, movido, sin duda por el miedo de perder la confianza de ambos bandos. Eligió hábilmente en punto de ataque a Lutero: Erasmo se había quejado mucho antes de que el nuevo movimiento religioso causaba solamente conmoción desorganización moral y la interrupción, si no la ruina completa, de los estudios académicos. Lo relacionaba con la negación luterana de la libre voluntad, así que escribió en defensa de la voluntad libre, contra Lutero la "Diatribe de libero arbitrio" (1524). La obra estaba escrita en un estilo digno y tranquilo, aunque de ninguna manera suficientemente profunda en su razonamiento teológico. La respuesta de Lutero fue "De servo arbitrio" (1524), que en adelante se convirtió en el programa oficial del nuevo movimiento. Comenzando por el tercer capítulo de la Epístola a los Romanos, enseña la absoluta incompetencia del hombre en su estado caído para realizar actos morales.
No podía imaginarse una antítesis can clara al ideal humanista. Erasmo respondió en su obra "Hyperaspistes" (1526), pero no tuvo efecto. Lutero le ignoró, excepto en cartas privadas en la que mostraba mucha irritación. Sin embargo, unos años después cuando apareció la "Explanatio Symboli" de Erasmo (1533), Lutero le atacó una vez más en una carta pública a la que Erasmo respondió en su "Adversus calumniosissimam epistolam Martini Lutheri". Estas disputas causaron en el reformador de Wittenberg un odio violento hacia Erasmo que le llamaba escéptico y epicúreo, pero los católicos pensaron que Erasmo se había rehabilitado, aunque los más extremistas no le creían. Erasmo no había dejado de insistir en la necesidad de reformas, aunque ahora hablaba más serenamente de muchas más cuestiones, como el celibato. Se puede decir que en sus últimos años se mantuvo alejado de todos los conflictos religiosos, dedicado a sus estudios humanísticos y a un círculo intimo de amigos como Boniface Amerbach, Beatus Rhenanus y Glareanus, aunque no permaneció indiferente ante los esfuerzos de reconciliación : él estaba a favor de la reunión eclesial.
Mientras tanto la reforma progresaba rápidamente en Basilea, donde adoptó la forma, muy detestada por Erasmo, de una violenta destrucción de imágenes. Se trasladó a Friburgo de Brisgovia, no lejos de Basilea en donde aún pudo encontrar un ambiente católico con el que congeniar. No dejó de esforzarse por la paz religiosa, en cuyo favor ejerció toda su influencia, especialmente en la corte imperial. A petición de Melanchton y Julius von Pflug, escribió "De sarcienda Ecclesiæ concordia" (1533), en la que pide la supresión de los abusos eclesiales de acuerdo con Roma y sin cambios en la constitución eclesial. A pesar de su ruptura con Lutero, subsistía una extensa desconfianza de Erasmo. En 1527 la Sorbona de París censuró 32 de sus proposiciones.
Es asombroso, sin embargo que la actitud de los papas hacia Erasmo nunca fuera desfavorable sino que, por el contrario, siempre mostraron una completa confianza en él. Paulo III quiso hacerlo cardenal, aunque Erasmo declinó el honor alegando su edad y mala salud.
De naturaleza débil y enfermiza sufrió toda de vida de cálculos, sus fuerzas fallaron al final. En estas condiciones decidió aceptar la invitación de María, regente de los Países Bajos, de vivir en Bravante y cuando estaba preparando el viaje un ataque repentino de disentería le causó la muerte. Murió con compostura y dando todos los signos de su confianza en Dios; no recibió los últimos sacramentos, aunque no se sabe por qué. Fue enterrado con gran pompa en la catedral de Basilea. Poco antes de morir se enteró con tristeza de la ejecución de sus dos amigos Sir Tomas More y el obispo Fisher.
Durante el último período en Basilea estuvo completamente ocupado con la edición de los clásicos y de los Padres de la Iglesia. En la edición de los Padres Erasmo dio forma a un medio de realizar el ideal teológico del Humanismo, que era hacer accesibles las fuentes originales del desarrollo eclesiástico y teológico para popularizar el concepto histórico de la Iglesia contra el punto de vista puramente especulativo de la Escolástica. Ya en 1516.18 Erasmo había publicado en nueve volúmenes las obras de S. Jerónimo, un teólogo por el que se sentía especialmente atraído. En 1523 apareció su edición de S. Hilario de Poitiers; en 1526 la de S. Ireneo de Lyon; en 1527 S. Ambrosio; en 1528 S. Agustín; en 1529 al edición de Epifanio; en 1530 S Juan Crisóstomo. No vivó para ver terminada su edición de Orígenes.
En el mismo período publicó los tratados pedagógicos y teológicos: "Ecclesiastes sive Concionator evangelicus" (1535), una obra homilética muy admirada; "Modus confitendi" (1525), una guía para confesarse bien; "Modus orandi Deum"; "Vidua christiana"; "De civilitate morum puerilium"; "De præparatione ad mortem", etc. Las opiniones sobre Erasmo varían mucho. Nadie le defiende si reservas, ya que sus defectos de carácter lo impiden. Su vanidad y egocentrismo no tiene límite y para satisfacerlas era capaz de perseguir a amigos anteriores con difamaciones e invenciones. Su adulación, allí donde pensaba conseguir ventajas materiales, era con frecuencia repulsiva y careció de un discurso claro y decidido precisamente en los momentos en que era necesario. Su ideal religioso era enteramente humanístico; la reforma de la Iglesia sobre la base de su constitución tradicional, la introducción de la ilustración humanística en la doctrina eclesiástica sin romper con Roma.
Era por naturaleza frío, de carácter intelectual y o tenía interés real en otros asuntos y temas y sobre todo no tenía ninguna simpatía ni afecto por las doctrinas y destinos de la Iglesia. Sin capacidad de iniciativa práctica no estaba dotado para tomar una actitud más activa en los movimientos religiosos violentos de su época ni siquiera para sacrificarse en defensa de la Iglesia.
Su amargo sarcasmo hizo en verdad mucho a favor de la llegada de la Reforma. No dejó títere con cabeza en los más sagrados elementos de la religión ni entre sus amigos anteriores. Tenía un cerebro absolutamente incapaz de especulación y le faltaba completamente el poder de la decisión filosófica aguda y no nos puede extrañar, por otra parte, que fuera incapaz de atrapar firmemente la doctrina eclesiástica o tratar con justicia su formulación escolástica, mientras que por la otra cargaba con extrema injusticia contra instituciones de la Iglesia. No se debe olvidar que sus graves defectos de carácter estaban compensados con brillantes cualidades. Sus espléndidas dotes explican su fama universal en Europa a largo de las décadas, una estima y admiración publicas que excedían de lejos en grado y extensión a las de otros intelectuales desde tu época. Tenía un talento sin parangón por la forma, grandes dones periodísticos y un sobresaliente poder de expresión. Ni tenía rival para los discursos fuertes y emotivos, la aguda ironía y un sarcasmo encubierto. El mundo veía en él a un sabio de muchos y variadas saberes, aunque no profundo ni meticuloso, un hombre de observación universal un escritor de elegante y brillante dicción en el grado más elevado En una palabra, Erasmo exhibía la quintaesencia del espíritu del Renacimiento. En él se reflejaban fielmente sus buenas como sus malas cualidades.
No se puede negar que Erasmo fue un facto poderoso en el movimiento educacional de su tiempo. Como el más famoso de los humanistas alemanes trabajaba constantemente y con efectividad por la difusión de la nueva ciencia que heredaba de educación del período renacentista su espíritu y sus contenidos. Debido a sus relaciones con universitarios y estudiantes sus sátiras publicas sobre los métodos e instituciones existentes y especialmente su trabajo al editar a los autores griegos y latinos, dio un gran impulso al estudio de los clásicos. Pero sus más directas contribuciones a la educación están llenas de la inconsistencia de su carácter. Algunos de sus escritos, como por ejemplo” El orden de los Estudios” (De ratione Studii, 1516) y su "Educación liberal de los niños" (De pueris statim ac liberaliter instituendis, 1529), contienen excelentes consejos a los padres y maestros sobre el cuidado de los niños, desarrollo de la individualidad y aprendizaje de la virtud y la práctica religiosa con énfasis sobre las cualidades morales del maestro y la selección sensata de los temas de estudio. En otros escritos, como los "Colloquia", el tono y el lenguaje son todo lo contrario, de hecho son tan ofensivos que hasta Lutero en los “Charlas de Sobremesa”, declara: ”Si muero prohibiré a mis hijos leer sus Coloquios…Ved ahora el veneno que suelta en sus Coloquios entre su falsa gente y que llega ocultamente a nuestra juventud para envenenarlos”.
Es muy sorprendente que su obra fuera condenada por la Sorbona (1526) como peligrosa para la moral y colocada después en el Índice. El hecho de que Erasmo ocupe un lugar tan importante en las obras de la historia de la educación, mientras otros que han contribuido mucho más al desarrollo de los métodos educativos (por ejemplo Vives) ni siquiera son mencionados, se debe sin duda a la simpatía que despierta su actitud anticlerical más que al valor intrínseco de su obra (ver Stöckl, Gesch. d. Pädagogik, Mainz, 1876).
Beatus Rhenanus publicó la obra completa de Erasmo a la que le añadió una biografía del mismo, en Basilea 1540-41) en nueve volúmenes. Le Clerc también la publicó completa (Leyden, 1703-06), 10 vols.; Ruelens, "Erasmi Rott. Silva carminum" (Bruselas, 1864). Las ediciones de las cartas de Erasmo han sido así: "Epistulæ familiares Erasmi" (Basilea, 1518); Herzog, "Epistulæ famil. ad Bon. Amerbachium" (Basle, 1779); Horawitz, "Erasmiana" en las Transacciones de la sección filosófica- histórica de la Academia de Viena vols. XC y XCV (1878-85); Horawitz, "Erasmus and Martin Lipsius" (1882); F. M. Nichols, "The Epistles of Erasmus" (London, 1901-04), 2 vols.; von Miaskowski, "Correspondenz des Erasmus mit Polen" (Breslau, 1901). Selecciones de sus escritos pedagógicos fueron publicado por Reichling, "Ausgew. pädagogische Schriften des Erasmus" (Friburgo, 1896).
Bibliografía: Sobre la vida de Erasmo, hay información en sus cartas a Servatius y Grunnius. DURAND DE LAUR, Erasme de Rotterd., précurseur et initiateur de l'esprit moderne (Paris, 1872), II; DRUMMOND, Erasmus, His Life and Character (London, 1873), II; FEUGÈRE, Erasme, étude sur sa vie et ses ouvrages (Paris, 1874); GILLY, Erasme (Arras, 1879); RICHTER, Erasmusstudien (Dresden, 1891); FR. SEEBOHM, The Oxford Reformers: John Colet, Erasmus, and Thomas More (London, 1899); EMERTON, Erasmus (London, 1899); PENNINGTON, Erasmus (London, 1901); CAPEY, Erasmus (London, 1902), con una buena bibliografía, pp. 196-220; sobre la politica de conciliación de Erasmo ver WOKER, De Erasmi studiis irenicis (Paderborn, 1872); KALKOFF in Zeitschrift für Reformationsgesch., I (1904), 1 ss.; HARTFELDER, Erasmus u. die Päpste in Histor. Taschenbuch, VI, Series XI, 148 ss.; PASTOR, Gesch. der Päpste, I, IV, 472 sqq.; LEZIUS, Zur Characteristik des relig. Standpunktes des Erasmus (1895); RICHTER, Desid. Erasmus u. seine Stellung zu Luther (Leipzig, 1907); HERMELINK, Die religiösen Reformbestrebungen des deutschen Humanismus (Tübingen, 1907); STICHART, Rasmus von Rotterd., seine Stellung zur Kirche und zu den relig. Bewegungen seiner Zeit (Leipzig, 1870); SCHOLZ, Die pädagogischen und didactischen Grundsätze des Erasmus (1880); BECHER, Die Ansichten des Erasmus über die Erziehung und den ersten Unterricht der Kinder (1890); GLÖCKNER, Das Ideal der Bildung und Erziehung bei Erasmus (1890); HOFFMANN, Essai d'une liste d'ouvrages concernant la vie et les écrits d'Erasme (Brussels, 1866); Erasmiana, editada por la universidad de Ginebra (Geneva, 1897-1901), I-III.
Fuente: Sauer, Joseph. "Desiderius Erasmus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05510b.htm>.
Traducido por Pedro Royo
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