En 1156 el rey de León y de Castilla Alfonso VII consiguió al fin su
anhelado deseo de que su yerno el rey Luis VII de Francia le cediera una
parte de las reliquias de San Eugenio, primer arzobispo de Toledo, y
que según la tradición había sufrido martirio cerca de París. El brazo
del santo llegó a Toledo el 12 de febrero de ese año procedente de la
abadía de Saint Denis. Al parecer, el ferviente deseo del monarca
castellano y leonés había surgido en 1148 cuando, con motivo del
Concilio de Reims, el obispo toledano Raimundo había visto la tumba del
hasta entonces desconocido en Toledo San Eugenio en la citada abadía
parisina, con la inscripción: "aquí yace San Eugenio, mártir, primer arzobispo de Toledo".
La oposición de los monjes franceses hizo que solo fuera posible el
envío del brazo derecho del santo y no del cuerpo entero, que según el relato hagiográfico había aparecido incorrupto al noble merovingio Ercoldo en el lago Marchais siglos después de su martirio.
Con tal motivo se edificó a las afueras de la ciudad una ermita que alojara las venerables reliquias antes de ser trasladadas a la catedral. Evidentemente esta ermita se dedicó a la advocación de San Eugenio, que desde entonces pasó a ser uno de los santos más venerados de la cristiandad como padre de la Iglesia, especialmente en Castilla y en Francia llegando incluso hasta Hungría su fama y su culto.
El edificio mudéjar ha llegado hasta nuestros días destacando en él su ábside, inequívocamente ejecutado en esas fechas de mediados del siglo XII.
En este lugar se ubicaron antes enterramientos islámicos y judíos, denominándose Cerro de la Horca el que se sitúa junto a la ermita y que en su día fue el que alojó el cementerio hebreo.
Felipe II varios siglos más tarde consiguió traer a Toledo el resto del cuerpo del santo y como curiosidad cabe señalar que este rey fue recibido por la ciudad en este lugar en su primera visita como monarca a la ciudad, tal era la importancia simbólica y religiosa de esta ermita.
En el siglo XVI fue añadido un retablo en su interior obra de Hernando de Ávila, datado en 1569.
A la vista de todo ello parece realmente increíble que un lugar con semejante historia y valor artístico se encuentre en un estado de olvido y abandono como el que sufre. En manos privadas desde hace décadas, su visita no es posible e incluso los edificios colindantes con ella -que al parecer se corresponden en su parte norte con una antigua venta- tienen usos tan sorprendentes como ferretería o almacén de materiales de construcción.
La fotografía más antigua que he localizado de la ermita de San Eugenio es esta vista del puente de Alcántara de Jean Laurent, que al ampliarla deja ver el aspecto del edificio hacia 1870:
Ya a comienzos del siglo XX fue tomada la célebre vista de Pedro Román en la que aparece la ermita y el camino que la bordea, vial hoy denominado Marqués de Mendigorría:
Esta sensacional imagen del patio de la ermita es muy desconocida y también fue tomada a comienzos del siglo XX:
En esta vista de comienzos del siglo XX de la Plaza de Toros puede verse la ermita al fondo a la derecha:
Ya en la segunda mitad del siglo XX fueron obtenidas estas dos fotografías:
Esperando que esta entrada sirva para dar a conocer a esta gran desconocida y en la medida de lo posible despertar el interés por la ermita, solo me queda desear que pronto pueda tener un uso más acorde con su importancia artística e histórica.
Con tal motivo se edificó a las afueras de la ciudad una ermita que alojara las venerables reliquias antes de ser trasladadas a la catedral. Evidentemente esta ermita se dedicó a la advocación de San Eugenio, que desde entonces pasó a ser uno de los santos más venerados de la cristiandad como padre de la Iglesia, especialmente en Castilla y en Francia llegando incluso hasta Hungría su fama y su culto.
El edificio mudéjar ha llegado hasta nuestros días destacando en él su ábside, inequívocamente ejecutado en esas fechas de mediados del siglo XII.
En este lugar se ubicaron antes enterramientos islámicos y judíos, denominándose Cerro de la Horca el que se sitúa junto a la ermita y que en su día fue el que alojó el cementerio hebreo.
Felipe II varios siglos más tarde consiguió traer a Toledo el resto del cuerpo del santo y como curiosidad cabe señalar que este rey fue recibido por la ciudad en este lugar en su primera visita como monarca a la ciudad, tal era la importancia simbólica y religiosa de esta ermita.
En el siglo XVI fue añadido un retablo en su interior obra de Hernando de Ávila, datado en 1569.
A la vista de todo ello parece realmente increíble que un lugar con semejante historia y valor artístico se encuentre en un estado de olvido y abandono como el que sufre. En manos privadas desde hace décadas, su visita no es posible e incluso los edificios colindantes con ella -que al parecer se corresponden en su parte norte con una antigua venta- tienen usos tan sorprendentes como ferretería o almacén de materiales de construcción.
La fotografía más antigua que he localizado de la ermita de San Eugenio es esta vista del puente de Alcántara de Jean Laurent, que al ampliarla deja ver el aspecto del edificio hacia 1870:
Ya a comienzos del siglo XX fue tomada la célebre vista de Pedro Román en la que aparece la ermita y el camino que la bordea, vial hoy denominado Marqués de Mendigorría:
Esta sensacional imagen del patio de la ermita es muy desconocida y también fue tomada a comienzos del siglo XX:
En esta vista de comienzos del siglo XX de la Plaza de Toros puede verse la ermita al fondo a la derecha:
Ya en la segunda mitad del siglo XX fueron obtenidas estas dos fotografías:
Esperando que esta entrada sirva para dar a conocer a esta gran desconocida y en la medida de lo posible despertar el interés por la ermita, solo me queda desear que pronto pueda tener un uso más acorde con su importancia artística e histórica.
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