¿Cuántos papas ha habido, 266 o 267? ¿Todos los líderes de la Iglesia han sido hombres? En tiempo rércord Francisco I ha logrado sanear la imagen creada por los escándalos, intrigas y corrupción que marcaron al pontificado de Benedicto XVI. Bergoglio no solo ha mostrado interés por la transparencia financiera. Ante sus fieles se presentó como un hombre sencillo y de gestos humildes. Sin embargo, una cuestión fundamental, la igualdad de género, sigue sin tratarse en la cúpula Vaticana. Una igualdad de la que sí hacía alarde la Iglesia Primitiva.
En los evangelios, Jesús ponderó la igualdad de derechos de la mujer, pero la Iglesia Católica se convirtió en predicador de su marginación del gobierno religioso. La exclusión de las mujeres del ministerio y la jurisdicción eclesiástica es un sinsentido en la actualidad, pero la discusión sobre la discriminación sexista en su seno y en toda la sociedad sigue inclinada muy a favor de las facciones más rancias. El enésimo tanto de ventaja se lo dio a finales de 2013 el escandaloso e indecente libro de una periodista italiana, Constanza Miriano. Cásate y sé sumisa, se titula esta perla literaria. Lamentablemente, aquel himno propagandístico de la desigualdad tuvo un retorno de la inversión muy positivo tanto en términos económicos (rápidamente fue best seller en italia) como en términos de machismo.
Menos mal que aún quedan mujeres y hombres a quienes causan lógica repulsa palabras que hostigan la igualdad, uno de los Derechos fundamentales. Entre ellos parecía encontrarse Jorge Bergoglio. Por aquellas mismas fechas los medios de comunicación hablábamos de su intención de nombrar a una mujer cardenal. Pero la idea de darle un toque femenino a la curia fue una quimera que no tardaron en desmentir desde el Vaticano. Es más, nos sacaron del error de un modo tan drástico como doloroso, excomulgando a Grey Reynolds, un sacerdote cuyo pecado fue manifestarse defensor del matrimonio homosexual y de la ordenación de mujeres al sacerdocio.
A pesar de mostrar una imagen de humildad y pobreza, este papa -que ya no es "progre" sino el "papa de los pobres" - mantiene inamovible la retórica que excluye a las mujeres de su gobierno. En el cambio de tendencia manifestado por las acciones de Francisco I, muchos solo ven una orquestada estrategia de marketing para mejorar la reputación de una institución que quedó seriamente herida por el escándalo del vatileaks (-Los cuervos de Dios, pag. 86), que llevó a Benedicto XVI a la rendición y el abandono.
Paolo Gabriele.
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