La creencia en demonios (del griego daimon, "genio") y espíritus malignos se remonta a la Prehistoria y está presente en casi todas las religiones. Las ideas cristianas respecto a estos seres tienen su origen en alusiones a los "espíritus impuros" que aparecen en el Antiguo Testamento y, seguramente, en mitos ancestrales heredados tanto de Babilonia o Egipto como de los cultos paganos con los que el cristianismo primitivo entraba en contacto según se expandía. Así, los espíritus de la naturaleza de estos pueblos solían ser vistos como diablos menores por los Padres de la Iglesia. En la Edad Media, la teología cristiana elaboró una compleja jerarquía de ángeles caídos, liderados por Satán -ya citado en la Biblia-, cuyo nombre podría traducirse como "el adversario".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.