Así se denomina la lanza con la que, según la leyenda, el soldado romano Longinos atravesó el costado de Cristo para cerciorarse de que había muerto. En el siglo VI, un peregrino de Piacenza (Italia) afirmó haberla visto en la Basílica del Monte Sión, en Jerusalén. Cuando los persas tomaron la ciudad en 615,parte de la punta fue llevada a Constantinopla y de allí a la corte papal, en Roma, donde supuestamente aún se guarda en la Basílica de San Pedro. Eso sí, como suele ocurrir con las reliquias, la del Vaticano no es la única lanza que se conoce. Echmiadzin, en Armenia, y Viena atesoran sus propias versiones.
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