(1 Sam. 17,34; Job 4,11; 28,8) Ahora extinguido en Palestina y países vecinos, el león era común allí durante los tiempos del Antiguo Testamento; de ahí el gran número de palabras en el idioma hebreo que lo designan; bajo uno u otro de estos nombres se le menciona ciento treinta veces en las Escrituras, como el símbolo clásico de la fuerza (Jc. 14,18), el poder, el coraje, la dignidad, la ferocidad. Muy probablemente como el tipo de poder, se convirtió en la enseña de la tribu de Judá, de modo que fue empleado por Salomón en la decoración del Templo y de la casa del rey. Por la misma razón, Apoc. 5,5 representa a Jesucristo como el león de la tribu de Judá. El arte y la ferocidad del león, en cambio, hicieron que fuera tomado como un emblema de Satanás (1 Ped. 5,8) y de los enemigos de la verdad (2Tim. 4,17).
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