(Job 39,5) Corresponde en el Antiguo Testamento a dos palabras hebreas, péré'’ y ’arôdh. Es incierto si estos dos nombres se refieren a especies diferentes, o son, el uno, el auténtico nombre hebreo, el otro, el equivalente arameo para el mismo animal. Ambos significan uno de los animales más salvajes e indomables. El asno salvaje es más grande y bien formado que el doméstico, y sobrepasa al caballo más veloz. Su indomabilidad unida a su ligereza lo convirtieron en el símbolo apto para el salvaje y amante del saqueo, Ismael (Gén. 16,12). El asno salvaje, extinto en el oeste de Asia, todavía existe en el centro de Asia y en los desiertos de África.
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