El coro de la catedral de Siena está adornado con una larga fila de bustos papales asomándose a la nave central. Fueron esculpidos entre 1497 y 1502. El primero es el busto de Cristo, en sentido horario le siguen cronológicamente los papas desde Pedro y cierra el círculo con Lucio III. Lo que hace tan especial y llamativo este conjunto no es su valor histórico, sino la creencia de que el rostro de Juan VIII -la papisa- se encuentra entre todos ellos. Según parece, en el año 1600, bajo el pontificado de Clemente VII, y a petición suya, la cara de Juana fue transformada en la del papa Zacarías.
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