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Mártires de Cardeña Fallecimiento Monasterio de San Pedro de Cardeña, s. IX o X. Festividad 6 de agosto [editar datos en Wikidata]
Índice
La tradición
Los mártires de Cardeña fueron sepultados en el claustro del monasterio, en el mismo lugar en el que fueron asesinados. Durante años, todos los aniversarios, el suelo de este claustro se empapaba milagrosamente de sangre, según expresa un privilegio otorgado por el rey Enrique IV en 1473, hasta que el prodigio cesó a finales del s. XV, coincidiendo con la expulsión de los árabes de la Península Ibérica.
La controversia histórica
Aunque la mayoría de los historiadores que se ocuparon de este episodio no dudó de su autenticidad, su cronología y las circunstancias de su desarrollo se cuentan de diversas formas. El hecho no se menciona en la Crónica de Sampiro, ni en la Albeldense ni en la Silense, atribuida ésta última a un fraile del cercano Monasterio de Santo Domingo de Silos, ni en el libro becerro de Cardeña que agrupa las escrituras entre los años 889 al 1085,4 ni en los anales compostelanos, complutenses o toledanos, ni en el Chronicon Burgense, en el que en cambio sí se menciona el martirio de San Pelayo en Córdoba,5 ni tampoco en el Chronicon mundi de Lucas de Tuy ni en el De rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada de mediados del siglo XIII.
ERA DCCC LXX II IIII F VIII
ID AG ADLISA EST KARADIGNA
ET INTERFECTI SVNT IBI P RE
GE ZEPHAM CC MONACHI DE
GREGE DNI IN DIE SS
MRM IVSTI ET PASTORIS
En el año 872 de la Era, cuarta feria, a 8
de los idus de agosto, fue destruida Cardeña
y muertos allí por el rey
Zepha doscientos monjes del
rebaño del Señor, en el día de los santos
mártires Justo y Pastor.
La segunda prueba de la veracidad de los hechos la trae la Crónica general de España salida del scriptorium de Alfonso X de Castilla, que data los hechos cien años más tarde, y no concuerda en el número de mártires con la lápida, lo que hace suponer que su autor desconocía la existencia de ésta:
«Al tiempo deste conde García Fernández, seyendo él fuera de la tierra en demanda de aquella su muger, ayuntosse grant poder de moros, et entraron por Castiella, et corrieron Burgos et toda la tierra, et robaron et astragaron quanto fallaron. Et de aquella vegada fue astragado el monesterio de Sant Pedro de Cardeña et mataron y trezientos monges en un día; et yazen todos soterrados en la claustra, et faz Dios por ellos muchos miraglos».
A partir de tan escasas e inexactas informaciones, los historiadores modernos hicieron diversas conjeturas para acomodar las fechas a la realidad, sugiriendo que la lápida debía tomarse literalmente, que la era hispánica mencionada debía tomarse por era cristiana, que faltaba una C en la inscripción o que todas las anteriores teorías estaban equivocadas, proponiendo así varias fechas en los años 834, 872, 934 o 953,15 conjeturando que había habido dos masacres similares ocurridas en fechas distintas16 o calificando todo el episodio como «una leyenda piadosa de ningún valor ante la Historia».17
Crónica general de España.14
Canonización
Los trámites para la canonización de los mártires de Cardeña comenzaron a mediados del s. XV, cuando el abad Pedro del Burgo, con el beneplácito del rey Juan II y la información elaborada por el obispo Alonso de Cartagena, viajó a Roma a tal efecto, aunque el asunto quedó relegado por causas que se desconocen. Cien años más tarde fue el embajador Diego Hurtado de Mendoza quien condujo las gestiones necesarias ante la Santa Sede, incluyendo en ellas el intento de canonización del El Cid, que tanta relación había tenido en vida con Cardeña, pero el asunto quedó nuevamente estancado cuando Hurtado hubo de abandonar precipitadamente Italia durante la guerra de 1551-1559, perdiendo los documentos manuscritos sacados del archivo del monasterio.
En 1586 se reanudaron las gestiones ante la corte papal de Sixto V; en tiempos del abad Hernando Correa y el arzobispo Cristóbal Vela, con el patrocinio de Felipe II, que obraba en Roma por mediación de su embajador Enrique de Guzmán, los procuradores de la Orden de San Benito fray Vidal de Olano y fray Juan de Pedrosa presentaron en 1590 la información requerida ante la Sagrada Congregación de Ritos compuesta por los cardenales Gesualdo, Paleotti, Monreal, Sfondrati, Colonna y Borromeo, pero pasarían todavía doce años y cuatro papas hasta que en 1603, ya en la época del rey Felipe III, el arzobispo Antonio Zapata y el abad Gaspar de Medina, se publicó el breve por el que el papa Clemente VIII autorizaba la inclusión de los monjes de Cardeña en el martirologio romano.
Bibliografía
- La tradición data la fundación del monasterio en el s. VI, aunque no hay constancia documental del mismo hasta finales del IX.
- El monasterio fue originalmente benedictino, aunque en 1880 fue ocupado por monjes trapenses, en 1888 por escolapios, en 1905 por capuchinos y en 1942 por cistercienses.
- Berganza, p. 139.
- Lo publicó Serrano en 1910: Libro becerro de Cardeña.
- Lo trae Flórez en España sagrada, XXIII, p. 308.
- El actual claustro de los mártires no es el mismo lugar donde ocurrieron los hechos: en el s. XV se movió la pared adyacente de la iglesia, dejando las sepulturas dentro del templo, en la capilla de su nombre.
- Puede verse su reproduccion fotográfica en Menéndez Pidal, p. 9r.
- Véase el calendario del año 834.
- García Ramila, p. 102.
- El vocablo zepha o azeipha, que devino en el moderno aceifa, era conocido por Sampiro y por el Silense en los siglos IX y X, pero en el s. XIII en que se colocó la lápida su significado era desconocido para los cristianos; el Tudense también comete el mismo error al citar a un jefe moro llamado Azeipha.
- Emil Hübner: Inscriptiones Hispaniae christianae, pp. 105 (1871).
- Cronicón de Cardeña.
- Serrano, p. 402.
- Crónica general de España, ed. de Ramón Menéndez Pidal, p. 429, col. 1.
- García Ramila da un resumen de todas las fechas con sus argumentaciones.
- Sandoval, Berganza.
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