Pedro Muñiz | ||
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Obispo de León | ||
1205 — 1207 | ||
Predecesor | Manrique de Lara | |
Sucesor | Pelayo Pérez | |
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Arzobispo de Santiago de Compostela | ||
1207 — 1224 | ||
Predecesor | Pedro Suárez de Deza | |
Sucesor | Bernardo II | |
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Título | 8º Arzobispo de Santiago de Compostela | |
Información personal | ||
Nombre | Pedro Muñiz | |
Fallecimiento | 29 de enero de 1224 | |
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A pesar de su intensa labor dentro y fuera de la archidiócesis compostelana, el prelado pasó a la historia por haber sido el encargado de consagrar la Catedral de Santiago de Compostela en 12115 y por sus supuestas prácticas nigrománticas, las cuales lo han llevado a ser protagonista de varias leyendas populares.
Índice
Biografía
Antes de iniciarse en la vida eclesiástica, Pedro Muñiz, originario de San Fins de Brión, en el arciprestazgo de Amaía, vivía gracias a unas tierras que tenía en la localidad de la que era oriundo. Pero su vinculación a la Iglesia empezó al desempeñar, a una edad muy temprana, el cargo de archidiácono de la Catedral de Santiago de Compostela.Luego de una etapa en Santiago, Pedro Muñiz se trasladó a tierras leonesas, donde inicialmente ocupó el puesto de deán de León. Mientras desempeñaba este puesto, según recoge Lucas de Tuy en sus Milagros de San Isidoro, tuvo que acudir junto a Martín de la Santa Cruz (Santo Martino) para buscar cura a unas fiebres cuartanas que lo aquejaban desde hacía meses. Después de que ambos orasen cerca del altar de San Isidoro, Pedro Muñiz recobró milagrosamente la salud. A partir de ese momento, el futuro arzobispo de Santiago entabló una profunda amistad con Martín y desarrolló una gran fe en torno a la figura de San Isidoro. No en vano, a raíz de este hecho dedicó «una muy elegante y retórica homilía en honor de San Isidoro, a quien llama Apóstol de los Apóstoles de Cristo».6
A comienzos de 1207 llegó como arzobispo a Santiago de Compostela,9 tomando el nombre de Pedro IV. Estuvo preente en las Cortes de León de 1218.10 Durante el tiempo que fue arzobispo hizo valer su amistad con el pontífice Inocencio III para lograr beneficios para la diócesis compostelana, se encargó de consagrar el complejo religioso (en abril de 1211) y supo mantener la estabilidad añorada en la segunda mitad del siglo XII.11 También mantuvo buenas relaciones con los reyes Alfonso IX y Fernando III de Castilla quienes realizaron cuantiosas donaciones y otorgaron varios priviletios a la sede compostelana.12
Falleció el 29 de enero de 1224,1314 recibiendo sepultura, tal y como él había dispuesto, en el Pórtico de la Gloria.5 Antiguamente era tradición que las procesiones claustrales se detuviesen ante la tumba y dedicasen al desaparecido arzobispo una oración de desagravio por la fama adquirida tiempo después de su deceso. Incluso existen teorías que apuntan a que el popular Santo dos Croques podría formar parte, a modo de escultura orante, del antiguo mausoleo que contenía los restos mortales de Pedro Muñiz,15 el cual acabó siendo substituido por una lápida a ras del suelo. A día de hoy todavía es posible leer en la lámina sepulcral de bronce que recuerda a Pedro Muñiz un epitafio en latín, grabado en 1776 por el latonero Diego Álvarez,16 que reza lo siguiente:
Fue sucedido en el cargo por Bernardo II.
COMPOSTELANVS PRESVL PETRVS ~ IIII, FVISTI, TE DIVINA MANVS PERDVCAT, AD DEXTERAM XPTI. OBIT DOMINVS PETRVS MVNIZ ARCHIEPISCOPVS ~ IIII, SVB ERA, MCCLXII ET IIII KALENDAS FEBRVARII.17
Pedro IV fuiste obispo compostelano. Que la mano divina te conduzca a la derecha de Cristo. El arzobispo Pedro IV Muniz murió cuatro días antes de las calendas de febrero del año 1262 de la era hispana.
Labor como arzobispo
Tanto el arzobispado de Pedro Muñiz como el de su sucesor, Bernardo II, estuvieron marcados por la paz, y un «dejar hacer» permitió a los burgueses compostelanos dotarse de una organización política de la que hasta el momento habían carecido. En este ambiente tan propicio se fraguaron los primeros gremios en la ciudad y la figura del concejo ganó una importancia que, a la postre, acabó por desbordar a la autoridad eclesiástica. De hecho, el trato tan benévolo dispensado a la burguesía por Pedro Muñiz hizo que tiempo después, el cabildo catedralicio se viese forzado a designar a un prelado combativo (Juan Arias Gallinato) en aras de preservar potestades en el ámbito de la política, la justicia y el régimen fiscal. No obstante, no se lograron grandes éxitos, pues la burguesía, que llegó a contar con la posición favorable del monarca, arrebató a la persona del arzobispo diversos poderes y privilegios.21
Leyendas
De entre todas las leyendas destacan dos. Según una de estas, el prelado habría buscado entre los símbolos de la Catedral la piedra filosofal; mientras que la segunda, narrada por el sacerdote Amaro de González en el siglo XVIII, le atribuye el poder de volar, del cual habría hecho uso en una noche de Navidad.1 Así, el arzobispo, movido por la nostalgia, se habría desplazado por el aire desde Roma, donde se encontraba a consecuencia de la celebración del cuarto Concilio de Letrán (aunque en la actualidad se sabe que el arzobispo no se hallaba entre los 1 500 eclesiásticos asistentes) hasta Santiago de Compostela, llegando a tiempo para cantar la última lección de maitines.
Según el padre Gonzaga, el papa Honorio II, quien también había sido relacionado con la magia, obligó al arzobispo a recluirse en el monasterio de San Lorenzo de Trasouto a consecuencia de su interés por las ciencias ocultas, aunque este hecho ha sido desmentido por el escritor y eclesiástico Antonio López Ferreiro.22
Véase también
Referencias
- López Ferreiro, 1902, p. 73.
Bibliografía
- Armesto, Victoria (1971). Galicia Feudal (2ª edición). Vigo: Galaxia. OCLC 639101101.
- Arranz Guzmán, Ana (1990). «Reconstrucción y verificación de las Cortes castellano-leonesas. La participación del clero.». En la España medieval (Madrid: Universidad Complutense e Madrid, Serv. de Publicaiones). Vol. 13: 33-132. ISSN 0214-3038. Consultado el 2 de febrero de 2016.
- Betancourt Serna, Fernando (2007). La recepción del derecho romano en Colombia. Universidad de Sevilla. ISBN 978-84-472-0908-8.
- Cavero Domínguez, Gregoria (2015). «Pedro Muñiz, obispo de León (1205-1206) y arzobispo compostelano (1207-1224)». Estudios en homenaje al profesor Emilio Cabrera. Coords. Ricardo Córdoba de la Llave, José L. del Pino García, Margarita Cabrera Sánchez. Córdoba: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba. pp. 111-121. ISBN 978-84-9927-166-8.
- Díaz Fernández, José María (2003). Desde Santiago: personas y aconteceres. Santiago de Compostela: tresCtres editores. ISBN 84-932667-6-0.
- Franco Taboada, Arturo (2002). El legado del obispo nigromante. Antilia. ISBN 84-95100-05-3.
- García Ballester, Luis (1996). «Naturaleza y ciencia en la Castilla del siglo XIII. Los orígenes de una tradición: los Studia franciscano y dominico de Santiago de Compostela (1222 - 1230)». Arbor: Ciencia, pensamiento y cultura (604–605): 69-126.
- González Vázquez, Marta (1997). Viajes y viajeros en la España medieval: actas del V Curso de cultura medieval. Polifemo. ISBN 84-86547-41-5.
- Hoyo, Cardenal Jerónimo del; Varela Jácome, Benito; Rodríguez González, Ángel (1949). Memorias del Arzobispado de Santiago. Santiago de Compostela: Porto. OCLC 932290190.
- López Ferreiro, Antonio (1902). Historia de la Santa A.M. Iglesia de Santiago de Compostela. Tomo V. Libro Tercero, Capítulo II. Seminario Concillar Centralo.
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- Pombo Rodríguez, Antón Anxo. «Evolución contemporánea del ritual específico de los peregrinos en la Catedral de Santiago (siglo XIX -XXI)». Consultado el 2 de febrero de 2016.
- Portela Silva, Ermelindo (2003). Historia de la ciudad de Santiago de Compostela. Servicio de Publicacións e Intercambio Científico. ISBN 84-9750-137-3.
- Risco, Manuel (1786). «Cap. IV». España Sagrada. Vol. XXXV. Madrid: Marín. pp. 277-281. OCLC 311602524.
- Vázquez Janeiro, Isaac (1996). «Los estudios franciscanos medievales». VI Semana de Estudios Medievales: Nájera 31 de julio al 4 de Agosto de 1995. Coords. J.I. de la Iglesia Duarte, J.García Turza, J.A. García de Cortazar y Ruiz de Aguirre. Logroño: Gob. de La Rioja, Inst. de Estudios Riojanos. pp. 43-64. ISBN 84-89362-11-4.
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