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Considerado como un personaje real durante varios cientos de años, las dudas sobre su autenticidad se fueron sucediendo hasta que a mediados del siglo XVIII Enrique Flórez demostró su inexistencia.
Índice
Los hechos tal como fueron relatados
Según dejó escrito Lucas de Tuy, Teodisclo era de origen griego, elocuente y políglota, aunque «sub ovina pelle lupus voracissimus» (lobo muy voraz con piel de oveja). Habiendo sucedido en la diócesis sevillana al obispo Isidoro hacia el año 636, tomó algunas obras literarias de éste todavía no publicadas, las modificó para adaptarlas a su línea de pensamiento religioso, retratando a Jesucristo no como una persona de la Santísima Trinidad, sino como hijo adoptivo de Dios, y las envió a Avicena para ser traducidas al árabe.
Debido a sus ideas heréticas Teodisclo fue depuesto del episcopado en un concilio celebrado en tiempos del rey Chindasvinto, y tras ser desterrado del reino visigodo de Toledo apostató y marchó a África, donde se convirtió a la religión musulmana.2 Según la tradición, la puerta por la que salió de la ciudad quedó cerrada para siempre.34
«No hay error en que no caiga quien perdió la luz del cielo».5
El obispo Teodisclo en la historiografía
El origen de su historia
La primera mención conocida de Teodisclo en la historiografía apareció hacia 1236 en el tercer libro del Chronicon Mundi compuesto por Lucas de Tuy,2 donde éste relata la historia como proveniente de los escritos que dejara san Ildefonso, muerto en 667. Pocos años después de salir a la luz la crónica del tudense, la historia de Teodisclo fue incluida casi con las mismas palabras en De rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada6 y en la Estoria de España escrita por encargo de Alfonso X,7 y en los siglos siguientes la repitieron tal cual numerosos historiadores, entre ellos la Crónica geral de Espanha de 1344,8 Juan Magno,9 Pere Antoni Beuter, Florián de Ocampo10 y su continuador Ambrosio de Morales,11 Gonzalo de Illescas,3 Alonso Morgado,4 Francisco de Padilla,5 Baronio,12 Jerónimo Román de la Higuera en el falso cronicón atribuido a Luitprando,13 Daniel Pareus,14 Esteban de Garibay,15 Rodrigo Caro,16 Alfonso Sánchez,17 Gil González Dávila,18 Antonio Quintanadueñas,19 Garma y Durán.20 o Giuseppe Agostino Orsi.21
Las dudas
Algunos autores, como fue el caso de Juan de Mariana,22 Diego de Saavedra Fajardo,23 o Enrique Vaca de Alfaro,24 ya hicieron constar el anacronismo de hacer contemporáneos a Teodisclo y a Avicena, separados por trescientos años, o el de que se convirtiera al Islam en África, cuando el imperio islámico no llegó a esta región hasta cerca del año 647 durante el califato de Uthman Ibn Affan, como apuntó Adrianus Reeland.25 Otros pusieron en duda que la primacía de Toledo tuviese su origen en este episodio, pues no era lógico suponer que se tomaran represalias contra la diócesis por la herejía de su obispo; entre éstos estuvieron Pedro de Alcocer,26 Tomás Tamayo de Vargas,27 Diego de Castejón y Fonseca28 o Gerónimo de la Concepción.29 Otros más, como Juan Vaseo30 o Gregorio de Argaiz,31 lo mencionaron no como sucesor de Isidoro, sino de Honorato († 641), ante la evidencia de que éste fue sucesor de aquél, como consta en su epitafio32 en la catedral de Sevilla. Algún otro desconfió abiertamente de la veracidad de toda la historia, como lo hizo Pablo de Espinosa de los Monteros.33
La impugnación
Sin embargo fue Enrique Flórez quien a mediados del siglo XVIII en su España sagrada desmintió explícitamente toda la historia, demostrando la imposibilidad cronológica de que la crónica atribuida a san Ildefonso («un montón de fábulas») fuera realmente obra suya,34 negando la existencia del breve papal por el que se trasladó la primacía a Toledo35 y calificando a Teodisclo como personaje inexistente y fingido.36 Las razones que adujo fueron que entre la supuesta existencia de este obispo y su primera aparición en las crónicas pasaron seiscientos años sin que ningún otro historiador lo mencionase, cosa extraña habida cuenta del escándalo que en su tiempo debió suponer un episodio semejante; su presencia no consta en el episcopologio sevillano del Códice Emilianense, ni en el Chronicon de Isidoro Pacense del año 754, ni lo mencionaron en sus escritos Beato de Liébana ni Eterio de Osma, que a finales del s. VIII impugnaron las posturas adopcionistas de Elipando de Toledo.
Tampoco se hace referencia a la deposición de Teodisclo en los concilios de Toledo VI, VII y VIII, celebrados respectivamente en 638, 646 y 653, en cuyas suscripciones firman como obispos hispalenses Honorato y Antonio.37 Se supone que si la historia de Teodisclo fuera cierta, su destitución debiera constar en las actas del concilio donde se llevó a cabo, como ocurrió con el arzobispo bracarense Potamio, que fue relevado de la diócesis en el concilio X de Toledo del año 656 por haber mantenido relaciones sexuales con una mujer, o con el toledano Sisberto, que en el XVI concilio del 693 fue desterrado por conspirar contra el rey Égica.
Flórez sugirió que el episodio fue inventado con posterioridad a la reconquista de Toledo, cuando varias diócesis de la península ibérica pleiteaban ante la Santa Sede por obtener la primacía.36 Ya en el siglo XXI, Peter Linehan38 y Emma Falque39 confirmaron esta sospecha, conviniendo en que Lucas de Tuy fingió toda la historia y la presentó falsamente bajo la autoridad de san Ildefonso para hacerla servir como argumento en favor de la diócesis de Sevilla en las disputas que acerca de la primacía se tenían en aquellos tiempos, y que Jiménez de Rada, imposibilitado de comprobar el original atribuido al santo, repitió la historia dando crédito al engaño del tudense.
Referencias
- Mencionado también como Todisclo, Theodisclo, Teodisto, Theodisto, Theodiselo, Theodiseo o Theodigiselo.
- Lucas de Tuy: Chronicon mundi (latín), incluido en la Hispania illustrata de Andreas Schott, vol. IV, p. 53. Traducción al castellano en la edición de Julio Puyol, pp. 201-202 y 208.
- Gonzalo de Illescas: Historia pontifical y católica (1569), libro IV, p. 213.
- Alonso Morgado: Historia de Sevilla en la qval se contienen svs antigvedades, grandezas y cosas memorables (1587), pp. 41-42.
- Francisco de Padilla: Historia ecclesiastica de España (1605), cent. VII, cap. 31.
- Rodrigo Jiménez de Rada: De rebus Hispaniae, cap. CXXXII de la traducción de Gonzalo de la Hinojosa.
- Primera crónica general, cap. 504, edición de Ramón Menéndez Pidal.
- Crónica geral de Espanha de 1344, cap. CXLIX.
- Juan Magno: Gothorum sueonumque historia (1544), libro XVI, cap. XX.
- Florián de Ocampo: Crónica general de España (1541), parte II, cap. XLIX.
- Ambrosio de Morales: Crónica general de España (1586), libro XII, cap. XXVII.
- Caesar Baronius: Annales Ecclesiastici (1609), tomo XI, a. 636, 9.
- Luitprandi ... Cremonensis episcopi Opera quae extant (1624), p. 378.
- Daniel Pareus: Universalis historiae profanae medulla (1633), p. 253.
- Esteban de Garibay: Los Quarenta libros del compendio historial de las chronicas y universal historia de todos los reynos de España (1628), libro VIII, cap. XXXIV.
- Rodrigo Caro: Antiguedades y principado de la ilustrissima ciudad de Seuilla (1634), libro II, p. 75.
- Alfonso Sánchez: De rebus Hispaniae anacephalaeosis (1634), libro VII, p. 100.
- Gil González Dávila: Teatro eclesiastico de las Iglesias metropolitanas y Catedrales de los Reynos de las dos Castillas (1645), vol. II, pp. 25-26.
- Antonio Quintanadueñas: Santos de la imperial ciudad de Toledo y su arzobispado (1651), p. 64.
- Francisco Xavier de Garma y Durán: Theatro universal de España: descripcion eclesiastica y secular de todos sus reynos y provincias (1738), vol. I, p. 283.
- Giuseppe Agostino Orsi: Storia ecclesiastica (1761), vol. XLI, cap. CXLIV, aunque el continuador de su obra Filippo Angelico Becchetti opinó lo contrario: Continuación de la historia eclesiástica del eminentísimo cardenal Joseph Agustin Orsi (1803), libro XLVIII, cap. XLIII.
- Juan de Mariana: Historia general de España (1601).
- Diego de Saavedra Fajardo: Corona gótica (1648), pp. 441-443.
- Enrique Vaca de Alfaro: Proposicion chirurgica i censura iudiciosa entre las dos vias curativas de heridas de cabeza (1618), p. 123.
- Adrianus Reeland: Four treatises concerning the doctrine, discipline and worship of the mahometans (1712), pp. 207-210.
- Pedro de Alcocer: Hystoria o descripcion de la imperial cibdad de Toledo (1554), libro I, cap. XXXII.
- Tomás Tamayo de Vargas: Flavio Lvcio Dextro, caballero español de Barcelona (1624), pp. 103-104.
- Diego de Castejón y Fonseca: Primacia de la Santa Iglesia de Toledo, su origen, sus medras, sus progresos (1645), pp. 78-80.
- Gerónimo de la Concepción: Emporio de El orbe, Cadiz ilustrada (1690), p. 166.
- Juan Vaseo: Rerum Hispaniae memorabilium annales (1577), a. 643.
- Gregorio de Argaiz: La soledad laureada por San Benito y sus hijos en las iglesias de España (1675), tomo IV, cap. LXI.
- Reproducido por Justino Matute en Archivo Hispalense, tomo II, p. 9.
- Pablo de Espinosa de los Monteros: Historia, antigüedades y grandezas de la ... ciudad de Sevilla (1627), parte I, libro II, pp. 106-107.
- Enrique Flórez: España sagrada, vol. V, pp. 266 y ss.
- Flórez: España sagrada, vol. VI, pp. 252-254.
- Flórez: España sagrada (1757), vol. IX, pp. 239-241.
- Juan Tejada y Ramiro reprodujo las actas y suscripciones de los concilios toledanos: Concilio VI, Concilio VII y Concilio VIII.
- Peter Linehan: Reflexiones sobre historiografía e historia en el siglo alfonsino, en Cahiers de linguistique hispanique médiévale, 2000/23, p. 103.
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