De origen africano, nacido a mediados del s. v, ya durante el reinado de
su predecesor Félix III (483-492) ejerció gran influjo. En toda su
actuación manifestó un carácter enérgico, pero a la vez prudente y
bondadoso. El Liber pontificales pondera de un modo especial su actividad
benéfica, que le mereció el título de «Padre de los pobres», y Dionisio el
Exiguo, en la síntesis que nos dejó de su vida, afirma que «amaba tanto la
beneficencia, que murió pobre, después de haber socorrido a innumerables
necesitados». Con su carácter recto y bondadoso mantuvo excelentes
relaciones con el emperador Anastasio de Constantinopla (491-518) y con el
nuevo rey de Italia, Teodorico.
Su actividad se concentró particularmente en la defensa de la Iglesia contra las diversas manifestaciones de la herejía, que fueron el monofisismo (v.) y el cisma de Acacio y posteriormente el renaciente pelagianismo (v. PELAGIO); pero, sobre todo, en la ponderación de los derechos pontificios, particularmente el primado de jurisdicción del Papa (v. PRIMADO DE SAN PEDRO Y DEL ROMANO PONTíFICE). Todo esto aparece de un modo especial en las sesenta cartas, que de él se nos han conservado y en los seis tratados teológicos que nos dejó. Con estos tratados, se nos presenta como el Papa más fecundo en escritos dogmáticos hasta su tiempo, mientras con sus cartas da pruebas de una personalidad consciente y enérgica, que aventaja, o por lo menos iguala, a los mejores de sus predecesores.
Así vemos que desde el principio de su pontificado (492-496) tomó con el máximo empeño la defensa de la unidad de la Iglesia, desgarrada entonces por el cisma de Acacio, iniciado en 484 y terminado en 519. En esta contienda tuvo que enfrentarse con el emperador Anastasio y la fórmula monofisita, denominada Henotikón (v.). A este tema están dedicados tres de sus tratados. Complemento de éstos es el cuarto, Sobre las dos naturalezas, "que expone la doctrina católica contra el monofisismo. Los dos restantes se dirigen contra el pelagianismo, impugnando los juegos Lupercales.
En sus cartas se manifiestan de un modo especial las luchas mantenidas en defensa del Pontificado. En Occidente el rey ostrogodo, Teodorico, después de destronar a Odoacro y apoderarse de Italia (493), instauró un reinado, que se caracterizó por su buena inteligencia con los Papas. Sin embargo, como mantuvo el arrianismo, no faltaron roces y encuentros con los católicos, mientras por otra parte tuvo que enfrentarse contra el maniqueísmo (v.) y el pelagianismo. Pero sobre todo tuvo que mantener una contienda persistente con los orientales. Su mérito principal consiste en haber establecido los principios sobre el poder y los derechos pontificios. G. es el primer Papa que presenta la teoría medieval de las dos espadas. Así aparece en su célebre carta, dirigida a Anastasio, donde dice: «Dos son los poderes, por los que se rige principalmente el mundo: el de los obispos y el de los reyes. De los dos, es tanto mayor el de los obispos, cuanto que también ellos tienen que dar cuenta... sobre los mismos reyes». Luego establece los límites de ambos poderes, los declara independientes, pero con superioridad del poder espiritual.
Merece particular mención el Decreto Gelasiano, atribuido desde la Edad Media a este Papa. Pero una serie de recientes investigaciones ha probado con toda suficiencia que no es obra suya, sino que fue compuesto a principios del s. vi, probablemente al sur de las Galias. Es obra privada de un clérigo, que refleja las ideas romanas de su tiempo. En él se contienen: 1) Decisiones de un sínodo romano sobre el Espíritu Santo y el nombre de Cristo; 2) una lista de los libros prohibidos, apócrifos v heréticos; 3) una exposición sobre el primado de la Santa Sede romana.
Asimismo debe citarse el Sacramentario Gelasiano, que es el segundo ritual más antiguo que conservamos (v. LIBROS LITÚRGICOS I), y fue injustamente atribuido a G. De hecho se compuso en el s. vii; pero contiene algunas oraciones y prefacios de G. Murió en noviembre del 496, y venerado desde antiguo como Santo su fiesta se celebra el 21 de noviembre.
Su actividad se concentró particularmente en la defensa de la Iglesia contra las diversas manifestaciones de la herejía, que fueron el monofisismo (v.) y el cisma de Acacio y posteriormente el renaciente pelagianismo (v. PELAGIO); pero, sobre todo, en la ponderación de los derechos pontificios, particularmente el primado de jurisdicción del Papa (v. PRIMADO DE SAN PEDRO Y DEL ROMANO PONTíFICE). Todo esto aparece de un modo especial en las sesenta cartas, que de él se nos han conservado y en los seis tratados teológicos que nos dejó. Con estos tratados, se nos presenta como el Papa más fecundo en escritos dogmáticos hasta su tiempo, mientras con sus cartas da pruebas de una personalidad consciente y enérgica, que aventaja, o por lo menos iguala, a los mejores de sus predecesores.
Así vemos que desde el principio de su pontificado (492-496) tomó con el máximo empeño la defensa de la unidad de la Iglesia, desgarrada entonces por el cisma de Acacio, iniciado en 484 y terminado en 519. En esta contienda tuvo que enfrentarse con el emperador Anastasio y la fórmula monofisita, denominada Henotikón (v.). A este tema están dedicados tres de sus tratados. Complemento de éstos es el cuarto, Sobre las dos naturalezas, "que expone la doctrina católica contra el monofisismo. Los dos restantes se dirigen contra el pelagianismo, impugnando los juegos Lupercales.
En sus cartas se manifiestan de un modo especial las luchas mantenidas en defensa del Pontificado. En Occidente el rey ostrogodo, Teodorico, después de destronar a Odoacro y apoderarse de Italia (493), instauró un reinado, que se caracterizó por su buena inteligencia con los Papas. Sin embargo, como mantuvo el arrianismo, no faltaron roces y encuentros con los católicos, mientras por otra parte tuvo que enfrentarse contra el maniqueísmo (v.) y el pelagianismo. Pero sobre todo tuvo que mantener una contienda persistente con los orientales. Su mérito principal consiste en haber establecido los principios sobre el poder y los derechos pontificios. G. es el primer Papa que presenta la teoría medieval de las dos espadas. Así aparece en su célebre carta, dirigida a Anastasio, donde dice: «Dos son los poderes, por los que se rige principalmente el mundo: el de los obispos y el de los reyes. De los dos, es tanto mayor el de los obispos, cuanto que también ellos tienen que dar cuenta... sobre los mismos reyes». Luego establece los límites de ambos poderes, los declara independientes, pero con superioridad del poder espiritual.
Merece particular mención el Decreto Gelasiano, atribuido desde la Edad Media a este Papa. Pero una serie de recientes investigaciones ha probado con toda suficiencia que no es obra suya, sino que fue compuesto a principios del s. vi, probablemente al sur de las Galias. Es obra privada de un clérigo, que refleja las ideas romanas de su tiempo. En él se contienen: 1) Decisiones de un sínodo romano sobre el Espíritu Santo y el nombre de Cristo; 2) una lista de los libros prohibidos, apócrifos v heréticos; 3) una exposición sobre el primado de la Santa Sede romana.
Asimismo debe citarse el Sacramentario Gelasiano, que es el segundo ritual más antiguo que conservamos (v. LIBROS LITÚRGICOS I), y fue injustamente atribuido a G. De hecho se compuso en el s. vii; pero contiene algunas oraciones y prefacios de G. Murió en noviembre del 496, y venerado desde antiguo como Santo su fiesta se celebra el 21 de noviembre.
BIBL.: Ediciones: PL 74; CSEL 35;
S. LóWENFELD, Epistolae Ponti/icum romanorum ineditae, 2 ed. Graz 1959,
1-12; A. THIEL, Epist. Rom. Poni., Braunsberg 1868, 285-613; H. A. WILSON,
Oxford 1894.-Estudios: B. ALTANER, Patrología, 5 ed. Madrid 1962, 457 ss.;
V. MONACHINO, Gelasio !, en Bibl. Sanct. 6,90-93; G. BARDY, Gélase, en DB
(Suppl.) 111,679-690; E. SCHWARZ, Publiz. Sanunlung., z. Akaz. Schisma,
Munich 1934; O. BERTOLINI, Ronda di tronte a Bisanzio e al Longobardi,
Bolonia 1941; A. K. ZIGLER, Pope Gelasius 1..., «Cath. Hist. Rev.n 27
(1942) 3-28.
B. LLORCA VIVES.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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