El emperador, como sacerdote supremo, era el encargado de
realizar los ritos más significativos de la religión confuciana: la
promulgación del calendario, el solemne sacrifico del año nuevo, las
rogativas para obtener la lluvia necesaria para las cosechas y la
inauguración del año agrícola a la llegada de la primavera.
Celebración del Año Nuevo con la Danza del Dragón en Macao, China.
Celebración del Año Nuevo con la Danza del Dragón en Macao, China.
Los
ritos oficiales que realizaba el emperador son los más significativos,
marcan y distribuyen el año por medio de ceremonias que derivan del
poder imperial para estatuir el calendario.
La
promulgación del calendario, confeccionado por una comisión de
astrólogos y otros funcionarios, es una de las principales obligaciones
del emperador. Tiene un profundo significado al ser la manifestación
simbólica de la interdependencia del Cielo, la Tierra y el emperador,
representante de la humanidad. Por su orden se marcan las fechas
sagradas para la realización de fiestas, los días fastos y nefastos,
aquellos en los que no se puede desarrollar actividad, muy especialmente
la ritual; también el emperador designa los días correctos para
realizar las faenas agrícolas y, sobre todo, el día de comienzo del año,
que coincide con el solsticio de invierno.
La máxima fiesta del calendario tradicional chino es la del comienzo del año, que corresponde al momento en el que yang empieza a crecer, ya que el solsticio de invierno significa el fin de yin,
el reinado de la decrecencia. El emperador ofrece un solemnísimo
sacrificio al Cielo según un rito muy arcaico. Se celebraba en el sur de
la capital, que corresponde al yang, ante las tablillas grabadas
con los nombres del Cielo y los antepasados. Se estimaba que los
antepasados participaban en el rito por invitación del emperador. Tras
ayunos, purificaciones y ofrendas se rogaba al Cielo y a los antepasados
que retornasen a sus localizaciones habituales y propiciasen la
prosperidad del país, al tiempo que se quemaba en sacrificio un toro.
En el solsticio de verano, cuando yin comienza a crecer, el emperador oficiaba una ceremonia semejante en el norte de la capital, la parte yin, dedicada a la Tierra, con la notable diferencia de que el animal sacrificado era enterrado en el lugar.
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