¿Quién me ha tocado?2,
pregunta, mirando en derredor, para descubrir a la que lo había hecho. ¿No sabía el
Señor quién lo había tocado? Entonces, ¿por qué preguntaba por ella? Lo hacia como
quien lo sabe, pero quiere ponerlo de manifiesto. Y la mujer, llena de temor y temblorosa,
conociendo lo que en ella había sucedido... etc. 3 Si no hubiese preguntado y hubiese
dicho: ¿Quién me ha tocado?, nadie hubiera sabido que se había realizado un signo.
Habrían podido decir: no ha hecho ningún signo, sino que se jacta y habla para
gloriarse. Por ello pregunta, para que aquella mujer confiese y Dios sea glorificado.
Y se postró ante él y le
dijo toda la verdad 4. Observad los pasos, ved el progreso. Mientras padecía flujo de
sangre, no había podido venir ante él: fue sanada y vino ante él. Y se postró a sus
pies. Todavía no osaba mirarle a la cara: apenas ha sido curada, le basta con tener sus
pies. «Y le dijo toda la verdad». Cristo es la verdad. Y como había sido curada por la
verdad, confesó la verdad.
Y él le dijo: «Hija, tu fe
te ha salvado» 5 La que así había creído digna es de ser llamada hija. La multitud,
que lo apretuja, no puede ser llamada hija, mas esta mujer, que cae a sus pies y confiesa,
merece recibir el nombre de hija. «Tu fe te ha salvado». Observad la humildad: es él
mismo el que sana y lo refiere a la fe de ella. «Tu fe te ha salvado».
Tu fe te ha sanado: vete en
paz. Antes de que creyeses en Salomón, esto es, en el pacífico, no tenias paz, ahora,
sin embargo, vete en paz. «Yo he vencido al mundo»6. Puedes estar segura de que tienes
la paz, porque ha sido sanado el pueblo de los gentiles. Llegan de casa del jefe de la
sinagoga, diciendo: «Tu hija ha muerto: ¿por qué molestar más al maestro?»7.
Resucitó la Iglesia y murió la sinagoga. Aunque la niña había muerto, le dice, no
obstante, el Señor al jefe de la sinagoga: No temas, ten sólo fe 8. Digamos también
nosotros hoy a la sinagoga, digamos a los judíos: ha muerto la hija del jefe de la
sinagoga, mas creed y resucitará.
No permitió que nadie le
siguiera más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago9. Alguien podría
preguntar, diciendo: ¿por qué son siempre elegidos estos tres, y los demás son dejados
aparte? Pues también cuando se transfiguró en el monte, tomó consigo a estos tres 10.
Así, pues, son tres los elegidos: Pedro, Santiago y Juan. En primer lugar, en este
número se esconde el misterio de la Trinidad, por lo que este número es santo de por
sí. Pues también Jacob, según el Antiguo Testamento, puso tres varas en los abrevaderos
11. Y está escrito en otro lugar: «El esparto triple no se rompe» 12. Por tanto, es
elegido Pedro, sobre el que ha sido fundada la Iglesia, Santiago, el primero entre los
apóstoles que fue coronado con el martirio, y Juan, que es el comienzo de la virginidad.
Y llegó a la casa del jefe de la sinagoga y vio un alboroto y unas lloronas plañideras
13. Incluso hoy sigue habiendo alboroto en la sinagoga. Aunque afirmen que cantan los
salmos de David, su canto, sin embargo, es llanto.
Y entrando les dice: ¿Por
qué estáis turbados y lloráis? La niña no ha muerto, sino que duerme 14. Es decir, la
niña, que ha muerto para vosotros, vive para mi: para vosotros está muerta, para mi
duerme. Y el que duerme puede ser despertado.
Y se burlaban de él 15. Pues
no creían que la hija del jefe de la sinagoga pudiera ser resucitada por Jesús.
Pero él, echando a todos
fuera, tomó consigo al padre y a la madre de la niña 16. Dirijámonos a los santos
varones, que realizan signos, a quienes el Señor les concedió ciertos poderes. He aquí
que Cristo, cuando iba a resucitar a la hija del jefe de la sinagoga, echa fuera a todos,
para que no pareciera que lo hacia por jactancia. Así, pues, habiendo echado a todos, él
tomó consigo al padre y a la madre de la niña. E incluso a ellos les hubiera echado
probablemente, si no hubiera sido por consideración a su amor de padres, para que vieran
a su hija resucitada
Y entra donde estaba la
niña, y tomándola de la mano.. etc.17.En primer lugar tomó su mano, sanó sus obras y
de este modo la resucitó. Entonces se cumplió verdaderamente esto: «Cuando haya entrado
la plenitud de las naciones, entonces todo Israel será salvo»18. Dice, pues, Jesús:
Talitha kum que significa: Niña, levántate para mí '9. Si hubiera dicho: «Talitha
kum», significarla: «Niña, levántate», pero como dijo «Talitha kumi», esto
significa, tanto en lengua siria como en lengua hebrea: «Niña, levántate para mí».
«Kumi» significa: «Levántate para mi». Observad, pues, el misterio de la misma lengua
hebrea y siria 20. Es como si dijese: niña, que debías ser madre, por tu infidelidad
continúas siendo niña. Lo que podemos expresar de este otro modo: porque vas a renacer,
serás llamada niña. «Niña, levántate para mi», o sea, no por tu propio mérito, sino
por mi gracia. Levántate, por tanto, para mi, porque serás curada por tus virtudes.
Y al instante se levantó la
niña y echó a andar 21. Que nos toque también a nosotros Jesús y echaremos a andar.
Aunque seamos paralíticos, aunque poseamos malas obras y no podamos andar, aunque estemos
acostados en el lecho de nuestros pecados y de nuestro cuerpo, si nos toca Jesús, al
instante quedaremos curados. La suegra de Pedro estaba dominada por las fiebres: la tocó
Jesús y se levantó, e inmediatamente se puso a servirle. Ved qué diferencia. Aquella es
tocada, se levanta, y se pone a servir, a ésta le basta sólo andar.
Y quedaron fuera de si,
presos de gran estupor, y les mandó insistentemente que callaran y que no lo dijeran a
nadie22. ¿Véis el motivo, por el que había echado a la turba para realizar los signos?
Les mandó—y no soló les mandó, sino que además les mandó
insistentemente—que nadie lo supiera. Mandó a los tres apóstoles, y mandó también
a los padres que nadie lo supiera. Lo mandó el Señor a todos, mas la niña, que
resucitó, no puede callar.
Y dijo que le dieran de comer
23: para que la resucitada no se tomara por un fantasma. Él mismo también, por este
motivo, después de su resurrección comió del pescado y de la miel 24, «Y dijo que le
dieran de comer». Te pido, Señor, que también a nosotros, que estamos tendidos, nos
tomes de la mano, nos levantes del lecho de nuestros pecados y nos hagas caminar. Y cuando
caminemos, manda que nos den de comer; estando yacentes, no podemos hacerlo. Si no nos
levantamos, no somos capaces de recibir el cuerpo de Cristo. A Él la gloria, juntamente
con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
1
Como ya se ha observado en el prólogo, San Jerónimo comenta sólo algunos pasajes del
Evangelio de Marcos.
2
Mc 5, 30.
3
Mc 5, 33.
4
Ibid.
5
Mc 5 34.
6
Jn 16, 33.
7
Mc 5 35.
8
Mc 5 36.
9
Mc 5, 37.
10
Cf. Jerón., In Matth. 17, 1.
11
Gén 30, 37. Cf Jerón, Quaest. In Cen.
12
Eclo 4, 12.
13
Mc 5, 38.
14
Mc 5, 39.
15
Mc 5, 40.
16
Ibid.
17
Mc 5, 41.
18
Rom 11, 25 ss.
19
Mc 5, 41.
20
Cf. Jerón., de Nom. Hebr.: ML 23, 888.
21
Mc 5, 42.
22
Mc 5, 43.
23
Ibid.
24 Lc 24. 42.
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