Este pollino, que estaba atado, ¿cómo es que, según el Evangelio de Lucas,
tenía muchos dueños? 1 ¿Por qué se les quita a muchos dueños y es llevado a un solo
señor? ¿Por qué estaba delante de la puerta y por qué en la calle?
Delante de la puerta significa que estaba preparado para la fe, mas no podía
entrar sin los apóstoles; y en la calle significa que estaba entre la gentilidad y el
judaísmo, no sabiendo a quién seguir. ¿Por qué en el Evangelio de Marcos se dice que
era un pollino, al que nadie había montado nunca? Realmente nadie lo había montado
nunca. Todos lo habían querido domar y montar, pero nadie había podido. No habían
podido montarlo, evidentemente, porque no había sido domado. ¡Cosa sorprendente: había
sido atado, sin haber podido ser domado! De muy diverso modo actúa Jesús: lo desata y
así precisamente, lo doma.
Este mismo pollino es llevado desde Betania a Betfagé. Jesús estaba en Betania,
si bien los evangelistas hablan de modo diverso. Unos dicen que estaba en Betania y otros
que estaba en Betfagé. Betania es el lugar, la aldea, donde hoy está Lázaro, la aldea
de Marta y María, la aldea de Lázaro 2. Tened en cuenta también todo esto. Aquel
pollino indómito es llevado al lugar donde Lázaro había sido resucitado, a Betania, que
significa «casa de obediencia» 3. Era indomable y es llevado a la obediencia, a fin de
que en él pueda montar Jesús.
Hemos hablado de Betania, hablemos ahora de Betfagé. Betfagé significa «casa
de la quijada» 4. Fijaos en el proceso de la fe. Primero creemos y llegamos a Betania, es
decir, a la casa de la obediencia; y después, a la casa de las quijadas, casa de la
confesión, o casa sacerdotal 5. Pues los sacerdotes, en efecto, solían recibir la
quijada. Tal vez alguien pregunte: ¿por qué los sacerdotes reciben precisamente la
siagona, esto es, la quijada? El sacerdote no recibe otra cosa más que la siagona, el
pecho y el hombro. Daos cuenta de lo que reciben 6 los sacerdotes: la quijada, el pecho, y
el hombro. Fijaos bien en ello. Lo propio del oficio sacerdotal es poder enseñar a los
pueblos. De ahí que diga el profeta: «Pregunta a los sacerdotes sobre la ley de Dios.»7
Es propio de los sacerdotes, por tanto, responder a las preguntas sobre la ley. Por ello,
reciben la palabra, que está en la quijada; reciben también el pecho, esto es, el
conocimiento de las Escrituras, pues de nada aprovecha tener las palabras, si no se posee
este conocimiento. Y una vez has recibido la siagona y el pecho, entonces recibes también
los brazos, es decir, las obras 8, pues de nada te aprovecha que tengas las palabras y que
tengas el conocimiento, si no tienes las obras. ¿Por qué he dicho todo esto? A
propósito de este pollino de asna, llevado a la «casa de las quijadas», que es lo que
significa Betfagé. No es llevado primero a los brazos, ni es llevado tampoco al pecho,
sino a la quijada, a la palabra, para que de ella reciba enseñanza.
Así, pues, sobre este pollino monta el Salvador: monta porque estaba cansado.
Desde Samaria de Galilea había venido a Jericó, y desde Jericó hasta Betania; había
subido incluso un monte y no se había cansado, y sin embargo, en dos millas se cansa y
pide el asno. De Jerusalén iba a Galilea, caminando siempre a pie hasta Samaria, y no
pudo caminar dos millas. Mas todo lo que hizo Jesús es un sacramento, todo es nuestra
salvación. Si el apóstol nos dice: «Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis lo que sea,
hacedlo todo en el nombre del Señor» 9, ¿cuánto más será para nosotros un signo que
el Salvador camine, o se siente, o coma, o duerma? Tenemos, pues, que monta una asna 10.
Pero otro evangelista dice que monta un pollino 11, y otro que tanto una asna como un
pollino 12.
Voy a decir una cosa ridícula 13: ¿podía poner un pie en cada uno de los
asnos? En todo esto hablo contra los judíos. Si, pues, vino en una asna, no vino en un
pollino. Sin embargo, las dos cosas ocurrieron en realidad, aunque precedidas por un
signo. Montó Jesús en un pollino de asna indomable, al que no habían podido poner
frenos, ni nadie había montado nunca, en el pueblo gentil, y montó en una asna en
aquellos creyentes, que procedían de la sinagoga. Fíjate en lo que dice: Montó en una
asna sujeta al yugo, que tenía el cuello y la cerviz molidos por la ley 14.
Y se le acercó, dice el Evangelio, la multitud. Mientras estaba en el monte, no
podía acercársele la multitud: comienza a descender y la turba se le acerca. Y la turba
que lo precedía y lo seguía —dice— clamaba: Hosanna al Hijo de David, bendito
el que viene en el nombre del Señor, hosanna en las alturas,15. Tanto los que precedían,
como los que le seguían, gritan a una sola voz 16. ¿Quiénes son los que le preceden?
Los patriarcas y profetas. ¿Quiénes los que le siguen? Los apóstoles y el pueblo de los
gentiles. Mas, tanto en los que le preceden como en los que le siguen Cristo es la única
voz: a él alaban, a él aclaman al unísono. ¿Y qué dicen? «Hosanna al Hijo de David,
bendito el que viene en el nombre del Señor, hosanna en las alturas». Dicen tres cosas:
«Hosanna al Hijo de David», a los incipientes; «bendito el que viene en el nombre del
Señor», a los perfectos; «hosanna en las alturas», a los que reinan.
Nadie piense que dividimos a Cristo. Sólo quienes nos calumnian suelen decir que
distinguimos en Cristo dos personas: el hombre y Dios. Nosotros creemos en la Trinidad, no
en una cuaternidad, como ocurriría en el caso de que en Cristo hubiera dos personas. Pues
si en Cristo hay dos personas, el Hijo, es decir Cristo, es doble, y entonces las personas
serían cuatro. Nosotros creemos en el Padre, en el Hijo, y en el Espíritu Santo.
Respecto al Padre y al Espíritu no hay ninguna duda, pues no tomaron un cuerpo, ni
asumieron ninguna debilidad. Mas ahora hablamos de Cristo, nuestro Dios, Hijo de Dios e
hijo del hombre, el Hijo único de Dios. El mismo Hijo de Dios es también hijo del
hombre. Lo que tiene de grande refiérelo al Hijo de Dios; lo que tiene de humilde al hijo
del hombre, pero, de todos modos, es un único Hijo de Dios. ¿Por qué me veo obligado a
decir esto? Porque he oído que nos calumnian algunos, que probablemente tienen alma
arriana.
Porque no he querido referir a Dios la bajeza de la humanidad, no por ello divido
a Cristo. Pues él mismo está simultáneamente en el infierno y en el cielo: en un mismo
instante descendió a los infiernos y entró con el ladrón en el paraíso. Todos los
elementos los tiene en su puño. Y si están en su puño, ¿dónde no va a estar el que lo
sostiene todo? Con la ayuda de vuestras oraciones hemos explicado todas estas cosas, como
hemos podido. A Él la gloria por los siglos de los siglos. AMEN.
1 Lc 19, 33; Mt 21, 1 ss; Jn 12, 1 ss. Cf. Jerón., In Matth. 21,
1 ss.
2 Cf. Jerón., De Situ et nom Hebr.; ML 23, 931 A. San Jerónimo
dice «donde hoy está Lázaro», es decir, donde surge el monumento erigido en recuerdo
de la resurrección de Lázaro.
3 Cf. Jerón., In Matth 21, 17.
4 Cf. Jerón., Epist. 108, 12.
5 Cf. Jerón., In Matth 21, 1.
6 Es decir, reciben, como ofrenda a Dios, estas partes del cuerpo
de los animales.
7 Ag 2, 11.
8 Cf. Jerón., Epist. 64, 1, 2. Cf. Mal 2, 3.
9 1 Co 10, 31.
10 Mt 21, 2.
11 Lc 19, 30.
12 Mt 21, 2.
13 Cf. Jerón., In Matth 21, 5.
14 Cf. Jerón., In Matth 21, 5.
15 Mc 11, 9-10.
16 Cf. Jerón., In Matth 21, 9.
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