lunes, 11 de enero de 2016

EL CONCILIO DE TRENTO Y LA PINTURA EUROPEA DEL SIGLO XVI Y XVII

Todas las cuestiones concernientes al gobierno espiritual y de las almas eran debatidas en los Concilios (instituidos a fines del siglo II), siendo el tema de la representación de las imágenes unos de los puntos de mayor significación en las artes, en especial, en la pintura por ser esta la productora directa de dichas imágenes. El Concilio de la Reforma Católica reunido en Trento entre 1545 y 1563 no estuvo exento de estas discusiones ya que, entre otras cosas, lo que la Iglesia necesitaba en esos momentos era un arte relativamente sencillo, dirigido más al ánimo y al sentimiento que al intelecto; es decir, un arte para las masas que acudía a las iglesias. Por tal motivo, había que evitar ante todo, que en las iglesias se exhibiera obras de arte inspiradas en herejías religiosas, los desnudos, el adorno de las imágenes con incitaciones seductoras, las imprecisiones teológicas, todo elemento pagano y secular. El arte eclesiástico se transforma en un arte oficial, juzgándose la obra, sobre todo, por su valor de devoción. Igualmente, los artistas debían realizar sus obras, destinadas a las iglesias, siguiendo las instrucciones de sus consejeros espirituales (asignados por la iglesia) y supervisados por los teólogos. 

La Iglesia Católica tuvo que asumir el difícil papel de poner en funcionamiento los decretos del Concilio de Trento; su acción tomó el nombre de Contrarreforma y fue dirigida por las órdenes religiosas, en especial por los jesuitas. Estos usaron el arte como medio para inducir a las masas a aceptar las verdades enseñadas, en realidad, lo que hizo fue retomar las doctrinas medievales que consideraban que el arte, igual que la filosofía, estaban al servicio de la teología.

La Contrarreforma encuentra en el Barroco su plenitud artística: hay un emocionalismo y un sentimentalismo, un deseo de hurgar en el dolor, en la aflicción, en las heridas y en las lágrimas lo que constituye el sentimiento barroco. La Contrarreforma supo ver en las fuerzas inconscientes y afectivas, no racionales, las nuevas condiciones de lucha, basando la propaganda, mas en la emoción que en el pensamiento; desarrolla un arte religioso barroco, es decir, un arte emotivo, teatral, con gran sentido escenográfico que se vale de la sugestión y del prestigio. Un estilo que combina las artes de la arquitectura, la pintura y la escultura actuando sobre el espectador, invitándole a participar de las agonías y éxtasis de los santos. 


Roselia Level
Caracas-Venezuela

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