Te
has reunido con un viejo amigo para tomarte un café, y él empieza hablando de
una excitante colección de libros que está leyendo. “Realmente me hicieron
pensar”, observa, “sobre toda esta historia de ‘ser dejado atrás’ ”.
Si
no tienes ni idea de qué está hablando, es muy probable que o bien seas católico
o bien hayas estado viviendo en otro planeta durante algún tiempo. Pero también
es muy probable que a tu amigo le estén arrastrando a aceptar creencias sobre
los “últimos tiempos” que son contrarias a la enseñanza católica y que
están fabricando fundamentalistas cerriles y “martillos de católicos”.
Los
libros, por supuesto, son los exitosísimos, mañosamente fabricados y
ampliamente publicitados bodrios apocalípticos conocidos como la serie “Left
Behind” [literalmente: “dejado atrás”, N. T.], cuyos autores son Tim
LaHaye y Jerry B. Jenkins. Ofrecen un relato novelado acerca de lo que los
autores creen que ocurrirá en un futuro próximo: el denominado “arrebato”,
una venida secreta de Cristo para arrebatar a todos los verdaderos cristianos de
la tierra, dejando atrás a todos los demás. Este “arrebato” es seguido
inmediatamente por la “tribulación,” un periodo de siete años repleto de
muerte, sangre e ira de Dios. Los personajes son inventados, pero los
acontecimientos, asegura LaHaye a sus lectores, se encuentran en la Biblia.
El
primer libro, Left Behind: A Novel of the Earth’s Last Days [Dejado atrás:
novela de los últimos días de la Tierra, N.T.] (Tyndale, 1995), iba a ser el
primer y último volumen que se publicase. Pero cuando los últimos días de la
tierra no quisieron materializarse y las ventas empezaron a subir, se fabricaron
más volúmenes. El mes de noviembre pasado se publicó el octavo libro de la
serie, The Mark: The Beast Rules the World [La marca: la Bestia gobierna
el mundo, N.T.], y rápidamente escaló hasta los primeros puestos de las listas
de ventas, encabezando las del New York Times, el USA Today y el Wall Street
Journal, al igual que había hecho meses antes su predecesora, The Indwelling:
The Beast Takes Possession [La llegada: la Bestia toma posesión, N.T.]. El
noveno libro, Desecration [Profanación, N.T.], aparecerá este mes de
octubre.
La
serie ha pulverizado récords de venta de novela cristiana, con más de veinte
millones de ejemplares vendidos. También ha inspirado una serie para niños,
cintas de audio, libros complementarios de “no ficción”, una “Biblia de
la Profecía” y hasta un descendiente cinematográfico, Left Behind: The
Movie [Dejado atrás: la película, N.T.] , que vendió 2.8 millones de
ejemplares en vídeo y fue anunciada como la película más cara protagonizada
por Kirk Cameron jamás producida. Lo único que se echa de menos en toda esta
chifladura de parafernalia apocalíptica son tazas de café, muñequitos
articulados Cameron y Palm Pilots proféticos.
Mi
trasfondo fundamentalista
No
soy ajeno a este asunto del arrebato. Criado en un hogar fundamentalista,
anticatólico y creyente en el arrebato, me pasé muchas horas dándole vueltas
a lo que significaba ser “dejado atrás”, leyendo, hablando, oyendo cosas
sobre el tema y hasta cantando canciones alusivas. En campamentos bíblicos y
encuentros juveniles solíamos cantar “Como desearía que hubiéramos estado
preparados”, una popular cancioncilla sobre el arrebato. (Aparece en la banda
sonora de la película Left Behind). Me recuerdo a mí mismo cantando a
voz en cuello el pegadizo estribillo: “No queda tiempo para convertirse / El
Hijo ha venido y has sido dejado atrás”.
Además
de eso, ya leía libros de Tim LaHaye muchos años antes de que el New York
Times hubiese oído hablar de él. LaHaye era bien conocido entre los
fundamentalistas, haciendo famoso su nombre gracias a libros suyos como The
Act of Marriage [El acto del Matrimonio, N.T.] (una guía sexual
fundamentalista para parejas casadas), Transforming Your Temperament [Transformando
tu carácter, N.T.] y The Battle for the Mind [La batalla de la mente,
N.T.]. Era como Freud, el doctor Ruth y Billy Graham reunidos en una sola
persona.
LaHaye
era también un “experto en profecías bíblicas”, que escribía obras sobre
el libro bíblico del Apocalipsis, la crisis de Oriente Próximo y el inminente
juicio de las naciones. Era —y sigue siendo— un tenaz oponente de los
papistas, un producto de la Bob Jones University que no ahorraba golpes a la
hora de describir las maldades sin cuento de la iglesia “romanista”.
Saltemos
a 1997. Mi mujer y yo estamos ingresando en la Iglesia Católica. Se acabaron
los sermones de 45 minutos, las charlas contra el beber buena cerveza, o el
tener que leer libros de LaHaye. Pero al mismo tiempo en que estábamos
abrazando la apostasía papista de que había alertado LaHaye, veía su nombre
en las librerías, en Internet y —que Dios nos coja confesados— en manos de
católicos. ¡Llegué a oír que algunos sacerdotes y doctores en educación
religiosa estaban recomendando sus libros! Católicos que no sabían que se había
publicado un nuevo Catecismo leían los libros de la serie Left Behind
con un entusiasmo que sólo puedo calificar, tristemente, de arrebatador. ¿Qué
estaba pasando?
¿Entretenimiento
inocuo o propaganda fundamentalista?
LaHaye
había descubierto una hábil, si bien no del todo original, manera de extender
su evangelio del arrebato: escribir una excitante novela destinada a los fans de
John Grisham, Danielle Steele, y otros Shakespeares de baratillo. En una
entrevista con Larry King el 19 de junio de 2000, tanto LaHaye como Jenkins
hablaron con franqueza sobre cómo se escriben esos libros y con qué propósito.
LaHaye,
el experto en profecías, le da a Jenkins, el cuentacuentos, un cuaderno en que
se esbozan los “acontecimientos bíblicos” futuros. LaHaye, declaró Jenkins
, “me entrega un ambiciosísimo plan de trabajo antes de cada libro. Me da un
cuaderno que muestra la cronología de los acontecimientos bíblicos e ideas
sobre los personajes y la trama, ese tipo de cosas. Pero sobre todo me da
comentarios... Y realmente me meto hasta el cuello en esos cuadernos”. Más
tarde añadió: “Pero cuando nos ocupamos de los acontecimientos bíblicos,
tratamos de narrarlos exactamente en la forma en que vemos que tienen lugar si
los tomamos literalmente, y en el camino colocamos estos personajes
ficticios”.
Cuando
King observó, “Están ustedes tratando aquí con [una] herramienta evangélica”,
LaHaye estuvo de acuerdo y Jenkins intervino diciendo: “Es cierto. Sí. Cuando
conocí al doctor LaHaye, me quedé impresionado de que quisiese llegar a dos públicos
distintos. Quería alentar a la iglesia, aquellos que ya estaban persuadidos. Y
quería persuadir a los incrédulos”.
No
nos equivoquemos. Para LaHaye y Jenkins, casi todo el que no coincide con su
visión de los “últimos tiempos” es un “incrédulo”. Y eso va sobre
todo por los católicos, que son pienso especial para los esfuerzos evangélicos
fundamentalistas.
El
acusado sesgo contra el catolicismo es obvio en el libro de LaHaye y Jenkins Are
We Living in The End Times? [¿Estamos viviendo en los últimos tiempos?,
N.T.] (Tyndale, 1999), escrito como un volumen complementario a los libros de la
colección Left Behind. Este libro de “no ficción” está dedicado a
“los millones de lectores de la colección Left Behind con el deseo de
que este libro les ayude a lograr una comprensión más clara de la profecía bíblica
de los últimos tiempos”. Contiene varias páginas de ya probados y no
verificados ataques contra la Iglesia.
Proclamando
que la “profesión de fe” del emperador romano Constantino fue un engaño,
LaHaye y Jenkins detallan las variedades de “corrupción” que acabaron
entrando en la en otros tiempos pura Iglesia: “oraciones por los muertos,
hacer la señal de la cruz, culto de los santos y de los ángeles, instituir la
misa y el culto de María —que en la iglesia de Roma fue seguido por oraciones
dirigidas a María, lo cual llevó a la doctrina de 1950 de su asunción al
cielo y en 1965 a la proclamación de que María era ‘la Madre de la
Iglesia’”.
San
Agustín es descrito con sospechosa facilidad como un “humanista griego”
cuya introducción de “sabiduría humana” más tarde “preparó el camino
para un pensamiento y prácticas más paganos”. Además, la
“espiritualización por San Agustín de la Escritura terminó quitándole a la
Biblia su puesto de única fuente de autoridad para la doctrina correcta. Al
mismo tiempo, las Escrituras fueron encerradas en monasterios y museos, dejando
a los cristianos indefensos contra la invasión de pensamientos y prácticas
paganos y humanistas. Consecuentemente, las Edades Oscuras imperaron, y la
Iglesia de Roma se convirtió en más pagana que cristiana”.
Tal
visión de la historia suscita diversas preguntas: ¿Puede alguien nombrar los
cinco museos más importantes del siglo V? Y, ¿la gente se cree realmente esta
basura? Sí, de veras se la cree, y es con eso con lo que los autores ya
cuentan.
La
lección fundamentalista de historia continúa con una descripción del
catolicismo como “misticismo babilónico de Satán” y una obligada
referencia a las “prácticas paganas” de “vender indulgencias, enseñar la
doctrina del purgatorio y rezarle a María”. ¿Cómo? ¿No se hace mención al
blasfemo encendido de velas y el cántico del Ave María? No, en vez de eso se
menciona la inspirada fábula de Jimmy Swaggart de los “40 millones de
personas” —todos verdaderos cristianos— asesinadas por la Iglesia católica.
Y así sigue, un verdadero cuerno de la abundancia de Los Veinte Tópicos
Anticatólicos Más Repetidos, que oportunamente sólo se limita a omitir notas
a pie de página y documentación.
El
trasfondo dispensacional
La
idea del arrebato ganó popularidad en América a raíz de un movimiento
religioso fundamentalista conocido como dispensacionalismo —un movimiento que
incluye a personajes como LaHaye, Jenkins, Billy Graham, Jerry Falwell y otros.
Para concretar más, son dispensacionalistas pre-milenio y pre-tribulación.
Creen que (1) en el futuro habrá un reinado de mil años de Cristo sobre la
tierra; (2) los “auténticos creyentes” en Cristo serán arrebatados, o
llevados hasta el cielo, justo antes de un periodo de siete años de tribulación
mundial y (3) la historia ha sido dividida en siete diferentes dispensaciones o
eras. En cada una de éstas, Dios pone a prueba a personas concretas, éstas
caen y luego Él los juzga.
Las
dos creencias más específicas de los dispensacionalistas son también las
creencias más claramente contrarias a la enseñanza católica: (1) una separación
radical entre Israel, el pueblo “terrenal” de Dios, y la Iglesia, el pueblo
“celestial” de Dios y (2) el arrebato. Desde luego, es el arrebato el
que forja los titulares, vende los libros y lanza a muchos católicos en
espirales de confusión. El arrebato es el tema central de los libros de la
colección Left Behind, que empiezan con ese acontecimiento y luego
siguen a un grupo de personajes, la “Fuerza de la Tribulación”, a lo largo
de los siete años de tribulación, la cual acabará con la batalla de Harmagedón
y la segunda venida de Cristo.
Eso
es: el arrebato no es el mismo acontecimiento que la Segunda Venida. Es un vuelo
diferente, que despega en un momento secreto, no implica un aterrizaje real de
Jesús y tiene un propósito completamente distinto del de la Segunda Venida. En
el arrebato, los “auténticos creyentes” son silenciosamente
“arrebatados” a Cristo en las nubes; en la Segunda Venida regresan con Cristo
a sacudirle bien al Anticristo, establecer el reino del milenio y ayudar
a organizar los sacrificios de animales en el nuevamente reconstruido templo de
Jerusalén (luego volveremos sobre ello).
La
distinción entre el arrebato y la Segunda Venida es la base para toda la trama
de las historias de la colección Left Behind, y LaHaye ha escrito volúmenes
enteros sobre la materia, en especial Rapture Under Attack: Will You Escape
the Tribulation? [El arrebato atacado: ¿escaparás a la tribulación?, N.T.]
(Multnomah Press, 1998). En ese libro declara que son “obviamente dos
acontecimientos separados”, proclamando que el arrebato de la iglesia
“ciertamente no es la Segunda Venida, sino sólo el primer paso importante”.
Muy extrañamente, tras afirmar que es “falso” que hable de “dos
venidas”, escriba que hay “dos venidas de Cristo: una para Su iglesia y otra
gloriosa para el mundo”.
Deberíamos
tener presente que hoy día la doctrina del arrebato se ha extendido más allá
de los límites del movimiento dispensacionalista. No todos los “arrebatistas”,
como apodaremos a la gente que cree en el arrebato, son dispensacionalistas.
Muchos protestantes evangélicos aceptan la noción pero no saben nada de
dispensaciones, de una distinción radical entre Israel y la Iglesia y de otras
marcas distintivas del mundillo dispensacional. Pero incluso si todos los
arrebatistas no pueden reconocer las raíces de su creencia, están aún
influidos por ellas.
¿En
qué sitio de la Biblia está eso?
Los
arrebatistas admiten que la palabra “arrebato”[en inglés, rapture,
N.T.] no aparece en la Biblia, pero explican que está tomada de la palabra
latina rapiemur, la cual usó San Jerónimo para traducir la palabra
griega equivalente a “arrebatados” en este pasaje de la primera carta de San
Pablo a los Tesalonicenses:
“Porque
el mismo Señor, a la señal dada por la voz del arcángel y al son de la
trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán
los primeros; después nosotros, los vivos, los que quedemos, junto con ellos
seremos arrebatados entre nubes por los aires al encuentro del Señor; y
así estaremos siempre con el Señor”(1 Tes 4,15-17) [N.T.:la cita correcta es
1 Tes 4,16-17].
Otro
pasaje favorito de los arrebatistas también procede de San Pablo:
“Mirad,
os voy a enseñar un misterio: no todos moriremos, aunque sí seremos todos
trasformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, con la última
trompeta; pues sonará, y los muertos resucitarán incorruptos, y nosotros
seremos transformados” (1 Cor 15, 51-52).
Según
los partidarios de la teoría del arrebato, este bendito acontecimiento sucederá
secreta y silenciosamente — por eso estos textos probatorios son de lo más
enigmáticos, al referirse como lo hacen a la trompeta de Dios y la voz de un
arcángel (que ha de ser potente). La explicación arrebatista que suele darse
para esta aparente contradicción es que solo aquellos que sean arrebatados verán
a Jesús, y oirán su voz, la del arcángel y el son de la trompeta de Dios.
Esa
es una explicación muy cómoda —solo que la Biblia nada dice sobre ello. De
hecho, la Biblia jamás menciona un arrebato distinto de la Segunda Venida. Así,
¿cómo llegan los arrebatistas a que estos dos acontecimientos son distintos?
Una
justificación que se da a menudo es que se usan tres palabras distintas para la
Segunda Venida —parousia, apokalypsis y epiphaneia. Los
arrebatistas pretenden que se refieren a sucesos diferentes. El problema es que
los arrebatistas a menudo aplican las distinciones de forma inconsistente. Por
ejemplo, afirman que parousia en 1 Tesalonicenses 4,15 se refiere al
arrebato, pero que la misma palabra en 1 Tesalonicenses 3, 13 describe la
Segunda Venida.
La
razón más importante para la falsa distinción, sin embargo, es una denominada
interpretación “literal” de la Escritura que deriva en una dicotomía
radical entre Israel y la Iglesia, que necesita de dos venidas separadas de
Cristo. LaHaye escribe que hay “dos claves para entender la profética Palabra
de Dios. Primero, se debe interpretar la Biblia literalmente a menos que el
contexto dé buenas razones para no hacerlo. Segundo, ¡debemos entender que
Israel y la iglesia son distintos! Si una persona no es capaz de admitir estos
dos hechos de la Escritura, toda discusión y argumento es estéril. La cosa no
va tanto de profecías cuanto del parecer que se tenga sobre la Escritura y la
iglesia”.
LaHaye
sabe que sus puntos de vista son ajenos a la enseñanza católica. Esa es una
razón por que ataca repetidamente a San Agustín, proclamando que “echó los
cimientos para la destrucción de la integridad doctrinal al presentar doctrinas
católicas que han durado hasta nuestros días en forma de un paganismo
cristianizado —cristiano en el nombre, pagano en el origen y la práctica.
Esto nunca habría sucedido si hubiesen continuado tomando la Biblia al pie de
la letra, dondequiera que el sentido evidente de la Escritura sea de sentido común”.
Su irritación por que un obispo católico enseñara realmente doctrinas católicas
es sorprendente; su conclusión de que el sentido “evidente” de la Escritura
debiera ser obvio para todos — especialmente en libros como el Apocalipsis y
Daniel— es absurda.
Es
doblemente absurda a causa de cuan a menudo y con cuanta aspereza discrepan
entre sí los arrebatistas. Uno de los debates más largos dentro del movimiento
trata del tiempo del arrebato. Mientras que la mayoría de los arrebatistas,
como LaHaye, son pre-tribulacionistas (enseñando que el arrebato tiene lugar
antes de la tribulación de siete años), algunos son medio-tribulacionistas,
proclamando que los creyentes serán arrebatados en medio de los siete años
y otros, llamados pos-tribulacionistas, insisten en que el arrebato tiene lugar
al final de la tribulación y es simultáneo con la Segunda Venida. ¡Y sin
embargo todos ellos usan los mismos pasajes de la Escritura, especialmente de
Daniel y el Apocalipsis, para llegar a posiciones completamente distintas!
Respecto
a lo de interpretar la Biblia “literalmente”, pídele a un arrebatista que
interprete Juan 6,50-58 o 1 Pedro 3, 21 literalmente. Insistirán en que esos
pasajes, que se refieren respectivamente a la Eucaristía y el bautismo, están
escritos metafóricamente. Pero el libro del Apocalipsis —lleno de imágenes
de dragones, bestias de muchos cuernos, langostas, copas, trompetas y Jesús con
una espada que le sale de la boca —¿tendría entonces que ser interpretado
literalmente?
Esta
lectura inconsistente de la Escritura lleva a una división al estilo gnóstico
entre Israel y la Iglesia, más o menos como la que propuso el antiguo
heresiarca Marción. Los dispensacionalistas insisten en que la mayor parte de
las promesas del Antiguo Testamento a Israel, especialmente las de un reino mesiánico
terrenal, no se cumplieron jamás y deben hacerlo en el futuro. Cuando Cristo
vino, cree el dispensacionalista, ofreció un reino terrenal a los judíos, pero
ellos lo rechazaron, dejando al Mesías sin un pueblo al que llamar Suyo.
Pero
no hay que preocuparse: Dios dio a Jesús un nuevo pueblo espiritual, la
Iglesia, y decidió tomarse un descanso de los judíos durante un tiempo. En
este guión, la Iglesia es el plan B, un “paréntesis” inserto en la
historia. ¡Compárese eso con la declaración del Catecismo de que “el mundo
fue creado en orden a la Iglesia” (CIC 760)!
Según
este punto de vista, Dios querría volver a ajustar cuentas con la gente
terrenal y cumplir todas Sus promesas pendientes. Pero Él ha sido paciente por
el bien de la esposa de Jesús, la Iglesia. A pesar de todo, el tiempo apropiado
para que tenga lugar este asunto final, según LaHaye y otros arrebatistas, es
ahora. (Qué sorpresa: ¿Cuándo fue la última vez que un “experto en profecías”
dijo que el fin llegaría después de que el experto mismo estuviera muerto?)
A
fin de que Dios cumpla Sus promesas a Israel, necesitará llevarse a la Iglesia,
el “pueblo celestial”, mediante el arrebato. Para entonces, el “reloj profético”,
que se había parado de repente cuando los judíos rechazaron a Jesús, empezará
a correr de nuevo, desencadenando toda una serie de acontecimientos largamente
esperados, incluyendo la tribulación, la batalla de Harmagedón, la Segunda
Venida, el reino del milenio, y por último —1007 años después del
arrebato— el comienzo de la eternidad con Dios.
Todo
esto debería dejar claro que si bien tanto los arrebatistas como los católicos
buscan interpretar la Biblia “literalmente”, con esa palabra quieren decir
cosas distintas. En la tradición católica, interpretar la Biblia literalmente
significa descubrir, mediante una sólida exégesis, lo que quería decir el
autor original (ver CIC 115-116). Para los arrebatistas significa descubrir el
significado de acontecimientos presentes o futuros a expensas del contexto histórico.
Un
buen ejemplo de esta tendencia es la creencia arrebatista de que durante el
reino terrenal del milenio de Cristo volverán a llevarse a cabo los sacrificios
de animales en el templo reconstruido en Israel. Aunque la serie Left Behind no
ha llegado allí todavía, no hay duda de que los libros mostrarán esa
actividad. En su comentario Revelation Unveiled [El Apocalipsis
desvelado, N.T.], LaHaye explica:
“[El
libro bíblico de] Ezequiel detalla ampliamente la cuestión del culto en el
Templo, llegando a señalar que el sistema sacrificial será restablecido.
Durante el Reino del milenio estos sacrificios serán para la nación de Israel
lo que la Cena del Señor es ahora para la Iglesia: un recordatorio de cómo han
sido salvados. Estos sacrificios no supondrán ninguna labor meritoria o eficaz.
En vez de eso, recordarán repetidamente a Israel su Mesías crucificado...”.
Tal
idea choca en varios puntos con la enseñanza católica: Lo que dice acerca del
sacrificio de Cristo y la Eucaristía es defectuoso, y la Iglesia católica ha
rechazado oficialmente la creencia en un reino literal del milenio de Cristo en
la tierra (ver CIC 676). Pero otro problema manifiesto con la interpretación
que hace LaHaye de los capítulos 40 a 48 de Ezequiel es su inconsistente e
insincera naturaleza.
Para
los que no lo sepan aún, su interpretación literal da por hecho que el templo
físico será reconstruido y que en él se ofrecerán sacrificios —con todo él
insiste después en que estas ofrendas de animales muertos son sólo
recordatorios de la muerte de Cristo. Pero no encontrarás ninguna referencia a
“recordatorios” en Ezequiel. Por el contrario, leerás referencias
a“ofrendas expiatorias”, “holocaustos” y “ofrendas de paz”, todas
ellas sacrificadas a fin de mantener una correcta relación con Dios. Este es sólo
un ejemplo de cómo los métodos dispensacionales de interpretar la Escritura
son muy a menudo inconsistentes, forzados y erróneos.
La
verdadera historia del Arrebato
Hablando
de errores, ¿sabías que el arrebato tal como es enseñado por LaHaye y otros
tiene menos de dos siglos de antigüedad? La colección Left Behind y
otros libros de LaHaye implican o proclaman abiertamente que su versión del
arrebato proviene de la Biblia, era enseñada por algunos cristianos en la
Iglesia primitiva y es un distintivo de auténtica cristiandad. Pero esta
afirmación es ilusoria y categóricamente falsa.
Algunos
predicadores protestantes en la América de los comienzos enseñaban que antes
del fin del mundo habría una venida de Cristo secreta e invisible para los
verdaderos creyentes. Antes de eso, un jesuita de Chile escribió un libro que
incluía una idea semejante —si bien él creía que sería un arrebato de
aquellos católicos que recibían la Sagrada Comunión con regularidad, y que éstos
regresarían a la tierra cuarenta y cinco días después. (No debiera sorprender
que la Iglesia no abrazara estas enseñanzas). A pesar de ello, la doctrina del
arrebato en su forma moderna sólo ganó amplia aceptación en América y Gran
Bretaña en el siglo XIX.
El
auténtico padre del sistema dispensacionalista que promovió la idea del
arrebato fue un ex sacerdote anglicano fanáticamente anticatólico llamado John
Nelson Darby (1800-1882). Darby fue un infatigable reformador autoproclamado que
pasó su vida predicando el arrebato y condenando a aquellos que no estaban de
acuerdo con él. Ordenado sacerdote en la Iglesia de Inglaterra cuando tenía
unos veinte años, pasó algunos años predicando a católicos, proclamando en
determinado momento que estaba convirtiendo entre seiscientas y ochocientas
personas por semana.
Darby
se quedó muy frustrado con la dejadez espiritual de la Iglesia de Inglaterra y
empezó a enseñar que “¡la Iglesia está en ruinas!” La Cristiandad
había fallado, decía Darby; el cristianismo estaba ya siendo juzgado por Dios,
y sólo un “resto” — Darby y sus seguidores— se salvaría. Basado en su
convicción de que Jesús era “celestial” (pues fue rechazado por el pueblo
terreno, los judíos) y tenía sólo un “pueblo celestial”, Darby desarrolló
un sistema que requería dos venidas de Cristo: el arrebato secreto de la
Iglesia y la segunda venida pública de Cristo con Sus santos. Era una ruptura
radical con la opinión cristiana histórica y ortodoxa de la Iglesia y la Nueva
Alianza —incluso con la opinión de la mayoría de los protestantes de
entonces.
Durante
varias décadas Darby viajó por toda Europa y por América extendiendo sus muy
personales ideas sobre los últimos tiempos. Aun disgustado con su recibimiento
en América, alcanzó allí reconocimiento póstumo cuando uno de sus discípulos,
Cyrus I. Scofield, publicó la Biblia de Referencia de Scofield en 1909.
Meticulosamente basada en las notas y enseñanzas dispensacionales de Darby,
mostraba cuadros y notas a pie de página de aspecto riguroso en las que se
explicaban “científicamente” las verdades proféticas de la Escritura. En
algunas décadas había vendido unos diez millones de ejemplares, convirtiéndose
en el libro fundamentalista americano más influyente de todos los tiempos.
En
los primeros años del siglo XX el sistema dispensacional logró avances
significativos en los grupos baptistas, presbiterianos y metodistas así como en
docenas de congregaciones “no sectarias”. Las facultades bíblicas
dispensacionales florecieron por todo el país. La mayoría de los famosos
revivalistas protestantes posteriores de América tales como Dwight Moody, Billy
Sunday y Billy Graham fueron dispensacionalistas formales.
Cuando
Israel se convirtió en nación en 1948, los dispensacionalistas vieron en ese
acontecimiento una señal clave de los tiempos. Con Israel restaurada como nación,
el tiempo en que la Iglesia sería arrebatada de la tierra tenía que estar próximo.
El conflicto de 1967 entre Israel y Egipto años más tarde elevó la expectación.
En
1970 un joven ministro fundamentalista llamado Hal Lindsey publicó The Late
Great Planet Earth [El último gran planeta Tierra, N.T.]. Los americanos se
tragaron ávidamente su mezcla al estilo dispensacionalista de retórica apocalíptica,
farsa profética y nerviosa escritura. Resultó ser la bomba de los 70, con unos
treinta millones de ejemplares vendidos hacia 1990. La gente que no conocía el
“dispensacionalismo” de la “unión hipostática” compraba los libros de
Lindsey a carretadas.
Aunque
el arrebato no ocurrió en 1988 como había dado a entender que podría ocurrir,
Lindsey continuó sacando libros como churros, con otros arrebatistas como Jack
van Impe, John Walvoord, John Hagee y Grant Jeffrey pisándole los talones. Pero
Lindsey no fue destronado de su status oficioso como Arrebatista Jefe hasta que
LaHaye y Jenkins dieron la campanada con su novela barata sobre el arrebato.
¿Moraleja
de esta lección de historia del arrebato? La mala teología lleva a malas
novelas sobre el fin del mundo.
Los
católicos en la colección Left Behind
Un
católico me contó hace poco que estaba molesto por mis ataques contra los
libros de la colección Left Behind. “Que sepas”, me dijo, “que de
hecho han arrebatado al papa. De modo que no pueden ser anticatólicos”. Le
animé a que leyera los libros con más cuidado dado que el fragmento en cuestión,
que se encuentra en Tribulation Force (Tyndale, 1996), es en realidad un
ejemplo de cómo la fe católica sufre golpes bajos en la serie Left Behind:
Muchos
católicos estaban confusos, porque si bien muchos quedaban atrás, otros habían
desaparecido —incluyendo el nuevo papa, que había sido instalado sólo unos
meses antes de las desapariciones. Había sembrado la controversia en la iglesia
con una nueva doctrina que se parecía más a la “herejía” de Martín
Lutero que a la ortodoxia histórica a que estaban habituados.
Algunos
ingenuos podrían no darse cuenta, pero el propósito del pasaje es obvio para
este antiguo fundamentalista martillo de católicos: El nuevo papa fue
arrebatado secretamente pese a ser católico porque había abrazado las ideas de
Martín Lutero y, a causa de este hecho, había renegado de la enseñanza católica.
De manera que aquellos católicos que rechacen la fe católica pueden ser
“salvos” y arrebatados, de donde se sigue la conclusión lógica de que
aquellos católicos que sean leales a la Iglesia no son “salvos”, no son
verdaderos cristianos y no serán arrebatados.
Abundan
otros ejemplos. Tribulation Force retrata al principal personaje católico,
el cardenal americano Matthews, como un egomaníaco codicioso, sediento de poder
y bíblicamente analfabeto, cuyas retorcidas acciones son, al parecer, resultado
del hecho de que se ciñe a las creencias y prácticas católicas
“normales”. Más tarde se convierte en el nuevo papa y luego en el jefe de
una malvada religión de un solo mundo llamada Fe del Enigma de Un Solo Mundo.
Es llamado Pontífice Máximo Pedro, y declara la guerra a todo aquél que crea
en la Biblia. Su ira está dirigida especialmente hacia los “verdaderos
creyentes” que se reúnen en pequeñas iglesias domésticas.
Para
aquellos que están familiarizados con el estilo fundamentalista, esta es una no
muy sutil manera de decir que las “iglesias de la Biblia” no sectarias están
llenas de verdaderos cristianos, mientras que la Iglesia católica es malvada,
anticristiana y totalmente corrupta. Jenkins ha insistido en entrevistas y en
Internet que dado que los libros se dirigen sobre todo a protestantes, es
injusto calificar a los libros de anticatólicos. Sin embargo, yo creo que es más
correcto decir que los libros condenan a la mayoría de los que niegan la
creencia en el arrebato, sean protestantes o católicos, pero reservan un desdén
especial para los católicos y la Iglesia Católica.
La
respuesta católica: Creemos en el verdadero arrebato
Muchos
católicos se sorprenden al saber que los arrebatistas comúnmente piensan que
la Iglesia Católica no cree en la segunda venida de Cristo. Esto es porque la
mayoría de los arrebatistas, muy extrañamente, equiparan el arrebato a la
Segunda Venida y no pueden concebir el uno sin la otra.
Cuando
hables a los arrebatistas, menciona el Credo Niceno, recitado en Misa cada
domingo, que declara que Jesús “de nuevo vendrá con gloria para juzgar a
vivos y muertos”. Diles que si por la palabra “arrebato” quieren decir ser
“arrebatados” a Cristo, entonces los católicos creen ciertamente en él.
Creemos que tendrá lugar en la Segunda Venida. Los católicos afirman que este
retorno de Cristo por la Iglesia puede tener lugar en cualquier momento, cuando
Él juzgará también a todos los hombres y los acomodará en Su reino eterno
(CIC 673-682). También insistimos, como enseña la Escritura, que regresará sólo
una vez, no dos.
Asegúrate
de añadir que lo que los católicos creen sobre esta cuestión es lo mismo que
creen la mayoría de los grupos protestantes de la corriente principal así como
las iglesias ortodoxas orientales. En su posición sobre este tema, los
dispensacionalistas y otros arrebatistas son de hecho una pequeña y reciente
minoría entre los cristianos de todo el mundo. No es solo otra disputa entre
católicos y protestantes; se trata de los arrebatistas contra todos los demás
cristianos: católicos, ortodoxos orientales y protestantes de la corriente
principal. Incluso los fundadores de las principales tradiciones protestantes,
como Martín Lutero, Juan Calvino y John Wesley, no creían en un arrebato
secreto.
¿Por
qué esta idea es tan popular?
Si
la mayoría de los cristianos a lo largo de la historia no han creído en un
arrebato secreto, ¿por qué los libros de la colección Left Behind y
las creencias arrebatistas son tan populares en América precisamente ahora? Yo
creo que hay varias razones.
Una
es el miedo: miedo de un mundo hostil, del sufrimiento y de morir. El libro de
LaHaye Rapture Under Attack [El arrebato atacado, N.T.] lleva el
subtítulo de Will You Escape the Tribulation? [¿Escaparás a la
tribulación, N.T.] y contiene (al igual que las novelas) largos pasajes sobre
el horror del juicio de Dios al mundo durante la tribulación. Este deseo de
escapar a un tiempo intenso de sufrimiento es palpable entre los arrebatistas,
como sé por mi experiencia personal.
Por
contraste, la Iglesia católica enseña que los cristianos pasarán por un
tiempo de dura prueba antes del fin de los tiempos (CIC 672-675, 769), del mismo
modo en que Cristo, Cabeza de la Iglesia, padeció sufrimiento y muerte antes de
Su resurrección. Esta afirmación revela un gran defecto en la enseñanza
arrebatista: minimiza el valor del martirio, el papel del sufrimiento y la
llamada de Cristo a que cada uno de nosotros cargue con su cruz.
Otra
razón para la popularidad de la enseñanza arrebatista es el odio de muchos
fundamentalistas hacia la cultura moderna. Creen que ellos son el pueblo
celestial de Dios; sienten que han sido difamados injustamente por la cultura
secular (cosa a menudo muy cierta) y suspiran por que Dios los justifique.
Finalmente,
son gente creyente en la Biblia que aceptan las enseñanzas de Scofield, Lindsey
y LaHaye como guías fiables a la profecía bíblica. Están inusualmente poco
informados de la historia que hay tras el arrebato; a menudo ni les importa.
Todos
estos elementos de la creencia arrebatista pueden ser un potente brebaje, de
manera que ayudar a los arrebatistas a encontrar la verdad es un desafío
inmenso. A pesar de todo, cuando todo está dicho y hecho, nuestra oración común
debería ser la de San Juan, que concluye el libro del Apocalipsis con estas
palabras: “Dice el que da testimonio de estas cosas: ‘Sí, en seguida
vengo’. Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22, 20).
PARA
CONTACTAR AL AUTOR
(en inglés): ceohmo@uswest.net
NOTA
DEL TRADUCTOR: Para los pasajes del Nuevo Testamento he utilizado la
traducción de ANTONIO FUENTES MENDIOLA, publicada en España por EDICIONES
RIALP.
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