Famoso misionero Dominico nacido en Valencia el 23 de Enero de 1350,
murió en Vannes, Bretaña el 5 de Abril de 1419. Era descendiente del
menor de dos hermanos elevados al rango de caballeros por su valor
durante la conquista de Valencia en el 1238. En 1340 el padre de
Vicente, Guillermo Ferrer, se casa con Constancia Miguel, cuya familia
también había sido adoptada dentro de la nobleza durante la conquista de
Valencia. Vicente fue el cuarto hijo. Un hermano de Vicente, conocido
en la historia, Bonifacio Ferrer, fue General de los Cartujos y
empleado por el antipapa Benedicto XIII en importantes misiones
diplomáticas. Vicente fue educado en Valencia y completo estudios en
filosofía cuando tenía catorce años. En 1367 entró en la Orden Dominica
y el siguiente año fue enviado a la casa de estudios de Barcelona. En
1370 enseño filosofía en Lérida. Uno de sus pupilos fue Pierre Fouloup,
posteriormente Gran Inquisidor de Aragón. En 1373 Vicente vuelve al
"Studium arabicum et hebraicum" de los Dominicos en Barcelona. Durante
su estadía allí prevalecía la hambruna, lleno de compasión por los
sufrientes un día mientras predicaba anunció la pronta llegada de un
barco con trigo. Su predicción fue cumplida. En 1377 fue enviado a
continuar sus estudios en Tolosa donde según sus palabras, “el estudio
seguía la oración y la oración lograba el estudio”. En 1379 Vicente fue
retenido por el Cardenal Pedro de Luna, legado de la Corte de Aragón,
quien trataba de ganarse la obediencia del Rey Pedro IV para con Aviñón.
El santo, totalmente convencido de la legitimidad de los reclamos de
los pontífices de Aviñon, fue uno de sus mayores entusiastas. Del 1385
al 1390 enseño teología en la Catedral de Valencia.
Posteriormente Vicente realizó su labor apostólica dentro del grupo de Pedro de Luna. En Valladolid convirtió a un Rabino, posteriormente bien conocido como el Obispo Pablo de Burgos. En Salamanca la Reina Yolanda de Aragón le escogió como confesor, del 1391-5. Durante este tiempo fue citado ante la Inquisición por predicar públicamente, “el Judas ha hecho penitencia”, pero Pedro de Luna, recientemente nombrado Papa Benedicto XIII, cito el caso ante su tribunal y quemó los documentos acusatorios. Benedicto XIII entonces lo llamó a Aviñón y le nombró confesor y penitente apostólico. Sin importarle la indiferencia de tantos prelados en la Corte Papal, laboró intensamente entre la gente. Consistentemente rechazó los honores que le ofrecieron como el cardenalato. En Septiembre de 1398, Francia retiró su obediencia a Aviñon y las tropas de Carlos IV sitiaron la ciudad. En este periodo una fiebre casi le lleva a la muerte. Pero durante una aparición de Cristo, acompañado por Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís, milagrosamente fue curado y enviado a predicar la penitencia y la preparación para el juicio venidero. No fue hasta Noviembre de 1399 que Benedicto XIII permitió a Vicente Ferrer comenzar su apostolado, dándole todos los poderes de un legado a latere Christi. Durante veinte años atravesó el oeste de Europa predicando la penitencia por los pecados y la preparación para el juicio. Provenza fue el primer campo de su apostolado donde tuvo que predicar en plazas y sitios abiertos por las muchedumbres que acudían a oír su prédica. En 1401 evangelizó en Daupiní, Saboya y en la región Alpina convirtiendo a muchos cátaros y valdenses. Entonces entró en Lombardía. Mientras predicaba en Alejandría señaló de entre el público a un joven quien estaba destinado a evangelizar a Italia, Bernardino de Siena. Otra alma escogida con quien Vicente compartió en Italia lo fue Margarita de Saboya. Durante los años de 1403-4, Suiza, Saboya y Lyón recibieron al misionero. Le seguían un ejercito de penitentes provenientes de todos los niveles sociales que deseaban permanecer bajo su tutela. Vicente siempre fue vigilante de sus discípulos y nunca el escándalo toco su extraña comitiva, que a veces numeraban los 10,000. Génova, Flandes y el norte de Francia, todos en su momento escucharon a Vicente. Sería difícil entender como él se hacia comprender entre todas las nacionalidades que evangelizó, ya que el solo hablaba el lemosín, el lenguaje de Valencia. Muchos de sus biógrafos sostienen que poseía el don de lenguas, opinión compartida por Nicolas Clemangis, doctor de la Universidad de Paris quien le escuchó predicar.
Para el 1408 Vicente estaba en Génova consolando las victimas de la plaga. Habían acordado reunirse allí Gregorio XII y Benedicto XIII con esperanza de terminar el cisma. Vicente otra vez urgió a Benedicto XIII a apiadarse de la afligida Iglesia, pero fue en vano. Desilusionado volvió a España. Sería difícil sobrestimar la influencia él que tuvo en la península ibérica. Castilla, Aragón, Valencia, Murcia, Granada, Andalucía y Asturias fueron a su vez visitadas y los milagros marcaban su progreso. Cristianos, judíos y musulmanes estaban todos perdidos en admiración del taumaturgo. Desde el 1408 al 1416 trabajó casi continuamente al sur de los Pirineos. En distintos momentos de la historia española grandes intentos se hicieron para convertir a los judíos, donde el bautismo o la destitución forzosa eran sus únicas opciones. Esta era la situación cuando Vicente comenzó su labor con ellos, multitudes eran convertidas por su predicación. Ranzano, su primer biógrafo, estima el número de judíos que convirtió en unos 25,000. En el reino de Granada convirtió a miles de Moros. Vicente fue comúnmente llamado para ayudar a su país en los asuntos temporales como consejero de reyes y una vez como arbitro del destino de España. En el 1409 fue comisionado por Benedicto XIII para notificarle a Martín de Aragón la muerte de su único hijo y sucesor.
Luego de la muerte de Martín, los delegados de los reinos de Aragón, Valencia y Cataluña nombraron a Vicente como uno de los jueces para decidir la sucesión a la Corona. Luego de la determinación, conocida como “el compromiso de Caspe”, activamente cooperó para elegir a Fernando de Castilla. Vicente fue uno de los más resolutos y fieles partidarios de Benedicto XIII, y con su palabra, santidad y milagros hizo mucho en fortalecer la posición de Benedicto XIII. No fue hasta el 1416 cuando presionado por el Rey Fernando de Aragón que le abandonó. El 6 de Enero de 1416, predicando en Perpiñan, declaró ante el gentío que rodeaba su púlpito, que Benedicto XIII era el Papa legitimo, pero ya que él no renunciaba para traer paz a la Iglesia, Fernando había retirado la obediencia de sus estados para con Aviñon. Este evento le debió de causar mucha tristeza pues era profundamente apegado con Benedicto XIII. Sin embargo, se pensaba que Vicente era la única persona suficientemente estimada por los españoles como para anunciar tal decisión. Juan Dominici fue más afortunado en sus intentos para hacer una reunión cuando anuncio al Concilio de Constanza la renuncia de Gregorio XII. Vicente no asistió al Concilio de Constanza. El continuo sus jornadas apostólicas en Francia y estuvo los últimos dos años de su vida en Bretaña donde incontables conciencias fueron reformadas e instruidas en un modo de vida Cristiano.
Vicente sentía que era mensajero de la penitencia enviado a preparar los hombres para el juicio. Durante veinte años atravesó el oeste de Europa predicando la penitencia y despertando las dormidas conciencias de los pecadores con su maravillosa elocuencia. Su austera vida fue la viva expresión de su doctrina. El piso usualmente fue su cama. En perpetuo ayuno se levantaba a las dos de la madrugada para recitar el Oficio. Celebrando Misa diariamente, posteriormente predicaba a veces tres horas y frecuentemente hacia milagros. Luego de su almuerzo atendía niños enfermos. A las ocho preparaba su sermón del próximo día. Usualmente viajaba a pie y pobremente vestido. Entre los escritos de San Vicente se encuentran: De suppositionibus dialecticis"; "De natura universalis"; "De monderno ecclesiae schismate", una defensa de los pontífices de Aviñon; y "De vita spirituali". Sus “Sermones” fueron publicados en Antwerp (1570), Ausburgo (1729) y Lyón (1816): sus obras completas en Valencia (1591). Fue canonizado por Calixto III en la Iglesia Dominica de Santa Maria Sopra Minerva, en Roma, el 3 de Junio de 1455.
La primera biografía de San Vincente Ferrer es RANZANO, ver Acta SS., I Abril, 482-512; ANTIST, Vida y historia del apostólico predictor. Vte Ferrer (Valentia, 1575); MIGUEL, Portentosa vida y milagros de s. Vincente Ferrer (Madrid, 1856); DAVILA, Hist. de Henrique III de Castilla (1638); QUETIF-ECHARD, Script. ord. praed., I (Paris, 1719), 763-8; FAGES, Hist. de s. Vincent Ferrier (Louvain, 1901); IDEM, Proces de canonisation de St. Vincent Ferrier (Louvain, 1904): IDEM, Notes et doc. De l'hist. de s. Vincent Ferrier (Louvain, 1905); DE ALPARTILS, Chron. actitatorum temporibus Benedicti XIII, ed. EHRLE (Paderborn, 1906); CHABAS, Estudio sobre los sermones valencianos de san Vincente Ferrer que se conservan manuscriptos en la basilica de Valencia in Rev. de archivos bibliotecas y museos (Madrid, 1902-3); HELLER, V. Ferrer und sein Leben und Wirken (Berlin, 1830); MORTIER, Hist des maitres generaux de l'ordre des freres precheurs (Paris, 1909); ALLIES, Three Cath. Reformers of the Fifteenth Century (London, 1879). See also Revue de Bretagne for the apostolate of St. Vincent in that country; Annales du Midi, for his postolate in Central France; and Hist. Jahrbuch (1896-8). ALBERT REINHART
Transcrito por Thomas M. Barrett
Dedicado a San Vicente Ferrer; intercede por nosotros
Traducido por Anónimo de Borinquen
Posteriormente Vicente realizó su labor apostólica dentro del grupo de Pedro de Luna. En Valladolid convirtió a un Rabino, posteriormente bien conocido como el Obispo Pablo de Burgos. En Salamanca la Reina Yolanda de Aragón le escogió como confesor, del 1391-5. Durante este tiempo fue citado ante la Inquisición por predicar públicamente, “el Judas ha hecho penitencia”, pero Pedro de Luna, recientemente nombrado Papa Benedicto XIII, cito el caso ante su tribunal y quemó los documentos acusatorios. Benedicto XIII entonces lo llamó a Aviñón y le nombró confesor y penitente apostólico. Sin importarle la indiferencia de tantos prelados en la Corte Papal, laboró intensamente entre la gente. Consistentemente rechazó los honores que le ofrecieron como el cardenalato. En Septiembre de 1398, Francia retiró su obediencia a Aviñon y las tropas de Carlos IV sitiaron la ciudad. En este periodo una fiebre casi le lleva a la muerte. Pero durante una aparición de Cristo, acompañado por Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís, milagrosamente fue curado y enviado a predicar la penitencia y la preparación para el juicio venidero. No fue hasta Noviembre de 1399 que Benedicto XIII permitió a Vicente Ferrer comenzar su apostolado, dándole todos los poderes de un legado a latere Christi. Durante veinte años atravesó el oeste de Europa predicando la penitencia por los pecados y la preparación para el juicio. Provenza fue el primer campo de su apostolado donde tuvo que predicar en plazas y sitios abiertos por las muchedumbres que acudían a oír su prédica. En 1401 evangelizó en Daupiní, Saboya y en la región Alpina convirtiendo a muchos cátaros y valdenses. Entonces entró en Lombardía. Mientras predicaba en Alejandría señaló de entre el público a un joven quien estaba destinado a evangelizar a Italia, Bernardino de Siena. Otra alma escogida con quien Vicente compartió en Italia lo fue Margarita de Saboya. Durante los años de 1403-4, Suiza, Saboya y Lyón recibieron al misionero. Le seguían un ejercito de penitentes provenientes de todos los niveles sociales que deseaban permanecer bajo su tutela. Vicente siempre fue vigilante de sus discípulos y nunca el escándalo toco su extraña comitiva, que a veces numeraban los 10,000. Génova, Flandes y el norte de Francia, todos en su momento escucharon a Vicente. Sería difícil entender como él se hacia comprender entre todas las nacionalidades que evangelizó, ya que el solo hablaba el lemosín, el lenguaje de Valencia. Muchos de sus biógrafos sostienen que poseía el don de lenguas, opinión compartida por Nicolas Clemangis, doctor de la Universidad de Paris quien le escuchó predicar.
Para el 1408 Vicente estaba en Génova consolando las victimas de la plaga. Habían acordado reunirse allí Gregorio XII y Benedicto XIII con esperanza de terminar el cisma. Vicente otra vez urgió a Benedicto XIII a apiadarse de la afligida Iglesia, pero fue en vano. Desilusionado volvió a España. Sería difícil sobrestimar la influencia él que tuvo en la península ibérica. Castilla, Aragón, Valencia, Murcia, Granada, Andalucía y Asturias fueron a su vez visitadas y los milagros marcaban su progreso. Cristianos, judíos y musulmanes estaban todos perdidos en admiración del taumaturgo. Desde el 1408 al 1416 trabajó casi continuamente al sur de los Pirineos. En distintos momentos de la historia española grandes intentos se hicieron para convertir a los judíos, donde el bautismo o la destitución forzosa eran sus únicas opciones. Esta era la situación cuando Vicente comenzó su labor con ellos, multitudes eran convertidas por su predicación. Ranzano, su primer biógrafo, estima el número de judíos que convirtió en unos 25,000. En el reino de Granada convirtió a miles de Moros. Vicente fue comúnmente llamado para ayudar a su país en los asuntos temporales como consejero de reyes y una vez como arbitro del destino de España. En el 1409 fue comisionado por Benedicto XIII para notificarle a Martín de Aragón la muerte de su único hijo y sucesor.
Luego de la muerte de Martín, los delegados de los reinos de Aragón, Valencia y Cataluña nombraron a Vicente como uno de los jueces para decidir la sucesión a la Corona. Luego de la determinación, conocida como “el compromiso de Caspe”, activamente cooperó para elegir a Fernando de Castilla. Vicente fue uno de los más resolutos y fieles partidarios de Benedicto XIII, y con su palabra, santidad y milagros hizo mucho en fortalecer la posición de Benedicto XIII. No fue hasta el 1416 cuando presionado por el Rey Fernando de Aragón que le abandonó. El 6 de Enero de 1416, predicando en Perpiñan, declaró ante el gentío que rodeaba su púlpito, que Benedicto XIII era el Papa legitimo, pero ya que él no renunciaba para traer paz a la Iglesia, Fernando había retirado la obediencia de sus estados para con Aviñon. Este evento le debió de causar mucha tristeza pues era profundamente apegado con Benedicto XIII. Sin embargo, se pensaba que Vicente era la única persona suficientemente estimada por los españoles como para anunciar tal decisión. Juan Dominici fue más afortunado en sus intentos para hacer una reunión cuando anuncio al Concilio de Constanza la renuncia de Gregorio XII. Vicente no asistió al Concilio de Constanza. El continuo sus jornadas apostólicas en Francia y estuvo los últimos dos años de su vida en Bretaña donde incontables conciencias fueron reformadas e instruidas en un modo de vida Cristiano.
Vicente sentía que era mensajero de la penitencia enviado a preparar los hombres para el juicio. Durante veinte años atravesó el oeste de Europa predicando la penitencia y despertando las dormidas conciencias de los pecadores con su maravillosa elocuencia. Su austera vida fue la viva expresión de su doctrina. El piso usualmente fue su cama. En perpetuo ayuno se levantaba a las dos de la madrugada para recitar el Oficio. Celebrando Misa diariamente, posteriormente predicaba a veces tres horas y frecuentemente hacia milagros. Luego de su almuerzo atendía niños enfermos. A las ocho preparaba su sermón del próximo día. Usualmente viajaba a pie y pobremente vestido. Entre los escritos de San Vicente se encuentran: De suppositionibus dialecticis"; "De natura universalis"; "De monderno ecclesiae schismate", una defensa de los pontífices de Aviñon; y "De vita spirituali". Sus “Sermones” fueron publicados en Antwerp (1570), Ausburgo (1729) y Lyón (1816): sus obras completas en Valencia (1591). Fue canonizado por Calixto III en la Iglesia Dominica de Santa Maria Sopra Minerva, en Roma, el 3 de Junio de 1455.
La primera biografía de San Vincente Ferrer es RANZANO, ver Acta SS., I Abril, 482-512; ANTIST, Vida y historia del apostólico predictor. Vte Ferrer (Valentia, 1575); MIGUEL, Portentosa vida y milagros de s. Vincente Ferrer (Madrid, 1856); DAVILA, Hist. de Henrique III de Castilla (1638); QUETIF-ECHARD, Script. ord. praed., I (Paris, 1719), 763-8; FAGES, Hist. de s. Vincent Ferrier (Louvain, 1901); IDEM, Proces de canonisation de St. Vincent Ferrier (Louvain, 1904): IDEM, Notes et doc. De l'hist. de s. Vincent Ferrier (Louvain, 1905); DE ALPARTILS, Chron. actitatorum temporibus Benedicti XIII, ed. EHRLE (Paderborn, 1906); CHABAS, Estudio sobre los sermones valencianos de san Vincente Ferrer que se conservan manuscriptos en la basilica de Valencia in Rev. de archivos bibliotecas y museos (Madrid, 1902-3); HELLER, V. Ferrer und sein Leben und Wirken (Berlin, 1830); MORTIER, Hist des maitres generaux de l'ordre des freres precheurs (Paris, 1909); ALLIES, Three Cath. Reformers of the Fifteenth Century (London, 1879). See also Revue de Bretagne for the apostolate of St. Vincent in that country; Annales du Midi, for his postolate in Central France; and Hist. Jahrbuch (1896-8). ALBERT REINHART
Transcrito por Thomas M. Barrett
Dedicado a San Vicente Ferrer; intercede por nosotros
Traducido por Anónimo de Borinquen
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