El perro en el Oriente no disfruta de la camaradería y la amistad del hombre como en los países occidentales. Su instinto ha sido cultivado sólo en lo que se refiere a la protección de los rebaños y los campos contra los animales salvajes. En las ciudades y pueblos vaga por las calles y lugares, de los cuales es el carroñero común; jaurías de perros en un estado semisalvaje se encuentran en las ciudades y no pocas veces son peligrosos para las personas. Por esta razón, el perro siempre ha sido y sigue siendo mirado con odio y aversión, como sucio e impuro. Con muy pocas excepciones, cada vez que el perro es mencionado en la Biblia (donde aparece más de cuarenta veces), es con desprecio, para señalar ya sea sus instintos voraces, su fiereza o su repugnancia; era considerado como el emblema de la lujuria y de toda inmundicia en general. Como los mahometanos al presente, que llaman “perros” a loscristianos, así también los judíos de antiguo les aplicaban ese nombre infame a los gentiles.
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