(heb. reêm; ac. rîmu). Nombre de varias especies de bóvidos semejantes al toro común (Nm. 23:22; 24:8; Sal. 29:6; Is. 34:7; etc.). Algunas versiones antiguas de la Biblia (RV 1909, Scío, Torres Amat, etc.) traducen el término como "rinoceronte" y/o "unicornio" ("orix" en la BJ inglesa; los 2 últimos, animales mitológicos). Posiblemente se debió a que, siguiendo la LXX, tenían una o todas estas bestias en mente. La leyenda del unicornio y/o del orix se habría originado a partir de los relieves artísticos de bueyes de perfil, donde sólo se podía dibujar/ver un cuerno. Que el reêm tenía más de un cuerno queda bien claro en Dt. 33:17. Allí se habla de los "cuernos" del reêm, vocablo que está en singular y no en plural. A partir del ac. rîmu, un término afín, ahora se tiene la certeza de que la palabra hebrea se refiere al toro salvaje, también conocido como "uro" o "aurochs" y que vagaba en territorio asirio en tiempos antiguos. Tiglat-pileser I (1113-1074 a.C.) cazaba estas bestias en Siria, y Salmanasar III (859-824 a.C.) pintó uno de estos animales sobre el famoso Obelisco Negro entre los tributos recibidos de Musri. En la actualidad está extinguido en el Cercano Oriente. La mayor cantidad de alusiones en el AT a este animal están relacionadas con su fortaleza y sus cuernos (Nm. 24:8; Dt. 33:17; Sal. 22:21; 92:10). El libro de Job se refiere a la imposibilidad de domarlo o amansarlo para el trabajo (Job 39:9-11).
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