EL BUDISMO DE LA TIERRA PURA
Los acontecimientos que estos últimos días están sucediendo en el País del Sol Naciente, no pueden ser obviados por nadie.
A la compasión (com-pasión quiere decir compartir, sentir el sufrimiento de quien sufre) ante el dolor, la destrucción y la muerte, en una magnitud aún incalculable, se suma el lícito terror ante la amenaza de unos hechos que mucho me temo, pueden tener unas consecuencias “apocalípticas” –como ya empiezan a decir las autoridades de la energía nuclear europea- de alcance universal, o planetario.
“Quien siembra vientos, recoge tempestades” dice la sabiduría popular, estaba anunciado que el desarrollo exacerbado del mecanicismo, traería consigo la semilla de la autodestrucción y, todo parece indicar que lo que sucede éstos días en el Japón puede llegar a ser, el germinar de aquella, la puerta de entrada, uno de los primeros episodios brutales de un final de los tiempos (Apocalipsis), tenazmente perseguida por una humanidad enloquecida por el afán de consumir y obtener una quimérica comodidad a cualquier precio.
Es tiempo de despertar, lo venimos diciendo a lo largo de todas, o casi todas, las entradas de éste blog, quizás ya no estemos a tiempo de evitar lo que entre llamas, explosiones y nubes radioactivas intuimos en un horizonte cada vez más cercano, tal vez por ello, el mensaje de ésta noche sea el más necesario, el más urgente, pues está cargado de esperanza.
EL BUDISMO DE LA TIERRA PURA.
Hace ya un tiempo, oí hablar del mejor de todos los dioses. Cuando me enteré de lo esencial de su mensaje, me sentí fascinado. La lógica aplastante de sus postulados, la sencillez de sus formas, la estética harmonía de sus implicaciones y el gran legado de esperanza para todos los seres humanos, sin distinción alguna, me llevaron a pensar que debería profundizar más seriamente en el amidismo, o budismo de la Tierra Pura.
Cuentan los cánones del budismo amidista que en un tiempo anterior, un discípulo le dijo a su Maestro que si él un día lograba la iluminación y por lo tanto se convertía en Buda – en Dios- construiría una nueva tierra – La Tierra Pura- donde los seres humanos podrían esperar gozosos a su propia iluminación. Añadía que renunciaría a su propia iluminación, si cualquiera de los seres humanos que confiando en él, le tuvieran presente en su pensamiento a la hora de la muerte, no fuera trasladado inmediatamente a la Tierra Pura. Éstas fueron sus palabras, según están recogidas en el cánon: “Aún cuando yo consiga convertirme en Buddha, si aquellos que creen en mi, llegaran a expresar en su última hora, el deseo de renacer en mi país – El País del Loto o de la Tierra Pura- y no renacieran en él, yo no alcanzaría el despertar, dicho de otro modo: renunciaría a convertirme en Buddha”.
Según la tradición, Amida que era el nombre de ése discípulo, consiguió efectivamente la iluminación y hoy en día es adorado en muchos países del extremo oriente como Divinidad del Amor.
El budismo amidista, aparece en Japón como una reacción ante la decadencia del budismo tradicional, en unos momentos de grave crisis socio-política y aportará un nuevo frescor y empuje que contribuirían, sin duda, a hacer del Amidismo la religión más extendida en Japón y al budismo en general, a ser una de las más poderosas del globo.
Pero veamos con algo más de detalle ésta historia:
(Texto extraído de http://meludena.blogspot.com/)
LOS PRIMEROS TIEMPOS DEL SENDERO DE LA TIERRA PURA
Al mismo tiempo que el Budismo Mahayana se estaba estableciendo, la tradición de la Tierra Pura surgió en India en el primer siglo antes de esta era. Quedan pocos materiales históricos sustantivos, pero las escrituras de esta tradición (que se conocerían mas tarde como los Triples Sutras) aparecieron durante el periodo inicial del movimiento Mahayana. Dos de ellas son de origen indio y datan de alrededor del primer siglo antes de esta era. La tercera escritura, datando alrededor del siglo cuarto, solo existe en versión china. Primero apareció en lo que T. Unno describe como "la esfera cultural centro-asiática y norte de China". Su mensaje básico se centra en el Voto Primal del Buda Amida de traer a todos los que invoquen su nombre al completo despertar.
Hacia el siglo cuarto, la Tierra Pura se estaba difundiendo a través de China en varias manifestaciones. Para el siglo quinto, más de doscientos textos budistas mencionan el nombre de Amida como la fuente de poder para liberar de los lazos de nuestro sufrimiento. El gran Patriarca chino Chih-i, fundador de la escuela T'ien T'ai, hizo uso de la Meditación del Nombre como parte integral de su gran pensamiento, prácticas y escritos.
Fue en el siglo sexto que JapÓn fue introducido al Budismo, y con este a los Triples Sutras. Monjes y monjas se sintieron gradualmente atraídos a las practicas devocionales de la Tierra Pura, al encontrar que sus otras prácticas no les llenaban ni les proveían de consuelo espiritual.
Al mismo tiempo, la población en general se encontraba de hecho excluida del Camino porque el Budismo se había vuelto esencialmente elitista, un camino seguido por la nobleza y el monacato de la época.
LA MADURACION DEL SENDERO DE LA TIERRA PURA
El siglo doce fue un tiempo en Japón de gran inestabilidad social, de calamidades naturales, y de agitación interna y externa. Fue en esta época, en el ano 1175, que un monje Tendai japonés llamado Honen creó lo que efectivamente vino a ser un Jodo –escuela o secta- independiente, o Escuela de la Tierra Pura, en respuesta al hambre espiritual de la gente común y ordinaria. Respondiendo, como otros antes que el, a sus propias necesidades internas.
El camino de Honen consistía en la exclusiva confianza en el Voto Primal del Buda Amida, hecho real en su propia experiencia de vida por la fe cuando él recitó o cantó el nombre de Amida. Esta recitación, llamada el Nembutsu, consiste en la frase "Namu Amida Butsu", que significa 'Homenaje al Buda Amida'. Es algo que cualquiera puede hacer, y que tampoco requiere educación o muchas horas de tiempo libre.
Honen empezó a moverse más allá de los confines de los monasterios y comenzó la tarea del boddhisattva de ayudar a TODOS a alcanzar la Iluminación. Fue entonces que el Voto Primal de Amida comenzó a desempeñar un rol crucial en la sociedad japonesa, abriendo la puerta a la abrumadora popularidad del Budismo de la Tierra Pura.
Los esfuerzos de Honen atrajeron a otros monjes, incluyendo a Shinran (1173-1263), quien era también un monje Tendai, cuarenta años menor que Honen. Shinran se convirtió en discípulo de Honen y juntos difundieron el mensaje del Voto Primal del Buda Amida, y del modo de confiarse a ese voto diciendo el Nembutsu que es el punto clave del sendero de la Tierra Pura.
Honen y Shinran abandonaron su vida monástica compartiendo el Camino del Nembutsu con la población común. Al final fueron hallados culpables de incitar al alboroto social por predicar supuestamente un "nuevo camino", a pesar de que ese camino se había originado por lo menos cien años antes de nuestra era, y posiblemente con mayor anterioridad.
Honen y Shinran fueron consiguientemente desterrados de la capital, Kyoto, partiendo a zonas remotas y poco relevantes del reino. Shinran pasó más de veinticinco años en el norte de Japón antes de volver a Kyoto.
Durante los años que Shinran pasó en el exilio, estuvo en constante contacto con la gente corriente, campesinos, la gente que diariamente trabajaban la tierra. En su gran trabajo, Kyo Gyo Shin Sho (Enseñanza, Práctica, Fe e Iluminación) exploró las profundidades de la enseñanza Nembutsu de Honen y trazó sus raíces hasta siete grandes sabios budistas del pasado, comenzando por el Buda Sakyamuni mismo. Veamos lo que Shinran escribió en la introducción a ese trabajo:
"Esta es de hecho la verdadera enseñanza, la cual es fácil de practicar incluso para la gente inferior u ordinaria, y es el camino más corto y fácil de seguir para la gente torpe o estúpida. De entre todas las enseñanzas para toda la vida del Gran Sabio –el Buda-, ninguna sobrepasa a ésta que es como un océano de virtud. Aquellos que quieran abandonar este mundo corrupto del samsara y que aspiren a la Tierra Pura, aquellos que estén confundidos sobre fes y prácticas religiosas, aquellos que tengan la mente a oscuras y estén faltos de sabiduría, y aquellos que estén agobiados con el peso del maligno karma y los muchos obstáculos, deberían, por todos los medios, tener en cuenta la exhortación del Tathagata Sakyamuni y seguir el supremo sendero directo a la Iluminación; deberían agarrarse fuerte a esta práctica de manera exclusiva y solamente preservar la Fe".
El único deseo de Shinran fue clarificar el concepto de compasión como le fue enseñado por el maestro Honen, tal y como está expuesto en los Sutras, y defender la enseñanza contra las continuas críticas por parte de los detractores de Honen. Aunque las enseñanzas estuvieron impactando la sociedad japonesa de manera que incomodaban el orden establecido, Shinran no tuvo intención ni deseo de fundar su propia escuela de Budismo. No fue sino después de su muerte que sus seguidores fundaron una escuela separada, llamada Jodo Shinshu o Budismo Shin.
Aunque la tradición de la Tierra Pura maduró en China, alcanzó su pleno desarrollo en Japón como resultado del trabajo de Honen y Shinran. Ellos se dieron cuenta de que el Budismo es ineficaz cuando es tratado como un mero pasatiempo intelectual, como una disciplina racional, o como un ritual ceremonial. Más bien, el Budismo es solamente eficaz cuando es practicado como un Camino directo que compromete al ser entero... un Sendero espiritual que no depende de aprendizaje académico, de sofisticación cultural o intelectual, ni de elaborados rituales.
Shinran aprendió esto por si mismo, como Honen lo hizo antes que él, descubriendo en el Nembutsu un modo directo de confiarse al Voto Primal de Amida de traer a todos los seres a este Despertar.
Este es el gran don entregado al mundo en el camino de la Tierra Pura”.
“No dejará de llegar
Al País del Loto, de la bienaventuranza
Todo el que invoque,
aunque sea una sola vez,
el nombre de Amida.
Tierra lejana, muy lejana
Es el Paraíso
He oído decir,
Pero los que quieran alcanzarlo,
Llegarán allí un día.”
Koya 903-972.
Si el Budismo de la Tierra Pura es presentado llanamente en el lenguaje de cualquier persona y de cualquier cultura, puede ser tan eficaz hoy como lo fue en el tiempo de Shinran. Es un don que alentamos a cada persona a considerar cuidadosamente en su búsqueda por un "camino" para despertar a la Naturaleza Original.
Si comprendemos que todos los seres están ya en posesión de la Naturaleza de Buda, entonces es nuestra obligación y privilegio redescubrir nuestra Mente Original, y comprender la parte jugada por los sentidos en su pérdida. Esto es de lo que trata la Iluminación. Iluminados es lo que ya estamos, naturalmente, y todo lo que tenemos que hacer es redescubrirlo. La palabra japonesa HONGAKU trata de esta Comprensión y viene a nosotros a traves de la doctrina Tendai de la Iluminación Original. En esto descubrimos la verdad de la LUZ SIN FIN.
Luz Sin Fin es lo que somos. Debido a que poseemos la Naturaleza de Buda como nuestra verdadera naturaleza, estamos inherentemente iluminados incluso en nuestra mayor oscuridad. Es solo porque hemos perdido de vista nuestra verdadera naturaleza y nos hemos apegado ferozmente a un falso sentido de ego-yo que fracasamos en comprender esto. Este estado de no comprensión se llama pensamiento engañoso. Cuando somos capaces de reconocer nuestro estado engañoso, entonces podemos volver de modo bastante natural al estado de ser, no engañoso, Inherentemente Iluminado que es nuestro estado natural... nuestra Naturaleza Original.
Invitamos a la percepción de esta Naturaleza Original por el simple proceso de confiarnos a Amida y al potencial del Voto Primal de despertar a todos los seres. En la recitación o canto del Nembutsu, este Mantra de Amida, nuestro confiarnos, infaliblemente abre la puerta al despertar en tanto practiquemos con sinceridad y diligencia.
Es con amor y admiración por las incontables vidas que nos han precedido, vidas que han hecho girar la Rueda del Dharma en todas las áreas de Asia, que nos identificamos con la herencia de la Tierra Pura y decimos:
“Namu Amida Butsu”
Como nos dice el propio Shinran (1173-1262): “Mediante la repetición de ésta fórmula: “Namú Amida Butsu”, renuncio a mis própios y locos planes de salvación y me dedico exclusivamente a la práctica de ésta poderosa y eficaz disciplina del Nembutsu, con fervorosaadoración – oración en demanda del renacimiento en la Tierra Pura.
La salvación viene de Amida mediante la pronunciación del nembutsu.
Si por mi propio esfuerzo fuese capaz de alcanzar la condición búdica, mediante la práctica de otra disciplina cualquiera… Pero como me reconozco incapaz de practicar tales disciplinas, estaría condenado al infierno.
Los que estamos atrapados en la red de nuestras pasiones, no podemos liberarnos de las ataduras del nacer y morir. Viendo esto y compadecido de nuestra condición, Amida hizo su voto con la intención de llevar a los malvados – a todos nosotros- hasta la condición búdica… el malvado que confía en el poder de Amida es el primer beneficiario de la salvación. Si incluso un hombre bueno puede renacer en la Tierra Pura, cuanto más un hombre malvado.
Hemos de advertir que cada uno de nosotros es un mortal ordinario, inmerso en el pecado y en el crimen, sujeto al nacimiento y a la muerte, alejándose sin cesar de toda eternidad y cayendo cada vez más profundamente en el infierno, sin recurso alguno para librarnos de el. Yo soy un mortal ordinario, lleno de pasión y deseos que vivo en éste mundo efímero como quien vive en casa incendiada. Todo juicio propio que yo pueda formular es una insensatez y una incoherencia; sólo el Nembutsu es verdadero.
¡Qué agradecido estoy a Amida que se encargó de proveer a la salvación de quien tan desesperadamente estaba perdido en el pecado!.
OM NAMU!
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