martes, 25 de julio de 2017

Francisco de Otero y Cossío

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Francisco de Otero y Cossío (Turieno, Cantabria, 1640 o 1642Bogotá, 1714) fue inquisidor de Corte en Madrid y, más tarde, en 1703, fue nombrado arzobispo de Santa Fe de Bogotá, presidente, gobernador y capitán general de Nueva Granada de Indias. Llegó a la ciudad de Antioquia al empezar el siglo XVIII y contrajo matrimonio con doña Laura de Ossa Pimienta. Murió en Bogotá, en 1714. De su matrimonio dejó los siguientes hijos: Alejo, Francisco, José Joaquín, Juan Pablo y Nicolás.
Existe una efigie en su honor en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en su calidad de inquisidor de Madrid y arzobispo de Santa Fe de Bogotá. Mandó construir la capilla del Lignum Crucis en el Monasterio de Santo Toribio, en la que se encuentra el enterramiento del propio arzobispo. Mandó, asimismo, construir el camarín donde se guarda el Lignum Crucis, obra de Pedro Martínez, monje benedictino de San Pedro de Cardeña. Su casa natal en Turieno presenta un escudo con la siguiente leyenda: «Nazió en esta su cassa, el Ylmo. Sr. Dn. Francisco de Otero y Cossio arz(o)b(is)po pre(siden)te y cap(ita)n g(eneral) del nuebo reyno de Granada».

Bibliografía

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Arzobispos_de_Bogot%C3%A1

 https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Arzobispos_por_pa%C3%ADs

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Arzobispos https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Jerarqu%C3%ADa_ortodoxa 

 https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Iglesia_ortodoxa https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Iglesia_ortodoxa

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Iglesia_ortodoxa

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Rito_bizantino

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Liturgia_de_las_Iglesias_orientales

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Iglesia_asiria_del_Oriente

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Iglesia_del_Oriente

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Cristianismo_sir%C3%ADaco

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Historia_de_Antioqu%C3%ADa

https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Antioqu%C3%ADa https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Cruzadas

Julián de Cortázar

Estudió en la Universidad de Oñate, donde también enseñó teología. Fue miembro del Colegio de Santa Cruz de Valladolid y catedrático de Artes, y luego fue nombrado canónigo magistral de Santo Domingo de la Calzada.1
En 1617, el rey Felipe III lo propuso como obispo del Tucumán y el papa Paulo V lo autorizó. Nombrado como tal en España, se embarcó inmediatamente hacia América, desembarcando en Buenos Aires en marzo de 1618. Se trasladó luego a Asunción, donde el obispo local, Lorenzo Pérez de Grado, lo consagró obispo. Desde allí se trasladó a Santa Fe, y finalmente a Santiago del Estero, arribando el 28 de septiembre de ese año. Encontró la catedral de la diócesis destruida por un incendio y a medio reconstruir, y dedicó sus primeros años de mandato a corregir desviaciones en las costumbres del clero local; su carácter fuerte lo llevó a serias discusiones con los frailes dominicos. Se trasladó a Córdoba, donde fomentó la Universidad que ya funcionaba y donde debió imponerse al monasterio de las Catalinas por la fuerza de su autoridad. Informó a la Corona que los jesuitas tenían en Córdoba 13 sacerdotes, 28 estudiantes y 11 coadjutores.2
En 1620 continuó su visita pastoral, visitando La Rioja, Londres y San Miguel de Tucumán. De regreso en Santiago del Estero, en 1621 consagró obispo a monseñor Pedro Carranza, primer obispo de Buenos Aires. Durante su visita a los Valles Calchaquíes, la presencia de una escolta armada junto al obispo alarmó a las poblaciones indígenas, que huyeron y se negaron a presentárseles. De allí visitó Salta, San Salvador de Jujuy y Esteco.2
Durante toda su gestión fue gobernador del Tucumán Juan Alonso de Vera y Zárate, con quien el obispo tuvo repetidos roces, al punto de llegar a excomulgarlo durante algunas semanas.2​ Durante su gestión encargó el seminario diocesano a los Padres Jesuitas.3
El 9 de enero de 1625 fue presentado por el rey Felipe IV para la Arquidiócesis de Bogotá, para la que fue nombrado algunas semanas más tarde. Se puso en marcha a través del Perú y se hizo cargo de su arzobispado entrando a la ciudad de Bogotá el 4 de julio de 1627. En esa ciudad amplió el Palacio Episcopal y realizó una visita parcial de su diócesis.1
Tras ejercer su mandato durante tres años, falleció en Bogotá en octubre de 1630.1
Una calle de la ciudad de Córdoba, en Argentina, lleva su nombre.

Referencias


  • Florez de Ocáriz, Juan (1674). «Arzobispos y dignidades del Nuevo Reino de Granada, parte 3». Genealogías del Nuevo Reino de Granada.

  • Bruno, Cayetano (1993). La Iglesia en la Argentina: cuatrocientos años de historia. Centro Salesiano de Estudios. pp. 102-105.


  • Predecesor:
    Hernando de Trejo y Sanabria
    Obispo del Tucumán
    1617-1625
    Sucesor:
    Tomás de Torres

    Fernando Caicedo y Flórez

    Resultado de imagen de Fernando Caicedo y FlórezFernando Caicedo y Flórez fue un clérigo católico colombiano, nacido en Suaita, Santander el 15 de junio de 1756, fallecido en Bogotá el 17 de febrero de 1832. Fue el primer Arzobispo de Bogotá en la República de la Nueva Granada y un prócer de la Independencia.

    Orígenes

    Caicedo pertenecía a una familia acomodada que contaba entre sus antepasados con personalidades como los capitanes españoles Juan Flórez de Ocáriz y Antón de Olaya quienes participaron en las guerras pijaos, y por ello poseedores de inmensos latifudios en el valle del Alto Magdalena. Se trasladó a Bogotá, realizando sus estudios en el Colegio Mayor del Rosario; en 1768 recibió la tonsura y en 1779 fue ordenado sacerdote por el Arzobispo Antonio Caballero y Góngora.

    Carrera sacerdotal

    Recién ordenado fue enviado como párroco a Coyaima y posteriormente a Hatoviejo. Posteriormente regresó a Bogotá para ejercer como profesor y rector del Colegio del Rosario (1792-1793) y cura de la Catedral desde 1794. En 1799 regresó al rectorado del Rosario y en 1807 promovió las obras para la reconstrucción de la Catedral.
    Desde 1810 la familia Caicedo participó activamente en la lucha por la Independencia y en 1813 Fernando Caicedo y Flórez se encontró entre los firmantes de la declaración de independencia absoluta de Cundinamarca, impulsada por Antonio Nariño. En 1816, conocidas sus actividades en favor de la sublevación criolla, se salvó de ser juzgado por privilegio eclesiastico y fue deportado a España por orden del Pacificador Pablo Morillo. Durante cuatro años estuvo recluido en el convento de los trinitarios en Sevilla, hasta que en 1820 consiguió su libertad y regresó a América; llegó a Bogotá un año después.1

    Arzobispo de Bogotá

    Desde la muerte del arzobispo Juan Bautista Sacristán en 1817, la sede episcopal se encontraba vacante, pues el clérigo designado para sucederlo, había rechazado realizar el viaje desde España;2​ así, habían sido designados desde entonces sucesivos Vicarios Capitulares para administrar la Arquidiócesis, correspondiéndole a Caicedo esta responsabilidad desde 1823. En 1826 renunció debido a su avanzada edad, pero un año después fue designado por el Congreso como nuevo Arzobispo de Bogotá, en homenaje a su defensa de la independencia, un año después llegaron las bulas que desde la Santa Sede aprobaban esta designación.

    Referencias


    Antonio Caballero y Góngora

    Antonio Caballero y Góngora
    Arquidiócesis de Bogotá,
    Arzobispo-Obispo de Córdoba,
    Virrey de Nueva Granada
    Obispo de Yucatán
    Antonio Caballero y Góngora.jpg
    Coat of Arms of Bogota (Colonial).svg
    Virrey de Nueva Granada
    1782-1789
    Predecesor Juan de Torrezar Díaz Pimienta
    Sucesor Francisco Gil de Taboada y Lemos
    Escudo Arquidiócesis de Bogotá.svg
    Arzobispo Metropolitano de Santa Fe de Bogotá
    14 de diciembre de 1778 - 15 de septiembre de 1788
    Predecesor Agustín de Alvarado y Castillo
    Sucesor Baltasar Jaime Martínez Compañón

    Información personal
    Nombre secular Antonio Caballero y Góngora
    Nacimiento 23 de mayo de 1723
    Priego de Córdoba
    Banner of arms crown of Castille Habsbourg style.svg Corona de Castilla
    Fallecimiento 24 de marzo de 1796
    (72 años)
    Córdoba
    Flag of Cross of Burgundy.svg España
    ArchbishopPallium PioM.svg
    Escudo de Antonio Caballero y Góngora
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    Antonio Caballero y Góngora (Priego de Córdoba, el 23 de mayo de 1723 - Córdoba el 24 de marzo de 1796), nombre completo Antonio Pascual de San Pedro de Alcántara Caballero y Góngora, fue un arzobispo católico español y, desde 1782 hasta 1789, Virrey de Nueva Granada.

    Índice

    Familia

    Nació en Priego de Córdoba, el 24 de mayo de 1723, y fue bautizado dos días después por el párroco licenciado Ambrosio Carrillo Aguilera, momento en el que le fue impuesto el nombre de Antonio Pascual de San Pedro Alcántara. Su padrino de bautizo fue su tío abuelo Don Francisco Espinar.
    Sus padres fueron Juan Caballero y Espinar (168531 de octubre de 1744), hijo de Juan Esteban Caballero y Espinar (16551724), y Doña Antonia de Góngora,(? - 7 de diciembre de 1753), hija de Francisco Javier de Góngora y de María Eugenia de Lara, de origen cordobés y descendiente del poderoso linaje de los Lara.

    Estudios

    Los frailes de San Francisco, le iniciaron en los estudios de la gramática y humanidades. Después pasa a Granada, residió primero en el monasterio de San Jerónimo y luego en el de San Bartolomé y Santiago, en el año de 1736. A finales de 1747 se recibe como bachiller en filosofía y a la vez como bachiller en teología y por último ingresa por oposición en el Imperial Colegio de Santa Catalina, terminando sus estudios en teología, graduándose como licenciado en esta materia, formalmente el 3 de julio de 1744.
    El 15 de septiembre de 1750 fue ordenado presbítero y nombrado Capellán Real, y en 1753 pasa de Canónigo por oposición a Córdoba, donde desempeñó su cargo durante 22 años.
    La estancia de Antonio Caballero como canónigo en Córdoba durante ese tiempo se caracteriza por su trabajo como sacerdote ejemplar y como diplomático acompañante de personajes ilustres que desfilan por Córdoba, pero en el año 1767 abandona todo lo que pueda significar vida pública y se retira al convento de San Felipe Neri, donde hace una vida apartada, dedicada solamente al estudio y a la oración. La causa es la situación de controversia que en Córdoba produjo el decreto real expulsando a los jesuitas. La honda división entre los partidarios y los enemigos de esta disposición hace que se aparte de todos, y que se refugiase en el convento y abstrayéndose en el estudio.

    Cargos

    Don Antonio Caballero y Góngóra
    En 1774 fue invitado a predicar en la Capilla Real con asistencia de los Reyes y de toda la Corte, fue su palabra tan elocuente que Carlos III se emocionó y lo propuso al Papa para el Episcopado. Fue preconizado obispo de Yucatán y, en 1776, consagrado en la Catedral de La Habana por el obispo de Cuba, Santiago José Echevarría, ocupando la Sede de Mérida.
    El 19 de septiembre de 1777, se le nombra arzobispo y se le designa para la Sede de Santa Fe de Bogotá.
    Siendo arzobispo de Santa Fe tuvo que enfrentar, en 1781, la Insurrección de los Comuneros, logrando hábilmente negociar con los capitanes del movimiento -que amenazaba con tomarse a Santa Fe de Bogotá- unas capitulaciones a cambio de desistir en sus intenciones. Los comuneros creyeron en la palabra y figura del arzobispo y se disolvieron. Poco después las autoridades desconocieron las capitulaciones y mandaron capturar a aquellos que persistían en la rebelión, entre ellos a José Antonio Galán, quien a la postre fue fusilado y descuartizado.
    Por sus "buenos oficios" en esta insurrección, que había puesto en jaque el dominio de la Corona sobre La Nueva Granada y otros territorios, el 6 de julio de 1782,1​ Carlos III nombró a Caballero y Góngora Virrey de Nueva Granada. Además de Virrey, fue Capitán General y Presidente de la Real Audiencia. Fueron las misiones su gran preocupación y llevó capuchinos, franciscanos y dominicos, quienes llevaron a cabo una labor evangelización y de extensión del poder real a ciertas regiones de frontera. Caballero y Góngora, conocido como el "Arzobispo Ilustrado", se interesó por el desarrollo de las ciencias en perspectiva ilustrada, apoyando el proyecto de creación de una universidad de estudios generales, que finalmente nunca se puso en marcha, dada la oposición que hicieron los dominicos -la creación de esta universidad significaba la desaparición de la Universidad Santo Tomás que ellos regentaban- y sobre todo, el desinterés de la Corona en aportar dineros para ello.
    El 27 de marzo de 1783 Patrocinó la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada que dirigió el científico José Celestino Mutis.23
    En 1785 tuvo que poner en ejecución el arresto del ex-fraile jesuita Juan José Godoy ante la posibilidad que estuviese reuniendo recursos y apoyo de Estados Unidos para iniciar una revolución en las colonias españolas, razón por la cual envía agentes a Filadelfia para hacerle creer que se planificaba una revuelta en Cartagena. El ex sacerdote cae en la trampa y en 1787 es aprehendido en Jamaica y deportado a Cádiz, donde muere.
    Solicitó al rey volver a España y el 15 de septiembre de 1788. El papa Pío VI despacha las bulas de su nombramiento de arzobispo-obispo de Córdoba, sede vacante por fallecimiento del titular Baltasar Yusta Navarro.4
    Emprendió su regreso a España, llegando a La Coruña en junio de 1789. Llega a Madrid donde fue recibido por la Corte de Carlos IV marchando a continuación a Toledo a visitar al Metropolitano y entra en Córdoba en la tarde del 19 de diciembre de 1789.
    Durante su pontificado cordobés realizó visita pastoral a toda la provincia empezando por Priego y Lucena. Se interesó por los problemas religiosos de cada pueblo. También realizó obras en la Mezquita-Catedral, donde colocó los dos púlpitos barrocos, que permanecen en el crucero. El 12 de febrero redactó una carta pastoral al clero y pueblo, con exhortaciones para prevenirles contra el espíritu de veneno de la Revolución francesa, que hacía solapada propaganda.
    En 1796, con ocasión de una visita de los reyes a Córdoba en la que Carlos IV y María Luisa fueron atendidos por el obispo, estos ordenaron a su Ministro Godoy, se dirigiera al Papa solicitando para el venerable anciano un capelo cardenalicio, pero tres días después, el 24 de marzo de 1796, Jueves Santo, falleció. Su sepultura, se encuentra en el trascoro de la catedral de Córdoba.

    Véase también

    Bibliografía

    • D. Antonio Caballero y Góngora, un virrey ilustrado de María Jesús Montes Hidalgo editorial Péndulo: papeles de bastitania ISSN 1138-686X.
    • Ideario reformador de un cordobés ilustrado: el arzobispo y virrey Don Antonio Caballero y Góngora de José Luis Mora Mérida, Andalucía y América en el siglo XVIII: actas de las VI jornadas de Andalucía y América. Universidad de Santa María de la Rábida, marzo de 1986 / Torres Ramírez, Bibiano. éd; Hernández Palomo, José. éd
    (Publicaciones de la Escuela de estudios hispano-americanos de Sevilla, 314).

    Referencias


    Juan de los Barrios


    Juan de los Barrios
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    Información personal
    Nacimiento 1497 Ver y modificar los datos en Wikidata
    Fallecimiento 1569 Ver y modificar los datos en Wikidata
    Nacionalidad Paraguaya y española Ver y modificar los datos en Wikidata
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    Fray Juan de los Barrios fue el primer arzobispo de Bogotá (1497, Pedroche, Extremadura - † en febrero de 1569?). Tomó posesión de la silla arzobispal en 1553 y gobernó hasta su muerte, durante 16 años continuos. Como primer arzobispo de Bogotá le correspondió poner los fundamentos organizativos de esta Iglesia, y en ello radica uno de sus mayores méritos. Se hizo franciscano en la Provincia de los Angeles, donde recibió la ordenación sacerdotal hacia 1521.

    Biografía

    Referencia principal: Banco de la República. Fray Juan1​ nació en la Villa de Pedroche, antiguo reino de Córdova, a fines del siglo XV, quizá por 1497 y debió ordenarse como sacerdote alrededor de 1521.
    De su vida en España nada se sabe de cierto, sólo que fue presentado por el emperador Carlos V para obispo de Asunción de la Plata en el Paraguay, y que fue nombrado por el Papa Paulo III el 1 de junio de 1547. Fray Juan expidió decreto de ejecución el 10 de enero de 1548 en Aranda de Duero con lo cual se consagró en España para este cargo, además de haber sido designado como protector de los indios. El viaje se postergó hasta 1551 cuando se embarcó hacia Asunción de la Plata, pero por causa de un temporal la flota en que viajaba se desbarató y fray Juan se vio forzado a regresar a España. Ante su deseo de no volver a Paraguay, de nuevo fue presentado por el rey, en esta ocasión para el obispado de Santa Marta en 1551, hacia donde se embarcó, desde San Lúcar de Barrameda, el 4 de noviembre de 1552. Tras un viaje muy azaroso, en el que sufrió toda clase de 'desventuras, como el naufragio de algunos de los barcos que conformaban la flota, el incendio de la nave principal y un ataque de corsarios, desembarcó en las costas de Santa Marta en febrero de 1553.
    Se le dio licencia para pasar a Santa Marta cuatro esclavos para su servicio personal y doce criados, algunos de los cuales servirían como sacristanes. A pesar de que tomó posesión de su sede samaria, de inmediato pensó en trasladarse a la capital del Nuevo Reino de Granada, tanto por las condiciones miserables en que encontró la ciudad de Santa Marta como por lo despoblada, y porque ya el rey había enviado una cédula real al obispo de Santa Marta para que fuera a vivir a Santafé de Bogotá con un salario de 500 maravedíes. Como aún no se ordenaba obispo y tuvo problemas para hacerlo en Puerto Rico o en Cuba, emprendió viaje hacia Riohacha, pero al parecer, se levantaron los indios Buriticá, que solían ser pacíficos, y Fray Juan tuvo que regresar prematuramente a Santa Marta, teniendo como alternativas ser dispensado o hacer el juramento en Popayán. A la capital llegó, aún preocupado por ese asunto, en julio de 1553.
    Innumerables fueron las dificultades que tuvo que sortear a fin de cumplir a cabalidad con su ministerio pastoral. Los principales desacuerdos fueron con las autoridades civiles, con quienes chocó frontalmente por causa de la ejecución de las llamadas Leyes Nuevas, en su carácter de obispo y protector de los indios. La tasación que hizo de los nacidos en el Nuevo Reino, para librarlos de la tiranía y extorsión en que los tenían muchos encomenderos, despertó en los colonos y en algunas justicias reales, una reacción muy contraria hacia él. Al Consejo de Indias llovieron las quejas sobre fray Juan, principalmente de la Real Audiencia y de los Encomenderos, que juzgaban intromisión suya en asuntos de incumbencia civil e intentaron despojarlo del cargo solicitando su destitución a la Corona, bajo el pretexto de "perjuicio de la jurisdicción real". Esta colisión de autoridades, alimentada por el patronato regio, ensombreció la acción propiamente espiritual del prelado. No obstante, una de sus mejores realizaciones en el campo pastoral fue la promulgación y realización del primer sínodo diocesano, realizado entre el 24 de mayo y el 3 de junio de 1556, en el cual participaron todas las fuerzas vivas de la Iglesia neogranadina. Dividido en 10 títulos, el sínodo legisla acerca de la administración de los sacramentos, la enseñanza de la doctrina, la práctica de la misma, los deberes para con los indios y otros puntos. A1 tratar de poner en práctica las normas del sínodo, fray Juan encontró gran oposición por parte de la Real Audiencia y, sobre todo, de los encomenderos, a quienes les parecieron sumamente gravosas las obligaciones que se les imponían. La pelea constante de fray Juan con los poderosos de la colonia, lo llevó a salir de noche y con un solo criado hacia Cartagena de Indias cuando en 1562, la Audiencia lo desterró a la víspera del Corpus Christi. Desde Cartagena elevó queja al Consejo de Indias y presentó renuncia, pero el 21 de marzo de 1563 le respondieron rechazando esa solicitud y ratificándolo en su cargo. Dos años después, por Cédula Real del 14 de enero de 1565, Santafé sería elevado a la categoría de Arzobispado y fray Juan sería nombrado Primer Metropolitano, pero la bula de erección (fechada el 22 de marzo de 1564) contenía un error de nombre, llamándolo Martín en vez de Juan. Este error se explica en que su antecesor en Santa Marta era fray Martín de Calatayud y desde sus tiempos el Rey estaba tramitando el traslado del obispado a Santafé de Bogotá. De Los Barrios no creyó que el cambio de nombres pudiera comprometer la validez del documento pontificio y así empezó a firmar como "El Arzobispo deste Nuevo Reino".
    Otra obra emprendida con mucho entusiasmo por fray Juan fue la construcción de la Catedral. La primera parroquia de Santa Fé de Bogotá estaba ubicada en el lugar en que hoy se encuentra la Capilla del Sagrario y fray Juan consideró que la ciudad necesitaba de una catedral, la cual dispuso con una capilla de Nuestra Señora y otra del Crucifijo, una sacristía y un bautisterio. En 1553 comenzaron la construcción los albañiles Pedro Vásquez y Baltasar Díaz, en el lugar en que hoy se encuentra la Catedral Primada de Bogotá. En 1556, tres años después de iniciar la construcción, las paredes ya se estaban fisurando, pero la obra continuó. Fray Juan mandó a pintar el retablo y a instalar el ornamento bordado. En 1565 quedó terminada la obra, pero por desgracia se desplomó completamente la víspera de su inauguración. Este hecho descorazonó al prelado, pues había consumido mucho dinero, trabajos y tiempo durante los casi 10 años que había tomado levantarla y no pudo cumplir la ilusión de consagrarla como catedral metropolitana, que ya había sido elevada a esa categoría por una bula papal de 1564. "Por efecto de los oficiales, la noche antes del día que le había de estrenar, con misa de pontifical, a que estaba prevenido se vino todo al suelo; pero como la Divina Majestad quería que éste prelado empezara el magnífico templo de esta insigne catedral, le dio valor para que descubriera la grandeza de su corazón, fundada sobre la baja de su profunda humildad. El mismo día,solo, con su hábito religioso, se fue a la cantera, que estaba apartada de la ciudad y trajo sobre sus hombros la primera piedra, a cuyo ejemplo los clérigos, los religiosos y todos los vecinos estuvieron cargando piedra por muchos días".2​ De Los Barrios no era de aquellos hombres que se dejan vencer fácilmente.
    De Los Barrios ordenó al padre Romero, primer párroco de Nuestra Señora de Las Nieves y primer mestizo que se ordenó como sacerdote en el Nuevo Reino de Granada, por lo que recibió una reprimenda del Obispo de Cartagena: "En cuanto a las órdenes que el Arzobispo del Nuevo Reino ha dado a personas inméritas, le avisamos que tenga en esto la mano y solo ordene los que fueren suficientes, y que por ahora no conviene que los mestizos se ordenen, hasta que otra cosa se provea".
    Además de todos los tropiezos descritos, fray Juan entró en conflicto con las comunidades de dominicos y franciscanos. Su carácter, para algunos imprudente, lo llevó a entablar conflicto por los predios del monasterio e iglesia que los religiosos dominicos iban a dejar libres al trasladarse al convento, junto a la Catedral. Amparado en una Cédula Real que ordenaba que "cada repartimiento que vacase, la mitad de la demora de aquel año se aplicase para hacer hospital y sustentar a los pobres, así españoles como naturales", el arzobispo pidió a los Oidores que esos edificios se destinaran al Hospital que la ciudad aún no tenía. Fray Juan no fue atendido en su solicitud y los edificios fueron derrumbados. Persistiendo en cubrir la necesidad pública ordenada por la Cédula Real, donó las casas de su morada, contiguas a la catedral, para que se inaugurara allí el Hospital de San Pedro, primer Hospital de Bogotá, en el que debían ser atendidos preferencialmente los pobres de la ciudad y que funcionó allí hasta el traslado de pacientes y mobiliario, en 1773, al Hospital de Jesús, José y María, luego conocido como Hospital San Juan de Dios de Bogotá.
    Durante su estadía en Santafé, De Los Barrios hizo varias solicitudes para volver a España, pero no le fueron concedidas. "Aún siendo anciano, las duras penalidades que ha sufrido no le han minado su ánimo, tan derecho en las obras como en el cuerpo, porque él no sabía de desfallecimientos. Sus vivos ojos conservan el mismo brillo de otros tiempos, su voluntad sigue siendo indomable, no obstante que el asma lo trabaja tanto". Murió el 12 de febrero de 1569.

    Véase

    3
    4

    Referencias


  • Texto compilado del libro: ROMERO, Mario Germán. "Fray Juan de Los Barrios y la evangelización del Nuevo Reino de Granada". Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 1960. Biblioteca Central, Universidad Nacional de Colombia. 278.61 R763f. Ej. 3.

  • ZAMORA, fr. Alonso de. Historia de la Provincia de San Antonino del Nuevo Reino de Granada. Bogotá, 1954. Vol. III, Capítulo VI.

  • Romero, Mario Germán (1960). Fray Juan de Los Barrios y la Evangelización del Nuevo Reino de Granada. Biblioteca Central, Universidad Nacional de Colombia: Academia Colombiana de Historia.

    1. Zamora, fr. Alonso de (1954). Historia de la Provincia de San Antonino del Nuevo Reino de Granada. Bogotá.

    Predecesor:
    Título nuevo
    Escudo Arquidiócesis de Bogotá.svg
    Arzobispo Metropolitano de Santa Fe de Bogotá
    22 de marzo de 1564 - 12 de febrero de 1569
    Sucesor:
    Luis Zapata de Cárdenas

    Vicente Arbeláez

    Vicente Arbelaez Gómez.
    Juan Vicente Joaquín Arbeláez Gómez nació el 8 de marzo de 1822 en San Vicente (Antioquia) y falleció el 29 de junio de 1884 en Bogotá. Fue un eclesiástico y político colombiano destacado por su posición de mesura y conciliación frente a los reiterados ataques a la Iglesia católica por parte de los líderes del Partido Liberal Colombiano en la segunda mitad del Siglo XIX.

    Índice

    Biografía

    Primeros Años

    Hijo de Fermín Arbeláez y doña María Gómez, realizó sus estudios en el Colegio de San José de Marinilla en 1838 y posteriormente en el Seminario de San José en Bogotá. En 1845 fue ordenado sacerdote y graduado en derecho civil de la Universidad Central de Bogotá. Posteriormente, a los 23 años de edad fue encomendado como cura de Abejorral y director del colegio donde había hecho sus estudios en Marinilla hasta 1848.1
    En estos años Arbeláez, como miembro del clero, no fue extraño a las controversias que se dieron en torno a los métodos de educación en el país. En el año 1835 se libró un primer debate acerca de la conveniencia del estudio de Jeremy Bentham en las cátedras de derecho que oponía a los sectores tradicionales del clero contra el gobierno del Presidente Santander. Para los primeros, tales enseñanzas eran corruptoras de la juventud e iban en contra de toda moral cristiana y la religión misma. Para el Gobierno, las ideas de Bentham ilustraban el entendimiento y ejercitaban las únicas fuentes reales del conocimiento, la razón y la naturaleza.2​ Tales enfrentamientos ideológicos entre Iglesia y Estado aumentarían con el paso de los años y serían una constante en la vida y en el ejercicio de las labores del después Arzobispo Arbeláez.
    Tras su paso como rector de Marinilla, fue enviado a la Diócesis de Santa Marta en 1859 y nombrado Obispo de Maximopolis in partibus infidelum. Un año después fue consagrado por el Arzobispo Antonio Herrán a la Catedral de Bogotá.3
    Para este momento las relaciones entre la Iglesia y el Estado se habían deteriorado aún más. Según el historiador Fernán González, los años que vivió Arbeláez en Santa Marta y después en Bogotá correspondieron al segundo de tres periodo de guerras, específicamente centradas en definir el régimen político que se debía adoptar4​ en el país, dentro de lo cual también se definía el papel de la Iglesia en la sociedad, especialmente en cuanto si la educación debía ser laica o religiosa,5​ punto de importancia para Arbeláez que centraría muchos de sus discursos en la importancia de la educación guiada por la moral católica.

    Primer Destierro

    Durante la Guerra civil colombiana de 1860-1862, el General Tomás Cipriano de Mosquera tomó el control del gobierno nacional tras invadir Bogotá con sus tropas. Entonces el papel de la Iglesia fue reconsiderado en cuanto a su prominencia económica e influencia en la educación,6​ en un proceso que autores como Bushnell denominan “la República radical”7​ caracterizada por un alejamiento sustancial entre las instituciones Eclesiásticas y el Estado.
    Las medidas que tomó el General Mosquera se enmarcaban en considerar un exceso las riquezas que tenía el clero, la inutilidad de las propiedades bajo su tutela y en la falta de subordinación al Estado.
    Tal pensamiento llevó a la expulsión de los jesuitas en 1861 y la expropiación de sus bienes.8​ También, a la implementación de la tuición de cultos que buscaba subordinar la jerarquía eclesiástica al Estado,9​ de allí, a que todo acto o nombramiento debía ser informado al Ejecutivo antes de hacerse efectivo y tanto los párrocos como los obispos debían presentar juramento condicional de obedecer la ley civil antes que la eclesiástica. Otra medida fue la condena a destierro de cualquier autoridad eclesiástica que no contara con el permiso para ejercer sus actividades. Según el decreto del 20 de julio de 1861, en su artículo tercero: “Los contraventores a este Decreto serán tratados como usurpadores de las prerrogativas de las Unión Granadina, y en consecuencia serán extrañados del territorio”. Dentro de tales contraventores se encontraba el cura Arbeláez según expone José Restrepo Posada al describir la dura situación por la que pasaba la Iglesia en 1862.10
    Arbeláez desterrado huye hacia la costa, encontrando su camino a Roma, donde en audiencia con el papa Pio IX, es nombrado Vicario General y Obispo Coadjutor de la Arquidiócesis de Bogotá con derecho a suceder al actual Arzobispo, el señor Antonio Herrán.11
    Gracias al cambio de gobierno de manos de Mosquera a Manuel Murillo Toro en 1864 el Coadjutor Arbeláez encuentra una situación favorable para su retorno y regresa a Bogotá el 29 de marzo de 1865 en donde asume las tareas de sus nuevos cargos.12

    Segundo Destierro

    Desafortunadamente para Arbeláez en 1866 Mosquera regresa a la Presidencia y continúa con sus medidas anticlericales. Reflejo de este momento es el asunto de los diezmos, de lo cual Restrepo Posada rescata las comunicaciones entre el Arzobispo Antonio Herrán y el Dr. Rojas Garrido, representante del Poder Ejecutivo, en donde se tilda de estafas a éstas contribuciones y se prohíbe cualquier medio coactivo para reclamarlas, llegando al punto de decir en comunicación del 5 de octubre de 1866 que “Tan persuadido se halla el sacerdocio, de que a las buenas nadie contribuye con el diezmo, que se ha visto precisado a ocurrir al infierno por la sanción penal, con que hacer efectivo el cobro”.13
    Así las cosas, Restrepo Posada narra los acontecimientos que llevaron al segundo destierro de Arbeláez del cual se tiene mayor conocimiento que del primero.
    Hacia finales de 1866 un cura de apellido Molano reclamó como suya una casa contigua a la Iglesia de San Carlos que pertenecía a la Iglesia. El Obispo Coadjutor Arbeláez denegó las pretensiones de éste que en respuesta nombró un abogado que dirigió una carta a la Presidencia de la República. Esta oportunidad no fue desaprovechada por el Poder Ejecutivo que en menos de dos días respondió acusando a Arbeláez de usurpar la jurisdicción civil “…negando en lo material al Gobierno de su independencia y supremacía”.14​ Con base en tales hechos Arbeláez es expulsado del territorio nacional en 1866, su oficina ocupada por la fuerza militar y sus registros y documentos confiscados por la autoridad.15

    Arzobispado

    Vicente Arbeláez Gómez como Arzobispo de Bogotá.
    El padre Arbeláez regresa a Roma para encontrarse de nuevo con el papa Pio IX, con quien había quedado en buenos términos tras su primera visita, de lo cual se da testimonio por el intercambio de obsequios y la función de emisario para los regalos enviados al Arzobispo Herrán.16
    Posteriormente con la caída y enjuiciamiento de Mosquera en 1867 por las diferencias entre éste y la facción radical del partido liberal, que veía como una amenaza las nuevas medidas, en especial la decisión de disolver el Congreso.17​ Arbeláez regresa a Bogotá en medio de la alegría de la gente que según Restrepo, citando al periódico La Prensa, tenían “…el placer propio de los hijos que volvían a ver su padre”.18
    En 1868 el Arzobispo Antonio Herrán fallece en Villeta y Arbeláez es llamado a ocupar su lugar, iniciando 16 años de prelado como Arzobispo de Bogotá.
    Nombrado Arzobispo, Arbeláez se enfrentó con una situación crítica para la Iglesia, no solo continuaban las medidas anticlericales de la seguidilla de gobiernos liberales, sino que además, en diferentes regiones del país aumentaba la tensión entre conservadores y liberales por la inconformidad hacia el Gobierno liderado por la facción radical de estos últimos.19
    La guerra que estalló en 1876 fue vista como una cruzada, como una batalla entre el bien y el mal20​ en donde los conservadores marchaban a la guerra defendiendo su religión y su patria. De allí que Arbeláez recibiera críticas de la facción más conservadora de la Iglesia por intentar evitar que la guerra se convirtiera en asunto de fe.21​ De todas formas sus intentos fueron en vano y el ejército conservador fue derrotado por una coalición de fuerzas entre los Estados liberales.
    La derrota de los conservadores paradójicamente ayudó al ascenso de Núñez, un personaje que provenía del partido liberal con una visión moderada en su entendimiento de la sociedad, según Gonzales: “donde jugaban un papel importante la familia y la Iglesia”.22​ Instaurado en el poder en 1880 Núñez, retira algunas de las medidas contra la Iglesia ayudando a alivianar las cargas del Arzobispo Arbeláez, en especial al derogar los decretos de tuición.23​ Durante su periodo la situación para la Iglesia mejoró, aunque políticamente la intrigas de los radicales aún continuaba, cuestión que derivó en la guerra de 1885 y la Constitución de 1886, que reconciliaba al Estado y la Iglesia definitivamente e imponía un orden centralista como forma de gobierno.24
    Hacia 1875 fundó la Basílica de Lourdes en el entonces poblado de Chapinero,25​ por lo que se le considera el fundador de la actual localidad de Bogotá que lleva el mismo nombre.
    El Arzobispo Arbeláez termina su periodo en 1884 cuando muere en Bogotá. Pudiendo disfrutar de cuatro años de situaciones más favorables para la Iglesia pero sin verla aun reconciliada completamente con el Estado.

    Pensamiento

    Pastoral 28 de noviembre de 1868 del Arzobispo Arbeláez.
    Llama la atención del Arzobispo Arbeláez la forma en como se tomaron sus discursos por parte de algunos autores. Fue citado como voz de conciliación y mediación, en una época en donde las posiciones radicales de los liberales y sus acciones contra la Iglesia generaron a su vez respuestas extremas entre algunas facciones del clero y de los conservadores. Según afirma Fernán González; Arbeláez, “…exhortaba al clero a no mezclar el ministerio sacerdotal con la política”.26
    El mismo José Restrepo Posada, al comentar y trascribir comunicados de Arbeláez, resalta su tono cordial y neutro, incluso en temas marcadamente conflictivos como la secularización de la educación, a la cual el Arzobispo encontraba aceptable y necesaria siempre y cuando no fuera utilizada para hacer propaganda anticatólica.27​ De igual manera, intercedía por la no instrumentalización de la Iglesia por parte de la facción ultraconservadora del clero que se oponía enfáticamente a cualquier tipo de acuerdo con los liberales28​ y que criticaba duramente al Arzobispo por presentar los juramentos mandados por ley29​ o llegar a pequeños acuerdos con los liberales. Cabe anotar que Restrepo Posada toma el punto de vista de la Iglesia, y en los textos consultados mantiene un apoyo constante a los miembros del clero, condenando a su vez las actuaciones gubernamentales. Esta limitación del autor influye en la forma en como escribe acerca de los eventos de la época y las fuentes que elige para hacer su trabajo, por lo cual las descripciones del Arzobispo Herrán y del Arzobispo Arbeláez están encuadradas en tal posición. Sin embargo, los eventos narrados por alguien desde dentro de la Iglesia brindan una visión diferente a la narrada por otro tipo de autores con lo cual, teniendo en cuenta sus limitaciones, se hace interesante al momento de narrar la vida de las figuras eclesiásticas, al brindar una visión más completa y diferente a los registros oficiales de los encuentros entre Iglesia y Estado.
    La lectura de Arbeláez por parte de estos autores contrasta con la lectura de cartas y pastorales que Arbeláez dirigía a sus feligreses en las ceremonias de fechas importantes para el catolicismo. En ellas, se ve a un sacerdote mucho más conservador y tradicional al mostrado en las anteriores referencias.
    En pastoral de 1861 escrita en Ocaña, Arbeláez hace una dura crítica a las medidas de tuición y afirma en varias ocasiones que por constitución y por mandato divino el poder temporal estará siempre subordinado al mandato espiritual,30​ y como tal, la Iglesia no tiene por qué responder ni someterse al poder temporal del Estado. Tales críticas se repiten, desde otro ángulo, en la pastoral de 1869. En ella, se reitera la prohibición para todo católico de colaborar en cualquier forma a la publicación, impresión, distribución, financiación y lectura de textos considerados anticatólicos, recordando a los padres de familia que todos los colegios en donde se den enseñanzas de autores protestantes están expresamente prohibidos para sus hijos.31
    La faceta más conservadora de Arbeláez se reitera a lo largo de los años: Sin hacer referencia directa a las ideas de liberales colombianos, el Arzobispo habla de falsos sistemas engendrados por el racionalismo “que tienden a convertir al mundo en una nueva torre de Babel”.32​ De igual forma, Arbeláez afirma que uno de las tareas y deberes del cristiano es someter su razón a su creencia y de allí critica el libertinaje de la prensa y reitera la prohibición de apoyar tales formas de pensar incluso con el voto a legisladores que siguieran estas tendencias.33
    La voz conciliadora de Arbeláez, se puede encontrar matizada en algunos fragmentos de pastorales. En 1868, en su primera pastoral como Arzobispo, Arbeláez decía a sus fieles que la ley civil debía acatarse sólo si no es contraria a la ley divina, quien desobedeciera una ley en esas condiciones se convertía en enemigo de Dios.34​ En la misma pastoral se encuentra la referencia de Fernán González, en donde el Arzobispo reza “que de ninguna manera se mezcle con el ejercicio de su sagrado ministerio…cosa alguna que tenga relación con la política”35​ seguido de su explicación; la Iglesia no debe entrar en los debates de lo humano y mucho menos para aumentar el fuego que ya la consume.
    La educación es uno de los temas en que se cita a Arbeláez como voz de calma dentro de la Iglesia, ya que éste aplaudía los esfuerzos para aumentar la instrucción primaria36​ y consideraba la educación como la herramienta para la grandeza de las sociedades.37​ Tales fragmentos se contraponen a las afirmaciones del mismo Arbeláez en el sentido que toda educación debía estar mediada por la Iglesia, en que toda ciencia es corruptora sin la guardia de la religión y que la educación debía ser principalmente moral y moldear el corazón de los estudiantes.38​ Para Arbeláez la educación era un tema fundamental en la medida que era un deber de la Iglesia el enseñar la verdad infalible del cristianismo39​ y como afirma en una de sus últimas pastorales, la educación católica era la única forma de evitar los ataques y las conspiraciones dirigidas a que las nuevas generaciones abandonaran el catolicismo, al fin y al cabo en un mundo en que la naturaleza lleva a la diferencia “una sola cosa nos hace iguales: la Religión”.40
    El contraste existente entre las conciliaciones de Arbeláez con los liberales junto con su oposición a las facciones más tradicionales de la Iglesia y el tono más conservador y rígido de sus pastorales puede explicarse desde la naturaleza misma de los documentos consultados.
    Las pastorales son el texto que el sacerdote lee a sus feligreses en una ceremonia de importancia, más si se trata de una misa dada por el Arzobispo de Bogotá, por tanto en el ejercicio de su labor no pueden entrar concepciones liberales de manera tan expresa como en otro tipo de actividades. Ante todo Arbeláez es un sacerdote del catolicismo y como tal responde a una serie de ideales, posiciones y ordenes que no puede ignorar. Es apenas normal que un sacerdote forme a sus feligreses en lo que considera beneficioso para la misma Institución de la que hace parte, lo que resalta en la posición de Arbeláez es que incluso con tales convicciones permitiría una brecha de conciliación de forma sutil y moderada en sus pastorales entre las ideas de la Iglesia y las actuaciones del Estado. También se debe resaltar que el ejercicio de Arbeláez se dio en una de las épocas más duras para la Iglesia católica en Colombia, por lo cual era necesario dar ciertas concesiones y aflojar en ciertos puntos el discurso religioso so pena de arriesgarse a más sanciones y limitar aún más los ya disminuidos privilegios de la Iglesia.
    Lo anterior refleja que la polarización entre partidos y entre posiciones absolutamente contrarias no siempre fue una realidad del siglo XIX, como existieron extremos también existieron posiciones medias que no buscaban la destrucción total de la idea contraria. Es por esta razón que el Arzobispo Arbeláez destaca como voz de conciliación y mesura.

    Véase también

    Referencias


  • Restrepo Posada, José. Tomo II y Tomo IV. Arquidiócesis de Bogotá Datos biográficos de sus prelados. Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 1963 y 1971 respectivamente.

  • Gomez-Muller, Alfredo. El primer debate sobre Bentham en la Nueva Granda (1835-1836): El valor y el sentido de los humano. En Miguel Antonio Caro y la Cultura de su época. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2002. Páginas 62 a 64.

  • Restrepo Posada, José. Tomo II. Arquidiócesis de Bogotá Datos biográficos de sus prelados. Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 1963. Página 381.

  • González, Fernán E. Partidos, guerras e Iglesia en la construcción del Estado-Nación en Colombia (1830-1900). La Carreta Editores. Medellín, 2009. Página 23

  • Ibíd. Página 69

  • Ibíd. Página 86 a 94

  • Bushnell, David. Colombia una nación a pesar de sí misma, nuestra historia desde los tiempos precolombinos hasta hoy. Editorial Planeta Colombiana S.A. Bogotá, 2007. Página 178.

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  • Ibíd

  • Restrepo Posada, José. Tomo II. Arquidiócesis de Bogotá Datos biográficos de sus prelados. Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 1963. Página 423.

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  • Decreto del 18 de octubre de 1866

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  • Ibíd. Página 482

  • González, Fernán E. Partidos, guerras e Iglesia en la construcción del Estado-Nación en Colombia (1830-1900). La Carreta Editores. Medellín, 2009.Página 86.

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  • González, Fernán E. Partidos, guerras e Iglesia en la construcción del Estado-Nación en Colombia (1830-1900). La Carreta Editores. Medellín, 2009. Página 105

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  • Ibíd. Página 110

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  • Ibíd. Páginas 134 a 142

  • Archivo del periódico El Tiempo. CHAPÍN, CHAPINES ... CHAPINERO. Publicado el 13 de marzo de 1993. Consultado por última vez el 19 de mayo de 2014

  • González, Fernán E. Partidos, guerras e Iglesia en la construcción del Estado-Nación en Colombia (1830-1900). La Carreta Editores. Medellín, 2009. Página 87.

  • Delpar, Helen. “Aspects of Liberal Factionalism in Colombia, 1875-1885”. En The Hispanic American Historical Review. Volumen 51 No. 2.Páginas 250-274. Mayo de 1971. Páginas 250-274. Página 265.

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  • Restrepo Posada, José. Tomo II. Arquidiócesis de Bogotá Datos biográficos de sus prelados. Página 476 y 484

  • Arbeláez, Vicente, Pastoral de 1861. Arzobispo, 1822-1884. Editorial S. Nieto. 1861, Ocaña. Página 8.

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  • Ibíd. página 7

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  • Ibíd. página 14.

  • Arbeláez, Vicente, Pastoral de 1873. Arzobispo, 1822-1884. Editorial Imprenta del Tradicionalista. Bogotá, 1873. Página 4.

  • Enlaces externos


    Predecesor:
    Antonio Herrán Zaldúa
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    Arzobispo Metropolitano de Santa Fe de Bogotá
    6 de febrero de 1868 - 29 de junio de 1884
    Sucesor:
    José Telésforo Paúl Vargas
    Predecesor:
    Bernabe Rojas
    Escudo de la Diócesis de Santa Marta.svg
    Obispo de Santa Marta
    13 de mayo de 1859-9 de diciembre de 1864
    Sucesor:
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