Anacleto II, cuyo nombre de nacimiento fue Pietro Pierleoni (?-25 de enero de 1138), fue un antipapa que reinó del 1131 hasta su muerte.
Pierleoni, de ascendencia judía (sólo uno de sus ocho bisabuelos fue judío: su bisabuelo paterno Benedictus (quizás Baruch en hebreo) que se había convertido al cristianismo y se casó un una mujer de linaje noble), nació en la poderosa familia romana de los Pierleoni, hijo del cónsul Pier Leoni. Como hijo segundo y ambicioso, fue destinado a la carrera eclesiástica. Estudió en París y entró en la abadía benedictina de Cluny. Más tarde fue para Roma y desempeñó diversos cargos importantes. En el 1130 el papa Honorio II estaba a punto de morir y Pierleoni estaba determinado a sucederle, aunque eso le costara enormes sobornos. A pesar del apoyo de los habitantes y de las familias más nobles de la ciudad, los enemigos políticos de Pierleoni le cortarían los proyectos y obligaron al cardenal Gregorio Papareschi a presentarse candidato. Este acabó por ser electo papa Inocencio II, pero la facción de los Pierleoni no aceptó el resultado y lo proclamó Anacleto II. Ambos hombres fueron coronados papa el 23 de febrero, comenzando así el cisma.
Los papas permanecieron en Roma y Anacleto intentó ganarse el apoyo de la población gastando enormes cantidades en presentes y fiestas exuberantes. Los gobernantes de Europa, y en especial Lotario II, el emperador, apoyaban a Inocencio II, dejando a Anacleto con pocos partidarios poderosos. Los más importantes de estos últimos eran el duque, Guillermo X de Aquitania, el cual decidió apoyar al antipapa contra el consejo de sus propios obispos, y el influyente Rogelio II de Sicilia, cuyo título de "Rey de Sicilia" Anacleto había aprobado poco después de ascender al trono papal.
Debido al fuerte apoyo de Rogelio a Anacleto, Inocencio se vio forzado a dejar Roma y a ir a vivir en Pisa, mientras Anacleto ocupaba Roma. Bernardo de Claraval era el más elocuente partidario de Inocencio II y convenció a todos los partidarios de Anacleto a pasarse al lado de Inocencio después de la muerte de aquel, lo que puso fin al cisma, en 1138. Inocencio II pudo entonces regresar a Roma y gobernar sin oposición. El Papa convocó rápidamente el Concilio de Letrán II en el 1139 y reiteró las enseñanzas de la Iglesia contra la usura, la boda de los clérigos, y otros problemas.
Aunque la familia Pierleoni hubo declarado lealtad al Papa, Giordano, hermano de Anacleto, se hizo el líder de la Comuna de Roma, oponiéndose activamente a los sucesores de Inocencio en la década siguiente.
Pierleoni, de ascendencia judía (sólo uno de sus ocho bisabuelos fue judío: su bisabuelo paterno Benedictus (quizás Baruch en hebreo) que se había convertido al cristianismo y se casó un una mujer de linaje noble), nació en la poderosa familia romana de los Pierleoni, hijo del cónsul Pier Leoni. Como hijo segundo y ambicioso, fue destinado a la carrera eclesiástica. Estudió en París y entró en la abadía benedictina de Cluny. Más tarde fue para Roma y desempeñó diversos cargos importantes. En el 1130 el papa Honorio II estaba a punto de morir y Pierleoni estaba determinado a sucederle, aunque eso le costara enormes sobornos. A pesar del apoyo de los habitantes y de las familias más nobles de la ciudad, los enemigos políticos de Pierleoni le cortarían los proyectos y obligaron al cardenal Gregorio Papareschi a presentarse candidato. Este acabó por ser electo papa Inocencio II, pero la facción de los Pierleoni no aceptó el resultado y lo proclamó Anacleto II. Ambos hombres fueron coronados papa el 23 de febrero, comenzando así el cisma.
Los papas permanecieron en Roma y Anacleto intentó ganarse el apoyo de la población gastando enormes cantidades en presentes y fiestas exuberantes. Los gobernantes de Europa, y en especial Lotario II, el emperador, apoyaban a Inocencio II, dejando a Anacleto con pocos partidarios poderosos. Los más importantes de estos últimos eran el duque, Guillermo X de Aquitania, el cual decidió apoyar al antipapa contra el consejo de sus propios obispos, y el influyente Rogelio II de Sicilia, cuyo título de "Rey de Sicilia" Anacleto había aprobado poco después de ascender al trono papal.
Debido al fuerte apoyo de Rogelio a Anacleto, Inocencio se vio forzado a dejar Roma y a ir a vivir en Pisa, mientras Anacleto ocupaba Roma. Bernardo de Claraval era el más elocuente partidario de Inocencio II y convenció a todos los partidarios de Anacleto a pasarse al lado de Inocencio después de la muerte de aquel, lo que puso fin al cisma, en 1138. Inocencio II pudo entonces regresar a Roma y gobernar sin oposición. El Papa convocó rápidamente el Concilio de Letrán II en el 1139 y reiteró las enseñanzas de la Iglesia contra la usura, la boda de los clérigos, y otros problemas.
Aunque la familia Pierleoni hubo declarado lealtad al Papa, Giordano, hermano de Anacleto, se hizo el líder de la Comuna de Roma, oponiéndose activamente a los sucesores de Inocencio en la década siguiente.
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