Guadalupe en el sentido estricto es
el nombre de una imagen, pero se extendió a la iglesia que la contenía y a la
población que se desarrolló a su alrededor. La palabra es español arabizado,
pero en México el nombre original puede representar algunos sonidos aztecas. El
sitio denominado Guadalupe Hidalgo desde 1822, como el sitio del tratado de paz
entre Estados Unidos y México se ubica a cinco kilómetros al noreste de la
ciudad de México. Peregrinajes se han realizado a este santuario casi sin
interrupciones desde 1531-32. Ya para el último año referido, existía un
santuario al pie del cerro del Tepeyac que funcionó por noventa años, y todavía,
forma parte de la sacristía parroquial. En 1622 un rico santuario fue eregido;
un nuevo santuario, aún más rico, en 1709. Otras estructuras del siglo XVIII
conectadas con este era una iglesia parroquial, un convento y una iglesia de
monjas Capuchinas, una capilla con campana, y una capilla en el cerro
propiamente.
En 1750 el santuario recibió el
título de colegiado, con servicio canónico y coral establecidos. Siendo agregado
a San Juan Laterán en 1754; y finalmente, en 1904 fue creada la primer basílica.
El eclesiástico que la preside es llamado abad de la misma. La renovación
ejecutada en aquel entonces en un hermoso estilo Bizantino, presenta una
impactante ilustración del relato Guadalupano. En la actualidad la imagen es
exhibida en la última y moderna Basílica en cuyo diseño se mezclan elementos
indígenas y modernos, ubicada en el atrio del complejo de los edificios del
santuario de Guadalupe, misma que fue dedicada en 1976 a donde se trasladó la
imagen en procesión solemne.
La imagen realmente constituye
Guadalupe. Ella forma el santuario: en ocasiones la devoción. Se le toma como la
representación de la Inmaculada Concepción, constituida por la figura aislada de
la mujer con el sol, luna, y estrellas acompañantes de la gran señal
apocalíptica, y como añadido un ángel que la sostiene bajo la luna creciente. Su
tradición es, como las nuevas lecciones del breviario declaran, "permanente y
constante". El relato oral y escrito, en nahuátl y español, relata sin embajes.
A un neófito, de cincuenta y siete años de edad, llamado Cuautlatoatzin y
bautizado como Juan Diego, que apresuraba el paso por el cerro del Tepeyac para
recibir instrucción y escuchar la misa en México, el sábado 9 de Diciembre de
1531, la Santísima Virgen se le apareció para encomendarle acudir con el obispo
Zumárraga, para construir un templo en el sitio donde ella estaba. Ella estaba
en el mismo sitio esa tarde y la tarde del Domingo para recibir la respuesta del
obispo. El no creyó a las primeras al mensajero, después de cuestionarlo y
mandar vigilarle, finalmente le pidió por una señal de la señora que decía ser
la madre del verdadero Dios. El neófito aceptó con entusiasmo pedirle por
cualquier signo que deseara, que el obispo impresionado dejó la decisión a la
aparición. Juan Diego se ocupó todo el lunes con Juan Bernardino, tío suyo, que
al parecer agonizaba de fiebres. Al fallar los remedios disponibles, de
madrugada el Martes 12 de Diciembre, el preocupado sobrino corría en dirección
del convento de Santiago Tlatelolco por un sacerdote. Para evitar la aparición y
verse ocupado con mensajes al obispo, rodeó el sitio donde ahora se ubica la
capilla de la campana. Pero la Santísima Virgen cruzó para encontrarse con él y
decirle " Que camino es esté que has tomado hijo?" desarrollándose un diálogo
pródigo de ternura. Confirmando a Juan Diego que su tío en ese mismo instante
yacía sanado, a quién también se le había aparecido, y haciéndose llamar Santa
María de Guadalupe le ordenó fuese de nuevo con el obispo. Sin demora le pidió
entusiastamente por la señal. A lo que ella le ordenó subiera a las peñas y
recogiera rosas. Él sabía que no era temporada ni lugar de rosas, pero al acudir
las encontró. Juntando tantas como pudo en el cuenco de su tilma una capa
larga de fibra de maguey usada por los mexicanos regresó con ella. La Santa
Madre, reacomodando las rosas, le indicó mantenerlas intactas y ajenas a la
vista hasta entregarlas al obispo. Una vez en presencia de Zumárraga, Juan Diego
ofreció la señal. Mientras desdoblaba su tilma las rosas cayeron, y se
sorprendió de ver al obispo y asistentes arrodillándose frente a él: la figura
perfecta de la Virgen Madre, tal como la había descrito, resplandecía en la
pobre tilma. Un gran mural decora la antigua basílica conmemorando la escena. La
imagen fue venerada, guardada en la capilla del obispo, y poco después conducida
en procesión al primer santuario.
El burdamente tejido que porta la
imagen es tan delgado y abierto como un costal. Esta formado de una fibra
vegetal, muy probablemente maguey. Consiste de dos franjas, de cerca de 1.70 mt
de largo y 45 cms. De ancho, unidas entre sí por una débil costura. La costura
es visible a lo largo del centro de la figura, torciéndose a un lado en el
rostro. Pintores de renombre no comprenden como fue que los colores se
aplicaron. Han manifestado que la superficie no solo es inadecuada y sin
preparación; maravillándose de la ausencia de aceites, temple, agua , etc.
colorantes en la misma figura. Quedando admirados por los tintes florales y la
abundancia de oro. Ellos y otros artistas encuentran que las proporciones
corresponden perfectamente a una doncella de quince años. La figura y la actitud
simulan avance. Hay ligereza y descanso en el atento ángel que la soporta. Los
colores principales son oro profundo en los rayos y estrellas, verde azulado en
el manto, y rosa en la floreada túnica. Evidencia jurada fue dada en varias
comisiones investigadoras corroborando el relato tradicional del milagroso
origen e influencia de la imagen. Algunos testamentos conectados con Juan Diego
y sus contemporáneos fueron aceptados como evidencia documental. Constancias
fueron emitidas de la carta del Obispo Zumárraga a sus hermanos Franciscanos en
España relativa a las apariciones. Su sucesor, Montúfar, instituyó una
investigación canónica, en 1556, en un sermón en que los pastores y el pueblo
fueron regañados por abarrotar el nuevo santuario. En 1568 el renombrado
historiador Bernal Díaz, compañero de Cortés, hace referencia incidental a
Guadalupe y sus diarios milagros. El virrey laico, Enríquez, aunque no se oponía
a la devoción, escribió en 1575 a Felipe II pidiéndole prevenir al tercer
arzobispo construir una parroquia y monasterio en el santuario; peregrinaciones
inaugurales eran realizadas en su dirección por virreyes y otros magistrados
principales. Procesos, nacionales y eclesiásticos, fueron laboriosamente
formulados y atestiguados para presentación en Roma, en 1663, 1666, 1723, 1750.
El clero, secular y regular, han
sido notablemente fieles en la devoción hacia Nuestra Señora de Guadalupe, los
obispos en especial estimulándola, al grado incluso de hacer protesta de fé en
el asunto del milagro como obligación ocasional. Los papas Benedicto XIV y Leo
XIII fueron dos de sus más fuertes apoyos. El primero decretó que Nuestra Señora
de Guadalupe fuera la patrona nacional, e hizo del 12 de Diciembre como día de
observancia con una octava, y ordenó una Misa y Oficio especiales; el último
aprobó una histórica segunda Nocturna, ordenando que la imagen fuera coronada en
su nombre, componiendo una inscripción poética en la misma. Pío X permitió a
sacerdotes mexicanos decir Misa de Santa María de Guadalupe en el día doce de
cada mes, otorgando indulgencias que pueden ser ganadas en cualquier parte del
mundo al rezar frente a una copia de la imagen. Una copia milagrosa en Roma para
la cual Pío IX ordenó su propia capilla celebra anualmente los "Prodigia" del 9
de Julio. Siendo visitado por primera vez por un papa en Enero de 1979, por el
actual sucesor de Pedro, el polaco Karol Wojtyla bajo su nombre papal de Juan
Pablo II, el papa que más a viajado en la historia de la iglesia, y que se ha
manifestado como especialmente devoto de la Santísima Virgen María.
Nota del Traductor: El
nombre indígena de Cuautlatoatzin, significa en nahuátl el idioma del centro de
México a la llegada de Cortés, -- -El que habla por o como las águilas- nombre
de notable significación. El idioma que se registra ocurrió el diálogo entre el
vidente y Nuestra Señora fue el mismo nahuátl, donde el vocablo Guadalupe es la
adaptación española de el título con el que se le presenta a Juan Diego, como
Coatlecoxupeu, que significa –La que aplasta a la serpiente–.
G. LEE
Transcribed by Mary Ann Grelinger
Traducido del inglés y actualizado por Edmundo Bennett Durell
En agradecimiento por la canonización de Juan Diego-Cuautlatoatzin
Transcribed by Mary Ann Grelinger
Traducido del inglés y actualizado por Edmundo Bennett Durell
En agradecimiento por la canonización de Juan Diego-Cuautlatoatzin
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