Profesor emérito de la Facultad de Filosofía y Letras, de Comillas, dirigió el Instituto Fe y Secularidad que contribuyó a crear
jesuitas.es Madrid, miércoles 6 febrero 2013, 13:04
En la noche del 5 de febrero falleció el padre José Gómez Caffarena, SJ, que fue profesor emérito de la Facultad de Filosofía y Letras, de Comillas, a los 88 años de edad y 72 en la Compañía de Jesús.
Gómez Caffarena nació en Madrid el 5 de febrero de 1925. Inició sus estudios de bachillerato (1934-36) en el Colegio de los Sagrados Corazones de Madrid, y los concluyó en el de Areneros (1939-41). Fue admitido en el noviciado de la Provincia de Toledo, en Aranjuez, el 28 de agosto de 1941. Después de tres años de juniorado, inició los estudios filosóficos en la facultad jesuita de Chamartín. Al terminarlos pasó directamente a la Facultad de Teología de Granada, donde hizo el primer curso de la licenciatura. Entre 1950-52 siguió los estudios en el Heythrop College (Inglaterra). Ordenado sacerdote en Granada el 15 de julio de 1952, obtuvo en esta ciudad la licenciatura en 1953. En el curso 1953-54 hizo la tercera probación en Salamanca. Después de dos cursos en Roma, se doctoró en Filosofía en la Universidad Gregoriana.
En 1956 se incorporó como profesor de Metafísica a la Facultad de Filosofía de Alcalá de Henares, de la que fue Secretario. Impartió Teología en la Escuela Superior de Ingenieros (ICAI), en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África y en el Instituto Universitario de Teología. Dio cursos de doctorado en la Gregoriana y fue redactor de la revista Pensamiento. En 1968 se trasladó a la Residencia de Profesores de la Universidad Pontificia Comillas, y en su Facultad de Filosofía y Letras enseñó Metafísica, a la vez que mantenía su colaboración en la Gregoriana.
Contribuyó a la fundación del Instituto Fe y Secularidad, del que fue Director, al tiempo que continuaba su actividad como profesor de filosofía del lenguaje en la Facultad de Filosofía y Letras y de cuestiones filosóficas en la de Teología, en Comillas. Tras ser nombrado profesor emérito de Comillas, continuó colaborando en Fe y Secularidad y en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
La capilla ardiente quedó instalada en la residencia de la Compañía de la calle Maldonado, 1. Mañana jueves, 7 de febrero, a las 10:00 horas, se celebrará una Misa corpore insepulto en la Iglesia del Sagrado Corazón y San Francisco de Borja y, a continuación, se celebrará el entierro en el Panteón de la Compañía, en la Sacramental de San Isidro (11.30 horas), de Madrid.
Fue profesor en Comillas e impulsó el Instituto ‘Fe y Secularidad’
Vida Nueva, Madrid, 6 febrero 2013
El jesuita José Gómez Caffarena falleció ayer, martes 5 de febrero, en el Hospital de la Princesa de Madrid, justo el mismo día en el que cumplía 88 años. Profesor emérito de Metafísica y Filosofía de la Religión en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), se había licenciado en Teología en la Facultad jesuita de Granada (1953) y doctorado en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana (1956).
Como presidente de una comisión de jesuitas para el estudio de la increencia, contribuyó en 1967 a la fundación del Instituto ‘Fe y Secularidad’, del que sería su director entre 1972 y 1986; y, desde entonces hasta 2001 (fecha en que fue transformado en Instituto Universitario de la Facultad de Teología), presidente de su Consejo.
Además de impartir clases en Alcalá de Henares y Comillas y ofrecer cursos en la Gregoriana y en diversas facultades españolas e iberoamericanas, desde 1986, Gómez Caffarena era colaborador del Instituto de Filosofía del CSIC, donde compartió despacho con el ya fallecido José María Mardones.
Asimismo, fundó –en 1992– y dirigió un Máster en Ciencias de la Religión en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia Comillas.
Entre sus numerosas publicaciones, cabe destacar el ciclo que forman Metafísica fundamental, Metafísica trascendental y Metafísica religiosa (1969-1973). Y, entre algunas posteriores e igualmente reseñables, El teísmo moral de Kant (1984) y La entraña humanista del cristianismo (1987).
Juan Masiá SJ
El legado de José Gómez Caffarena
Un Te Deum esperanzado por la vida de nuestro maestro y amigo José
Periodistadigital.com Madrid, 6 febrero 2013, 17:14
La noticia del fallecimiento del P. José Gómez Caffarena el día de su 88 cumpleaños coincidió con la celebración, en la eucaristía del cinco de febrero, del 22 aniversario del óbito del P. Arrupe. Al recordar en el memento a quienes nos precedieron “en el signo de la fe y duermen el sueño de la paz”, se superponían en la memoria histórica y en la autobiográfica los retratos de ambas figuras emblemáticas de la Compaía de Jesús al servicio de la renovación eclesial en el siglo XX postconciliar.
No es un De profundis triste, sino un Te Deum esperanzado lo que entono en acción de gracias por la vida de nuestro maestro y amigo José, con quien aprendimos a vivir siempre en búsqueda por los senderos de la hermenéutica, tanto en espiritualidad como en filosofía.
En 2007 nos legó en El enigma y el misterio su filosofía de la religión, en la que culminaba el pensamiento que germinó cuando enseñaba dialogando con quienes tuvimos el privilegio de despertar a la renovación postconciliar de filosofía y teología en unas fechas que eran todavía preconciliares.
Como el despertar de sueños de dogmatismos –a que tanto aludía en sus reflexiones kantianas– sus cursos de Metafísica fundamental, Metafísica trascendental y Filosofía de la Religión (luego publicados en 1969-1973) nos iluminaron el camino hacia una filosofía hermenéutica crítica y esperanzada y una fe adulta, comprometida y actualizada, justamente en los días en que el mayor Papa del siglo XX, Juan XXIII el Bueno nos dejaba su programa testamentario de Evangelio y derechos humanos en la carta Pacem in terris.
Con Caffarena aprendimos a entender a Kant: conocer es interpretar, hay una vía media entre absolutismos y relativismos; lo relativamente absoluto; el enigma del sujeto es promesa y punto de llegada, más que de partida; hay una “cuarta vía”, más allá de dogmatismos fundamentalistas, relativismos desarraigados y eclecticismos diplomáticos de componendas con el poder: esa “cuarta vía” es la búsqueda continua, que no renuncia jamas a mirar, como diría Unamuno, cara a cara a la Esfinge, aunque no nos revele su secreto, sino solamente nos plantee un enigma; hay que aprender a dudar para aprender a pensar…
Hace hoy medio siglo, en las aulas del Collegium jesuita complutense, reinterpretábamos con Caffarena a Tomás de Aquino, tras haber pasado por la crítica de Kant, para desembocar en la fenomenología y la hermenéutica. Hoy los tiempos han cambiado en el país. Comenté con dos antiguos alumnos (por cierto, de pelaje ideológico completamente opuesto) la satisfacción que me producía la publicación del maestro y amigo, que nos inició en el pensar.
Ambos ex-alumnos eran, como digo, de colorido ideológico muy diverso, azul y naranja respectivamente, pero sin matices. El de azul me decía, con reacción fundamentalista: “dejaros de modernidad, hay que retornar a lo premoderno, a lo clásico, a lo de siempre, a lo claro y seguro”.
El de naranja me decía, también con reacción antimoderna, pero en otro sentido: “ya pasó lo moderno y hasta lo postmoderno, nada es cierto y todo vale”. Me quedé perplejo y recordé “incidentes” de mi propia trayectoria “accidentada”, durante los períodos de docencia en la Comillas matritense, cuando confrontaba la insensibilidad hermenéutica en mi país, así como la situación anómala de crispación entre lo que Unamuno habría llamado “odios teológicos” y “odios anti-teológicos”.
Y me dije: en mi país no hay arco iris, solo blanco y negro. O, a lo más, rojos y azules. No se deja lugar para el amarillo de la crítica, el violeta del diálogo o los ocres otoñales de un pensar capaz de convivir con incertidumbres. Recientes debates sobre bioética lo confirman.
Recogiendo el legado de Caffarena diría que hoy día, en nuestro país, harían falta tres capacidades: criticar interrogativamente, pensar hermenéuticamente y dialogar evangélicamente.
Con Caffarena aprendimos que puede ser más peligroso Hegel que Kant, según como se les lea, sobre todo cuando se usa a Hegel como vehículo de fascismos, autoritarismos y absolutismos de todo género.
La audacia de creer fue el título de un curso de introducción al cristianismo por Caffarena. Con talante buscador, interrogador y hermeneutas –algo que tanta falta nos hace hoy día, para esquivar Scyllas de fundamentalismos y Caribdis de inquisiciones–. En Caffarena convivía la fe con la crítica: una fe que conlleva la tarea siempre inacabada de integrar y asumir en su propio interior la duda.
¿Se puede ser fiel, y cómo, tanto a la fe como a la modernidad?, se ha preguntado J. G. Caffarena a lo largo de su trayectoria intelectual. Y se lo ha preguntado desde la fidelidad a la entraña humanista, como él dice, del cristianismo, así como desde la apertura a la esperanza de otros humanismos, tanto religiosos como irreligiosos.
En hermenéutica se está siempre en camino, en proceso, empieza y acaba la reflexión con puntos suspensivos. Limitación y búsqueda, finitud y apertura, horizonte como límite y horizonte como finitud: he aquí los dos polos entre los que salta la chispa de la pregunta filosófica.
Tanto en filosofía como en espiritualidad necesitamos aprender a caminar por “la cuarta vía”. Así lo intuía Caffarena en sus obras Hacia el verdadero cristianismo (1966), La audacia de creer (1969), ¿Cristianos, hoy? (1971), La entraña humanista del cristianismo (1984).
Con ese enfoque ayudaba Caffarena, en aquella década difícil de transición hacia la fe adulta, a muchas personas creyentes con honradez intelectual. Ayudaba a evitar tres escollos: la ingenuidad precrítica, el criticismo desarraigado y las vías medias de componendas timoratas bajo capa de prudencia.
Ayudaba a encontrar la cuarta vía: la hermenéutica capaz de mantenerse siempre en búsqueda y reinterpretar. A quienes confundían esta postura con un eclecticismo les respondía: “Como cristiano católico tengo adoptada una clara postura, hermenéutica y no ecléctica. La postura hermenéutica no envuelve ninguna disminución de la convicción de fe, sino más bien su reafirmación personalizada. Es una fuerte apuesta vital la del hermeneuta…”
El padre José Gómez Caffarena SJ impulsó el diálogo entre fe y secularidad
Profesor emérito de Filosofía y Letras de Comillas, falleció en Madrid
Zenit.org Madrid, 7 febrero 2013
Tras pasar una semana ingresado en el Sanatorio de San Francisco, a causa de un ictus cerebral, en la noche del 5 de febrero falleció el padre José Gómez Caffarena SJ, profesor emérito de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Pontificia de Comillas, a los 88 años, y 72 en la Compañía de Jesús.
Gómez Caffarena nació en Madrid el 5 de febrero de 1925. Inició sus estudios de bachillerato (1934-36) en el Colegio de los Sagrados Corazones de Madrid, y los concluyó en el de Areneros (1939-41). Fue admitido en el noviciado de la Provincia de Toledo, en Aranjuez, el 28 de agosto de 1941. Después de tres años de juniorado, inició los estudios filosóficos en la facultad jesuita de Chamartín. Al terminarlos pasó directamente a la Facultad de Teología de Granada, donde hizo el primer curso de la licenciatura. Entre 1950-52 siguió los estudios en el Heythrop College, de Inglaterra. Ordenado sacerdote en Granada, el 15 de julio de 1952, obtuvo en esta ciudad la licenciatura en 1953. En el curso 1953-54, hizo la tercera probación en Salamanca. Después de dos cursos en Roma, se doctoró en Filosofía en la Universidad Gregoriana.
En 1956 se incorporó como profesor de Metafísica a la Facultad de Filosofía de Alcalá de Henares, de la que fue secretario. Impartió Teología en la Escuela Superior de Ingenieros (ICAI), en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África, y en el Instituto Universitario de Teología. Dio cursos de doctorado en la Gregoriana y fue redactor de la revista Pensamiento. En 1968 se trasladó a la Residencia de Profesores de la Universidad Pontificia Comillas, y en su Facultad de Filosofía y Letras enseñó Metafísica, a la vez que mantenía su colaboración en la Gregoriana.
Contribuyó a la fundación del Instituto Fe y Secularidad, del que fue director, al tiempo que continuaba su actividad como profesor de filosofía del lenguaje en la Facultad de Filosofía y Letras y de cuestiones filosóficas en la de Teología, en Comillas. Tras ser nombrado profesor emérito de Comillas, continuó colaborando en Fe y Secularidad y en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
La capilla ardiente quedó instalada en la residencia de la Compañía de la calle Maldonado, 1. Hoy se celebró una una Misa corpore insepulto en la iglesia del Sagrado Corazón y San Francisco de Borja de Madrid y, a continuación, se celebró el entierro en el Panteón de la Compañía, en la Sacramental de San Isidro de Madrid.
Norberto Alcover SJ
El enigma y el misterio
En la muerte de José Gómez Caffarena
Vida Nueva, nº 2835, Madrid 8 febrero 2013
El pasado día 5 de febrero, el mismo en que cumplía 88 años de edad, fallecía en Madrid, en el Hospital de la Princesa, quien fuera gran maestro y mejor amigo, el jesuita José Gómez Caffarena, una de las inteligencias mejor dotadas para la metafísica, y también para el análisis del hecho religioso en cuanto tal, de la segunda mitad del siglo XX.
Como presidente de una comisión de jesuitas para el estudio de la increencia, contribuyó en 1967 a la fundación del Instituto ‘Fe y Secularidad’, del que sería su director entre 1972 y 1986; y, desde entonces hasta 2001 (fecha en que fue transformado en Instituto Universitario de la Facultad de Teología), presidente de su Consejo.
Discreto, siempre resguardado y sin afanes protagonísticos, consiguió crear una relación sincera e intensa con sus colegas no creyentes, unidos todos en el amor al hombre y a la justicia. Además, fue capaz de llevar adelante una crítica comprometida de las cuestiones que no le parecían oportunas en el seno eclesial, sin caer en la trampa de los aplausos fáciles desde ámbitos radicales.
Su radicalismo se vehiculó por medio del estudio, del diálogo, de la humildad y, en fin, de un amor incondicionado al Cuerpo de Cristo.
Un montón de discípulos en la Universidad Pontificia Comillas y también en la Univeridad Gregoriana atestiguan su magisterio y su influencia filosófica, teológica y sencillamente humana. Una personalidad cuyo significado se encierra en el título de su recentísima obra El enigma y el misterio. Resucitado ya, vive su permanente devoción como quien contempla cara a cara al Señor Dios y no ya como en un espejo. Descanse en paz.
Pedro Miguel Lamet SJ
Filósofo del misterio humano
José Gómez Caffarena SJ (1925-2013)
ABC, Madrid, sábado 9 de febrero de 2013, pág. 49
En la fecha en que cumplía ochenta y ocho años, con la misma paz y sencillez que había vivido, falleció el filósofo jesuita José Gómez Caffarena. Sereno siempre, sonriente y de una profunda elegancia espiritual, su trayectoria entronca de forma brillante y eficaz con grandes compañeros suyos que contribuyeron a la puesta al día de la Iglesia antes y después del Concilio Vaticano II, los padres José María de Llanosy José María Díez-Alegría. Pero si estos lucharon para dar credibilidad a la fe cristiana en ambas Españas desde la praxis del suburbio y la renovación de la teología, Caffarena lo llevó a cabo a partir de un pensamiento filosófico hermenéutico y dialogante.
Formado en Heythrop y Roma, sus alumnos de la facultad de Filosofía de Alcalá lo recordamos por una metafísica innovadora, que reinterpretando a Kant y a Santo Tomás encontraba la prueba más actualizada de la existencia de Dios en la radical inquietud del ser humano, que, sin Él, se convertiría en una «pasión inútil». De ahí vieron la luz sus «Cursos de Metafísica fundamental. Metafísica trascendental y Filosofía de la Religión» (1969-1973). En esta tarea de diálogo persistió toda su vida, especialmente a través del instituto Fe y Secularidad, la Universidad Comillas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Las cabezas mejor pensantes de este país, desdeAranguren a Laín, de Sábada a Savater encontraron en él, más allá de sus creencias, un interlocutor abierto y profundo, que purificaba de gangas el concepto de Dios. Todo ello desembocó en su obra cumbre, «El enigma y el misterio» (2007), una filosofía de la religión.
Quizás la faceta más popular de Gómez Caffarena se centró en sus cursos a universitarios: «Hacia el verdadero cristianismo» (1966), «La audacia de creer» (1969), «¿Cristianos, hoy?» (1971), «La entraña humanista del cristianismo» (1984), en los que, además de hacerles inteligible lo cristiano, les inculcaba no contentarse con soluciones fáciles, sino en persistir en una búsqueda personalizada.
Pero mi experiencia más vital sobre Pepe o Caffi, como le llamábamos en casa, se refiere al hombre, después de más de veinte años de convivencia. Pulcro, ordenado y metódico en sus horarios hasta la saciedad, era sobre todo un gran compañero de todos y un amigo. Desde muy joven se había preocupado de los pobres, compartiendo fines de semana con el padre Llanos en el Pozo del tío Raimundo, o dando su firma a los documentos más comprometidos en favor de la democracia y la renovación teológica. Podría pensarse que ha sido, como piensan algunos, un progresista promarxista. Nada más lejos de ese tópico. Era sobre todo un jesuita cien por cien, enormemente discreto y educado, que ponía su fe y su religiosidad por encima de todo.
Los últimos cinco años he concelebrado con el la eucaristía diariamente. Era su momento cumbre del día. En su extraordinaria cabeza, que conservó hasta el final, confluían la exégesis bíblica, la devoción y el sentido común, abierto al mundo y las gentes de hoy. Quizás por eso las palabras con que concluye «El enigma y el misterio» puedan ser su mejor salvoconducto para la otra vida. Allí dice que a pesar de que la humanidad está sujeta a «mucho dolor e incertidumbre», «el dolor ¡no la última palabra! Una intuición de la humanidad, que cabe decir prácticamente universal, no se ha rendido, sino que ha buscado claves de esperanza, y, entre ellas el Misterio, al que abren las experiencias religiosas». Mensaje liberador para los tiempos que corren, y algo que José Gómez Caffarena ya ha podido desvelar desde la gozosa plenitud del encuentro.
José Manuel Vidal
Audaz pensador jesuita
El Mundo, Madrid, 10 de febrero de 2013
«Un gran pensador y mejor persona». Así definen sus muchos amigos y discípulos al jesuita José Gómez Caffarena, que murió el pasado 5 de febrero, el mismo día en el que cumplía los 88 años, en el Hospital de La Princesa de Madrid, víctima de un ictus cerebral. Deja tras de sí una profunda huella intelectual y humana, en sus libros y en la memoria de sus numerosos discípulos. Porque Caffarena creó escuela.
Sin miedo a exagerar, su compañero Norberto Alcover lo define como «una de las inteligencias mejor dotadas para la metafísica y para el análisis del hecho religioso en cuanto tal de la segunda mitad del siglo XX».
O como dice otro de sus amigos, el catedrático de Bioética, Juan Masiá, en Religion Digital: «Con Caffarena aprendimos a criticar interrogativamente, pensar hermenéuticamente y dialogar evangélicamente». Porque el gran filósofo y teólogo jesuita fue siempre un hombre audaz, crítico y fiel. Y en esa dinámica, inventó lo que él llamaba la cuarta vía de una búsqueda continua de una fe adulta, comprometida y actualizada.
Así lo intuía Caffarena en sus obras Hacia el verdadero cristianismo (1966), La audacia de creer (1969), ¿Cristianos, hoy? (1971), La entraña humanista del cristianismo (1984). Y desde ese enfoque ayudó a muchas personas, incluidos algunos intelectuales como Aranguren,a caminar hacia una fe adulta. Para evitar, como dice Masiá, tres escollos en ese camino: «La ingenuidad precrítica, el criticismo desarraigado y las vías medias de componendas timoratas bajo capa de prudencia».
Gómez Caffarena nació en Madrid el 5 de febrero de 1925. Tras ingresar en el noviciado de Aranjuez el 28 de agosto de 1941, inició los estudios filosóficos en la facultad jesuita de Chamartín. Entre 1950 y 1952 continuó sus estudios en el Heythrop College de Inglaterra y el 15 de julio de 1952 fue ordenado sacerdote en Granada, ciudad donde obtuvo su licenciatura en 1953. Más tarde, se fue a Roma, a doctorarse en Filosofía en la Universidad Gregoriana.
En 1956 se incorporó como profesor de Metafísica a la Facultad de Filosofía de Alcalá de Henares, impartió Teología en la Escuela Superior de Ingenieros (ICAI), en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África y en el Instituto Universitario de Teología. Dio cursos de doctorado en la Gregoriana y fue redactor de la revista Pensamiento. En 1968 se trasladó a la Residencia de Profesores de la Universidad Pontificia Comillas, donde enseñó Metafísica.
Además de impartir clases en Alcalá de Henares y Comillas y ofrecer cursos en la Gregoriana y en diversas facultades españolas e iberoamericanas, desde 1986, Gómez Caffarena era colaborador del Instituto de Filosofía del CSIC, donde compartió despacho con el ya fallecido José María Mardones. Asimismo, fundó en 1992 y dirigió un Máster en Ciencias de la Religión en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia Comillas.
Además, contribuyó a la fundación del Instituto Fe y Secularidad, del que fue director y, desde él, trabó una relación sincera e intensa con sus colegas pensadores agnósticos o no creyentes, unidos por medio de la lucha por la justicia.
Siempre discreto, humilde y sin afán de protagonismo, no por eso dejaba de alzar la voz tanto a nivel social como intraeclesial. Pero siempre desde el amor y desde la crítica constructiva. Y es que, como dice el sacerdote Rufo González, antiguo alumno, «fue una gracia singular para todos: le admirábamos por su profundidad, sencillez y trato cordial. Siempre tuvo una actitud de aprender de los alumnos. Sus clases eran muy concurridas, amenas, participativas, abiertas a sugerencias… Junto con Manuel García Morente, fue un gran conocedor y divulgador de Kant en España. También un gran creyente, abierto a la cultura actual, buscando la renovación de la Iglesia desde el Evangelio».
José Gómez Caffarena, filósofo, nació el 5 de febrero de 1925 en Madrid, donde falleció el 5 de febrero de 2013.
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