Cuenta el libro bíblico de los NÚMEROS que, para que los israelitas no olvidaran los favores concedidos, se les colocaron cintas de color azul en los mantos. De ahí derivó la creencia de que una cinta azul remediaba ciertos males y otorgaba protección. Por eso, y en calidad de talismán, durante siglos se ha colocado algo azul en los ropajes de los bebés del sexo que siempre ha sido el más deseado: los varones.
En cambio, el tono rosa para las niñas es mucho más reciente en el tiempo. Se refiere a la leynda que asegura que las niñas son flores que nacen bajo los pétalos de las rosas y asocian dichas flores con Venus, la diosa del amor, por su hermosura y su dulce olor, cualidades perfectamente atribuibles a las niñas recién nacidas.
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