Filósofo, apologista, sociólogo y político; una de las personalidades más
interesantes de la primera mitad del s. XIX español: «defensor genial de
los principios católicos, tanto en el terreno de la Filosofía como en el
de las cuestiones políticas y sociales; pensador profundo y vigoroso,
familiarizado con la especulación doctrinal de Santo Tomás, pero influido
al mismo tiempo por las ideas de Leibniz y de la escuela escocesa; piadoso
sacerdote, hijo amantísimo de la Iglesia y defensor infatigable de sus
derechos en la vida social» (M. Grabmann, Historia de la teología
católica, Madrid 1946, 342-343).
1. Vida y obras. Jaime Luciano Balmes Urpiá n. en Vich el 28 ag. 1810 y m. en la misma ciudad el 9 jul. 1848. De 1817 a 1826 realiza estudios elementales, filosóficos y teológicos en el seminario de su ciudad natal. De allí pasa a la Univ. de Cervera con una beca concedida por el obispo Corcuera para efectuar estudios de Teología y Derecho. Tras obtener la licenciatura en Teología en 1833, queda como profesor auxiliar de la Universidad. Ordenado sacerdote en Vich el 20 sept. 1834, vuelve a Cervera donde se doctora al año siguiente. Gran aficionado a las Matemáticas, que estudia por su cuenta, obtiene en 1837 una cátedra de esta disciplina en el seminario de Vich, que desempeña hasta 1839. En 1840 escribe Reflexiones sobre el celibato del clero, obra con la que obtiene el premio del concurso convocado por el periódico El madrileño católico. A esta obra sigue poco después Observaciones sociales, políticas y económicas sobre los bienes del clero que le da a conocer en todos los ambientes intelectuales de España. Desde este momento su vida se convierte en un torbellino de actividad repartida entre el estudio, la publicación de sus numerosas obras, la fundación y dirección de revistas y la acción política. Hasta 1844 reside en Barcelona donde colabora en las revistas «La Religión» y «La Civilización» y funda y dirige «La Sociedad» (escrita casi completamente por él solo). Entre 1844 y 1848 se traslada a Madrid, donde intensifica su acción política, especialmente a través de El pensamiento de la Nación, que funda y dirige. Alterna esta actividad en España con viajes al extranjero, en parte para preparar la edición de sus obras, que pronto son conocidas y traducidas a la mayor parte de idiomas europeos; en 1842 a París e Inglaterra; en 1845 de nuevo a Francia; en 1846 a Bélgica, donde conoce la Univ. de Lovaina y se entrevista con la mayoría de los obispos belgas, con el card.Mercier y con el entonces card. Pecci (León XIII); en 1847 va de nuevo a París. Por esta época B. se ha convertido en uno de los hombres más influyentes de España. Es elegido miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. Nombrado en 1847 consejero del nuncio Brunelli, interviene en la elección de S. Antonio María Claret para la diócesis de Santiago de Cuba. Al mismo tiempo recibe numerosas críticas y ataques. En 1848, después del fracaso de sus más queridos anhelos políticos, cansado y enfermo, se retira a Vich donde muere poco después.
De entre sus numerosas obras destacamos las más importantes. De tipo apologético, aparte de las dos citadas, destacan El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea (1842-44), Cartas a un escéptico en materia de religión (1846) y los escritos populares La religión demostrada al alcance de los niños y Conversa d'un pages de la muntanya sobre lo papa. Su pensamiento filosófico se expone en El Criterio (1845), Filosofía fundamental (1846) y Curso de filosofía elemental (1847). Sus ideas políticas en Consideraciones políticas sobre la situación en España (contra Espartero, 1840) y Escritos políticos (1847). Por las reacciones que provocó es de destacar el trabajo Pío IX (1847) en el que defiende la actuación de este Papa frente a las críticas de que era objeto por parte de muchos católicos. Después de su muerte se publicaron Escritos póstumos (1850), Poesías póstumas (1850) y Calendari Catalil (1905).
2. Apologética. B. es quizá el apologista español más interesante del s. XIX. Se le considera cabeza de la escuela catalana a la que pertenecen Roca y Cornet, Ferrer y Subirana, Rubió y Ors y los mallorquines Aguiló y Quadrado. Además su influencia se dejó sentir poderosamente sobre Donoso Cortés y Ortí y Lara. Se inspira en Belarmino y Bossuet y, más directamente, en los apologistas franceses, a algunos de los cuales conoció personalmente en sus tres viajes a París: Ozanam, Dupanloup, Lacordaire.
Los puntos que desarrolla con más amplitud son la crítica del escepticismo religioso, el valor humano de la Iglesia católica y la defensa del clero, puntos muy actuales en aquel momento. Junto a esto, condena el fideísmo y el tradicionalismo que buscaban la fuente primaria del conocimiento de la verdad en la Revelación, con detrimento de la razón. Las Cartas a un escéptico tratan de modo asistemático diversos temas: la causa de la multiplicidad de las religiones positivas; el infierno; filosofía del futuro; los mártires como argumento de la divinidad de la Iglesia; la tolerancia religiosa; el espiritualismo filosófico francés; el idealismo alemán; el Evangelio; la necesidad del Bautismo para salvarse; el culto a los santos; las órdenes religiosas; etc. El protestantismo comparado con el catolicismo, en cambio, es una obra sistemática. Considerada por Menéndez Pelayo como la obra más importante del s. XIX, es, sin duda, una de las más serias y científicas críticas del protestantismo en conjunto, sólo comparable con las de J. A. Mohler {Simbólica) y J. B. Bossuet {Histoire des variations des Églises protestantes).B. expone así los motivos que le inspiraron: «El temor de que se introdujera en mi patria el cisma religioso, la vista de los esfuerzos que se hacían para inculcarnos los errores de los protestantes, la lectura de algunos libros en que se establecía que la falsa reforma era favorable al progreso (referencia a Guizot: Historia de la civilización europea), me inspiraron la idea de trabajar una obra en que se demostrase que ni el individuo, ni la familia, ni la sociedad nada le debían al protestantismo bajo el aspecto religioso, bajo el aspecto social, bajo el político y literario». Frente a la esterilidad del protestantismo, B. prueba la divinidad de la Iglesia católica a partir de sus valores humanos en el desarrollo de la civilización europea.
3. Filosofía. B., llamado Con frecuencia doctor humanus, representa en parte la corriente que contribuyó a la reafirmación y florecimiento de la neoescolástica. Su pensamiento filosófico presenta conexiones Con la escuela catalana de Martí d'Eixalá, Con la escuela escocesa del common sense (Reid, Hamilton) y Con el escolasticismo ecléctico de Cervera. Más en la base, S. Tomás es el punto de apoyo firme de todo su edificio intelectual, aunque en algunos puntos se separa de él para recibir el influjo de Suárez, Leibniz o Descartes. Podemos distinguir dos aspectos en su obra: Crítico y constructivo. Su labor crítica se dirige a la comprensión, análisis y refutación del empirismo inglés, del kantismo, del sensismo y del idealismo alemán.
Para B., el primer problema fundamental de la Filosofía es el de la certeza. Ésta se consigue por un triple camino: evidencia, conciencia y sentido Común, entendido este último como «instinto intelectual» y no sentimental o sensible Como en Reid o Hamilton. Distingue dos tipos de verdades: ideales y reales, cada una de las cuales se justifica por medio de un criterio distinto: las ideales por la evidencia que proporciona el principio de contradicción, las reales por la conciencia. Sin embargo, esta distinción no es tajante y B. se propone buscar un enlace entre las exigencias empiristas y las racionalistas por medio de un «instinto intelectual» que lleva al convencimiento de la «existencia de verdades inconmovibles, pero no dadas a un conocimiento directo por medio de una razón trascendental especulativa, sino conseguidas por una especie de hábito intelectual que a veces es interpretado desde un punto de vista psicológico, pero que tiene, al entender de B., un fundamento más seguro y permanente que la psicología» (Ferrater Mora).
En el tema del origen de las ideas reconoce un influjo misterioso por parte de las sensaciones, aunque rechaza la teoría aristotélico-tomista del intelecto agente. En metafísica admite tres primeros principios: existencia, evidencia y contradicción. Enemigo de extremismos, acepta el método de inmanencia como legítimo y laudable a condición de que no sea exclusivo.
4. Sociología. Cuatro años antes de que Marx diera a conocer, en 1848, el Manifiesto del partido comunista, B. había alzado su voz para predecir acontecimientos con una clarividencia que casi se puede calificar de profética: «La organización del trabajo introducirá modificaciones que ahora son irrealizables; estoy persuadido de que dentro de dos siglos la sociedad habrá cambiado hasta un punto de que nosotros apenas tenemos idea; pero insistimos en la conveniencia, en la necesidad, de no precipitar nada. Si se quiere hacer en breve tiempo lo que ha de ser fruto de una elaboración lenta en las ideas, en los sentimientos y en los hechos, el resultado infalible será provocar un cataclismo que, lejos de provocar la resolución, la retrasará considerablemente».
Desde sus primeros escritos muestra B. gran afición por la cuestión social, acrecentada con los viajes a Francia, Bélgica e Inglaterra y con el estudio de los sociólogos de la época. El centro de su pensamiento social es el hombre; y en función del hombre completo y de su provecho espiritual y material estructura su posición y sus peticiones. Así, sus posturas sociales (y la mismo ocurre en filosofía y política) huyen siempre de extremismos y se muestran intermedias entre reformismo y conservadurismo a ultrariza. En cuanto a las relaciones patronos - obreros propugna la creación de tribunales de conciliación para estudiar y resolver sus diferencias; rechaza la injerencia del Estado en la fijación del salario familiar. Pide que se mejore la competencia mecánica y técnica del personal mediante la creación de centros especiales de enseñanza profesional. Prefiere la reorganización de los antiguos gremios medievales a las asociaciones obreras o sindicatos. En cuanto a los seguros sociales, los reduce a una Caja de Ahorros, constituida con las cuotas aportadas por los obreros, pero administrada por los patronos.
5. Política. B. es partidario de una política imparcial, alejada de intereses de grupo o clase, ajena al partidismo, que coloque los intereses nacionales por encima de los particulares. Esencialmente monárquico, su empeño principal fue la unión de liberales y carlistas por medio del matrimonio de la reina Isabel II con el conde de Montemolín, hijo del pretendiente D. Carlos. Para eso se traslada a Madrid y funda El pensamiento de la Nación e inspira la fundación de El Conciliador, que dirige su amigo, el mallorquín Quadrado. Junto a la actividad periodística se lanza a la acción, fundando un partido político: el Monárquico nacional, que consigue amplia representación parlamentaria. Sin embargo, la reina contrajo matrimonio con su primo el infante don Francisco de Asís con la que los intentos de B. terminaron en un completo fracaso.
Enemigo de dictaduras, se puso frente a Espartero y Narváez a los que combatió en sus escritos. Era partidario de una aproximación mayor de España a Europa y de restablecer las relaciones con la Santa Sede después de reparar las consecuencias de las leyes de desamortización.
1. Vida y obras. Jaime Luciano Balmes Urpiá n. en Vich el 28 ag. 1810 y m. en la misma ciudad el 9 jul. 1848. De 1817 a 1826 realiza estudios elementales, filosóficos y teológicos en el seminario de su ciudad natal. De allí pasa a la Univ. de Cervera con una beca concedida por el obispo Corcuera para efectuar estudios de Teología y Derecho. Tras obtener la licenciatura en Teología en 1833, queda como profesor auxiliar de la Universidad. Ordenado sacerdote en Vich el 20 sept. 1834, vuelve a Cervera donde se doctora al año siguiente. Gran aficionado a las Matemáticas, que estudia por su cuenta, obtiene en 1837 una cátedra de esta disciplina en el seminario de Vich, que desempeña hasta 1839. En 1840 escribe Reflexiones sobre el celibato del clero, obra con la que obtiene el premio del concurso convocado por el periódico El madrileño católico. A esta obra sigue poco después Observaciones sociales, políticas y económicas sobre los bienes del clero que le da a conocer en todos los ambientes intelectuales de España. Desde este momento su vida se convierte en un torbellino de actividad repartida entre el estudio, la publicación de sus numerosas obras, la fundación y dirección de revistas y la acción política. Hasta 1844 reside en Barcelona donde colabora en las revistas «La Religión» y «La Civilización» y funda y dirige «La Sociedad» (escrita casi completamente por él solo). Entre 1844 y 1848 se traslada a Madrid, donde intensifica su acción política, especialmente a través de El pensamiento de la Nación, que funda y dirige. Alterna esta actividad en España con viajes al extranjero, en parte para preparar la edición de sus obras, que pronto son conocidas y traducidas a la mayor parte de idiomas europeos; en 1842 a París e Inglaterra; en 1845 de nuevo a Francia; en 1846 a Bélgica, donde conoce la Univ. de Lovaina y se entrevista con la mayoría de los obispos belgas, con el card.Mercier y con el entonces card. Pecci (León XIII); en 1847 va de nuevo a París. Por esta época B. se ha convertido en uno de los hombres más influyentes de España. Es elegido miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. Nombrado en 1847 consejero del nuncio Brunelli, interviene en la elección de S. Antonio María Claret para la diócesis de Santiago de Cuba. Al mismo tiempo recibe numerosas críticas y ataques. En 1848, después del fracaso de sus más queridos anhelos políticos, cansado y enfermo, se retira a Vich donde muere poco después.
De entre sus numerosas obras destacamos las más importantes. De tipo apologético, aparte de las dos citadas, destacan El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea (1842-44), Cartas a un escéptico en materia de religión (1846) y los escritos populares La religión demostrada al alcance de los niños y Conversa d'un pages de la muntanya sobre lo papa. Su pensamiento filosófico se expone en El Criterio (1845), Filosofía fundamental (1846) y Curso de filosofía elemental (1847). Sus ideas políticas en Consideraciones políticas sobre la situación en España (contra Espartero, 1840) y Escritos políticos (1847). Por las reacciones que provocó es de destacar el trabajo Pío IX (1847) en el que defiende la actuación de este Papa frente a las críticas de que era objeto por parte de muchos católicos. Después de su muerte se publicaron Escritos póstumos (1850), Poesías póstumas (1850) y Calendari Catalil (1905).
2. Apologética. B. es quizá el apologista español más interesante del s. XIX. Se le considera cabeza de la escuela catalana a la que pertenecen Roca y Cornet, Ferrer y Subirana, Rubió y Ors y los mallorquines Aguiló y Quadrado. Además su influencia se dejó sentir poderosamente sobre Donoso Cortés y Ortí y Lara. Se inspira en Belarmino y Bossuet y, más directamente, en los apologistas franceses, a algunos de los cuales conoció personalmente en sus tres viajes a París: Ozanam, Dupanloup, Lacordaire.
Los puntos que desarrolla con más amplitud son la crítica del escepticismo religioso, el valor humano de la Iglesia católica y la defensa del clero, puntos muy actuales en aquel momento. Junto a esto, condena el fideísmo y el tradicionalismo que buscaban la fuente primaria del conocimiento de la verdad en la Revelación, con detrimento de la razón. Las Cartas a un escéptico tratan de modo asistemático diversos temas: la causa de la multiplicidad de las religiones positivas; el infierno; filosofía del futuro; los mártires como argumento de la divinidad de la Iglesia; la tolerancia religiosa; el espiritualismo filosófico francés; el idealismo alemán; el Evangelio; la necesidad del Bautismo para salvarse; el culto a los santos; las órdenes religiosas; etc. El protestantismo comparado con el catolicismo, en cambio, es una obra sistemática. Considerada por Menéndez Pelayo como la obra más importante del s. XIX, es, sin duda, una de las más serias y científicas críticas del protestantismo en conjunto, sólo comparable con las de J. A. Mohler {Simbólica) y J. B. Bossuet {Histoire des variations des Églises protestantes).B. expone así los motivos que le inspiraron: «El temor de que se introdujera en mi patria el cisma religioso, la vista de los esfuerzos que se hacían para inculcarnos los errores de los protestantes, la lectura de algunos libros en que se establecía que la falsa reforma era favorable al progreso (referencia a Guizot: Historia de la civilización europea), me inspiraron la idea de trabajar una obra en que se demostrase que ni el individuo, ni la familia, ni la sociedad nada le debían al protestantismo bajo el aspecto religioso, bajo el aspecto social, bajo el político y literario». Frente a la esterilidad del protestantismo, B. prueba la divinidad de la Iglesia católica a partir de sus valores humanos en el desarrollo de la civilización europea.
3. Filosofía. B., llamado Con frecuencia doctor humanus, representa en parte la corriente que contribuyó a la reafirmación y florecimiento de la neoescolástica. Su pensamiento filosófico presenta conexiones Con la escuela catalana de Martí d'Eixalá, Con la escuela escocesa del common sense (Reid, Hamilton) y Con el escolasticismo ecléctico de Cervera. Más en la base, S. Tomás es el punto de apoyo firme de todo su edificio intelectual, aunque en algunos puntos se separa de él para recibir el influjo de Suárez, Leibniz o Descartes. Podemos distinguir dos aspectos en su obra: Crítico y constructivo. Su labor crítica se dirige a la comprensión, análisis y refutación del empirismo inglés, del kantismo, del sensismo y del idealismo alemán.
Para B., el primer problema fundamental de la Filosofía es el de la certeza. Ésta se consigue por un triple camino: evidencia, conciencia y sentido Común, entendido este último como «instinto intelectual» y no sentimental o sensible Como en Reid o Hamilton. Distingue dos tipos de verdades: ideales y reales, cada una de las cuales se justifica por medio de un criterio distinto: las ideales por la evidencia que proporciona el principio de contradicción, las reales por la conciencia. Sin embargo, esta distinción no es tajante y B. se propone buscar un enlace entre las exigencias empiristas y las racionalistas por medio de un «instinto intelectual» que lleva al convencimiento de la «existencia de verdades inconmovibles, pero no dadas a un conocimiento directo por medio de una razón trascendental especulativa, sino conseguidas por una especie de hábito intelectual que a veces es interpretado desde un punto de vista psicológico, pero que tiene, al entender de B., un fundamento más seguro y permanente que la psicología» (Ferrater Mora).
En el tema del origen de las ideas reconoce un influjo misterioso por parte de las sensaciones, aunque rechaza la teoría aristotélico-tomista del intelecto agente. En metafísica admite tres primeros principios: existencia, evidencia y contradicción. Enemigo de extremismos, acepta el método de inmanencia como legítimo y laudable a condición de que no sea exclusivo.
4. Sociología. Cuatro años antes de que Marx diera a conocer, en 1848, el Manifiesto del partido comunista, B. había alzado su voz para predecir acontecimientos con una clarividencia que casi se puede calificar de profética: «La organización del trabajo introducirá modificaciones que ahora son irrealizables; estoy persuadido de que dentro de dos siglos la sociedad habrá cambiado hasta un punto de que nosotros apenas tenemos idea; pero insistimos en la conveniencia, en la necesidad, de no precipitar nada. Si se quiere hacer en breve tiempo lo que ha de ser fruto de una elaboración lenta en las ideas, en los sentimientos y en los hechos, el resultado infalible será provocar un cataclismo que, lejos de provocar la resolución, la retrasará considerablemente».
Desde sus primeros escritos muestra B. gran afición por la cuestión social, acrecentada con los viajes a Francia, Bélgica e Inglaterra y con el estudio de los sociólogos de la época. El centro de su pensamiento social es el hombre; y en función del hombre completo y de su provecho espiritual y material estructura su posición y sus peticiones. Así, sus posturas sociales (y la mismo ocurre en filosofía y política) huyen siempre de extremismos y se muestran intermedias entre reformismo y conservadurismo a ultrariza. En cuanto a las relaciones patronos - obreros propugna la creación de tribunales de conciliación para estudiar y resolver sus diferencias; rechaza la injerencia del Estado en la fijación del salario familiar. Pide que se mejore la competencia mecánica y técnica del personal mediante la creación de centros especiales de enseñanza profesional. Prefiere la reorganización de los antiguos gremios medievales a las asociaciones obreras o sindicatos. En cuanto a los seguros sociales, los reduce a una Caja de Ahorros, constituida con las cuotas aportadas por los obreros, pero administrada por los patronos.
5. Política. B. es partidario de una política imparcial, alejada de intereses de grupo o clase, ajena al partidismo, que coloque los intereses nacionales por encima de los particulares. Esencialmente monárquico, su empeño principal fue la unión de liberales y carlistas por medio del matrimonio de la reina Isabel II con el conde de Montemolín, hijo del pretendiente D. Carlos. Para eso se traslada a Madrid y funda El pensamiento de la Nación e inspira la fundación de El Conciliador, que dirige su amigo, el mallorquín Quadrado. Junto a la actividad periodística se lanza a la acción, fundando un partido político: el Monárquico nacional, que consigue amplia representación parlamentaria. Sin embargo, la reina contrajo matrimonio con su primo el infante don Francisco de Asís con la que los intentos de B. terminaron en un completo fracaso.
Enemigo de dictaduras, se puso frente a Espartero y Narváez a los que combatió en sus escritos. Era partidario de una aproximación mayor de España a Europa y de restablecer las relaciones con la Santa Sede después de reparar las consecuencias de las leyes de desamortización.
BIBL. : J. D. MENDOZA,
Bibliografía Balmesiana, Barcelona 1961; Obras completas, primera ed.
crítica, ordenada y anotada por I. CASANOVAS, 33 vol., Barcelona 1925 ss.
; Obras completas, ed. BAC. 8 vol., Madrid 1948-50 (reproduce, con ligeras
variantes la ed. de CASANOVAS); I. CASANOVAS. Balmes, su vida. sus obras y
su tiempo, Barcelona 1942 (la más completa biografía de B., con abundante
índice bibliográfico; incluida en el t. I de las Obras completas, ed. BAC);
J. ZARAGÜETA, I. GONZÁLEZ, S. MINGUIJÓN, I. CORTS GRAU, Balmes, filósofo
social, apologista y político, Madrid 1945; L. RISA, Balmes, Vich 1955
(completa en algún detalle la biografía de CASANOVAS). Apologética: I. M.
BARANERA, Balmes i la seva obra apologetic - social, Vich 1905; J.
CABANACH, El activismo de Balmes y el pragmatismo de los modernistas, en
sus relaciones con la Apologética, Barcelona 1911; I. CASANOVAS,
Apologética de Balmes, 2 ed. Barcelona 1953; A. GIEBENS, L 'influence
religieuse de Balmes, «Nouvelle Rev. Théologique» 54 (1927) 285-294,
361-379; V ARIOS, «Ciencia y Fe» 16, 1948 (número extraordinario dedicado
a B. en el I Centenario de su muerte). Filosofía: VARIOS. «Pensamiento»3
(1947) 7-335 (número extraordinario dedicado a B. en su Centenario;
constituye una aportación esencial a los estudios balmesianos) ; VARIOS,
Actas del Congreso Internacional de Filosofía. Barcelona 1948, Madrid 1949
(recoge ponencias y comunicaciones en torno a B. presentadas con motivo de
su Centenario); F. GONZÁLEZ HERRERO, Estudio histórico-crítico sobre las
doctrinas de Balmes, Oviedo 1905; M. SCHLÜTER-HERMKES, Die Fundamental
philosophie des lakob Balmes, Munich 1919; ÍD, Die Philosophie des lakob
Balmes und... und ihr Zusammenhang mit derübrigen europiiischen
Philosophie, «Spanische Forschungen der Gorresgesellschaft» I, 2 (1931)
229-275; V. FELIU, El pensamiento de Balmes en orden a la filosofía de la
historia, Madrid 1952; P. FONT y PUIG, La teoría del conocimiento de
Balmes, Barcelona 1955; F. GONZÁLEZ CORDERO, El instinto intelectual,
fuente de conocimiento, Madrid 1956; C. SOLAGUREN, Metodología filosófica
de Balmes, «Verdad y Vida» 18 (1960) 231-259; I. FERRATER MORA, Balmes, en
Diccionario de Filosofía, 1, 5 ed. Buenos Aires 1965; A. OLLERO TASSARA,
Tradición y secularización en el s. XIX español (tesis doctoral), Granada
1969. Sociología: M. ARBOLEYA, Los orígenes de un movimiento social.
Balmes, precursor de Ketteler, Barcelona 1912; I. GONZÁ- LEZ, La cuestión
social según Jaime Balmes, Madrid 1942; E. LUÑO PEÑA, El pensamiento
social de Jaime Balmes, Vich 1945; M. FRAGA IRIBARNE, Balmes, fundador de
la sociología positiva en España, Vich 1955; H. AUHOFER, La Sociología de
Jaime Balmes, Madrid 1959. Política: E. LA ORDEN, Jaime Balmes político,
Barcelona 1942; I. CORTS GRAU, Ideario político de Balmes, Madrid 1934; J.
CARRERA PUIAL, La Monarquía y su sistema de gobierno en el pensamiento
político de Balmes, Barcelona 1948; M. SANCHO IZQUIERDO, Filosofía
política de Balmes, Madrid 1949; F. SUÁREZ, Balmes y el pensamiento
político de su tiempo, «Arbor» 13 (1949) 159-174; J. M. GARCÍA ESCUDERO,
Política española y política de Balmes, Madrid 1950.
JOSEMARÍA REVUELTA.
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