(s. X) –
secta de característica política
religiosa, cuyo centro principal de difusión se encontró en Filiópolis (región
de Tracia). Según algunos, su impulsor fue el maniqueo, Teófilo, más conocido
bajo el nombre de Bogomil, pero según otros, lo fue un médico llamado Basilio,
quien emulando a Jesucristo nombró a 12 de sus seguidores, confiriéndoles el
título de apóstoles. Reconoció de las Sagradas Escrituras, sólo los libros de
los Profetas y el Nuevo Testamento. Sus días concluyeron bruscamente al ser
condenado a morir en la hoguera junto a varios de sus secuaces. Cualquiera sea
su fundador, seguro es que en sus comienzos el movimiento bogomilita actuó
contra las clases gobernantes y adineradas de Bulgaria, lo que atrajo aparejada
la simpatía de las clases empobrecidas y oprimidas.
Lideraron un sin fin de revueltas contra las autoridades constituidas y el orden
establecido, atento las identificaban como una obra demoníaca. Tales revueltas
estuvieron caracterizadas por el uso de una extrema violencia, motivo por el
cual fueron muy temidos por sus contemporáneos. Sin embargo, no pasó mucho
tiempo sin que los bogomiles adoptaran un perfil mas religioso. En ese marco,
acogieron favorablemente las ideas marcadas con una fuerte influencia del
dualismo maniqueo, aunque luego mitigaron la misma imprimiéndole características
propias. De este modo, creían que el mal, que no era eterno, no provenía de un
principio único o Absoluto, sino que había sido un espíritu creado que se
desprendió del bien a través de un acto voluntario.
Ese
espíritu lo encarnaban en Satanael, primer hijo de Dios, quien pervertido por
el orgullo, creó el mundo y la humanidad. Admitían la existencia de un Dios
único por lo que rechazaron la doctrina de la Santísima Trinidad. Afirmaban que
tras el pecado de Adán, Dios envió a su segundo hijo, Jesucristo, con la misión
de restaurar todas las cosas. Luego de su muerte y ascensión, Dios confió al
Espíritu Santo la suerte de los hombres. La escatología bogomila residía en la
esperanza en la restauración del Paraíso terrenal, la que ocurriría luego de que
Dios venciera al demonio. No dudaron en rechazar la institucionalidad de la
Iglesia, la validez del clero, el bautismo con agua y de los niños, la
comunicación del Espíritu Santo mediante la imposición de manos, el sacramento
del matrimonio, la presencia real de la Eucaristía, el símbolo de la cruz, la
veneración de las imágenes y toda edificación dedicada al culto. El accionar de
los bogomiles fue mas allá de las fronteras de Bulgaria, extendiéndose por los
Balcanes hasta llegar a la misma Constantinopla. A pesar de ello, los bogomiles
fueron lentamente desapareciendo, en parte porque sus seguidores adhirieron al
movimiento husita, y por el otro, por la acción islamizante que ejercieron los
musulmanes en los Balcanes.
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