lunes, 7 de abril de 2014

Caná.

Hubo también una aldea llamada Caná en la tribu de Aser, algunos kilómetros al sur de Tiro. Diferenciándola de la misma menciona Jn 2:1 y 4:46 a la Caná del primer signo mesiánico de Jesús: Caná de Galilea, donde Jesús convirtió el agua en vino (Jn 2:1-11) y donde dio seguridades a un funcionario real de Cafarnaúm de que su hijo enfermo vivía (Jn 4:46-53).
Una pequeña aldea en la carretera de Nazaret a Tiberíades pretende ser aquella Cana. En ella hay también dos iglesias — una ortodoxa y otra católica — levantadas para honrar esa manifestación de la gloria de Jesús. La aldea se llama kafr Kenna; ese Kenna, pronunciado como dshenna, frecuentemente ha hecho nacer la duda en los investigadores al intentar justificar la autenticidad de Caná.
Con mayores probabilidades de ser la Caná de Jesús cuenta el montón de ruinas conocido como hirbet Kana. Está a 13 km al norte de Nazaret (kafr Kenna, a 6 km al nordeste de Nazaret), y parece que en tiempos de Jesús fue un lugar mayor, hasta el punto de que Natanael, que era de Caná, pudo preguntar con el orgullo del ciudadano consciente de su categoría: “¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn 1:46). Por lo demás, hasta el siglo XVI los peregrinos visitaban esa Caná como la ciudad de Jesús y de Natanael; pero después, y sin que hoy nos expliquemos muy bien los motivos, kafr Kenna relevó a hirbet Kana; quizá porque su emplazamiento era de más fácil acceso.

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