El
día 28 de diciembre de cada año, se celebra en Almedina el tradicional
Día de las Ánimas, mas conocido por la celebración final del “Baile de
Ánimas”. Casi milenaria tradición y mantenida por los vecinos y vecinas
de Almedina.
ORIGENES
Tenemos
que remontarnos varios siglos atrás, cuando la época de la repoblación
cristiana en aquellos territorios reconquistados a los moriscos. La
jerarquía eclesiástica observaba como grandes masas de gente
descendiente de musulmanes se habían diluido en la nueva sociedad
cristiana participando en actos religiosos, fiestas y bailes de tipo
"morisco". En 1610, en los registros eclesiásticos no se menciona a los
moriscos, en un intento claro de enajenar el término y su significado.
Llegados a este punto, nos interesa destacar que fue la Iglesia
la que asumió el control de las manifestaciones musicales, tanto
profanas como religiosas, y que fue bajo su protectorado e integradas en
su liturgia, como gran parte de la tradición musical de la zona se
siguió reproduciendo, lógicamente adaptada al marco ceremonial
religioso. A ello obedecía la creación de Hermandades y Cofradías.
En
este contexto, nació la manifestación más característica: el Baile de
Ánimas, en sus distintas variedades, para recaudar fondos para las
Benditas Ánimas.
En el seno de la Iglesia,
prácticamente en cada lugar (Municipio o Aldea) se constituía una Junta
o Cofradía para organizar y canalizar esas manifestaciones. En su seno
se gestaron las “Cuadrilla de Ánimas”, (grupos de cantantes populares
que recogen y mantienen las tradiciones, bailes, coplas y melodías de
muchos siglos atrás).
Aunque
no existan datos fidedignos del origen certero de la celebración de
este día, nos podemos remontar a mediados del siglo XV, para encontrar
los comienzos, pero no se descarta la posibilidad que incluso en siglos
anteriores ya existiera esta tradición.
Monseñor
Duchesne, en su estudio sobre los orígenes del culta cristiano, opina
que la «Muerte de los Inocentes o Infantes» debió comenzar a celebrarse
en el siglo V, y ya es incluida coma festividad del mes de diciembre en
el Misal de Leonio, del siglo VII. Respecto a España, en dicha
siglo debía ser ya una fiesta de cierta importancia, que tal vez como
derivación de la Epifanía se celebraba el 8 de enero.
En
el calendario mozárabe de Córdoba, del año 961, aparece duplicada,
conmemorándose tanto el 29 de diciembre como el 8 de enero. De hecho,
tanto los niños inocentes degollados por orden de Herodes Ascalonita, en
Belén, como los siete hermanos macabeos, del Antiguo Testamento, son
los únicos seres humanos fallecidos antes de que la palabra de Jehová se
emitiera a través de Cristo que la Iglesia Católica
honra como santos. Incluso hay autores que piensan que la fiesta de los
Inocentes no es más que la sustitución de la anterior de los Macabeos.
En todo caso, el culto a los «Santos Inocentes» eclipsó al de
cualesquiera otros niños, llegando a ser venerados los cuerpos
incorruptos de algunos, como el que aún se guarda en una urna en la
sacristía de la catedral de Valencia. En la Capilla Real de Granada, la reliquia que se venera (y que es probable fuese donada por Isabel la Católica) es la camisa de uno de estos Infantes.
En
la misma Valencia, que debió ser un centro difusor de este culto, junto
a la catedral se alza la basílica de la patrona del reino, Nuestra
Señora de los Desamparados. En 1409, Fray Juan Gilabert fundó allí la
cofradía de «Nuestra Señora de los Inocentes y de los Desamparados»,
para tutelar a los locos pobres (he aquí una conexión entre «inocentes» y
«locos» auténticos). Esta cofradía estaba a cargo de un hospital o
manicomio que Michel Faucault considera influido por la medicina árabe,
ya que no puede deberse al azar que los primeros manicomios de Europa
hubiesen sido «fundados en el siglo XV en España. También es
significativo que hayan sido los hermanos de la Merced,
muy familiarizados con el mundo árabe, puesto que practican el rescate
de cautivos, los que hayan abierto el hospital de Valencia: la
iniciativa había sido tomada por un hermano de esta religión, en 1409… y
confirmada por el rey y el Papa en 1410». En este mismo siglo ya consta
que en Europa la danza de la muerte se efectuaba el día de los Inocentes, mientras que hasta no hace mucho una heredera suya, la ya mencionada danza de los locos
de Écija, organizada por la hermandad de ánimas, recolectaba dinero
para sufragar el culta de las almas del purgatorio. También en la
cordobesa Fuente Carreteros, el 28 de diciembre era el día de los locos,
cuando aparecían los danzantes, constituidos como «locaja», bajo el
mando del «capitán de locos» y con la cuestación a cargo de la
«loquilla», un niño de unos diez años.
Rastreando
las fiestas de Inocentes acabamos de topar con una hermandad de ánimas,
por lo que será bueno dirigir ahora la investigación hacia esta
institución. En el vecino Portugal se ha detectado una cofradía de
ánimas existente ya en el siglo X. Posiblemente la más antigua de las
que existen en España es la de Almedina (C. Real), fundada
aproximadamente en el siglo XIV, y que durante toda la mañana del día 28
de diciembre, formaba una comitiva compuesta por el Animero Mayor y los
Animeros menores, que recorrían el pueblo para recolectar con qué
costear el culto a las ánimas y la misa dominical de 11 de todo el año.
Hasta tal punto están relacionadas estas cofradías con las diversiones
carnavalescas, que en la palentina Alba de Cerrato se denominaba
carnaval a «la fiesta de la cofradía de las ánimas».
Llegados
al XVIII, en la alpujarreña Órgiva ocurrieron unos incidentes que
dieron lugar a un proceso que nos aclara algunas de estas
interconexiones.
Comenzó con una denuncia del párroco a la Real Chancillería
de que «notorio es a todo el catolicismo los muchísimos crímenes,
ofensas y delitos que se han cometido contra ambas Majestades con el
pernicioso abuso de las varas de Inocentes en las pascuas,
causando un absoluto libertinaje… originándose tumultos, motines,
quimeras y muertes en los pueblos… atropellando con aquella fingida y
burlesca Jurisdicción todo lo justo, abominando lo bueno, sacando al
pregón y pujas los abrazos hombres con mujeres, pujando el amancebado el
asiento inmediato a su manceba en las fiestas que de noche se hacen, el
disoluto novio al de la novia, y otras semejantes abominaciones que
perturban la paz y quietud de las gentes, sin que hayan sido bastante
para acabar de exterminar tan perniciosa abuso las repetidas órdenes,
cartas pastorales y edictos que a este fin han expedido los Ilustrísimos
Sres. Arzobispos de esta diócesis, prohibiendo el que por semejantes
medios y pretextos se pida limosna para cofradías ni hermandades, siendo
la causa de esto las Justicias y jueces reales de los pueblos dando
éstos con su despotismo las varas de Inocentes a mancebos disolutos,
acalorando en todo las operaciones de éstos y menospreciando la
jurisdicción eclesiástica cuando pretende quitar pecados públicos…».
EL DÍA DE LAS ÁNIMAS HOY
A
falta de comprobar los datos concretos sobre el origen de esta Fiesta
en Almedina, nos ajustaremos a lo que actualmente se conoce como el
Baile de Ánimas, aunque para mayor corrección a la hora de mencionar
éste baile y lo que le precede, sería conveniente subrayarlo como el Día
de las Ánimas, ya que la ceremonia primera es la visita de la Hermandad de las Ánimas al Ayuntamiento para recoger la Bastón de Mando de manos del Alcalde de Almedina al Animero Mayor de la Hermandad, que normalmente se elegirá a la persona de mayor edad que exista en dicha Hermandad.
Animero Mayor Cofradía de Ánimas
Durante este día, el Animero Mayor será quien ejerza la Alcaldía
simbólica de Almedina, y quien voluntariamente podrá multar a las
personas que estime oportuno por haber cometido algún tipo de
infracción, ya sea en la vestimenta, en el comportamiento, o simplemente
por caminar por la calle y cruzarse con la comitiva. Hay que señalar
que estas multas son de carácter simbólico, y el multado o multada paga
gustosamente la denuncia.
Paralelamente a este hecho los animeros que acompañan al Animero Mayor, portan una bandera negra símbolo de la Hermandad
así como un crucifijo y unas canastas de mimbre para recoger los
mantecados, rosquillos, botellas de anís, etc…, que los vecinos donan a la Hermandad. El
Animero Mayor llevará sobre su hombro un gran calcetín en el cual
introducirá los donativos económicos que al paso de la comitiva harán
los vecinos del pueblo.
Recorriendo
las calles hasta el mediodía los animeros al grito de: "Ánimas",
llamarán puerta por puerta y al son de una campanilla recorrerán el
pueblo de Almedina, indicando que un año mas ha llegado el día de las
Ánimas, coincidiendo con el día de los Santos Inocentes.
Durante la tarde la comitiva animera acude a la Misa que se celebra en honor a los Santos Inocentes en la Iglesia Parroquial de Almedina.
VESTUARIO
El
vestuario del cual hacen gala los animeros y el Animero Mayor, durante
este día, llamará la atención por su colorido, mientras los animeros se
visten con un blusón donde el naranja y el marrón dominan sobre el resto
de los colores, el Animero Mayor, dará un toque burlesco a la comitiva,
con un sombrero con cascabeles, un blusón más colorido que los animeros
y un pantalón de similares características a las del blusón y en sus
manos la vara de la alcaldía.
COMIENZA EL BAILE
A
las doce de la noche comienza el Baile de Ánimas. El baile lo abre el
Animero Mayor acompañado de una mujer de Almedina, y a partir de ahí,
hombres y mujeres, empezarán a bailar, pujando por las "pistas" o piezas
musicales y entrando en competencias y rivalidades que al contrario de
enfado, harán reír y divertirse a todos los asistentes.
Un
ejemplo claro puede estar, en que un hombre puede pujar por bailar con
la mujer de otro hombre, ofreciendo mas dinero que el marido y ordenando
al resto de los asistentes que en esos momentos están bailando ocupar
su asientos. Toda puja ha de comunicarse al Animero Mayor, que a la voz
de "Ánimas", ordenará detener la pieza musical y comunicará a la
orquesta y a los asistentes el motivo y la cuantía de la puja.
Aunque
hasta hace pocos años, eran solamente los hombres quienes podían pujar,
la participación se ha abierto a las mujeres, que como es obvio,
también pueden acceder a la puja.
La
pista de baile se divide en dos partes, una para la gente que participa
en el baile, rodeada de asientos en los cuales las mujeres descansan
entre baile y baile, junto a los hombres que intentarán pujar en la
próxima pieza, y la otra parte mas reducida, donde el resto de la gente
descansa, observa y se refresca con alguna bebida que sirven dentro del
propio recinto.
Antiguamente
e incluso en ocasiones en la actualidad, la puja la utilizaban los
hombres para cortejar a una mujer, y cuanta más alta era la puja, mas
alabada se sentía la mujer por la cual pujaban.
El
Baile de Ánimas termina cuando comienza el día, dejando un buen
recuerdo a los visitantes que lo hacen por primera vez, y el compromiso
de volver el próximo año a aquellos que habitualmente se acercan hasta
Almedina para vivir una noche original y tradicionalmente divertida.
BAILE DE LAS ÁNIMAS – 600 AÑOS DE TRADICIÓN
Título del libro: España; sus centenarias tradiciones (Tomo I)
Autor: Santiago Santana Correa Miembro de Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos)
Como buen seguidor de las múltiples lecciones que nos dejó el físico estadounidense Carl Edward Sagan (1934-1996), soy uno de los millones de terrícolas que creemos que existe vida inteligente en otros lugares de este maravilloso Universo por donde navega nuestro planeta.
Mundialmente conocido por un programa televisivo por él mismo creado y dirigido, “Cosmos: un viaje personal”, supo como pocos exponer al gran público el significado del tiempo en el espacio, llenando con ello las grandes llanuras de dudas y vacío que alberga a todo neófito en el campo de las Ciencias Planetarias.
Mi gran admiración por Sagan no impide mi desacuerdo con su posicionamiento religioso en relación a la pedagogía por él divulgada, pues este gran hombre era considerado ateo o agnóstico y manifestaba libremente su oposición a las religiones en general.
“Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo”. Con esta frase, pronunciada en medio de uno de los capítulos de su serie televisiva, logra transmitir con asombrosa nitidez su absoluta fe en el hombre y nuestra Tierra, este Planeta Azul que, pese a la periférica cósmica en la que habita, goza del milagro de la presencia de una especie animal altamente evolucionada intelectualmente y poseedora de una inmensa carga de sentimientos.
Todo ello, y mis propias creencias, me llevan al convencimiento de que “ellos”, los extraterrestres, serán los que verdaderamente se sorprenderán cuando conozcan nuestra presencia.
Por muy avanzada que sea la Civilización que representen, será aquí, en este humilde cuerpo celeste, donde puedan encontrar una variedad cultural de tales proporciones que resulta inasumible para cualquier lógica el considerar que en un astro de tan pequeñas dimensiones como el que nos acoge existan tantos miles de tradiciones que sirvan de sustento a una Civilización como la nuestra; la terrícola.
Los
pueblos de este planeta son, todos, poseedores de un patrimonio
cultural de incalculable valor. Trasladadas por siglos en la memoria de
sus habitantes, nos llegan hoy para recordarnos la inmensa labor hecha por nuestros ancestros y para reforzar en nosotros los valores tradicionales de los que manan todas y cada una de nuestras singularidades.
En la legendaria Castilla, en las extensas llanuras de La Mancha, allá por donde Cervantes hizo cabalgar al hidalgo Don Alonso Quijano hasta convertirlo en Don Quijote, sobre un cerro que domina varios kilómetros del entorno, se alza Almedina, un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real.
A tiro de flecha de la no menos legendaria Sierra Morena, donde reinan montes y barrancos que
han servido de cauces a leyendas e históricas gestas, y en cuyos cielos
planean aves rapaces de enorme belleza que cuentan entre sus
antepasados a privilegiados testigos de decenas de invasiones y batallas, Almedina es una muestra evidente de aquellas singularidades que he mencionado.
Su
nombre original, Al-Medina, se traduce en árabe La Fortaleza, y es un
testimonio vivo de la presencia musulmana en esta zona. Construida por
ellos para defenderse de los ataques de los ejércitos cristianos que pretendían introducirse en Andalucía para trasladar al corazón del Califato la lucha por la Reconquista, es también una muestra de la estrategia de defensa que permitió a los sarracenos permanecer en España durante ocho siglos.
Su entorno geográfico, de enorme belleza, se enmarca entre llanuras preñadas de olmos a los que custodian hermosas formaciones pétreas que, situadas en las alturas, dominan la panorámica. La tierra, arcillosa, da un color muy especial a este histórico escenario.
Por sus caminos han transitado, seis siglos antes de Cristo, celtas e iberos. En un área verdaderamente pequeña, es posible encontrar 25 yacimientos y antiquísimos asentamientos de cierto interés arqueológico, entre los que destacaría algunas villas romanas que demuestran el valor estratégico que ha tenido este cerro para las distintas civilizaciones que en él han buscado la protección de las alturas.
La villa tiene actualmente unos 700 habitantes y en sus calles, angostas y desiguales, el visitante se siente invadido por la enorme nostalgia que guarda con recato la historia para aquellos privilegiados que son capaces de percibir las mil emociones que transmiten sus paredes; una sensación de mensajes continuos asemeja aproximarnos a las vivencias de sus antiguos pobladores.
Asentada sobre una antigua mezquita árabe, la iglesia de Santa María merece una visita y no sólo para el recogimiento; varias peculiaridades llaman la atención de este templo, siendo digna de destacar su torre octogonal.
La ermita de Los Remedios, única que se conserva de las ocho que rodeaban antiguamente al pueblo, esconde tras su rusticidad bellos aspectos de los estilos romano y mudéjar. Sencilla pero emotiva, esta obra destinada a la oración es otro atractivo a considerar.
En la ladera poniente del cerro, a pocos metros del casco, se encuentran unos peculiares huertos, de bancales o escalones, que nos hablan de la época en que los árabes que habitaban el pueblo buscaban en ellos su sustento. En muy pocos lugares de España se conservan muestras semejantes del ingenio por ellos utilizado para explotar la agricultura.
Actualmente los habitantes de Almedina viven de la producción procedente de viñedos y olivos, si bien debo destacar que en toda la comarca son reconocidos sus productos hortofrutícolas, todos ellos de excelente calidad.
Muy cerca de los huertos árabes se encuentra un puente romano de sencilla construcción pero de apreciable belleza. Prodigiosamente conservado por haber estado resguardado durante siglos por árboles y matorrales, fue testigo del paso de las legiones romanas que cruzaban La Mancha.
Alrededor de esta sencilla obra civil es fácil encontrar multitud de restos de vasijas y cerámicas elaboradas varios siglos atrás. Igualmente son observables restos de enterramientos de un lejano pasado.
Para los amantes de la geología en los alrededores del pueblo existen siete cuevas, cada una de ellas poseedora de una historia peculiar y dignas todas de ser visitadas.
La gastronomía de la región castellana, enormemente rica en paladares, es un aliciente que merece comprobarse.
He argumentado hasta este momento decenas de motivaciones para visitar esta apartada y solariega zona de La Mancha. El pueblo de Almedina es un destino óptimo para aquellos que buscan sosiego y recogimiento “por unos días”; no sólo se produce un acercamiento a la madre Naturaleza, sino que nos permite convivir en las experiencias de una gente, sus habitantes, hospitalarios y directos en su trato, como corresponde a los que viven en esta Meseta de Castilla.
Salvo que nuestra visita se produzca en fecha próxima al 28 de diciembre. Entonces el bullicio
que se forma, sorprendente si observamos el número de habitantes con
que cuenta el pueblo, denota el nerviosismo y la agitación que produce
habitualmente la llegada de algún acontecimiento de gran importancia para los vecinos.
¡Y no es para menos! …! Está próxima la puesta en escena de una de las tradiciones descollantes de la comarca! …
Se
trata de “El baile de las Ánimas”, una manifestación del arte y la
cultura popular que tiene más de seis siglos de historia, y que los
habitantes del lugar han tenido mucho cuidado de salvaguardar de los ataques de la mal entendida “modernidad”.
Es el acervo que demuestra el sentimiento de un pueblo que desea manifestar sus orígenes y las razones de su existencia. Significa compartir el conjunto de de un patrimonio histórico que les une y les confiere un valor identitario propio, “de casa”.
Cuando los árabes fueron expulsados de las tierras de España, se hizo necesaria la repoblación cristiana de los territorios recuperados.
La jerarquía eclesiástica se percató de que un número considerable de gentes descendientes de musulmanes se diluían en la nueva sociedad cristiana, potenciada esta por la expulsión de los moriscos, lo que motivaba que aquellas participaran en actos religiosos festivos con bailes y hábitos enfrentados a los usos y costumbres cristianas.
La
Iglesia debió asumir la responsabilidad exigida por el Credo Cristiano
para poder trasladar a las extensas zonas reconquistadas el folklore y
la cultura popular a él debidos. Se hizo imprescindible su protectorado
para la recuperación de la liturgia y las tradiciones populares que la sociedad católica ha expandido desde sus principios.
La cooperación ciudadana llevó a los cristianos a la creación de Hermandades y Cofradías, que se convirtieron en la custodia de los valores morales, prácticos y escénicos, por ser estos los que aportan rigor y fluidez en la continuidad y rigurosidad de las manifestaciones de los creyentes.
En el seno de tales instituciones se gestaron las “Cuadrillas de Ánimas” formados por grupos de artistas populares que se comprometieron “de por vida” a recoger coplas, bailes y tradiciones de siglos atrás.
Aún cuando no es posible determinar con exactitud cuando se inicia la costumbre del “Baile de las Ánimas”, podemos remontarnos al siglo XV para encontrar muestras fidedignas de sus comienzos.
En
los archivos de la Iglesia Parroquial de Almedina aparece un párrafo
datado en 1.634 que dice textualmente; “En este año, dedicaremos los
recaudado en el día de las ánimas en sanear los efectos de la plaga de langostas del pasado año”. Desde ese momento todo cuanto dinero es recogido durante la conmemoración de la tradición ha sido destinado a fines benéficos para cubrir necesidades del pueblo y sus habitantes.
Colorido, dinamismo, diversión, complicidad, sana pillería, argucias sin mala intención; todo se da cita en plena sencillez, con absoluta naturalidad.
Los 10 miembros de la hermandad recorren las calles y caminos del pueblo llamando a las puertas y tañendo una campanilla y, a la voz de ¡Ánimas!, los vecinos salen de sus casas para entregarles dinero, fruta, confites y cualquier otra cosa factible de ser vendida en el baile que se iniciará a las 12 de la noche.
La festiva comitiva llama poderosamente la atención por el colorido del vestuario en el que el naranja y el marrón dominan sobre el resto de los múltiples colores con los que está confeccionado.
El “Hermano Mayor”, o “Animero Mayor”, tocado con un burlesco sombrero con cascabeles, blusón y pantalón aún más coloridos que el de sus acompañantes, y llevando en mano la Vara de
la Alcaldía, que detentara por unas horas, dirige el grupo de animeros
por todas las vías del pueblo, otorgándose la potestad de “denunciar” a
cualquier viandante que encuentre en ellas. Pronunciando la frase ¡Yo te denuncio! dicta una simbólica sentencia de castigo que obliga al “denunciado”
a pagar una multa, si es que desea continuar su camino, que oscila
entre los 5 y los 100 Euros. Todo con la avenencia y simpatía de propios
y visitantes.
El
Animero Mayor lleva sobre su hombro un gran calcetín, en el que irá
depositando los donativos que reciba “por las buenas o por las malas”:
los denunciados pagan gustosamente sus multas, pues conocen la finalidad benéfica de tan original recaudación.
La Hermandad interpretará esta actuación hasta el mediodía, recogiéndose después para recuperar unas fuerzas agotadas por las danzas, carreras y saltos de todos sus miembros.
Avanzada la tarde, la comitiva asiste a la misa que se celebra en honor de los Santos Inocentes.
A las 12 de la noche el Animero Mayor, llevando al brazo a una mujer del pueblo, abre el baile con una jota manchega (danza típica de la región). Sobre una de las dos secciones en que está
dividida la pista, los danzantes siguen el ritmo de la música
circundados por múltiples asientos que servirán para descansar las
señoras entre pieza y pieza.
Los caballeros “asedian” a su vez a los asientos, en la búsqueda de la dama con la que desean bailar. El alegre ambiente que se crea, se ve incrementado por las competencias y amigables rivalidades de los vecinos, que pujan económicamente para que le sea concedido el derecho de tener como pareja, por ejemplo, a la mujer de su mejor amigo, hechos que causan sana diversión en todos los presentes.
Desde hace unos años le está permitido a las mujeres el pujar por bailar con el hombre que elijan, circunstancia que “anima la complicidad del juego” entre todos los asistentes.
La puja es abierta, y unos y otros, hombres o mujeres, pueden elevar el importe de una puja anterior mientras esta se está “pagando”, lo cual significa que la pieza musical debe ser detenida para que las parejas cambien y pueda incorporarse el que más ha ofrecido.
La hilarante escena es dirigida por el Animero Mayor, a quien se debe dirigir la puja dado que este es quien posee, a la voz de ¡Ánimas!, la facultad de detener el baile ordenando a los músicos cesar de tocar y así poder anunciar, con voz solemne, la cuantía de la licitación y el nombre de la persona a quien va dirigida.
También es él el juez que castigará cualquier infracción que los danzantes cometan, que será penada con una sanción económica
Todo
ello interpreta una particular coreográfica que es seguida, desde la
otra parte de la pista, por las decenas de asistentes que prefieren ser
espectadores de la representación.
Cuando el sol asoma, el “telón cae” y el escenario del improvisado teatro desaparece, dejando en todos cuantos asisten a esta antiquísima manifestación de arte popular el deseo de repetir la experiencia al siguiente año, sentimiento que anida en los vecinos de Almedina y en todo visitante que ha tenido la fortuna de llegar a este pueblo noble y hospitalario de la milenaria Castilla.
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