Dios romano, identificación del
Dyonisos griego y el Liber latino una deidad campesina de origen oscuro,
quizá a través de una de las advocaciones más propias de la divinidad
helénica: Lysios, «el que libera». La palabra latina Bacchus
transcripción de la griega Bácchosalude según Servio a una persona que
está fuera de sí, poseída por una locura.
Tanto una como otra denominación latina Liber, Bacchus concuerdan plenamente con la teogonía dionisiaca. La primera recuerda al dios castigado por la esposa de Júpiter a la locura a causa de la bastardía de su nacimiento. La segunda simboliza la evasión de la realidad humana que pretendían alcanzar los fieles por medio del culto a Dyonisos (v. DIONISO).
En Roma los misterios báquicos aparecen causando estragos en el edificio de la religión tradicional a mediados del siglo II a. C. Tal conclusión se desprende del famoso senadoconsulto sobre las Bacanales (a. 186) que impone severas medidas de represión a esas celebraciones. Algo más de un siglo después Lucrecio, en el libro II de su De rerum natura, emplea la palabra Bacchus con el significado de «vino», producto del que el dios era inventor y protector.
Los poetas romanos del siglo de oro aluden en sus obras a los puntos centrales del ciclo mitológico dionisiaco. Así, Ovidio (Metamorfosis III 520) y Horacio (Odas II 7) hablan de su calidad de hijo de Zeus y Semele; Ovidio (Metamorfosis III 253315) de su doble gestación y educación a manos de las ninfas; Horacio (Odas II 19) describe los ritos de sus celebraciones cultuales. Todas estas alusiones no significan que el culto del dios tuviera vigencia en unos siglos en los que era general en la sociedad romana el indiferentismo religioso. Sin embargo, más tarde durante la época imperial, por una parte la tendencia a la moderación de los excesos tradicionales en los ritos báquicos y por otra la extensión entre los romanos de diversas doctrinas de salvación, convirtieron los misterios dionisiacos en una de las religiones más extendidas.
Tanto una como otra denominación latina Liber, Bacchus concuerdan plenamente con la teogonía dionisiaca. La primera recuerda al dios castigado por la esposa de Júpiter a la locura a causa de la bastardía de su nacimiento. La segunda simboliza la evasión de la realidad humana que pretendían alcanzar los fieles por medio del culto a Dyonisos (v. DIONISO).
En Roma los misterios báquicos aparecen causando estragos en el edificio de la religión tradicional a mediados del siglo II a. C. Tal conclusión se desprende del famoso senadoconsulto sobre las Bacanales (a. 186) que impone severas medidas de represión a esas celebraciones. Algo más de un siglo después Lucrecio, en el libro II de su De rerum natura, emplea la palabra Bacchus con el significado de «vino», producto del que el dios era inventor y protector.
Los poetas romanos del siglo de oro aluden en sus obras a los puntos centrales del ciclo mitológico dionisiaco. Así, Ovidio (Metamorfosis III 520) y Horacio (Odas II 7) hablan de su calidad de hijo de Zeus y Semele; Ovidio (Metamorfosis III 253315) de su doble gestación y educación a manos de las ninfas; Horacio (Odas II 19) describe los ritos de sus celebraciones cultuales. Todas estas alusiones no significan que el culto del dios tuviera vigencia en unos siglos en los que era general en la sociedad romana el indiferentismo religioso. Sin embargo, más tarde durante la época imperial, por una parte la tendencia a la moderación de los excesos tradicionales en los ritos báquicos y por otra la extensión entre los romanos de diversas doctrinas de salvación, convirtieron los misterios dionisiacos en una de las religiones más extendidas.
A, LÓPEZ KINDLER.
BIBL.: Narración
sencilla del mito de Baco en J. ALSINA, La mitología, Barcelona 1962.
Una descripción de los misterios báquicos en M. GRANT, El mundo romano,
Madrid 1960, 200 ss.
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