Los primeros cristianos no
tuvieron construcciones especiales para la administración del Bautismo.
Cuando empezaron a construir los primeros b. se debieron inspirar en el
f rigidarium romano (v. TERMAS). Para la ceremonia del Bautismo, era
necesaria la piscina, cuyo origen está en el s. II, en la iglesiacasa,
edificándose a partir del s. III construcciones especiales, bien en la
misma iglesia o muy cerca de ella. En DuraEuropos (v.) hay un ejemplo
del s. III, con una habitación de planta rectangular alargada, con
cubierta de madera y en uno de sus extremos una pila de mampostería que
recuerda la cavidad de un sarcófago, cubierta por un dosel o ciborium
abovedado, sostenido por dos columnas. En el fondo se pintó el Buen
Pastor con su rebaño y a sus pies Adán y Eva, en un estrecho jardín del
Paraíso; en los muros laterales, en dos hileras superpuestas, pinturas
con el tema de los milagros de Cristo arriba y las tres Marías ante el
sepulcro debajo; y en el ciborium estrellas sobre el fondo azul del
cielo.
En los tiempos posconstantinianos aparecen en las basílicas b. con muchas variantes en cuanto al lugar de emplazamiento, formas y plantas, que podían ser cuadradas o rectangulares, con el nicho central donde quedaba la piscina circular, octogonal, hexagonal o cruciforme, dispuesta normalmente en el centro y más excepcionalmente en un ábside, y cubierta por lo general por un ciborium, corrientemente decorado con el tema de la fons vitae en la que beben algunos animales. El espacio central se ceñía por un corredor porticado, con columnas. La decoración, por medio de pintura o mosaico, desarrollaba programas simbólicos o cristológicos. De acuerdo con la liturgia, la piscina tenía tres escalones en la parte oriental y otros tres en la opuesta, para entrar y salir de ella y una grada central donde se situaba el obispo que administraba el sacramento. Suele decirse que en los primeros tiempos hubo un solo b. por cada diócesis, ampliándose el número hacia el s. VI; pero en España, tanto en Menorca como en Mallorca, había un solo obispo y varias piscinas. En Roma, se practicaba indiferentemente el rito de aspersión o el de inmersión, pero en todo caso este último exigía la acomodación del b. como vemos en el ejemplo de Salona. Fue uso normal dedicar los b. a S. Juan Bautista. Como ejemplos, en Roma se citan, más o menos restaurados, los b. constantinianos de S. Juan de Letrán y de S. Constanza; en Bari (Apulia), uno de planta redonda del s. IV. La consagración de los b. se realizaba como la de las basílicas, con fórmulas establecidas y trasladando a ellos reliquias de los mártires, edificándose a veces sobre sus tumbas (Prudencio).
La España cristiana tuvo algunos elementos arqueológicos propios producidos por el arrianismo o por la temprana fecha en que se comenzó a bautizar a los neófitos desde niños, lo que influyó en el catecumenado, en la desaparición de la fecha fija para la administración del Bautismo (según Tertuliano debía ser en la víspera de Pascua entre la muerte y la resurrección de Cristo, siguiendo la simbología en la triple inmersión, de los tres días que median entre la muerte y la resurrección), y en que no fuera necesaria la presencia del obispo; tal costumbre apareció en el s. III, se desarrolló en el IV y se generalizó a partir del V.
Hay dos tipos de b. en España, uno, muy poco frecuente, el que tiene edificio propio, incluso separado del templo, según costumbre oriental, más extendido en Italia y las Galias, y otro, con las piscinas bautismales en los templos como una dependencia de los mismos, íntegramente de filiación africana y siria. Entre los primeros, puede citarse el b. de Tarrasa, de la segunda mitad del s. V, incluido dentro de una pequeña construcción de planta octogonal (5,5 m. de diámetro), con la piscina reformada más tarde, provista de dos peldaños de acceso, siendo importante la planta a la manera romana o de las Galias, es decir, octogonal en el recinto y cuadrada y no cruciforme en la piscina, y la presencia de columnas con sus capiteles; la corriente romana puede seguirse desde S. Juan de Letrán, a Aquileya, Pola y la zona desde Albenga a Frejus, que son de los s. VI y VII, aunque con prototipos mucho más antiguos. También el de Ampurias, al O de la ciudad romana, en un templo mozárabe del s. X, pero con b. octogonal anterior y piscina bautismal cuadrada que puede fecharse hacia el s. VI. En 1963, se identificó bajo la Torre del Fum del monasterio benedictino de San Feliu de Guixols (Gerona) una construcción de planta exterior cuadrada e interior poligonal de ocho lados, tumba o b. que se relaciona con modelos orientales de Siria y Egipto y con la misma S. Sofía de Constantinr pla (v.), establecidos en Occidente desde el s. V. En Algezares (Murcia) y en relación con su basílica, hay un b. de planta estrictamente circular, con la piscina bautismal en su interior, relacionado con tipos orientales (S. Juan de Gerasa) y occidentales (S. Juan de Letrán), aunque la piscina circular con escaleras rectas corresponda a un tipo netamente africano. Finalmente, está el problema del monumento de Gabia la Grande, supuesto b. primeramente y luego desmentido este carácter, aunque tiene una piscina o ninfeo octogonal; es posible que estas ruinas granadinas deban ser fechadas en el s. iv, romanas tardías, con paralelos en Roma.
Muy numerosas son las piscinas bautismales situadas en alguna dependencia del conjunto basilical sin constituir edificio aparte, pero sin regla fija sobre su ubicación; así en Son Peretó y Sa Carrotxa (Mallorca) están en un aula de igual anchura que el templeo y a los pies de éste. Eri el lado de la Epístola se sitúan los b. de Tarragona, el de Algezares y el de Vega del Mar (Málaga); y en el del Evangelio, como en los templos griegos, en Es Fornás de Torelló, la Isla del Rey y Son Bou (Menorca); en alguno de estos ejemplos ocupan departamentos junto al ábside (s. VI). Por su planta, se clasifican en forma de cruz, adoptada como símbolo, con el grupo de Baleares, Burguillos (Badajoz) y Vega del Mar, aunque inscrita en un rectángulo como en prototipos tunecinos; la de Son Peretó de forma tetralobulada externa tuvo un ciborium o baldaquino. Un segundo tipo es de piscinas circulares, exclusivas de Menorca, de las que Son Peretó es un monolito cilíndrico que sigue modelos de África del Norte y Siria, mientras que Es Fornás e Isla del Rey son enteramente circulares. El tercer caso es el de las piscinas rectangularcs, de las que se conocen tres ejemplares de Tarragona y Mérida, el primero de la necrópolis de S. Fructuoso y los otros dos de la villa romana de la Dehesa de la Cocosa y de la capilla del pueblo de San Pedro de Mérida. Queda un grupo de formas intermedias, como el b. de Algezares y las portuguesas de Conimbriga, Idanha a Velha y Torre de Palma. Todas estas piscinas tienen sus precedentes remotos en Siria y el Oriente cristiano y los inmediatos en el norte de África, que se fechan desde la primera mitad del s. V hasta la centuria siguiente.
En los tiempos posconstantinianos aparecen en las basílicas b. con muchas variantes en cuanto al lugar de emplazamiento, formas y plantas, que podían ser cuadradas o rectangulares, con el nicho central donde quedaba la piscina circular, octogonal, hexagonal o cruciforme, dispuesta normalmente en el centro y más excepcionalmente en un ábside, y cubierta por lo general por un ciborium, corrientemente decorado con el tema de la fons vitae en la que beben algunos animales. El espacio central se ceñía por un corredor porticado, con columnas. La decoración, por medio de pintura o mosaico, desarrollaba programas simbólicos o cristológicos. De acuerdo con la liturgia, la piscina tenía tres escalones en la parte oriental y otros tres en la opuesta, para entrar y salir de ella y una grada central donde se situaba el obispo que administraba el sacramento. Suele decirse que en los primeros tiempos hubo un solo b. por cada diócesis, ampliándose el número hacia el s. VI; pero en España, tanto en Menorca como en Mallorca, había un solo obispo y varias piscinas. En Roma, se practicaba indiferentemente el rito de aspersión o el de inmersión, pero en todo caso este último exigía la acomodación del b. como vemos en el ejemplo de Salona. Fue uso normal dedicar los b. a S. Juan Bautista. Como ejemplos, en Roma se citan, más o menos restaurados, los b. constantinianos de S. Juan de Letrán y de S. Constanza; en Bari (Apulia), uno de planta redonda del s. IV. La consagración de los b. se realizaba como la de las basílicas, con fórmulas establecidas y trasladando a ellos reliquias de los mártires, edificándose a veces sobre sus tumbas (Prudencio).
La España cristiana tuvo algunos elementos arqueológicos propios producidos por el arrianismo o por la temprana fecha en que se comenzó a bautizar a los neófitos desde niños, lo que influyó en el catecumenado, en la desaparición de la fecha fija para la administración del Bautismo (según Tertuliano debía ser en la víspera de Pascua entre la muerte y la resurrección de Cristo, siguiendo la simbología en la triple inmersión, de los tres días que median entre la muerte y la resurrección), y en que no fuera necesaria la presencia del obispo; tal costumbre apareció en el s. III, se desarrolló en el IV y se generalizó a partir del V.
Hay dos tipos de b. en España, uno, muy poco frecuente, el que tiene edificio propio, incluso separado del templo, según costumbre oriental, más extendido en Italia y las Galias, y otro, con las piscinas bautismales en los templos como una dependencia de los mismos, íntegramente de filiación africana y siria. Entre los primeros, puede citarse el b. de Tarrasa, de la segunda mitad del s. V, incluido dentro de una pequeña construcción de planta octogonal (5,5 m. de diámetro), con la piscina reformada más tarde, provista de dos peldaños de acceso, siendo importante la planta a la manera romana o de las Galias, es decir, octogonal en el recinto y cuadrada y no cruciforme en la piscina, y la presencia de columnas con sus capiteles; la corriente romana puede seguirse desde S. Juan de Letrán, a Aquileya, Pola y la zona desde Albenga a Frejus, que son de los s. VI y VII, aunque con prototipos mucho más antiguos. También el de Ampurias, al O de la ciudad romana, en un templo mozárabe del s. X, pero con b. octogonal anterior y piscina bautismal cuadrada que puede fecharse hacia el s. VI. En 1963, se identificó bajo la Torre del Fum del monasterio benedictino de San Feliu de Guixols (Gerona) una construcción de planta exterior cuadrada e interior poligonal de ocho lados, tumba o b. que se relaciona con modelos orientales de Siria y Egipto y con la misma S. Sofía de Constantinr pla (v.), establecidos en Occidente desde el s. V. En Algezares (Murcia) y en relación con su basílica, hay un b. de planta estrictamente circular, con la piscina bautismal en su interior, relacionado con tipos orientales (S. Juan de Gerasa) y occidentales (S. Juan de Letrán), aunque la piscina circular con escaleras rectas corresponda a un tipo netamente africano. Finalmente, está el problema del monumento de Gabia la Grande, supuesto b. primeramente y luego desmentido este carácter, aunque tiene una piscina o ninfeo octogonal; es posible que estas ruinas granadinas deban ser fechadas en el s. iv, romanas tardías, con paralelos en Roma.
Muy numerosas son las piscinas bautismales situadas en alguna dependencia del conjunto basilical sin constituir edificio aparte, pero sin regla fija sobre su ubicación; así en Son Peretó y Sa Carrotxa (Mallorca) están en un aula de igual anchura que el templeo y a los pies de éste. Eri el lado de la Epístola se sitúan los b. de Tarragona, el de Algezares y el de Vega del Mar (Málaga); y en el del Evangelio, como en los templos griegos, en Es Fornás de Torelló, la Isla del Rey y Son Bou (Menorca); en alguno de estos ejemplos ocupan departamentos junto al ábside (s. VI). Por su planta, se clasifican en forma de cruz, adoptada como símbolo, con el grupo de Baleares, Burguillos (Badajoz) y Vega del Mar, aunque inscrita en un rectángulo como en prototipos tunecinos; la de Son Peretó de forma tetralobulada externa tuvo un ciborium o baldaquino. Un segundo tipo es de piscinas circulares, exclusivas de Menorca, de las que Son Peretó es un monolito cilíndrico que sigue modelos de África del Norte y Siria, mientras que Es Fornás e Isla del Rey son enteramente circulares. El tercer caso es el de las piscinas rectangularcs, de las que se conocen tres ejemplares de Tarragona y Mérida, el primero de la necrópolis de S. Fructuoso y los otros dos de la villa romana de la Dehesa de la Cocosa y de la capilla del pueblo de San Pedro de Mérida. Queda un grupo de formas intermedias, como el b. de Algezares y las portuguesas de Conimbriga, Idanha a Velha y Torre de Palma. Todas estas piscinas tienen sus precedentes remotos en Siria y el Oriente cristiano y los inmediatos en el norte de África, que se fechan desde la primera mitad del s. V hasta la centuria siguiente.
A. BELTRÁN MARTÍNEZ.
BIBL.: P. DE PALOL,
Arqueología cristiana de la España romana, Madrid 1967, 147; V. PACHECOI.
M. GALÁN, El templo y el baptisterio, en Arte Sacro g Concilio Vaticano
II, León 1965.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia
Rialp, 1991
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