(Latín contrapunctum; alemán Kontrapunkt; francés contrepoint; italiano contrapunto). De punctum, "punto" ---como se llamaban las notas antiguamente en música--- y contra, "en contra de"; originalmente, punctum contra punctum, o nota contra notam --- "punto contra punto", o “nota contra nota".
El término contrapunto se originó en el siglo XIV, aunque el arte al que se refiere se había practicado durante varios siglos antes. El deseo de armonía, es decir, el sonido simultáneo con el cantus firmus, tenor, o tema, de una o más voces a diferentes intervalos, se halla por primera vez en la llamada diafonía u "Organum" de Hucbaldo de San Amando (840-930 ó 932). [H.E. Woolridge en su "Oxford History of Music" (1901), vol. I, p. 61, cita de un tratado "De divisione naturae", por Juan Escoto Eriúgena (m. 880), un pasaje, que describe el organum, que podría indicar la diafonía, incluso en la moción contraria, se usaba en Inglaterra antes de la innovación de Hucbaldo, aunque no hay prueba de su uso generalizado en las Islas Británicas.]
En el siglo XII, surgió la costumbre en Francia, la cual se generalizó entre los cantantes, de improvisar una o más melodías independientes sobre la melodía litúrgica o cantus firmus. Esto se conoció como déchant, o discantus. En Inglaterra el gymel, o cantus gemellus (canto gemelo), floreció en una época quizás anterior. El gymel consistía en añadir un intervalo de tercera tanto sobre como bajo el cantus firmus. Más tarde la tercera de abajo fue traspuesta a una octava más alta, dando origen al falso-bordone, faux-bourdon, o falso bajo. Todos estos intentos esporádicos de polifonía culminaron, en el siglo XIV en la adición de diferentes melodías al cantus firmus siguiendo leyes de contrapunto bien formuladas, que aún son válidas. El propósito era la perfecta integración e independencia de las varias melodías en su flujo, a partir de las cuales, por supuesto, ocurrían disonancias de paso que se resolvían continuamente en las consonancias de las notas acentuadas de la medida del compás.
Durante el curso del siglo siguiente la habilidad en el uso del contrapunto llegó a alturas sin precedentes tanto entre los numerosos maestros de los Países Bajos como los de Inglaterra; pero llegó a su cénit y produjo los frutos más maduros en la escuela romana del siglo XVI. La polifonía de cuatro, cinco, seis, ocho o más partes producida en este siglo, con su consonante prevaleciente y unificadora y el principio vitalizador, el cantus firmus (en general una melodía gregoriana) es en cierto sentido una imagen de la congregación de la Iglesia misma. Tenemos unidad en la variedad: cada voz canta su propia melodía y sin embargo está armoniza con todas las demás, de la misma manera que cada miembro de la iglesia aspira al mismo ideal según su propia naturaleza y capacidad.
Cuando se puso de moda la monodia al final del siglo XVI y principio del XVII, el estudio y práctica del contrapunto quedó casi olvidado, pero recibió un nuevo y maravilloso impulso y desarrollo en manos de Haendel y Bach. Durante un tiempo el contrapunto sirvió a maestros distintos de la Iglesia y su liturgia, pero con la observancia renovada de sus leyes respecto a la música y el estudio y revitalización desde mediados del siglo XIX, el contrapunto, de acuerdo con sus principios originales, ha vuelto a producir nuevo frutos como de antaño.
Bibliografía: Ambras, Geschichte der Musik (Leipzig, 1881), III; Riemann, Handbuch der Musikgeschichte (Leipzig, 1907), II, pt. I; Haller, Kompositionslehre (Ratisbona, 1890), Kehm, Lehre vom Contrapunkt (Berlín, 2883).
Fuente: Otten, Joseph. "Counterpoint." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04436a.htm>.
El término contrapunto se originó en el siglo XIV, aunque el arte al que se refiere se había practicado durante varios siglos antes. El deseo de armonía, es decir, el sonido simultáneo con el cantus firmus, tenor, o tema, de una o más voces a diferentes intervalos, se halla por primera vez en la llamada diafonía u "Organum" de Hucbaldo de San Amando (840-930 ó 932). [H.E. Woolridge en su "Oxford History of Music" (1901), vol. I, p. 61, cita de un tratado "De divisione naturae", por Juan Escoto Eriúgena (m. 880), un pasaje, que describe el organum, que podría indicar la diafonía, incluso en la moción contraria, se usaba en Inglaterra antes de la innovación de Hucbaldo, aunque no hay prueba de su uso generalizado en las Islas Británicas.]
En el siglo XII, surgió la costumbre en Francia, la cual se generalizó entre los cantantes, de improvisar una o más melodías independientes sobre la melodía litúrgica o cantus firmus. Esto se conoció como déchant, o discantus. En Inglaterra el gymel, o cantus gemellus (canto gemelo), floreció en una época quizás anterior. El gymel consistía en añadir un intervalo de tercera tanto sobre como bajo el cantus firmus. Más tarde la tercera de abajo fue traspuesta a una octava más alta, dando origen al falso-bordone, faux-bourdon, o falso bajo. Todos estos intentos esporádicos de polifonía culminaron, en el siglo XIV en la adición de diferentes melodías al cantus firmus siguiendo leyes de contrapunto bien formuladas, que aún son válidas. El propósito era la perfecta integración e independencia de las varias melodías en su flujo, a partir de las cuales, por supuesto, ocurrían disonancias de paso que se resolvían continuamente en las consonancias de las notas acentuadas de la medida del compás.
Durante el curso del siglo siguiente la habilidad en el uso del contrapunto llegó a alturas sin precedentes tanto entre los numerosos maestros de los Países Bajos como los de Inglaterra; pero llegó a su cénit y produjo los frutos más maduros en la escuela romana del siglo XVI. La polifonía de cuatro, cinco, seis, ocho o más partes producida en este siglo, con su consonante prevaleciente y unificadora y el principio vitalizador, el cantus firmus (en general una melodía gregoriana) es en cierto sentido una imagen de la congregación de la Iglesia misma. Tenemos unidad en la variedad: cada voz canta su propia melodía y sin embargo está armoniza con todas las demás, de la misma manera que cada miembro de la iglesia aspira al mismo ideal según su propia naturaleza y capacidad.
Cuando se puso de moda la monodia al final del siglo XVI y principio del XVII, el estudio y práctica del contrapunto quedó casi olvidado, pero recibió un nuevo y maravilloso impulso y desarrollo en manos de Haendel y Bach. Durante un tiempo el contrapunto sirvió a maestros distintos de la Iglesia y su liturgia, pero con la observancia renovada de sus leyes respecto a la música y el estudio y revitalización desde mediados del siglo XIX, el contrapunto, de acuerdo con sus principios originales, ha vuelto a producir nuevo frutos como de antaño.
Bibliografía: Ambras, Geschichte der Musik (Leipzig, 1881), III; Riemann, Handbuch der Musikgeschichte (Leipzig, 1907), II, pt. I; Haller, Kompositionslehre (Ratisbona, 1890), Kehm, Lehre vom Contrapunkt (Berlín, 2883).
Fuente: Otten, Joseph. "Counterpoint." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04436a.htm>.
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