Legionarios de Cristo. Víctimas de sus mentiras y simulaciones
Daños colaterales (las otras víctimas de la Legión)
Hace
poco escribí de los santurrones. Como consecuencia de esa columna tuve
una plática con un amigo. En algún momento me hizo una observación:
“Todos hablan de Maciel y las víctimas de su pederastia, pero nadie
habla de las otras víctimas, de los que crecimos creyendo en él y su
obra y ahora estamos confundidos y decepcionados”. Originario del norte
del país, conoce bien el tema de que me habla. Estudió con los
Legionarios toda su vida, creció llamando a Marcial Maciel “Nuestro
Padre” y pertenecía al “Reino”.
Mi
amigo considera que en el caso de Marcial Maciel hay muchas más
víctimas que no se han nombrado. Para empezar, todos los que, como él,
estudiaron en escuelas de Legionarios. ¿Cómo conciliar las enseñanzas
recibidas de los Legionarios con la realidad?
Hace
falta tener una venda en los ojos para pensar que Marcial Maciel logró
engañar solo a todos los Legionarios, que nadie jamás supo de los
delitos cometidos por el propio Maciel y por otros sacerdotes. Es obvio,
me dice, que varios miembros de la orden, conociendo los delitos,
prefirieron encubrir a los criminales en vez de defender a las víctimas.
No puede evitar preguntarse: “¿Lo sabría el Padre Fulano, a quien tanto
quise? ¿El padre Perengano, quien nos recalcó la importancia de no
mentir?”
Al
igual que a muchos, le preocupa la tardía y torpe reacción de los
Legionarios. Parecen olvidar que fue por los delitos de pederastia que
el Papa obligó a Maciel a retirarse a una vida de oración. Reconocer que
tenga una hija y hablar de “debilidades” parece un torpe esfuerzo por
tratar de tapar el sol con un dedo y distraer la atención. Todavía no se
ha pedido perdón a las víctimas. Reducir el problema de la Legión de
Cristo a Maciel es un error. Es necesario revisar a fondo la estructura
que le permitió vivir una doble vida.
Mi
amigo considera que otros afectados son los padres. Años de esfuerzos y
sacrificios (las escuelas de Legionarios no son precisamente baratas)
para dar a sus hijos la mejor educación, con los valores morales que
consideraban adecuados, para que ahora sea evidente que ese hombre al
que tanto ponderaron, lejos de ser un santo, resultó ser un criminal.
Ahora se preguntan acerca de esos rumores de actos de pederastia que
fueron rápidamente ocultados. Se preguntan por qué no pidieron la
aclaraciones pertinentes en su momento y dudan de las personas que están
educando (o educaron) a sus hijos. Imposible no cuestionar sus
prioridades y preguntarse si están calificados para educar.
Me
habla también del daño que hicieron a hombres y mujeres que él conoce.
Predicar acerca del sexo como un pecado, la abstinencia, el control los
deseos carnales, afectó a varias personas. Me habla de amigas quienes no
han podido tener orgasmos por considerar que el sexo es pecado; otras
que no pudieron ser penetradas por sus maridos por las mismas creencias.
Tanto sufrimiento y años de terapia, para venir a enterarse de que la
mismísima persona que tanto predicaba la pureza, era no sólo débil, sino
un delincuente.
Todos
aquellos pertenecientes al movimiento laico Regnum Chisti, quienes
creían en la inocencia de Marcial Maciel y lo defendieron a capa y
espada diciendo que cada acusación era otra prueba más que tenía que
sufrir “Nuestro Padre”. Mientras él oficiaba misa lo veían arrobados y
creían que estaban frente a un santo viviente, y ahora tienen que
digerir que estaba más cerca del infierno que del cielo. “¿Te imaginas
cuán traicionados se sentirán por tantas mentiras?”
Mi
amigo se pregunta cómo se sentirán los seminaristas y sacerdotes de la
Legión que también fueron víctimas del engaño. ¿Extenderán sus dudas
sobre la persona hasta el centro de su fe? ¿Pensarán en dejar la Legión?
¿Se sentirán profundamente traicionados y humillados?
Efectivamente,
hay muchas más víctimas de Marcial Maciel y de quienes, conociendo su
delito, lo encubrieron. Supongo que ahora pueden medir los alcances y
las desastrosas consecuencias de su decisión. Este tipo de errores no
son privativos de los Legionarios; se han dado repetidamente dentro de
la Iglesia católica y otras instituciones. Más que atacarlos, para todos
es una lección a fin de entender que tarde o temprano la verdad
derrumba todas las mentiras. Encubrirlas genera un efecto de bola de
nieve y, como diría Oscar Wilde, “nadie es tan rico que pueda comprar su
propio pasado”. En cualquier circunstancia, es mejor encarar las
verdades, llamar a las cosas por su nombre, por dolorosas que sean, a
dejar que las mentiras, como gangrena, se apoderen del cuerpo a riesgo
de perder la propia vida.
Hemos
visto que el valor y la perseverancia de unos pocos que se enfrentaron
al sistema develaron la verdad y junto con esa verdad han caído varios
mitos y seguramente encontraremos más de un culpable. Seguramente ni
Marcial Maciel ni quienes lo encubrieron pensaron que sus actos saldrían
a la luz ni en los incontables daños colaterales de vivir en la mentira
y encubrir a un criminal.
Existe una página web, http://www.regainnetwork.org/, para unir y apoyar a todos aquellos que han sido afectados negativamente por la Legión.
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