San Cono nació en el Siglo XlI en un pequeño pueblo de la provincia
de Salerno, Italia, llamado Teggiano(o Diano) antigua ciudad de Lucania
occidental, asentada sobe una colina de más de 600 metros de altura
sobre el nivel del mar.
Algunos historiadores piensan que fue fundada por los griegos alrededor
del siglo VII, antes del nacimiento de Cristo. En esta ciudad, nació a
fines del siglo XI San Cono, hijo de la vejez y del milagro. Sus restos
descansan, en la Iglesia Catedral de Santa María, siendo ciudadano y
protector de Teggiano.
Sus padres—los Indelli, , de buena situación social y sólida posición
económica —suspiraban por la llegada de un hijo que se hacia esperar. La
leyenda consigna que una noche los esposos tuvieron un mismo sueño. Del
seno de Igniva—ese era el nombre de su madre—brotaban llamaradas de
extraordinario resplandor . Un sacerdote interpretó la visión
anticipando a la madre que a pesar de ser de avanza da edad, tendría un
hijo que sería la gloria de su pueblo. "Algo perfecto", eso es lo que
significa el nombre de "Cono"; y ese fue el nombre que sus padres le
pusieron al niño, felices del acontecimiento y a raíz del haz luminoso,
en forma de Cono, que los padres vieron en el sueño. Los padres lo
entrenaron, también en todo trabajo útil para enfrentar la vida.Cono,
con ojos limpios observa que su madre comienza el día con la oración, en
la que agradece a Dios el descanso nocturno, le ofrece toda la
actividad que realizará durante el día y, pide la bendiga.
La riqueza de su casa, no alteraba la gran religiosidad de sus padres, y
en tal ambiente Cono sintió despertar desde muy pequeño su vocación de
santidad. Gracias a la situación económica acomodada de los padres, San
Cono pudo frecuentar la escuela.
Las escuelas estaban bajo la tutela de los monasterios o crecían lozanas
a la sombre de las catedrales o modestas parroquias. Pese a todas esas
dificultades, las escuelas fueron viveros de civilización y, caldo de
cultivo de ese asombroso estallido cultural, científico, filosófico,
teológico de los siglos posteriores.
En aquel tiempo, las riquezas y la gloria no se lograban con la pluma ni
con la doctrina, sino con la espada. Por suerte para San Cono y para
nosotros, no sentía atracción ni por la violencia, ni por las armas.
Su espíritu dulce, sensible, poético necesitaba de la cultura, como
medio de la expresión personal y para vincularse con los grandes
espíritus del pasado.
En el desmoronamiento del Imperio Romano, la antigua sabiduría se había
desplomado, bajo el ímpetu de las arremetidas de los bárbaros. Todo
hubiera perecido en ruinas y hogueras, si Benito de Murcia el monje
patriarca de Occidente, no hubiera abierto sus monasterios que brindaron
acogedor refugio a la cultura.
Creciendo en un ambiente tan cristiano, desde niño San Cono demostró
marcada inclinación a la vida espiritual. Adolescente, exteriorizó gran
amor a la Santísima Virgen imponiéndose voluntariamente privaciones y
mortificaciones para honrarla.
Escuchando las voces interiores con las que Dios llamaba a la vida
religiosa ingreso a un convento benedictino que distaba treinta
kilómetros de Diano y que estaba dedicado a la "Santa María Cadossa".
Tenía entonces dieciseis años.
Tempranamente decidió solicitar el ingreso al monasterio benedictino de
San Nicolás, pero el Superior, conociendo los desvelos que los padres
tenían por aquel único y tardío hijo, no lo aceptó. Sin embargo, Cono
ardía de impaciencia por retirarse al monasterio. Tanto es así que se
presenta en uno de una ciudad más alejada, de incógnito. Sus padres lo
siguen y lo reclaman y él se esconde en el horno de pan del monasterio
de Sta. María de Cadossa. Al salvarse por verdadero milagro de morir
quemado, sus padres aceptan su llamado vocacional. El joven benedictino
fray Cono, no cesa de orar y trabajar en las labores más humildes:
cocina, barre, atiende la huerta. Un atardecer de verano aquel frágil
morje que aún no contaba con 20 años recibe un misterioso mensaje: "Esta
noche Dios te llamará". Así sucedió, en la madrugada del 3 de junio de
un año de comienzos del siglo XII San Cono moría serenamente. EI 27 de
setiembre de 1261, los dos pueblos cercanos se disputaban los restos del
monje benedictino. Finalmente deciden ponerle en un carro y dejar que
los bueyes decidan el camino. El rumbo fue el pueblo de Teggiano natal y
ante la iglesia de su infancia los bueyes se echaron. Quien primero lo
reconoció santo fue el pueblo mismo: en la Iglesia de la Anunciata se
encuentra una campana de 1333 con la inscripción "San Cono". Sin embargo
recién es canonizado, el 27 de abril de 1872 por el Papa Pio IX. Fueron
los emigrantes teggianenses quienes llevaron su culto a varias regiones
del mundo. Hoy se lo venera, además que en Teggiano y Florida, también
en Nueva Orleans (Estados Unidos) en Australia y en Argentina.
Su fiesta se celebra el tres de junio
Fuente: Congregación Obispo Alois Hudal
[José Gálvez Krüger]]
Su fiesta se celebra el tres de junio
Fuente: Congregación Obispo Alois Hudal
[José Gálvez Krüger]]
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