Santa
Cunegunda (1234-1292)
Texto de L'Osservatore Romano
. |
Cunegunda nació en Esztergom (Hungría), de
familia real, el 5 de marzo de 1234. Fue educada en la fe cristiana en la corte
de su padre, el rey Bela IV (Adalberto). Desde su nacimiento, vivió
rodeada de santos. En efecto, en la familia real de su padre destacan san
Esteban, el patrono principal de Hungría, santa Ladislaa, santa Isabel
de Turingia, santa Eduvigis de Silesia, santa Inés de Praga y las
hermanas de Cunegunda: santa Margarita y la beata Yolanda. La luz de la
santidad de su familia no podía por menos de dejar huella en su alma.
Al llegar a Polonia, desde muy niña, para ser
educada en la corte de su futuro esposo, entabló una cordial
relación con la madre de éste, Grzymislawa, y con su hija
Salomé. Ambas se distinguían por una profunda religiosidad, por
una vida ascética y por un gran amor a la oración, a la lectura
de la sagrada Escritura y de las vidas de los santos. Su cordial
compañía, especialmente en los primeros y difíciles
años de su estancia en Polonia, ejerció gran influjo en
Cunegunda. La aspiración a la santidad maduró cada vez más
en su corazón, Buscando modelos para imitar que respondieran a su rango,
eligió como patrona especial a su santa parienta la princesa Eduvigis de
Silesia. Además de sus santas hermanas y parientes, indudablemente
ejercieron gran influjo en su espiritualidad san Jacinto, que vivió en
aquel tiempo, el beato Sadok, la beata Bronislawa, la beata Salomé, y
todos los que formaron un ambiente de fe viva en la Cracovia de entonces.
Ya desde su adolescencia brilló por sus cualidades
intelectuales, su bondad y su devoción en la oración. Se
sintió especialmente atraída por los ideales de san Francisco de
Asís y santa Clara. Por eso, entró en la Orden Tercera de san
Francisco y decidió consagrarse a Dios con todo su corazón
mediante el voto de virginidad. Y cuando, por las circunstancias
históricas, se vio obligada a casarse con el príncipe polaco
Boleslao de Sandomierz, lo convenció a llevar una vida virginal para
gloria de Dios y, después de una prueba de dos años, ambos
esposos hicieron voto de castidad perpetua en manos del obispo. Este estilo de
vida dio a santa Cunegunda una gran libertad interior, gracias a la cual pudo
preocuparse, con dedicación total, ante todo de las cosas del
Señor, llevando una profunda vida religiosa.
En 1241, los tártaros invadieron Polonia y
Hungría. Cunegunda, junto con Boleslao, se vio obligada a huir,
experimentando así la dura vida de los prófugos, hasta que en el
año 1247 pudieron volver a reinar en Cracovia.
Al lado de su marido, participó activamente en el
gobierno del reino, demostrando firmeza y valentía, generosidad y
solicitud por el bien de sus súbditos. Durante las turbulencias que
tuvieron lugar en el interior del Estado, durante la lucha por el poder en un
reino dividido en regiones, durante las devastadoras invasiones de los
tártaros, santa Cunegunda supo afrontar las necesidades del momento. Con
gran celo trató de promover la unidad de la herencia de los Piast y,
para que el país resurgiera de las ruinas, no dudó en dar todo lo
que había recibido de su padre como dote: siete toneladas de plata.
Se dedicó a curar a los enfermos, a socorrer a los
necesitados, a promover la justicia social y las virtudes cristianas en las
familias. Intervino en muchas ocasiones para restablecer la paz entre los
príncipes cristianos.
Sus antiguas biografías confirman esa gran labor
benéfica, testimoniando que el pueblo la llamaba:
«consoladora», «médico», «nutricia» y
«santa madre». Renunciando a la maternidad natural, se
convirtió en verdadera madre de todos sus súbditos.
También se interesó por el desarrollo
cultural de la nación. A su persona y al convento que fundó en
Sacz está vinculado el nacimiento de verdaderos monumentos de la
literatura, como el primer libro escrito en lengua polaca: El salterio de
David.
Tras la muerte de Boleslao, acaecida el 7 de diciembre de
1279, Cunegunda renunció al gobierno del reino y se retiró a
Sacz, donde reorganizó la región: fundó nuevas aldeas y
ciudades, construyó iglesias y sobre todo con el mayor cariño
fundó el monasterio de franciscanos y de clarisas en Sacz.
De acuerdo con el obispo, destinó toda su herencia
al monasterio de las clarisas. En 1288 Cunegunda ingresó en el noviciado
y el 24 de abril de 1289 emitió la profesión religiosa
según la regla de santa Clara. Vivió de modo ejemplar los votos
religiosos, sirviendo humildemente a sus hermanas, con espíritu de
sacrificio y amor.
Ayudó a sus hermanas a entender las oraciones que
hacían en latín, traduciendo al polaco los salmos.
En septiembre del año 1291 cayó enferma y
durante muchos meses se vio obligada a guardar cama. Soportó los
sufrimientos con espíritu de total sumisión a la voluntad de
Dios.
Murió el 24 de julio del año 1292 en Sacz, a
los 58 años. Se halla sepultada en la capilla de la santísima
Virgen María del monasterio que fundó y donde vivió.
Fue venerada como santa inmediatamente después de su
muerte. En 1690 el papa Alejandro VIII confirmó su culto, tributado
durante siglos, lo cual equivale a su beatificación. Juan Pablo II la
canonizó el 16 de junio de 1999 en la ciudad en que había
fallecido y estableció que su fiesta se celebre el 24 de julio.
[L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua
española, del 16 de julio de 1999]
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.